Espacio que pretende resguardar voces, experiencias y conocimientos desde el rol
social del bibliotecario. Documentación de archivos orales sobre el patrimonio cultural
intangible conservado en la memoria de los libros vivientes. Entrevistas, semblanzas,
historias de vida. Reflexiones en torno a la bibliotecología indígena y comunitaria.

miércoles, 27 de noviembre de 2019

XXXIII Coloquio Internacional de Bibliotecarios – FIL 2019, Guadalajara, México



En el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), se celebrará en dicha ciudad, desde el 2 al 4 de diciembre de 2019, el 33º aniversario del Coloquio Internacional de Bibliotecarios, que organiza la Coordinación de Bibliotecas de la Universidad de Guadalajara, México, que en la presente edición lleva por título “Servicios de información para grupos vulnerables”.

En esta ocasión participaré en la mesa de trabajo número 4, denominada “Lenguas indígenas”, programada el día martes 3 de diciembre de 12:10 a 14:00 horas, junto a Soraia Pereira Magalhães y Gabriel Pacheco Salvador. Allí compartiré un panorama sobre bibliotecas indígenas de Argentina, analizando casos de resistencias culturales, paradigmas y discontinuidades.

Será un gusto grande reflexionar con los colegas mexicanos y latinoamericanos las diferentes propuestas y actividades, cuyas mesas temáticas son las siguientes:

- Las bibliotecas en la construcción de comunidades diversas.
- Cohesión social desde las bibliotecas.
- Realidades sociales: acceso y oportunidades para todos.
- Lenguas indígenas.

Programa general de eventos:

sábado, 23 de noviembre de 2019

La Biblioteca Especializada del CIFMA (Centro de Investigación y Formación para la Modalidad Aborigen – Chaco)



Este caso es paradigmático, de las primeras experiencias existentes de bibliotecas consideradas indígenas por los bibliotecarios, nace a fines de los años 80, cuando las comunidades indígenas del Chaco (en su mayoría Qom, Moqoi’t y Wichí), solicitaron a las asambleas una educación que los reconozca y valore como pueblo, este reclamo derivó en 1987 en la conformación de una capacitación de Auxiliares Docentes Aborígenes (ADA), y en 1995 la creación del Instituto educativo en el cual se insertaría la biblioteca especializada en Educación Intercultural Bilingüe (EIB), cuya implementación se encuadra legalmente en la Ley Federal de Educación, la Ley del Aborigen Chaqueño, la Ley Provincial de Educación, la Constitución Nacional (art. 75, inc.17), la Constitución de la Provincia del Chaco (art. 37) y el Convenio 169 de la OIT.

El CIFMA (Centro de Investigación y Formación para la Modalidad Aborigen), se propuso  fortalecer la identidad étnica y cultural de los alumnos, promover y estimular experiencias educativas significativas, elaborar estrategias pedagógicas interculturales y generar espacios que propicien la participación igualitaria, en tal sentido concibió dichas propuestas con un eje vertebrador focalizado en la interculturalidad, en base al requerimiento académico planteado por las autoridades: título de Profesor Intercultural Bilingüe para la Educación Primaria y para el Nivel Inicial, avalado documentalmente por el Consejo Federal de Educación, lo cual requiere para el ingreso que el alumno pertenezca a una comunidad indígena Qom, Moqoit o Wichí, sea hablante competente en la lengua originaria y tener los estudios secundarios completos (Nivel Medio o Educación Polimodal).

Entre los objetivos específicos que se plantearon figuran el sentido de pertenencia y arraigo a la Identidad indígena, ser respetuosos de la diversidad socio-cultural, promover la investigación cultural y el diálogo intercultural, que los alumnos sean promotores de participación comunitaria, y sobre todo críticos desde una perspectiva bilingüe intercultural. De esta manera sus egresados podían colaborar con el maestro titular traduciendo los contenidos de las diferentes disciplinas que formaron parte del programa educativo.


