Junto con
esta primera entrevista se inicia una propuesta que pretende habilitar un
espacio crítico para los alumnos de Bibliotecología en Argentina, que estén
cursando actualmente la carrera o finalizando sus estudios en sus respectivos
espacios educativos.
El
propósito es profundizar en algunos interrogantes que permitan evaluar la
formación bibliotecaria sin dejar de lado cuestiones relativas al contexto
social de la profesión.
El
criterio de selección de los alumnos entrevistados se ha basado en
recomendaciones subjetivas por parte de docentes de la carrera, pertenecientes
a diversas instituciones académicas, en general alumnos destacados, quienes
reflexionarán a través de las preguntas sobre temas relativos a la formación
profesional, incluyendo aspectos éticos, políticos y legales del contexto social
de la disciplina. Se busca determinar un espacio que favorezca incluso
cuestionar el actual escenario educativo, para de este modo encontrar elementos
que nos autoricen analizar, desde nuestras posibilidades, lo que día a día se
genera en las aulas.
De alguna
manera se trata de una construcción, una interpelación crítica de nuestro
ámbito de formación profesional, que estimo será de mucha utilidad para los
docentes.
Lo que se
pretende es abrir espacios y plantear escenarios donde puedan articularse ideas
que nos permitan la posibilidad de refutar o corroborar nuestras certezas, enraizadas en buena parte
dentro del actual cambio de paradigma de la información a la comunicación.
La
propuesta es también una posibilidad de otorgar una voz a quienes se encuentran
finalizando sus estudios, que puedan expresarse en el mismo espacio en que lo
hace diariamente un colega titulado.
Por tal
motivo considero que la docencia es un lugar privilegiado. Las puertas de las
aulas están abiertas. Prestemos atención, de aquí en más, lo que los alumnos
tienen para decirnos.
Daniel
Canosa
Bibliotecólogo.
Docente-Investigador
Nota:
Las
entrevistas, aproximadamente 30 en total, serán publicadas a lo largo de 2017
en dos espacios alternativos: la Revista Fuentes, perteneciente a la Biblioteca
y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional de Bolivia y el
blog Que sabe quien (http://librosvivientes.blogspot.com.ar/).
Se prevé elaborar, para marzo de 2018, un informe final con un análisis de las
entrevistas pautadas con los alumnos.
Los
alumnos entrevistados cursan actualmente en los siguientes espacios educativos:
Instituto
Superior de Formación Docente y Técnica N° 35 Vicente D’Abramo - Montegrande.
Instituto
Superior Formación Docente y Técnica Nº 56 - González Catán
Instituto
de Formación Técnica Superior N° 13 – Ciudad Autónoma Buenos Aires
Universidad
Nacional de Buenos Aires (UBA) - Ciudad Autónoma Buenos Aires
Universidad
Nacional de La Plata (UNLP) – Ciudad de La Plata
Biblioteca
Nacional Mariano Moreno - Ciudad Autónoma Buenos Aires
Un especial agradecimiento a los docentes Mirta Pérez Díaz, Alejandro
Parada, Marcela Fushimi, Ana Sanllorenti, Raúl Escándar y Maria Angela Silvetti
por la información brindada.
Entrevista
a Eliana Noelí Macias, estudiante de Edición y Licenciada en Bibliotecología de
la Universidad de Buenos Aires, Argentina
Noticia
biográfica
Eliana Noelí Macias es Licenciada en Bibliotecología y Ciencia de la Información con
orientación en Archivología (Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de
Buenos Aires). Actualmente estudiante de la carrera Edición de la misma
facultad. En 2010, ayudante en el proyecto de catalogación de la biblioteca
personal de Carlos M. Mayer (Biblioteca Max von Buch, Universidad de San
Andrés). Bibliotecaria ad honorem, de 2010 a 2012, en la Biblioteca Su Alteza
Imperial Príncipe Akishino (Instituto Privado Argentino Japonés Nichia Gakuin).
Asistencia en recomendaciones archivísticas y de preservación documental en el
Archivo de la Asociación Japonesa en la Argentina (AJA). Archivista en el
Archivo General de la Armada, desde 2012 hasta la fecha.
Entrevistador:
Daniel Canosa
- ¿Por qué
la Bibliotecología?
