Espacio que pretende resguardar voces, experiencias y conocimientos desde el rol
social del bibliotecario. Documentación de archivos orales sobre el patrimonio cultural
intangible conservado en la memoria de los libros vivientes. Entrevistas, semblanzas,
historias de vida. Reflexiones en torno a la bibliotecología indígena y comunitaria.
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miércoles, 9 de diciembre de 2020

El mito ayoreo de la Abuela grillo y la defensa del agua

Hace casi una década, se dio a conocer un cortometraje producido entre Bolivia y Dinamarca, realizado por la Comunidad de Animadores Bolivianos, con el apoyo del Centro para la cultura y el desarrollo, y la Embajada de Dinamarca. El corto animado refería a la lucha de los pueblos originarios en contra de la mercantilización del agua, dedicado a todos aquellos que lucharon por esta causa.

La fábula, titulada Abuela Grillo, ha sido adaptada de un mito ayoreo (grupo étnico del Gran Chaco que vive en un área ubicada entre los ríos Paraguay, Pilcomayo y Parapetí, cuyo dominio se extiende entre Bolivia y Paraguay), en ella se muestra el recorrido de la abuela que va trayendo el agua mientras canta. El cortometraje fue dirigido por el profesor francés Denis Chapon, y contó con la colaboración de la gestora cultural boliviana Claudia Michel, quien fue miembro de la editorial Yerba Mala Cartonera entre los años 2008 y 2013. Asimismo, la conmovedora voz que aparece en la animación pertenece a la excelente cantante boliviana Luzmila Carpio.

 

En aquel momento consideré que materiales de ese tipo no deberían faltar nunca en una biblioteca indígena. Las escenas interpelan sobre la necesidad de garantizar a los pueblos el acceso a un suministro básico, vital, sin que ningún tipo de corporación plantee la posibilidad de limitar dicha utilidad, y mucho menos imponer un costo económico a un recurso necesario tanto para la subsistencia como para el desarrollo de los pueblos.

 

Recientemente, el recorrido de la Abuela Grillo se plasmó en formato libro, a través de un proyecto editorial compartido por laLibre (librería y editorial social boliviana especializada en ecología, resistencias sociales, extractivismos, feminismos y estudios bolivianos entre otros temas), Pol.len Edicions (editorial independiente catalana) y Comsoc de Catalunya (grupo de comunicadores educativos que trabajan en forma cooperativa), este esfuerzo editorial se encuentra disponible a la venta desde noviembre de 2020. 

 

Se trata de un libro ilustrado dirigido a un público infantil, que a través de 68 páginas hace un recorrido por las aventuras de la Abuela Grillo y las Guerras del Agua de Bolivia. El cuento está editado en cuatro idiomas: castellano, guaraní (traducido por el escritor Elías Cuarey), quechua (por la traductora Noemí Flores) y catalán. Además, en la parte final se plantea una serie de preguntas para trabajar sobre la defensa del agua como bien común, algo tan necesario como urgente, y un material de gran valor para debatir y reflexionar en las escuelas primarias y secundarias.

 

Esta coedición boliviana y catalana, convoca tanto a los hombres y mujeres como a los niños y niñas, a pensar sobre lo que es de todos, a la necesidad de seguir luchando por el agua y todos los bienes comunes. Es considerada una de las obras audiovisuales más importantes de la producción nacional en formato libro, cuyos andares motivan a no bajar los brazos en defensa de un mundo más ecuánime, justo y solidario.

  

El libro se puede solicitar a través de estos contactos:

 

lalibre.libreriasocial@gmail.com

https://pol-len.cat/llibres/abuela-grillo-y-la-defensa-del-agua/

http://www.comsoc.cat/news/es/2020/10/15/0001/presentaciones-del-libro-abuela-grillo-y-la-defensa-del-agua

 

Fuentes consultadas:

Editan libro basado en el video de animación Abuela grillo:

https://www.opinion.com.bo/articulo/ramona/editan-libro-basado-video-animacion-abuela-grillo/20201108005022794747.html