Lo que puntualmente ofrece la Biblioteca Especializada BP Nª 345 IES (Instituto Educación Superior) CIFMA es acceso a los alumnos, provenientes de comunidades indígenas de Chaco (y en menor número de paisanos migrantes de las provincias de Santa Fe y Salta), de material bibliográfico sobre Educación Intercultural Bilingüe, necesario para completar el aprendizaje de la carrera de maestros interculturales. La sede central del CIFMA se encuentra en la localidad de Sáenz Peña, a su vez cuenta con extensiones educativas en distintas comunidades, entre ellas Castelli, Tres Isletas, La Leonesa y Sauzalito.

Considerando las problemáticas frecuentes en el escenario de la Educación Intercultural Bilingüe, desde el CIFMA se propuso rescatar y sistematizar los conocimientos ancestrales de los indígenas en un ámbito de revalorización de la identidad social y cultural, generar capacitaciones para habilitar investigaciones sobre las culturas y las problemáticas lingüísticas, e incorporar el conocimiento de las familias indígenas al sistema escolar, propiciando un vínculo entre la escuela y la comunidad. Estos desarrollos favorecieron la inserción laboral en el sistema educativo entre los alumnos que estudiaron la carrera. 

En este contexto se destaca el trabajo de la bibliotecaria Miryam Karina Ledesma (en la fotografía la cuarta mujer desde la izquierda), quien cumple un papel vital en la articulación de las diferentes actividades y propuestas del CIFMA, como personal único colabora en forma permanente con los alumnos que cursan la carrera de profesor intercultural bilingüe para la educación primaria, y que desde 2017 incluye alumnos de la carrera de nivel inicial, tomando como prioridad la atención al lector (tanto alumnos y docentes de la institución como de escuelas aledañas, incluyendo alumnos de otras universidades, quienes suelen realizar prácticas de residencia). 


Las investigaciones sobre las culturas Qom, Moqoit y Wichí -la mayor parte traducido en sus respectivas lenguas- se guardan dentro de la biblioteca, con sus correspondientes procesos de sellado, inventariado, clasificación y catalogación, asimismo desde el CIFMA suelen compartir sus colecciones con visitas a colegios en fechas simbólicas que involucra a los pueblos originarios, como el Día de la diversidad, incluyendo participación en la Feria del libro y en eventos artísticos comunales. La bibliotecaria también ha colaborado con una profesora Qom (Andrea Valdés) modelando artesanías que recuperan técnicas cultivadas por los pueblos originarios. Por otra parte continuó un interesante proyecto iniciado por la profesora de Lengua Elsa Gallardo, que más participación ha generado entre los alumnos: la construcción del documento “Efemérides Intercultural Bilingüe”, vinculado con la historia nativa de los pueblos, cuyos textos fueron organizados por cursos de nivel primario en los que cada alumno tuvo por responsabilidad la investigación de una fecha histórica, para luego traducir a la lengua originaria el contenido del trabajo grupal, posteriormente las efemérides son incluidas en la cartelera y socializadas por los docentes en la fecha correspondiente, al inicio de cada jornada educativa.

Desde el Orejiverde pude comunicarme telefónicamente con Miryam, quien me comentó sobre la necesidad de contar con una computadora para la Biblioteca, con lo cual extiendo el pedido a la comunidad lectora, considerando el permanente trabajo que vienen realizando en el CIFMA, donde cuentan con los recursos humanos como su principal fortaleza. Prueba de ello resulta el apoyo de dos libros vivientes de la comunidad, por un lado el docente Qom Orlando Sánchez, quien aportó documentos sobre culturas aborígenes, abordando problemáticas de la lengua materna, relatos bilingües de los abuelos pertenecientes a la comunidad, y análisis de sucesos históricos como la masacre de Napalpí. Por otro lado la participación del docente e investigador Wichí Camilo Ballena (también conocido como Camilu  Wayena), quien editó libros sobre la cultura, entre ellos una guía para alfabetizar en Wichí (titulado Totshonhay tojh hit’s ilaklhameshen tojh ihi wichi lhomet), muy utilizado por los profesores de la institución.

Se destacan también los aportes de las reconocidas “Madres cuidadoras de la Cultura Qom”, trabajando relatos en forma bilingüe y organizando talleres con elaboración de material didáctico, que incluyó el tejido de muñecos de trapo con imágenes de animales autóctonos de la zona. Otros libros muy consultados han sido los del investigador Qom Juan Chico, quien como historiador es el responsable de la Fundación Napalpí, organización creada con el fin de investigar lo ocurrido el 19 de julio de 1924, uno de los capítulos más sangrientos de la historia chaqueña. De su autoría se destacan los libros Lvillaxaco ye Napalpi y un documento titulado “Los Qom de Chaco en la Guerra de Malvinas. Una herida abierta” (Na qom na LChaco so halaataxac ye Malvinas nque'emoxa saimiguiñe).