Opté por
estudiar Bibliotecología por la mayor salida laboral que representaba. Siempre
me gustó escribir ficción, y cuando estaba terminando la escuela secundaria
pensaba estudiar Letras. Precisamente hablé con una Licenciada en Letras por la
Universidad de Buenas Aires (UBA) y tras manifestarle mi inquietud resolví que,
por un lado, escribir se aprende escribiendo y yendo a talleres y, por el otro,
probar con Bibliotecología por la amplia salida laboral que ofrece sería la
mejor opción. Cuando entré a la carrera ―2008, con el Ciclo Básico Común
(CBC)―, no era una carrera muy conocida y éramos muy pocos. Más allá de eso, no
me arrepiento de mi elección: descubrí mi vocación de servicio y el vínculo que
puede crearse entre el profesional de la información y el usuario.
- Antes de descubrir la profesión ¿ha frecuentado la consulta en bibliotecas? ¿Ha manifestado afición por la lectura, por alguna expresión artística, literaria o cultural en particular?
Cuando
estaba en la escuela primaria, un par de veces mi papá me acompañaba a la
biblioteca del colegio fuera del horario de clase para retirar algún libro.
Pero esa experiencia duró poco: en mi casa tenemos gran cantidad de libros de
todo género y por eso nunca desarrollé el hábito de ir a una biblioteca. Para
ser sincera, la primera vez que fui a una biblioteca por mi propia cuenta fue
una vez iniciada la cursada de la carrera, para sacar mi carnet en la
Biblioteca Central de la facultad.
Desde que
tengo conciencia, leí siempre. Leía todo lo que me cayera en las manos y me
interesara: revistas, libros, comics, manga. Mi incursión en la literatura
comenzó teniendo yo doce años, escribiendo cuentos que sólo leía mi hermana
menor. Participé por primera vez en un taller literario municipal el mismo año
que cursé el CBC. Actualmente estoy trabajando mi primera novela en el Taller
de Corte y Corrección, coordinado por Marcelo di Marco.
- Dos
preguntas en una ¿Cuál fue el libro que más lo influenció? y ¿Qué está leyendo
actualmente?
Es difícil
decantarse por un solo libro. En ficción, La colina de Watership, de Richard
Adams (una historia contada desde el punto de vista de los conejos); El
misterio del cuarto amarillo, de Gastón Leroux (el inicio de mi fiebre por las
novelas policíacas, que me convirtió en seguidora de Agatha Christie); la saga
Camelot, de Terence Hanbury White, y mi consecuente enamoramiento de la leyenda
artúrica. En cuanto a libros de no ficción, siempre me gustó la historia
antigua ―Grecia, Roma―, lo cual me llevó a leer obras sobre el tema. Esto
derivó en mi actual pasión por las novelas históricas (Valerio Massimo
Manfredi, Ben Kane, Christian Cameron, Massimiliano Colombo, Santiago
Posteguillo).
Ahora
estoy leyendo dos libros: El corazón de piedra verde, de Salvador de Madariaga;
y Las maravillas del mundo antiguo, de V.M. Manfredi. A veces tengo la
necesidad de “evadirme” del caótico mundo actual disfrutando de otros mundos,
caóticos a su manera.
- ¿Cómo definiría a un bibliotecario?
Un
bibliotecario debe ser un servidor de información, un guía para el usuario.
Debería despegarse de la idea del “empleado remunerado” que trabaja en una
unidad de información. Es esencial que tome conciencia de toda la cadena de
trabajo: desde la adquisición de los materiales para la colección, hasta el
trato directo con el usuario. Sólo deberían ser bibliotecarios quienes tengan
vocación de servicio. Incluso permanecer horas en una oficina catalogando y
clasificando, sin entrar en contacto con el público, tiene un objetivo que
trasciende esa tarea: todo debe hacerse pensando en el usuario, en la persona o
institución que se presentará en nuestra biblioteca con una necesidad de
información y que deberemos resolver de la mejor manera posible.
- ¿Qué opina del rol social del bibliotecario?