Abuela Grillo (cortometraje):

https://vimeo.com/11429985

Versión para El Orejiverde:

http://www.elorejiverde.com/buen-vivir/5848-el-mito-ayoreo-de-la-abuela-grillo-y-la-defensa-del-agua

lunes, 25 de mayo de 2020

4 Lonkos


Tuve oportunidad de ver este largometraje sobre 4 lonkos emblemáticos de la Historia Argentina, los caciques Juan Cafulcurá, Cipriano Catriel, Mariano Rosas y Vicente Catrenao Pincén. El documental ofrece las apariciones públicas de investigadores que han empatizado sobre las culturas de los pueblos originarios, tales son los casos de verdaderos hombres puente como Carlos Martínez Sarasola, Osvaldo Bayer, Alberto Rex González o Luis Eduardo Pincén. Ver esta proyección es detenerse en las postrimerías del país que no fue, y que aún hoy sigue generando grietas en la sociedad.

Hay quienes tienen la necesidad de etiquetar como incomprensible que algunos antropólogos adhieran a otras formas de creencia, propias de los indígenas, mitifican en forma despectiva aquellas posturas que confrontan con el conocimiento científico racional, en el que se han formado los historiadores blancos desde hace por lo menos tres siglos, pero más allá de esa observación, viene bien recordarnos que nombres como Julio Argentino Roca, Estanislao Zeballos o el perito Francisco Pascasio Moreno han representado la idea, esbozada en este caso por Bayer, de ser ni mas ni menos que instigadores de un holocausto, muchos de los cuales se dedicaron en vida a coleccionar cráneos de indios, para luego exhibirlos en las vitrinas de reconocidos museos del país.

Es interesante el concepto de despojo que rodea las existencias de los 4 caciques, casos como los de Panquitruz Guor (conocido como Mariano Rosas), donde la profanación de la fosa culmina, luego de un extenso derrotero jurídico-legal, en una restitución a la comunidad, instalando una pirámide donde pudieron honrar su memoria, lo que prueba que el tiempo termina equilibrando de algún modo el devenir de la historia, deja al descubierto la noción de que siempre es posible profanar un cuerpo por intermedio de la barbarie, pero que nunca se podrá profanar un nombre, este perdura a pesar de la derrota, y es parte de la memoria colectiva de una comunidad.

La ultrajación en campo abierto del cuerpo de Cafulcurá por intermedio del Coronel Nicolás Levalle, es otra página que engrosó los catálogos del llamado “museo del genocidio” (Ciencias Naturales de La Plata), mientras que nombres propios como el Perito Moreno terminaron asociados a espacios geográficos, como si fuera un héroe nacional, es acaso una revisión que en forma permanente no debe olvidarse, que sirva para medir el exacto peso de nuestra historia como pueblo.

Cipriano Catriel, un “indio amigo” (concepto que describe a los caciques asentados en la frontera que decidieron estar del lado de los criollos), tuvo por morada una vivienda en la Ciudad de Azul, al interior de Buenos Aires, su casa es la única de un cacique argentino que permanece en pie, lo que hace un aporte al patrimonio histórico y cultural del país, conocido entre los suyos como Mariñancú (10 aguilas), este paisano pampa fue finalmente recibido por su pueblo, al lograr recuperar por vías legales el cráneo y el poncho del legendario cacique, exhibidos durante años en el “Museo de la Patagonia Francisco P. Moreno” de Bariloche.

El documental finaliza con la mención de Vicente Catrenao Pincén (en lengua mapudungun “el que habla con lo sagrado”), perteneció al linaje de los Catreano (“el que cortó o cazó al jaguar”), de sangre huarpe, surgió al sur de la provincia de Buenos Aires, donde mantuvo un fuerte liderazgo entre los ranqueles, su vida es un poco el derrotero de una cultura que padeció una lamentable pérdida de valores, no se conoce sepultura ni los motivos de su muerte, su caso es entendido en la comunidad gününä ä küna-mapuche Lof “Vicente Catrunao Pincén” como el primer desaparecido de la Historia Argentina, vale citar las palabras de Luis Pincén, tataranieto del cacique, quien afirmó que su comunidad tardó cuatro generaciones en volver a equilibrar lo que por tanto tiempo estuvo mancillado, a este ngenpin o “dueño del decir”, llegaron a disfrazarlo de salvaje para una foto, noción que aún prevalece en nuestro territorio, como cuando algunas autoridades esperan que los paisanos asistan con plumas y boleadoras a ciertos actos públicos, sorprendidos de verlos con ropa informal, como si fueran extraños objetos de una época olvidada.