Para Miryam Ledesma, la biblioteca del CIFMA es el corazón de la institución.


Dirección: Quinta 4 – Barrio Nala’ – Presidencia Roque Sáenz Peña – Chaco – Argentina. Para llegar al edificio escolar y albergue, desde la rotonda de ingreso a Sáenz Peña, hay que tomar la Ruta 95 hacia el Norte.



Versión para El Orejiverde



Nota:
Se agradece especialmente la gentileza de la bibliotecaria Miryam Karina Ledesma y de la Rectora Zulma Martínez por compartir la información que se publica.

sábado, 16 de noviembre de 2019

La Rueda Medicina como círculo de entendimiento en bibliotecas indígenas



Resumen
Se plantean una serie de reflexiones en torno al concepto Rueda Medicina, presente en comunidades indígenas de Estados Unidos y sur de Canadá, se asocia la noción de círculo según el entendimiento de algunas culturas originarias. Se establece una serie de posibles interrelaciones con prácticas orales registradas en casas comunales de conocimiento, pertenecientes a la Amazonía colombiana y peruana, finalmente se propone considerar la arquitectura en relación a la circularidad como modo de representar simbólicamente el espacio de una biblioteca indígena.

La Rueda Medicina como círculo de entendimiento en bibliotecas indígenas

“Habéis visto que todo lo que hace el indio lo hace en un círculo, y todas las cosas tienden a ser redondas. En los días de antaño, cuando éramos un pueblo fuerte y feliz, todo nuestro poder nos venía del círculo sagrado de la nación, y en tanto el círculo no se rompió, la nación floreció. El árbol florido era el centro vivo del círculo, y el círculo de las cuatro direcciones lo nutría [...] Todo lo que hace el poder del Mundo se hace en un círculo. El cielo es circular y he oído decir que la tierra es redonda como una bola, y también las estrellas son redondas. El viento en su fuerza máxima, se arremolina. Los pájaros hacen sus nidos en forma de círculo, pues tienen la misma religión que nosotros. El sol sale y se pone en un círculo. La Luna hace lo mismo, y ambos son redondos. Incluso las estaciones, con sus cambios, forman un gran círculo y siempre regresan a donde estaban. La vida del hombre es un círculo de infancia a infancia, y así en todas las cosas en que se mueve el poder. Nuestros tipis eran circulares como los nidos de los pájaros, y estaba siempre dispuestos en círculo, el círculo de la nación, un nido hecho de muchos nidos en el que el Gran Espíritu quería que cobijásemos a nuestros hijos”.

Black Elk (Alce Negro), Jefe Sioux, célebre sabio indígena.

En algunos casos, los textos intervenidos generan nuevas construcciones cuyas variables tejen conceptos en espiral, completando y adscribiendo teorías que buscan conjeturar ideas   surcadas por planos interdisciplinarios, de algún modo se trata de ciertas libertades generadas en contextos bibliotecológicos, que llevan a relacionar diferentes discernimientos en torno a una problemática, estos ejercicios o experimentos han sido frecuentes en el mundo de la literatura, en ocasiones su tratamiento suele ser propicio tomando como anclaje las notas periodísticas, donde es posible agregar nuevos entendimientos que nos lleven a plantear eventuales respuestas a recurrentes manifestaciones socioculturales.

En este caso, la intervención se debe a un texto publicado en El Orejiverde, Diario de los Pueblos Indígenas,  por la docente María Ester Nostro [Nostro, 2019], sobre las “ruedas medicina”, un entendimiento que representa en sí mismo un concepto, como tantas otras veces ha ocurrido en comunidades que históricamente prescindieron de los alfabetos y las escrituras, se trata de grandes círculos de piedras, cruzados por ejes dirigidos a los puntos cardinales que se encuentran principalmente en Estados Unidos y sur de Canadá y son utilizados con fines rituales, de sanación chamánica y también pedagógicos, en su simbolismo del universo y su relación con el ser humano. Montículos que se extienden sobre una planicie, bordeando riscos y escarpadas colinas, cuya imagen se vincula, desde la sacralidad, con espacios energéticos destinados a la celebración y a la meditación espiritual.