Mi idea
del bibliotecario como agente con vocación de servicio apunta a desempeñar ese
rol social. Tomé conciencia de eso trabajando en un archivo de la
administración pública, donde tenemos una pequeña colección de libros de acceso
público pero que carece de instrumentos que faciliten al usuario su
acercamiento. Esta situación, generada por gestiones previas que no tenían los
recursos necesarios o desconocían la importancia de contar con un catálogo, me
moviliza para actuar en consecuencia. Cualquier proyecto que se presente debe
tener como eje a la sociedad y al perfil de usuario definido por la
institución. En nuestro archivo de la Armada Argentina atendemos no sólo a
personal de las Fuerzas Armadas, sino también a cualquier ciudadano que nos
manifieste una inquietud. Y ambos perfiles de usuario son atendidos de igual
manera y con la misma calidad.
- Con
respecto al plan de estudios de la carrera ¿Considera que sus contenidos
favorecen la adquisición de conocimientos y desarrollo de habilidades
vinculados al rol social del bibliotecario?
El plan de
estudio de Bibliotecología funciona como un empujón, el inicio para que el
estudiante avance por su propia cuenta. La formación es completa en el sentido
de que abarca múltiples ámbitos en los que se desempeña un bibliotecólogo /
profesional de la información. Por el perfil con que se sale de la UBA, pienso
que nuestro mejor aprovechamiento es en bibliotecas especializadas y de
universidades. Es positivo que el eje de la formación en la carrera sea el
usuario. Las prácticas profesionales son una oportunidad para estimular el rol
social, aunque está en cada uno desarrollar el compromiso.
- Se habla frecuentemente de un cambio de paradigma dentro de la profesión
(pasando del paradigma de la información al de la comunicación), según su
enfoque particular, ¿Percibe ese cambio en el tratamiento docente de cada
materia?
Los
contenidos técnicos son transmitidos considerando el eje “usuario”. En materias
de carácter más social, como Servicio de referencia e información, es sencillo
detectar el contenido orientado a la comunicación. Pero en materias como
Principios de catalogación y Clasificación del conocimiento, es importante que
los docentes no pierdan de vista el “para qué” de la formación técnica: es
decir, que rutinas técnicas ―procesamiento de la información― estén pensadas en
el usuario. Esto se aplica también en las materias de preservación y
conservación ―conservar para difundir―. Lo mismo debe suceder con materias del
área de tecnología de la información. Cuando cursé la carrera, los docentes
tenían en cuenta no perder de vista al usuario como guía para tareas como
elaborar un catálogo y sus descripciones bibliográficas, o registros
computarizados para un catálogo en línea. Registrar para controlar sólo tiene
sentido si se puede comunicar esa información.
-En el caso que, promovido por el docente, haya realizado una práctica académica o pasantía en alguna unidad de información ¿Considera que los conocimientos adquiridos fueron suficientes para desempeñarse en tales prácticas? ¿Qué conocimientos tuvo que aplicar?
La primera
práctica académica que hice fue en la biblioteca del Instituto de
Investigaciones Gino Germani (Facultad de Ciencias Sociales, UBA), y la segunda
―para la licenciatura― en el Archivo General de la Nación. El impacto inicial
es la “bajada a tierra” después de cursar años en la facultad, porque se nota
el paso de la teoría a la práctica. Todo lo asimilado en la facultad constituye
una base para despertar al “practicante” y desarrollar iniciativa y creatividad.
A veces, tenía la sensación de que no estaba aplicando la totalidad de lo visto
en las materias. Pero eso encuentra lugar con los años y en el campo laboral,
lo cual demuestra que ningún conocimiento está de más.
En la
biblioteca, tuve que inventariar, catalogar y clasificar libros y revistas
científicas. También, atender usuarios y realizar búsquedas en el catálogo, y
compartir recursos en redes de la región. Esto último me enseñó el alcance y el
valor que tiene compartir recursos entre bibliotecas del mundo. En el archivo,
había gran cantidad de documentos para describir y elaborar un catálogo para el
público: cartas manuscritas, actas. En este caso, los conocimientos de
Archivología son esenciales pues el trabajo con libros y documentos de archivo
es diferente. Lo bueno de las prácticas es que ayudan a terminar de aprender
―“cerrar” lo asimilado teóricamente― y otorga una experiencia inicial para
aplicar en un trabajo diario. La formación académica es sólo la punta del
iceberg, un puntapié para que cada profesional continúe creciendo.
- ¿Considera que la bibliografía utilizada en materias relacionadas con tecnologías de comunicación e información se encuentra actualizada? ¿Considera válido el equilibrio entre teoría y práctica en relación a los conocimientos técnicos impartidos en la carrera?