Este largometraje de Sebastián Díaz -investigador comprometido con la causa indígena- denuncia el genocidio perpetrado por el Estado argentino durante las Campañas al Desierto, los nombres propios abordados en el trabajo describen con documentos, lecturas y testimonios, lo que mucha gente ha negado, o dejado de interpelar, por el simple hecho de no integrar a quienes tuvieron por destino la mala fortuna de pertenecer a una cultura preexistente, en un territorio donde podía contemplarse la lejanía del horizonte, aquel que los lonkos atravesaron a caballo, desprendiendo viento a su paso.

Fuente:

jueves, 30 de enero de 2014

Sip'ohi, el lugar del manduré

Cada tanto surgen ejemplos valiosos de reafirmación de una cultura, es lo que ocurre con este  documental realizado por el director Sebastián Lingiardi, quien contó con el apoyo del CIFMA (Centro de Investigación y Formación para la Modalidad Aborigen) y la Universidad del Cine.
La película fue filmada en las comunidades de El Zauzalito, El Vizcacheral y Tres Pozos (Provincia de Chaco). El hilo testimonial lo sostiene la figura del profesor de Educación Intercultural Bilingüe Gustavo Salvatierra, quien agobiado de la ciudad en que vive, decide retornar hacia Sip'ohi, zona del impenetrable chaqueño, con la idea de recopilar los relatos orales del pueblo Wichí.

El filme es narrado en la lengua materna y subtitulado en castellano.  Lo primero que se observa es la preparación de un fuego, sin fósforos, solo dos ramas cruzadas y un palo que es frotado con las manos hasta generar cenizas. Se puede hacer una interpretación simbólica. El fuego es la cultura Wichí. Solo los Wichí lo pueden hacer, sin ayuda. Una vez logrado, lo deben cuidar, mientras el anciano relata una historia desde el fondo de los tiempos. Cuentos que contaban los abuelos, cuando los límites no existían, cuando el monte era el almacén y la farmacia de la cultura. Cuando el fuego se hacía con las manos, como ahora.

La toma de imágenes y los tiempos de las conversaciones representan el modo de relación entre los paisanos. Detrás de las reflexiones, una de las cuales me permito transcribir, podemos vivenciar el contexto de una problemática por la cual muchos indígenas han ofrecido su tiempo y su trabajo. En la trama no queda exento el desinterés que suscitan en algunos referentes Wichí el proceder de ciertos profesionales en la necesidad de buscar información que después no devuelven a la comunidad. Hay mucho silencio en el monte chaqueño, pero también una conciencia de la vulnerabilidad de la cultura oral, cuyo patrimonio, como el de tantos otros pueblos indígenas, corre riesgo de extinción.

Les pido se tomen unos minutos en leer este diálogo entre dos referentes de la cultura wichí, relatado a través de la radio de la comunidad:

- Tanto tiempo Gustavo ¿Como estás?
- Muy  bien ¿Cómo andan tus cosas por acá?
- Yo sigo estudiando con mucho esfuerzo, ahora estoy de vacaciones y trabajando en la radio ¿Vos qué contás?
- Poca gente por acá ¿no?
- Si, muchos están afuera de paseo
- ¿Sabés si está Andrés Segundo?
- Si, creo que si, no estoy seguro
- Félix, necesito un ayudante
- ¿Ayudante?
- Si, estoy haciendo un proyecto para que todos reconozcan la cultura wichí.
- Gustavo, muchas veces se intentó hacer eso y fracasamos
- Pero ¿Qué se intentó hacer?
- Buscar el reconocimiento de la gente
- Me podrías explicar a qué tipo de reconocimiento te referís
- Reconocimiento es afirmar una verdad, un conocimiento, que comparte un grupo de personas, en este caso nosotros, los wichís.  A su vez, ese conocimiento tiene un precio.  Aquí, dicen los más viejos, vino gente blanca, nos preguntó sobre nuestra cultura, se fueron con la información, nunca volvieron y a nosotros no nos quedó nada. Por eso, ahora, cuando vuelven, la gente no quiere hablar más...porque nunca hay reconocimiento para los wichís.
- Félix, por lo que decís, reconocimiento es que otros valoren el conocimiento que nosotros tenemos, además, decís que ese valor es monetario.
- Así es.
- Decís también que el reconocimiento debería venir de los blancos...porque son ellos los que se llevan la información.
- Si, vienen, sacan sus cuadernos, sus grabadores, sus cámaras. Sacan, juntan y se van. Nunca más vuelven. Bueno, algunos vuelven, pero después se van, no se quedan.
- Ajá, y decís que eso hace que los wichís se cierren cada vez más.
- Si, pero no a todos, a la gente le gusta hablar de su cultura. Pero los jefes aconsejan no hablar si no hay reconocimiento.
- Félix, me parece que llegamos a uno de los puntos del problema ¿me podes decir de qué tipo de reconocimiento hablas?
- Del reconocimiento que afirma que de nuestra cultura derivan ciertos saberes únicos...o del reconocimiento monetario. Gustavo, la verdad, estoy muy confundido, ya no se de qué estamos hablando.
- Félix, es fácil, el reconocimiento no tiene que venir de los otros porque nosotros podemos mostrar y contar nuestra cultura, nosotros mismos. Esa es la manera de reconocernos frente a los demás...y a su vez, de que los demás nos reconozcan.
- Pero Gustavo, por lo que decís, entiendo que no debemos hablar con los demás de nuestra cultura, y hablar solo entre nosotros, los wichís.
- No Félix. Digo que vamos a dejar de pedir reconocimientos, cuando hablemos por nosotros mismos, para eso tenemos que abrirnos y relacionarnos con los demás. Te voy a dar un ejemplo de lo que pensé...para ver si me puedo explicar mejor y para ver si vos, que sos joven, me podes entender.
- Te escucho, sabes muy bien Gustavo que respeto mucho todo lo que decís.
- Voy a empezar. Imagínate una película que reúna la mayor cantidad de cuentos posibles de una cultura. Esos cuentos serían como el espíritu de esa gente ¿Es así?
- Si, los cuentos se transmiten de generación en generación, de los más viejos a los más jóvenes y así van aprendiendo y formando su humor.
- Eso es, pero esos cuentos no son espíritus, están en el modo de organizar las palabras de la gente, es decir, en el modo en que la gente se afecta, y es afectada por todas las cosas que los rodean. Si estamos de acuerdo en esto, también estaremos de acuerdo en que una manera de mostrar la cultura es a través de los cuentos.
- Así es.
- Y ahora imagínate que esos cuentos no sean leídos ni extraídos de un libro, si no que sean contados por tu mamá, por mi papá o por nuestros amigos...
- Ah! Gustavo, eso sí que sería maravilloso.
- Bueno Félix, yo creo que podemos empezar ahora mismo.


 Ahí andarán los paisanos. Lo que nos queda es reflexionar el sentido de una biblioteca indígena desde la producción documental local. Que los archivos orales de Gustavo Salvatierra encuentren un espacio de articulación dentro de una casa de la memoria de la cultura. Que el conocimiento se pueda compartir, para que la necesaria interrelación que proponen los wichís pueda hacerse efectiva en el espacio de una biblioteca comunitaria. Que la lengua materna encuentre un canal de comunicación y de análisis. Que la biblioteca en ese contexto sea una prolongación de la educación familiar. Se sabe, el trabajo es arduo y las necesidades son genuinas, pero los cuentos aún se conservan en la memoria, y algunos, como el profesor Salvatierra, tuvieron la gran idea de resguardarlos del olvido.

Ficha técnica de la película:
Título: Sip’ohi, el lugar del Manduré
Argentina - 2011
Dirección y fotografía: Sebastián Lingiardi
Guión: María Paz Bustamante
Sonido: Felipe Rugeles
Narradores: Andrés Segundo, Leticia Gonzáles, Félix Segundo, Hugo Reinoso, Pedro Naureta, Wilson Mendez y el guitarrista Vicente Estrada.
Música: Cirilo Mansilla y José Ignacio Paz
Duración: 63 minutos

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