Un sentido cosmológico cuya construcción remite, desde el punto de vista de una vivienda, a la espacialidad de las malocas construidas por los paisanos huitotos y muinanes [Urbina, 1994],  (pueblos indígenas de la Amazonía colombiana y peruana, cuyos territorios se encuentran sobre las márgenes del río Caquetá y sus afluentes), un lugar frecuentado para compartir conocimientos que es aceptado como duplicados del universo por sus chamanes, abordando la idea de totalidad, y en cuyo interior se engendra la palabra a través de los mambeaderos, lugares de reunión de los ancianos que van hilando a través de la oralidad verdaderos canastos de conocimiento, y cuya pertenencia no excluye las diferencias que pudiesen existir entre caciques, curacas (jefe político y administrativo de comunidades familiares), gobernadores, sabedores, brujos, médicos, mujeres, niños, jóvenes y adultos. Tal como lo reseña el investigador colombiano Fernando Urbina, los mambeaderos representan simbólicamente el útero de la madre maloca, un territorio donde es frecuente desovillar el frondoso tejido de la interculturalidad, el total entendimiento de las cosas...

La mayoría de las culturas ha utilizado el círculo en sus representaciones sagradas, una forma geométrica que ha sido aceptada como una concepción de la totalidad, conforme a los ciclos de la naturaleza tal como ha sido representado en la construcción de templos funerarios (especialmente la cultura micénica) o de antiguos anfiteatros griegos, la realización de cálculos calendáricos entre los mayas, o instrumentos de meditación como los mandalas de los hindúes [Nostro, 2019], el trabajo de los artesanos precolombinos con cuencos, mosaicos y cerámicas en donde las formas circulares eran moldeadas con la arcilla, la reconocida "piedra del sol" en el que cada círculo representa un ciclo del tiempo y un estrato del cosmos, el simbolismo del kultrun mapuche, donde se trazan los rasgos de la cultura a través de la música, apenas unos ejemplos que dan cuenta de la complejidad del entendimiento antiguo. Asimismo cabe señalar el modo en que las numerosas culturas indígenas de Colombia han llevado adelante los Círculos de la palabra, a través de los palabreros pütchipü'ü pertenecientes al pueblo Wayuu, cuyas experiencias han estado consustanciadas con la oralidad, el conocimiento, la memoria histórica y la identidad [Epinayu Pushaina, 2013].

Tal como lo señala Carlos Martínez Sarasola [Martínez Sarasola, 2004], “...desde el tiempo (los calendarios circulares como el azteca que nos proponen una idea del tiempo diferente, fundamentalmente no lineal, no una sucesión progresiva de acontecimientos) hasta ciertos rituales como la cabaña de sudar (sweat lodge o inipi) e incluso la misma danza del sol de los indios norteamericanos, por mencionar sólo algunos, están llenos de manifestaciones circulares que son el símbolo de la totalidad”. "Lo mismo ocurre con rituales mapuches como el Nguillatún (rogativa) en el cual toda la ceremonia se realiza durante tres días en una estructura de círculos concéntricos".

En este punto el antropólogo argentino asocia a la noción de totalidad una serie de múltiples manifestaciones, entre ellas la concepción de los opuestos (en sentido complementario), visibles en los principios de caos y cosmos, buscando un permanente equilibrio, a modo de ejemplo es posible verificarlo en la actividad de los pueblos agricultores, en donde el trabajo con la tierra no es una mera actividad económica sino un ritual, a través del cual se transforma el caos -lo no cultivado- en la tierra domesticada por el hombre –el cosmos, lo cultivado-. Asimismo a la idea de totalidad se asocia la concepción de la dualidad, expresada en la cosmovisión indígena a través de una extensa nómina de dioses andróginos, hombre y mujer al mismo tiempo, esta noción a su vez se vincula con la condición de la multiformidad de los dioses, en donde no representan un solo atributo sino varios, incluyendo cualidades contradictorias (ser benéficos y maléficos a la vez), acaso un ejemplo emblemático lo constituye el Dios de la lluvia entre los mayas, Chaac, considerado el Dios de la fertilidad y la agricultura, pero representado en cuatro dioses, uno para cada punto cardinal y para un color en particular.