Repasando
la bibliografía de una de las materias del área de tecnología de la
información, es curioso ―aunque no llama la atención― que aún siga vigente un
texto de 2003 que plantea los problemas de la automatización en unidades de
información de nuestro país. Hay muchas obras de los ’90 y posteriores que
tratan cuestiones teóricas sobre el tema, textos atemporales ya que rondan el
espíritu bibliotecológico. La actualización se manifiesta, en el caso de
Automatización en unidades de información, en los sistemas automatizados de
gestión bibliotecaria que se enseñan a los estudiantes. Es importante que se
trabaje con tecnologías de uso actual en las bibliotecas del país y del mundo,
sobre todo si se piensa en el intercambio de información a nivel internacional.
Esa materia la cursé en 2010, y en su momento vimos varios sistemas de uso
corriente. Pero cuando comencé a trabajar en una biblioteca cuya colección era
90 % de obras en japonés, se presentó el problema de los caracteres para lograr
un registro bibliográfico adecuado a los usuarios. Ante esa situación, pensé en
lo útil que sería que en la facultad se trabajara con software compatible con
lenguajes no occidentales para migrar registros.
Recursos
de información en redes globales es la segunda materia del área tecnológica
―tramo de formación profesional básica―, cuya bibliografía teórica tiene las
mismas características que Automatización. La principal diferencia es la idea
de “red”: una dimensión trabajada de manera que los estudiantes tengan un
pantallazo de nivel teórico, pero que deja de lado algo clave hoy en día.
Bibliotecas y archivos tienen un espacio en las redes sociales, en las que
interactúan con los usuarios: este contenido no se ve reflejado en la
bibliografía de la materia. Desconozco si en materias de la licenciatura se
trabaja con esas herramientas, al alcance de toda unidad de información.
Entre la
teoría impartida en las clases y la práctica que se encuentra en el puesto de
trabajo, siempre hay una brecha, al principio abrumadora pero no imposible de
enmendar. La situación presupuestaria y de gestión de bibliotecas y archivos
hace más o menos notoria esa diferencia. Sigo sosteniendo que los conocimientos
técnicos de la carrera funcionan como una base sobre la que el egresado debe
construir su saber: capacitándose y actualizándose por fuera de la enseñanza
formal o académica.
-¿Suele participar en listas bibliotecarias? ¿Considera interesante el nivel de los debates? ¿Cómo percibe en dicho espacio la recepción de temas políticos?
La única
lista bibliotecaria en la que participo, por fuera de los grupos armados en la
carrera, es la de ABGRA ―Asociación de Bibliotecarios Graduados de la República
Argentina―. La uso para recibir novedades, no suelo participar activamente. Los
debates no son de mi interés, pues soy consciente de la cantidad de
“opinólogos” que abundan en la web, sobre todo en materia política. Valoro más
la convocatoria a una charla que signifique un aporte a nuestra profesión, que
un debate generado por un dicho o una acción política, nos afecte o no. Pienso
que nuestro deber es actuar para cambiar la realidad. Es muy desagradable
encontrarse en una lista de profesionales con discusiones más propias de un
partido de fútbol. ¿Qué podemos hacer para cambiar para bien?: esa es la
cuestión, no generar tensión entre los miembros de la lista.
-Como estudiante ¿Presenció en el aula un debate / clase/ conversación /comentario / reflexión y/o contenido sobre la necesidad o no de contar con sindicatos / gremios / asociaciones en temas relativos a derechos laborales? En caso que la respuesta resulte negativa ¿Considera de utilidad profesional que el docente favorezca espacios de discusión y debate sobre estas temáticas?
No
recuerdo haber presenciado en las clases debates sobre cuestiones sindicales
vinculadas a nuestra profesión. Quizás algún comentario cuando nos recomendaron
suscribirnos a la lista de correo de ABGRA. Pero no me parece oportuno que los
docentes incluyan en el espacio de enseñanza temas de otra área: nuestros
derechos laborales tienen su propia arena, y la formación del profesional de la
información trasciende esas cuestiones. Un salario no debería condicionar el
rol social de ningún profesional, ambas cuestiones van por carriles diferentes.
De lo contrario, sería una falta de respeto hacia quienes nos comprometemos a
servir.
