“No
sigas las huellas de los antiguos, busca lo que ellos buscaron"
Matsuo
Bashó (1644-1694), poeta de Ueno, Japón.
No
recuerdo en qué momento me encontré con los Pequeños Universos del Chango
Spasiuk, ese soberbio programa emitido en Canal Encuentro, que deja al
descubierto la diversidad de géneros y
sonidos que forman parte del patrimonio artístico de nuestra región, pero si
entendí que se trataba de una mirada documental, con raíces en la
etnomusicología, pero profundamente sensible, buscando entre los caminos
expresiones propias de una identidad que ha prevalecido, a pesar de los
envilecimientos y penurias que más de 500 años de historia dominante provocó en
nuestros pueblos originarios.
Me
detengo en un solo capítulo, el que trata sobre la cultura Mbyá-guaraní,
filmado en la comunidad Mbyá Ka'a Kupé, cerca de la Escuela bilingüe N° 357, en
la provincia de Misiones, e intento de algún modo buscar una relación con
aquellos bibliotecarios que brindan un servicio en comunidades alejadas de los
centros urbanos, con pocos recursos, con bajos salarios, pero cuyas tareas
complementan el noble esfuerzo de los docentes y auxiliares bilingües que
enseñan en las escuelas rurales, donde es frecuente experimentar un sentido de
interculturidad viva, encontrando aulas heterogéneas desde donde asisten niños
pertenecientes a pueblos originarios, criollos, de familias paraguayas,
brasileñas y descendientes de inmigrantes, especialmente polacos y ucranianos,
que justamente representan los ancestros del reconocido acordeonista. En un
lapso que abarca casi un cuarto de siglo (1897 hasta 1921 aproximadamente),
inmigrantes provenientes de Galitzia, región de Europa Central bajo dominio del
Imperio Austro-Húngaro (lo que actualmente comprende la zona sur de Polonia y
oeste de Ucrania), se asentaron en el sudeste misionero, muchos de ellos en
Apóstoles (donde nació el mismo Spasiuk) y Azara, mientras que por otra parte
grupos escandinavos se asentaron al sur y centro de la provincia.
En
la cultura Mbyá-guaraní se aprecia un delicado hilo que une la expresión
artística con la espiritualidad de este pueblo originario, y un sentido de
comunión que hace tiempo ha perdido la cultura occidental. En mi trabajo como
bibliotecario he estado más de 4 años colaborando activamente con la comunidad
Qom de Derqui, y en un ningún momento he visto que un padre o una madre alce la
voz a sus hijos, siempre un tono calmo para decir las cosas y para marcar un
entendimiento, siempre la concordia y el asombro, el dejar que la vida los
viva, y actuar en consecuencia. Años más tarde lo corroboré en un trabajo de
Ana María Gorosito Kramer (antropóloga social, capacitadora de docentes sobre
la música Mbyá guaraní), en relación a lo que implicaba el impacto cultural del
niño indígena que asiste a la escuela “blanca”, el solo hecho de tener a una
docente pidiendo silencio a gritos, el impartir contenidos en donde no se
completan conocimientos con entendimientos locales, el no asumir que todo tiene
relación con su contexto, y que el contexto es amplio, dinámico, multicultural,
y que no deja de significar una oportunidad perdida para el crecimiento
intelectual y emotivo de un niño, precisamente en una etapa en la que debería
considerarse el carácter lúdico, curioso, ameno y comprensible de la enseñanza.
Lo
que muestra el Chango Spasiuk en este documento audiovisual debería proyectarse
en todas las escuelas que pretendan integrar el conocimiento propio de una
cultura, en donde sea posible apreciar porqué el rol del docente no se
circunscribe al perímetro del aula, integrando en ella al anciano de la
comunidad, sino que va más allá, a compartir fuera de clase una danza con las
familias de los niños, a entender como se hace una flauta con cañas, a escuchar
una conversación mirando las estrellas alrededor de un fuego, los valores que
descienden del abuelo y quedan fijos en la memoria de los que siguen.
Varias
veces se mencionó, en incontables artículos, la necesidad de que el niño
aprenda jugando, en la escuela primaria he presenciado una vez a mi maestra
liberando una paloma de su jaula, estuvimos esa mañana sentados en círculo en
el patio, a la hora de clases, para entender que significaba la libertad, una
palabra que ciertamente se encuentra en el diccionario, pero cuya imagen despertó
diversidad de entendimientos asociados. Al menos para esa paloma, y para
nosotros, la libertad era lo que estaba fuera de su jaula, para los niños
Mbyá-guaraníes de Ka'a Kupé hay entendimientos que no figuran en los manuales,
y que tienen íntima relación con su identidad: la melodía que el abuelo Basilio
ejecuta con su flauta (similares a los sicus o flautas de pan) para dar la
bienvenida o para despedirse o proteger a alguien querido, las canciones
marcadas por el pulso de la guitarra y sobretodo del Ravé (o Lavé, un cordófono
compuesto, laúd de cuello, con tres cuerdas, antecedente de los arcaicos
violines europeos), las maracas que tocan los ancianos y las tacuaras que las
mujeres percuten en la tierra (conocidas como takuapú “tubo de ritmo” o “caña
sonora” extraídas de los montes), la danza en círculos con los pies descalzos,
el humo de la pipa del opy'guá (chaman) en sus cabezas, las maderas que se
golpean para alejar los malos espíritus, las trampas caseras para atrapar
quirquinchos, los ríos en el que los niños juegan, los frutos que se recogen de
los montes, todo un caudal de conocimiento que requiere ser fortalecido en el
aula, para recordar lo que saben pero a la vez para enriquecerlo, y que dicho
aprendizaje forme parte activa de su crecimiento, que les permita no olvidar
nunca los consejos.