De este modo Martínez Sarasola resalta la forma geométrica del círculo y la noción de circularidad como la representación más acabada de la concepción de totalidad [Martínez Sarasola, 2010], se trata de una serie de elementos que nos llevan a concebir el entendimiento del círculo en el espacio de una biblioteca, sentido que cobra otro significado cuando dicho ámbito se encuentra dentro de una comunidad indígena.

El círculo en las casas de conocimiento: posibles interrelaciones


Los pueblos originarios de América del norte han trazado en su interior el mapa del universo con sus Cuatro Direcciones y la ubicación del hombre en él, y no cuesta ver en este caso una analogía con las casas comunales de los indígenas del Amazonas, ya que su construcción no puede ser arbitraria, si en dicho proceso al momento de colocar el primer soporte no se respeta la ubicación de las estrellas, la casa de la cultura puede llegar a “deteriorar el paisaje” y no ser representativa de la sabiduría de los ancianos [Urbina, 1994].

En este punto encontramos elementos para vincular la arquitectura de los pueblos originarios en la tarea de construcción de una biblioteca indígena, la noción de círculo se encuentra consustanciada con los elementos simbólicos de las pinturas, guardas, tejidos e imágenes de la naturaleza, que los paisanos han venido realizando desde el fondo de los tiempos, no solo las decisiones que se toman en comunidad habitan una esfera, invariablemente las creaciones artísticas son trazadas bajo dicha comprensión.

Tal como se reseña en la cita introductoria, en el universo Sioux Lakota, se aprecia el entendimiento del anciano Alce Negro (Hehaka Sapa en lengua materna), quien describía la importancia del círculo diciendo: “Todo lo que hace el indio lo hace en círculo /…porque el poder del mundo actúa en círculo…/ Todo lo que hace el poder del mundo se hace en un círculo”, un círculo que, en el caso de la Rueda Medicina, terminó asociándose a la rueda en su movimiento y retorno sin fin, tan próximo, a la idea del devenir circular del tiempo entre los originarios americanos.

Según lo explica Nostro, más que una construcción, la rueda medicina es un símbolo sagrado que representa el orden cósmico, el eterno patrón de vida y muerte, el sendero del sol y la luna, el diseño del tipi (vivienda circular) y la forma del tambor…donde la línea vertical indica el sendero del hombre y la horizontal el sendero del sol. La sagrada intersección de ambas representa el centro de la tierra, así como, entre los Sioux, la infaltable presencia de la pluma de águila evoca y activa al poder de WakanTanka –el Gran Espíritu- sobre todo lo creado y la armoniosa interacción entre los seres vivos y la Madre Tierra. También es necesario recordar que la imagen de la rueda remite a un movimiento, tal como lo representa la bandera de la cultura gitana, la rueda del pueblo Rrom, que expresa los deseos de libertad de circulación más allá de las fronteras establecidas, un deseo que es la vez una señal de identidad en recuerdo de las innumerables persecuciones padecidas por este pueblo a lo largo de su historia [Vegas, 2011]. Simbologías que diferencian a unas culturas de otras, pero cuyos entendimientos tienden un puente hacia nuevas ideas.

Desde el espacio de una unidad de información comunitaria es preciso entender lo que implica la noción de círculo, la idea de una totalidad circular, analizar el sentido de los tejidos hilvanados a través del conocimiento, encontrar elementos para aplicar en eventuales bibliotecas indígenas, acaso un espacio donde la palabra debe ser perpetuada mientras su hilatura lo permita, un escenario donde las voces confrontan verdades, conceptos que asocian cultura con identidad, consensos que representan una historia y un devenir, un círculo que se completa documentando información que se inicia con un recuerdo, al que se une el registro de una destreza, la continuación de un legado familiar, la finalización que es en realidad una pausa, interrupción o abandono, la memoria que en su giro se completa.