-El concepto de neutralidad en la profesión ha
dividido las aguas ante las problemáticas sociales y políticas que inciden en
alguna medida en el contexto bibliotecario, según lo vivenciado como alumna de
la carrera ¿desde el aula, recuerda si algún docente ha interpelado y/o
analizado esta cuestión?
-¿Como percibe a la bibliotecología en contextos interdisciplinarios? ¿Resulta visible? ¿Siente que la carrera le otorga elementos para dar respuestas a problemáticas sociales que otras disciplinas sí ofrecen? (ejemplo inclusión social, problemáticas de minorías sociales, desastres ambientales, conflictos bélicos, problemáticas jurídicas, etc.)
Lo que me
fascinó de la bibliotecología es que funciona como el “detrás de escena” de
todas las demás disciplinas. Esto se ve en las bibliotecas especializadas, y en
la posibilidad que tienen los profesionales de la información de insertarse en
prácticamente cualquier proyecto, puesto que la información es un recurso
estratégico para capturar, administrar y explotar. Cursando la carrera de
Edición, descubrí que allí también hay espacio para la bibliotecología, ya que
la edición de libros y revistas representa la elaboración de la materia prima
de que hace uso la ciencia de la información.
Sin duda,
la bibliotecología brinda herramientas y condiciona la perspectiva de
tratamiento a la hora de encarar problemáticas sociales: pensar en el otro que
necesita una respuesta o una guía para satisfacer una necesidad. En mi caso, se
me ocurre el tema de las investigaciones en materia de derechos humanos, para
lo cual el Archivo General de la Armada cuenta con documentación clave y
requiere personal capacitado para atender los requerimientos de información.
-¿Recuerda en alguna clase que el docente haya abordado cuestiones vinculadas a bibliotecas en contextos sociales vulnerables? (comunitarias, rurales, campesinas, indígenas, carcelarias o de temas relativos a minorías, desplazados sociales, multiculturalidad, comunidades sexuales, bibliotecas humanas, etc.)
Bibliotecas
ambulantes, en cárceles y ejemplos semejantes fueron tratados cuando analizamos
la cuestión de la “biblioteca sin muros” y las modalidades que puede adoptar
una unidad de información. Abordar ese tema resultó útil pues, cuando comencé a
ayudar en la biblioteca de un colegio argentino-japonés, surgieron ideas con
los compañeros de trabajo para ampliar la llegada de la colección. El
desarrollo de ideas para aplicar en contextos sociales vulnerables sería un
buen ejercicio para incorporar en alguna materia de la carrera, incluyendo el
aprovechamiento de las redes sociales.
-Si le
fuera dado proponer modificaciones en los planes de estudio de la carrera ¿En
que aspectos técnicos y/o humanísticos focalizaría su atención? ¿Favorece la
institución académica escenarios de discusión y debate que habiliten
posteriormente la concreción de dichas propuestas por parte de los alumnos?
En cuanto
a aspectos técnicos del plan de estudio de Bibliotecología, es básico la
actualización de normas y estándares internacionales. No creo que haya
problemas con eso, lo que sí debería hacerse es un censo de la situación de
todas y cada una de las unidades de información del país. Con esos datos podría
trabajarse en la carrera para pensar propuestas de mejora y diseñar proyectos.
Esto debería articularse con el área tecnológica ―junto con otras áreas:
administración, servicios―, la cual debe estar al día siguiendo ejemplos de
regiones más avanzadas. Pienso en la Biblioteca “Su Alteza Imperial Príncipe
Akishino”, del colegio Nichia Gakuin, cuya atención estaba a cargo de una sola
persona y que no atendía todos los días. Con un grupo de estudiantes de la
carrera iniciamos tareas de voluntariado hasta lograr que la biblioteca abriera
casi todos los días de la semana, aunque en horario acotado. Allí volcamos todo
lo aprendido en la carrera y sacamos ideas de aquí y de allá. Casos como este
podrían replicarse en otras bibliotecas y archivos con recursos limitados, cuyo
destino podría estar en manos de futuros egresados de nuestra carrera.
Las listas
de correo de la carrera y el Departamento de Bibliotecología son canales
abiertos a las propuestas de los alumnos. Las asambleas también, como espacio
de debate. Mucho más no puedo agregar ya que no participo en las asambleas.
-Se habla frecuentemente de la lenta desaparición del libro impreso, incluso en foros de bibliotecología, en su caso como estudiante ligado permanentemente a la utilización de dispositivos físicos, digitales y/o virtuales ¿Qué le provoca esta situación?