Es
una mirada muy humana la que propone el músico misionero, los diálogos son como
arroyos que confluyen en apacible sincronía, realmente el televidente advierte
que el entrevistador escucha al entrevistado, hay un plano horizontal y
receptivo, y la credibilidad que genera estar frente a alguien que se interesa
sinceramente por el otro, compartiendo lo que el otro sabe, y ahí entramos en
otro concepto que trasciende la literatura y especialmente la filosofía, cuyo
plano es sobrevolado por la empatía, y para lo cual no pretendo balbucear en
este espacio.
Habría
que evaluar el alcance del bibliotecario que colabora con el maestro bilingüe
en una escuela rural, con niños de diferentes contextos culturales, la sola
colección es motivo de un arduo trabajo interdisciplinario, entre ellos
recuperar los materiales bilingües utilizados en clase, grabar el conocimiento
de los ancianos, resguardar información en riesgo de desaparición, trabajar
vocabularios, fotografías, mapas, motivar a que los alumnos entrevisten a sus
padres, promover la investigación local, generar un espacio de encuentro bajo
un carácter social, cultura y artístico, y largos etcéteras que solo cobran
sentido bajo el influjo de la vocación. Este documento del canal Encuentro
motiva otras intervenciones ¿cuántos bibliotecarios estarán haciendo lo mismo
que estos docentes hacen desde hace tiempo? Se trata de experiencias que
trascienden la profesión y cuya construcción marcan un pulso, una forma de entendimiento
colectivo basado en el equilibrio del rol que cada persona tiene en el lugar
que eligió para vivir, porque hay algo inmanente que en cierto modo une a los
Mbyá con los inmigrantes europeos y las familias de los pueblos limítrofes, y
es que todos ellos, por diversas circunstancias, eligieron el mismo territorio,
con sus identidades a cuestas, para construir desde el contexto, como cauces de
agua que se van juntando formando un río de voces, de historias, de creaciones,
de experiencias, conformando un patrimonio y a la vez un sentido identitario.
En
la comunidad Ka'a Kupé, el atardecer va cayendo, ya la danza queda atrás,
pronto anochecerá, y será tiempo de escuchar al abuelo Basilio, el guía
espiritual, alrededor de un fuego, pidiéndoles a los suyos que sean reflexivos,
que estén atentos a las enseñanzas de los mayores, que recuerden los consejos,
en algún punto siento que es posible replicar este modo de entender las cosas,
porque lisa y llanamente estamos hablando de un lugar donde no existe la maldad,
y me pregunto si por un momento todos fuéramos como este virtuoso del acordeón,
ciertamente que buen lugar sería nuestro mundo.
Dejo
para el final unas palabras del Chango Spasiuk, que lo dicen todo sobre lo
mucho que perdemos como sociedad, por no saber lo que sabe aquel que estuvo
antes:
“...Osvaldo
(el docente Mbyá-guaraní) inicia un largo viaje, al final del camino lo espera
una mesa de examen en una universidad, mientras el micro se acerca uno no puede
dejar de imaginarse al abuelo Basilio tocando con su flauta la melodía que
protegerá a Osvaldo en su viaje, cuando el examen se inicie Osvaldo hablará
sobre Platón, Sócrates, Descartes...sobre las enseñanzas de los ancianos, sobre
eso, no hablará, lamentablemente para nosotros, la sociedad dominante.”
Fuentes
consultadas:
Pequeños
Universos V: Música Mbyá - Canal Encuentro
Gorosito
Kramer, Ana María; Achilli, Elena; Tamago, Liliana. Un debate sobre la
interculturalidad (2004). En: Educación Intercultural Bilingüe en Argentina:
Buenos Aires: Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, 2004
Rave
o Lave, el Rabel Mbya Guaraní
Las
takuaras sagradas de las mujeres Mbyá
http://www.redalyc.org/pdf/148/14802504.pdf
Versión para El Orejiverde
http://www.elorejiverde.com/el-don-de-la-palabra/4133-los-pequenos-universos-de-los-mbya-guarani
Versión para El Orejiverde
http://www.elorejiverde.com/el-don-de-la-palabra/4133-los-pequenos-universos-de-los-mbya-guarani