Desde el punto de vista chamánico, el término “medicina” alude al poder y fuerza de la naturaleza, lo sagrado del universo que guía al hombre en el campo de energías que lo rodean. Son las energías de las Cuatro Direcciones básicas: norte, sur, este y oeste, que marcan las estaciones del año y las etapas de la vida (nacimiento, infancia, adultez y ancianidad) en relación con el centro, punto del cual todo emerge y al cual todo regresa.
Los acercamientos a este tipo de sabiduría se encuentran connotados en muchas culturas ancestrales, en el cual las construcciones respetan los ciclos de la naturaleza, tal como ocurre con los pueblos guaraníes y chanás, en ellos las reconocidas casas de espiritualidad  (templos en donde se realizan rituales marcados por una profunda religiosidad, acaso uno de los más emblemáticos corresponden al Opy, frecuente en comunidades Mbya Guaraní), forman un componente que podemos situar en un plano mayor, donde es posible dimensionar la importancia de la arquitectura indígena como eje desde el cual reconstruir procesos de identidad y espiritualidad. Esta situación es visible en aquellas comunidades sin territorio que han decidido llevar adelante procesos de reetnización y recuperación de antiguas ceremonias [Martínez Sarasola, 2010], buscando volver a equilibrar la tierra, bajo una idea de coexistencia social, armonía ecológica y apertura de conciencia hacia el otro.

Al intervenir este texto, he querido ver en las distintas etapas referenciadas, el traspaso de conocimiento entre quienes cultivan un saber ancestral, así como en nuestras universidades otros jóvenes toman el testimonio para continuar el camino de los docentes, de la misma manera se construye identidad entre las paredes de una biblioteca indígena, desde lo que saben los abuelos hasta la comprensión lúdica de los nietos. No son habituales los ejemplos de este tipo de construcciones, sin embargo basta conversar con los referentes de algunas comunidades, para encontrar en ellos similitudes en cuanto a la arquitectura que se pretende representativa de un modo de comprensión que aún persiste, a pesar de los permanentes obstáculos con los que los referentes de pueblos originarios se enfrentan en las actuales sociedades occidentales, un modo de comprensión que desde el espacio orgánico de una biblioteca puede recuperarse.

En este análisis que se plantea no estamos hablando de los materiales empleados en una construcción que representan el contexto geográfico en el cual está inserta una comunidad (acaso un ejemplo emblemático -no exento de crítica- lo constituya la Biblioteca “La Casa del Pueblo”, de la cultura Nasa, situada en Guanacas, municipio de Inzá, departamento del Cauca, suroccidente de Colombia, construida con cañas y techo de paja), como tampoco de los colores característicos de las diferentes culturas (por citar algunos casos, la simbología de la bandera Mapuche, la utilización de la Whipala, o ciertas arcillas de tonos amarronados utilizadas en artesanías o vasijas por los Qom), sino de una representación esquemática de los valores culturales dentro de un espacio físico, cuyo plano mayor lo cubre el entendimiento de la arquitectura.

La concepción de dispositivos endógenos: eventuales construcciones


Se impone en este caso discutir el concepto de lugar, asociado a los espacios donde el conocimiento es generado desde el aporte de libros vivientes, sin necesidad de plantear un ordenamiento físico, propio de la cultura escrita. Esta particularidad interpela el concepto de otredad en relación con la identidad indígena, habilitando dispositivos endógenos que representan el contexto y la cotidianidad de los usuarios, de alguna manera se trata de comprender, en este tránsito que las distintas arquitecturas bibliotecarias han recorrido desde la antigüedad, “la ductilidad y maleabilidad  de espacialidades que eran fijas o predeterminadas y que ahora migran hacia localidades que necesariamente no son no-lugares, sino quizás, lugares signados por la ambivalencia de un espacio implementado desde la fugacidad” [Parada, 2015] es aquí donde el espacio, anárquico e infinito, brinda la posibilidad de consustanciar la propia identidad con un sentido de pertenencia ligado a la memoria, desde el cual organizar y dar sentido a lo que se construye y a lo que se cultiva.