El tema de
la desaparición del libro impreso es más desarrollado ―y desmitificado― en
Edición. Tengo el privilegio de contar con las dos perspectivas: la
bibliotecológica y la editorial. En mi opinión, los libros impresos forman
parte de un “nicho” ―de mercado y como formato contenedor de información―, así
como está el nicho de los e-books, por ejemplo. Con los periódicos en papel es
más evidente la disminución de ventas, y el paralelo crecimiento de lectores
que siguen las noticias en las redes sociales o en formato electrónico.
El caso
del libro es especial. Lo que pudo haber disminuido es la tirada por título. Si
se compara, el porcentaje de ventas de obras en formato electrónico continúa
siendo reducido. En la práctica se ve: los “blockbuster” han desaparecido, no
así las librerías “de papel” ―es más, ahora venden productos no editoriales
para ampliar el ingreso por ventas―. Con información efímera, como la publicada
en revistas y periódicos, puede darse el caso de que desaparezca el soporte
papel. Con los libros, en mi opinión, podría suceder si se llegara al extremo
del colapso del espacio físico en las diversas unidades de información. Los
archivos son las primeras instituciones que están sufriendo ese problema, de
ahí la necesidad y las propuestas en desarrollo que alientan la digitalización
y la gestión de documentos nativos digitalmente ―con ingredientes como la firma
electrónica, por ejemplo―.
Estamos en
un momento “bisagra”, en el cual todavía no podemos augurar el destino certero
de las publicaciones impresas. Como bibliotecóloga y empleada de un archivo,
opino que los profesionales de la información deben centrarse en la adaptación
de sus prácticas y de su compromiso con los usuarios en función de los cambios
que vayan dándose en el mundo editorial y tecnológico. Recomiendo la lectura
del artículo de Alejandro Katz, “Falsos dilemas”, publicado en Libros de México
(92, febrero-abril 2009, pp. 26-29). Allí se presenta el panorama de los
temores en torno al porvenir del libro y la relación con el rol del editor.
Agrego que el bibliotecario / archivista también es parte de la cadena de
información en la que se mueven los objetos editoriales, somos agentes
transformadores. ¿Cuál es el camino que tomarán las unidades de información
ante el desarrollo de las tecnologías para la información y las nuevas
prácticas que desarrollarán los usuarios?
Muchas
gracias Eliana.
Daniel Canosa.
Buenas tardes, quisiera hacer una pregunta, por qué si dicen que es una encuesta para los alumnos de Bibliotecología de Argentina, solamente eligen alumnos de la carrera que se cursa en la provincia de Buenos Aires? Soy alumna de la carrera en la Facultad de Ciencias de la Gestión, dependiente de la Universidad Autónoma de Entre Ríos y ya me queda poco para recibirme. Y veo que no se tiene en cuenta la carrera en otras provincias en las cuales existe.
ResponderEliminarGracias desde ya.
María José Leyes, alumna de 3° año de la carrera Técnico Bibliotecario Documentalista, de Paraná (Entre Ríos)
Estimada María José
ResponderEliminarEs muy buena tu observación, si bien para este año solo pauté esta propuesta con estudiantes de la provincia de Buenos Aires, inicialmente el proyecto fue concebido para incluir el resto de las provincias, el error que ahora descubro en la redacción de la propuesta fue no haber aclarado que en esta primera instancia la muestra no iba a ser representativa a nivel país, reducida en este caso a instituciones de Buenos Aires.
Vale aclarar que cuando incluya al resto de las provincias las preguntas serán analizadas tanto desde lo cualitativo como cuantitativo. Es un proyecto amplio que espero genere cambios en los contenidos docentes.
Aprovecho para decirte, en caso que te interese, que será un placer incluirte para esa instancia, por cuestiones de tiempo y espacio no pude empezar la propuesta como hubiese querido, pero estas entrevistas me servirán para tomar notas, analizar errores, realizar informes y de allí con el resto de las observaciones y correcciones, concebir un esquema mucho más representativo, que básicamente fue como se pensó este proyecto.
Esta intervención tuya motivará una aclaración en la próxima entrevista publicada. Sinceramente un gusto compartir estas reflexiones y mucha suerte con tus exámenes finales.
Cordiales saludos
Daniel