Personalmente he presenciado, en comunidades Qom de Derqui (en el Partido de Pilar, Provincia de Buenos Aires) y Rosario, al sureste de Santa Fe (una experiencia que me ha honrado formar parte), la recreación del círculo dentro de la biblioteca, un círculo de personas, conectado a la concepción de lugar, frecuente en la organización de asambleas, reuniones o conversatorios, en donde todos podían mirarse desde un plano igualitario, sin jerarquías sociales de ningún tipo, contando con un tiempo libre de exposición, para al final tratar de lograr consensos. Las decisiones más trascendentes fueron tomadas en un círculo, como históricamente ha sucedido con los antiguos parlamentos.

Siguiendo los lineamientos de la cosmovisión Cherokee (sudeste de Estados Unidos), en las ruedas medicina cada dirección tiene su color, su animal guía, sus características climáticas y espirituales, como también espacio para los cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego en una imagen integradora, de equilibrio, armonía sanadora y crecimiento personal, pues su comprensión lleva implícita la adquisición de la mayor sabiduría.
En este escenario podríamos trazar las variables de dos ejes a confluir: la noción circular de meditación espiritual del eje Rueda Medicina, y la noción de cultivo de conocimiento del eje Biblioteca Indígena, y así como algunos movimientos de pueblos originarios necesitaron un estandarte para visibilizar simbólicamente sus reclamos, así también las bibliotecas indígenas necesitan una arquitectura que represente los valores de su cosmovisión, rasgos y entendimientos que el paso del tiempo fue ocultando bajo otro ropaje.

Si bien los principios generales son comunes para todos, cada pueblo otorga a las direcciones características su propia cosmovisión, sus tradiciones, sus condiciones geográficas y circunstancias históricas, es decir que coexisten a través de un entendimiento común, cuidando de no instalar imposiciones en cuanto a lo que cada pueblo comprende, sobre estos postulados se avanza hacia el fortalecimiento de las propias creencias, y en ocasiones se generan nuevos planos de entendimiento, en especial en culturas plurilingües, cuyas representaciones artísticas toman elementos de las culturas geográficamente más cercanas.

Si acaso fuera posible, podríamos trazar un paralelo con el arte collage cubista [Ludmer, 2015], en donde el concepto de textura adquirió otra dimensión, allí se puede apreciar, en algunas pinturas, cómo un recorte de diario o un pedazo de tela terminaba formando parte de un cuadro abstracto, de algún modo ese accionar representaba sacar un elemento de contexto para ponerlo en un nuevo contexto, pero el plano artístico seguía teniendo referencias del cubismo, eran expresiones que en algún punto exhibían, mediante dichas junturas, otros entendimientos sin perder representatividad. De algún modo, trenzar un tejido es ofrecer un servicio bibliotecario, la intervención genera un vínculo que termina perpetuado en un registro, los matices de cada concepto, de cada conversación, de cada conocimiento endógeno, encuentran correlaciones con las notas subyacentes de los documentos.

En estas circunstancias el catálogo demarca un plano inabarcable, en donde muchas veces estará significado por una serie de datos analizados desde una periferia, probablemente aquellos bibliotecarios que tuvieron la inquietud e interés de ingresar a una comunidad indígena, comprendan este razonamiento y este sentido de pertenencia, esa responsabilidad profesional de presenciar el exacto momento en que un conocimiento se transforma en documento. No solamente debemos pedir permiso para generar un acervo, sino sobre todo debemos entender -y no se trata en este punto de ofrecer nuestro entendimiento de lo que un paisano sabe- sino lisa y claramente compartir lo que cada persona conoce, poblar de verdades el catálogo, constituirlo de representaciones genuinas, que los propios libros humanos puedan decir “allí está guardada nuestra memoria, nuestro conocimiento, nuestra historia, nuestra identidad”...

Según lo reseña la autora del artículo periodístico, el pueblo cherokee describe de la siguiente manera las Direcciones: “además del norte, sur, este y oeste, debemos recordar de dónde venimos, la Madre Tierra, MakaIna o UnciMaka, la quinta dirección. Es nuestra conexión con la vida, representada por el color verde. Luego está el Padre Cielo, azul, la sexta dirección, representando el mundo presente y el mundo hacia el cual nos dirigimos. Por último está la séptima dirección, TU, como ser material y espiritual y centro de todo lo demás buscando la armonía y conexión entre nuestros cuatro aspectos, físico, emocional, mental y espiritual pero fundamentalmente entre lo que fue, lo que es y lo que será”.

Como se notará, se trata de diferentes formas de entendimiento que requieren de parte de nuestra sociedad una mirada atenta, no “comprensiva” sino más bien legítima en cuanto a la necesidad de aprender nuevos enfoques filosóficos, porque ciertamente estamos atravesando una crisis de la cual no está exenta la naturaleza en su conjunto, plantas y animales, una biodiversidad que corre riesgo de desaparecer al ritmo de los actuales procesos, y que requiere del conocimiento de los pueblos indígenas para encauzar lo que por diversos motivos como sociedad fuimos devastando, allí necesitamos adscribir al concepto de rueda medicina, intervenirlo, agregarle nuevas variables, completar renovadas esferas, enhebrar inevitables hipótesis.

Hacia estos pensamientos no lineales me llevaron las actuales inquietudes y preocupaciones de quienes aún preservan sus costumbres y tradiciones, buscando recrear nuevos planos en armonía con el contexto, sin embargo desde nuestro ámbito, especialmente con profesionales de la información que se acercan desde una periferia sociocultural a problemáticas que los exceden, sobrevuela la duda de la imposición de ideas en relación a la representación documental de los espacios habitados por la palabra, en donde se supone que es posible plantear una metodología con base en la formación académica, sin previamente habilitar un mínimo esfuerzo en escuchar e indagar lo que “el otro” sabe, comprende o necesita, en tal sentido es preciso seguir desentrañando la diversidad de conjeturas que dicha complejidad plantea, si pretendemos como bibliotecarios abrir una puerta cuyas posibilidades sean realmente apreciadas por los paisanos de una comunidad indígena.

Es posible empezar por la forma más sencilla: escuchar lo que el otro sabe, conversar sin anular lo que el otro cree, decidir colectivamente lo que forma parte de nuestro círculo.

Fuentes consultadas: 

EPINAYU PUSHAINA, Ignacio Manuel. (2013). La palabra y el palabrero Wayuu: entre la tradición y la ignorancia. [Mensaje en un blog]. Ignacio Manuel Epinayu Pushaina. Recuperado de:

LUDMER, Josefina. (2015) Clases 1985. Algunos problemas de teoría literaria. Buenos Aires: Paidos.

MARTÍNEZ SARASOLA, Carlos. (2004). El círculo de la conciencia: una introducción a la cosmovisión indígena americana. En: El lenguaje de los Dioses: arte, chamanismo y cosmovisión indígena en Sudamérica / Ana Maria Llamazares y Carlos Martínez Sarasola. Buenos Aires: Biblos.

MARTÍNEZ SARASOLA, Carlos. (2010). De manera sagrada y en celebración. Buenos Aires: Biblos/Desde América.

NOSTRO, María Ester. (2019). La rueda medicina como círculo de sabiduría. El Orejiverde. Diario de los Pueblos Indígenas. Recuperado de: http://www.elorejiverde.com/el-don-de-la-palabra/4805-la-rueda-medicina-como-circulo-de-sabiduria

PARADA, Alejandro. (2015). Espacialidad y bibliotecas: reflexiones sobre una breve tipología del espacio bibliotecario. Información, Cultura y Sociedad. vol. 33, diciembre 2015. Recuperado de: http://revistascientificas.filo.uba.ar/index.php/ICS/article/view/1907/1891

PISI, Raquel. (2008). El simbolismo de las figuras circulares: con un ejemplo del área andina. Mendoza. Universidad Nacional de Cuyo. Facultad de Filosofía y Letras. Seminario de Licenciatura. Recuperado de: http://bdigital.uncu.edu.ar/objetos_digitales/3887/rpisitesis.pdf

URBINA RANGEL, Fernando. (1994). El hombre sentado: mitos, ritos y petroglifos en el río Caquetá. Banrepcultural. Boletín Museo del Oro. Recuperado de: https://publicaciones.banrepcultural.org/index.php/bmo/article/view/6989

VEGAS, Carolina. (2011). Los gitanos. [Mensaje en un blog]. Maestros comprometidos con la etnoeducación. Recuperado de:

Nota:
Las imágenes corresponden al sitio Web Ancient Origin:

Texto publicado en Revista Fuentes: