Espacio que pretende resguardar voces, experiencias y conocimientos desde el rol
social del bibliotecario. Documentación de archivos orales sobre el patrimonio cultural
intangible conservado en la memoria de los libros vivientes. Entrevistas, semblanzas,
historias de vida. Reflexiones en torno a la bibliotecología indígena y comunitaria.
Mostrando entradas con la etiqueta Robert Endean Gamboa. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Robert Endean Gamboa. Mostrar todas las entradas

lunes, 9 de noviembre de 2020

Robert Endean Gamboa, semblanza de un apasionado bibliotecario yucateco

Cada vez hay menos cosas en el mundo, si tuviéramos que reducir la expresión al pequeño espacio de nuestra profesión, la partida de Robert Alexander Endean Gamboa, ocurrida meses atrás, no deja de ser una triste verificación de lo que significan estas palabras.

Se trató de un bibliotecario inquieto, con múltiples intereses culturales, desprendido, participativo, crítico, constructor de nuevas posibilidades -técnicas y humanas- en nuestra disciplina. Analizó e interpeló conceptos, se involucró con grupos vulnerables –destacándose un soberbio trabajo, como coordinador, de la Biblioteca Digital Maya U Kúuchil Na'at– discutió sobre aspectos políticos, gremiales y educativos de la Bibliotecología, entre otros proyectos fue Jefe del Departamento de Acervos del Conservatorio Nacional de Música, dedicó mucho tiempo a la docencia, y ejerció una ética laboral que fue reconocida por sus pares.

Ausencias como estas no son posibles de reemplazar, la huella es honda, y para el que viene detrás, muchos entendimientos ya representan un camino sin malezas.

Leerlo recientemente ha sido redescubrir aspectos desconocidos de su personalidad, en muchos correos electrónicos compartidos entre colegas se encuentran sus palabras, marcadas por un contexto, acaso una suerte de guía de la cual aferrarse, para entender mejor los problemas, generalmente direccionados hacia distintos planos de comprensión. La palabra “Problemas” es clave en su obra, porque fue de los pocos que supieron interpelar el alcance de la Bibliotecología en sus innumerables escenarios, no privado de un amplio abordaje filosófico, donde cada término pronunciado encontraba fundamento al final de la frase, una permanente invitación a la construcción crítica, cívica y social del conocimiento.

Recuerdo una vez un escrito suyo, donde daba cuenta de una reunión entre colegas que lo había dejado desconcertado, Robert llegó a decirles que no existen las bibliotecas sin bibliotecarios, la razón de aquel enojo fue haber advertido cómo muchos bibliotecarios habían “caído en la trampa del sueño progresista, que exalta las tecnologías como la solución para todo, sin necesidad de que intervengamos las personas. Esta trampa es también la escotilla de la ignorancia, y gran cantidad de bibliotecarios jóvenes se encuentran presos de la ilustre ignorancia de los tecnólogos".

Hace unos años, había llegado a mis manos el número 43 de la Revista Fuentes de Bolivia, allí me detuve en una excelente reflexión de Robert titulada "la identidad de los bibliotecarios latinoamericanos", tema complejo si los hay, de múltiples aristas, en donde el autor tuvo por criterio recuperar, en la primer parte del texto, las actividades de algunos bibliotecarios, de esos que podemos ubicar como imprescindibles en contextos de "trinchera", como habitualmente se los suele llamar, labrando tareas en espacios comunitarios, con un fuerte sentido de responsabilidad social y ética profesional. Para este excelente y entrañable colega, la identidad bibliotecaria no existe o no es asumida o reconocida como tal, para lo cual era necesario "pensar al bibliotecario latinoamericano desde adentro".

Tenía motivos para reflexionar de esta manera, en su querido México, notó que las actividades culturales en contextos de fracturas sociales –ocasionadas por intervenciones políticas– invariablemente perdían apoyo gubernamental luego de un cambio del partido en el poder, en ese grupo estaban las bibliotecas. Se involucró con los problemas, así fueran sobre la situación de la Biblioteca Nacional, los repositorios, los gremios, el desempleo, los salarios, el individualismo, el derecho laboral, la formación del bibliotecario, la ética profesional, el rol social, en un listado que no pretende ser exhaustivo, a cada intervención le puso nombre y apellido, a través de foros, aulas y blogs.

En sus mensajes, siempre había espacios para los cambios de rumbo, para los interrogantes filosóficos, para habilitar las necesarias construcciones.

Decía esto de la profesión:

Es una bella disciplina, a veces ciencia y otras, arte, para cuyo ejercicio puede saberse poco o mucho. Se aprende algo de ella en las pláticas que dan los bibliotecarios, o en las visitas guiadas a las bibliotecas. Así, cualquier usuario se adentra en los misterios de un universo lleno de símbolos que le resultan desconocidos, y que como en las matemáticas pueden ser aburridos o fascinantes, dependiendo de las habilidades del guía.

Puede ser seria o lúdica, dependiendo de la ocasión y en una dialéctica que se me antoja necesaria para vivirla. Pues vivir la bibliotecología es más arte que ciencia, y por lo tanto tiene su propia estética que aporta una mirada especial a todos los que compartimos esta disciplina.

Vivir la bibliotecología es también participar en los problemas de esta disciplina y tener la posibilidad de negarse a padecer los problemas que se le imponen. Esto puede lograrse porque como toda gran disciplina, la bibliotecología tiene muchas entradas y salidas. De esta manera conviven en ellas quienes indican que el usuario es la razón de ser de la bibliotecología, aunque nunca quieran tratar con un usuario (este es un problema de la bibliotecología). Otro problema de la bibliotecología es el síndrome de la disciplina asediada, que lleva a minusvalorar todo el quehacer profesional. También están quienes dicen que la bibliotecología es una disciplina abierta, o quienes la adjetivan como cerrada e incapaz de jugar a la interdisciplina con otras profesiones, incluso de citar obras no-bibliotecológicas (estos son problemas impuestos a la bibliotecología).

Se enseña en escuelas, aunque las mismas no inculquen la vivencia de la bibliotecología, sino sólo su parte técnica, y recientemente algunas reflexiones deshilvanadas o almidonadas que quieren nombrarla ciencia. De esta manera, desde hace varias décadas se discute un problema impuesto que trata sobre la adscripción de la bibliotecología a alguna área disciplinar, así como se decide en cual capilla se verá mejor la estatuilla de un santo.

Varias veces mencionó sobre el paradigma de la profesión, las preguntas que compartió Endean Gamboa provocaron múltiples respuestas entre colegas, habilitados a participar por el mecanismo crítico impulsado por este gran bibliotecario yucateco, quien afirmaba lo siguiente: “Yo puedo desear que todo el mundo tenga acceso a la lectura, y repartir libros en las calles, plazas, jardines, playas, mercados y hasta bajo las piedras, quizá con la esperanza de que cualquier receptor lea el libro que le doy, y que no le vea cara de pan y se lo coma. Al respecto, viene a colación algo que leí hace mucho, en una novela de la poetisa mexicana Rosario Castellanos, cuando decía que le daría vergüenza dar uno de sus poemas a un pordiosero que le pide limosna.

¿La lectura puede cambiar el mundo? Freire ha propuesto un cambio personal con la lectura de libros, siempre que se realice luego de una lectura del mundo. Y es que la lectura, aun cuando se colectivice, redunda en un acto personal. De donde arribamos al valor de la persona, que a veces se olvida entre frases grandiosas y abstracciones divinas. ¿Toda lectura es parcial? Quizá esta cuestión tenga que ver con una fenomenología de la realidad que permite captar la lectura. De cierto, es muy común darnos cuenta de que, en la lectura, cuando se da, hay una selección. ¿Cómo se vincula la lectura al paradigma que pensamos?

Y las preguntas, infaltables en su abordaje, deberíamos tratar de encontrarles respuestas, si es que podamos pensar en una continuidad de su obra:

“Un paradigma de la bibliotecología es algo que suena muy serio. Tal vez deberíamos partir de preguntarnos algunas cosas, como ¿qué estudia la bibliotecología? ¿Cómo lo estudia? ¿Qué tipo de enunciados hace sobre eso que estudia? ¿Cuáles son los referentes de eso que estudia? ¿Quiénes se dedican a la bibliotecología? ¿Cómo se hace la bibliotecología? ¿Dónde se manifiesta la bibliotecología? ¿Cuál es su entorno? ¿Cómo se relaciona con ese entorno?...

Podemos pensar que es más fácil decir lo que no es la bibliotecología, y así decir que no es medicina, derecho, agricultura o música. Sin embargo, la bibliotecología contiene una bibliotecología médica (incluso con asociaciones, publicaciones, congresos, etc.), una bibliotecología jurídica, una agrícola y una musical, sin las cuales las primeras difícilmente serían como las conocemos. Y aquí surge otra cuestión paradigmática: ¿cuáles son las fronteras de la bibliotecología? Nos surge de inmediato el vértigo, pues la bibliotecología parece no tener límites. Está presente en todas las áreas disciplinares, a veces conducida por personas que no son reconocidas como bibliotecarios…

En alguna oportunidad, este bibliotecario fue muy claro al observar el derrotero histórico de las bibliotecas y la bibliotecología, al afirmar que “notamos que esas bibliotecas, los recursos que poseen y las redes de comunicación e información que se establecen alrededor de ellos, están insertos directamente en el orden social, político y cultural característicos de un entorno específico. También siguiendo la historia, Shera ha señalado un antes (con un bibliotecario erudito) y un ahora (con un bibliotecario funcional). A esto podemos agregar los intentos para hacer visible el quehacer bibliotecario en todos los países. Entonces surge una duda: ¿qué tan conveniente es que seamos invisibles? ¿Qué seamos sólo técnicos? ¿Qué tan conveniente para nuestra profesión es asumir esa situación de invisibilidad como una ventaja y sacarle partido?

Me resulta imposible una semblanza sobre su obra sin tomar como recurso el insertar sus comentarios, con la simple intención de poder mostrar cómo se analiza nuestra disciplina desde un criterio tan personal. En ocasión de discutir en las listas de Bibliotecología (práctica que lamentablemente se ha perdido), sobre la necesidad de establecer una estructura asociativa más horizontal para facilitar la comunicación entre los bibliotecarios, Robert consideró esencial abordar algunas barreras para poder concretar la idea:

1) la existencia de vacas sagradas como cabezas de gremio, que tienden a acaparar todo el poder de un coto delimitado por medio de una representatividad que acumulan en las escuelas, los colegios profesionales, algunas bibliotecas y las asociaciones. Para garantizar su sobrevivencia, establecen una red de lealtades, un sistema de méritos y fomentan el mito de la disciplina asediada como distintivo determinador de un eje nosotros-los otros. Al respecto del mito de la disciplina asediada, me refiero a la tendencia en los colegios a "educar" a los alumnos en un entorno en el que están perdiendo puestos de trabajo por su ocupación por personas ajenas a la profesión; también se inculca a los alumnos para salvaguardar su saber y no compartirlo con otras disciplinas, a fin de evitar su pérdida o enajenación por personas ajenas a la profesión.

2) la diferencia entre bibliotecarios profesionales y no-profesionales, que se basa en el sistema de méritos mencionado en el punto anterior y no en modelos de desarrollo profesional e individual.

3) la distinción entre bibliotecarios profesionales y empíricos, que delimita y desmotiva la participación de aquellos que han aprendido en cursos o diplomados, más que en las escuelas reconocidas. Al respecto, he conocido personas que han tomado tantos cursos de capacitación y diplomados, que podrían equipararse a una licenciatura e incluso a estudios de posgrado, pero que no tienen ningún reconocimiento en nuestro ambiente profesional.

4) la tendencia a uniformar criterios de colegios profesionales y asociaciones. En este caso, es oportuno señalar que en México cada vez más se exige a los miembros de las asociaciones que estudien en las escuelas, y se les empieza a segregar de capacitaciones y actividades exclusivas para bibliotecarios profesionales.

Para finalmente objetar, con su ya clásica mirada crítica: “Mientras los profesionales bibliotecarios seamos hacedores de nuestras propias torres de marfil, más que personas capaces de comunicar el conocimiento, será muy difícil romper las barreras que aquí menciono, mientras seguimos festejando días del bibliotecario en un jolgorio que se antoja más catártico que intento por comprender la realidad. Mientras no descubramos nuestro propio poder y sigamos sirviendo a los "poderosos", difícilmente podremos entablar un diálogo constructivo”.

Le debo a este bibliotecario haber incluido el concepto de neutralidad en la profesión, para debatirlo en una serie de encuestas con alumnos y alumnas pertenecientes a diferentes instituciones educativas de Buenos Aires, con el fin de corroborar si el tema se mencionaba y se trataba en clase. Por otra parte, compartí la preocupación que significa, como responsabilidad social, la incidencia que tienen los bibliotecarios/as al poner información en las manos de cualquier persona, la necesidad de solucionar los problemas causados por los cambios que permanentemente nos impactan como profesionales. En tal sentido, este maestro de Bibliotecología no ha caído en perpetuidades, ni se ha dejado enceguecer por los constantes deslumbramientos que, como fulgores, suelen apreciarse de manera profusa en el ámbito académico.

Robert Endean Gamboa escribió en 8 blogs que funcionaron como si fueran heterónimos, donde se permitió reflexionar sobre cuestiones ligadas con la información en sus diversos conjuntos, uno de ellos, Mexicanum Est Universale Mortem, daba cuenta de su fascinación por el tema de la muerte, escrituras que empezó a pergeñar a partir de los 50 años, profundamente influenciado por la pérdida de su abuela, un interés que vinculó su pasatiempo con las fotografías en panteones, acaso producto de haber presenciado la partida de parientes y amigos, probablemente una forma de salir adelante en medio de la tristeza.

En el blog Tianguis Libresco, escribió desde 2012 a 2019 textos relativos a cuestiones históricas, literarias y académicas, con revisión de archivos y documentos, básicamente sobre la historia de los libreros de mercado que hubo en la ciudad de México, quienes “junto a las cebollas y los jitomates, las blusas de china poblana y los huipiles, las carnes y los pescados... se instalaban con sus libros e invitaban a los paseantes a detenerse, mirar, hurgar y llevarse alguno de los volúmenes que tocara su corazón o su entendimiento.” La intención de este espacio fue promover la cultura y la lectura a través de la circulación de libros, el pequeño y vasto mundo de los manuscritos, los grabados y los dibujos en territorios marcados por la vocación.

Asimismo, en el blog Pro Patrimonio Documental de México, pretendió identificar, defender y fomentar el patrimonio documental de la Nación, así como contribuir a la conservación, organización, difusión, preservación y recuperación del patrimonio archivístico, bibliográfico y documental del país.

Pero si hubo un blog que me pareció cálido y ameno, fue “Una familia Gamboa de Hoctún, Yucatán” (la imagen de este texto fue extraída de ese espacio), cuyos contenidos versaban sobre temas familiares y estudios genealógicos, allí confiesa que lo que más le gustaba era la conversación “no hay nada más sabroso que platicar o escuchar las pláticas de otros. Por eso, era fanático de estar pegado a la sobremesa que se armaba cada domingo en casa de tía Frida. Por la misma razón, me gusta tanto mi familia, pues si algo sabe hacer muy bien es platicar”.

Llama la atención la necesidad de Robert por recuperar la memoria de sus ancestros: “como muchas familias de esta tierra, la mía está plena de historias y misterios, incógnitas y descendientes atolondrados que miran su pasado como una bruma que se pierde en la molicie de lo antiguo difícil de nombrar, casi imposible de invocar”.

En el blog Bibliotecas Mexicanas, que nació como complemento del blog “Problemas del Campo de la Información”(donde figuran la mayoría de los textos compartidos en esta semblanza), llevó adelante un lindo ejercicio, el de realizar crónicas sobre las bibliotecas que visitó, donde intentó mostrar las diferentes realidades de espacios bibliotecarios en contextos urbanos y rurales, especialmente visitas a bibliotecas públicas y universitarias, así como una semblanza, muy bien elaborada, sobre la Biblioteca Nacional de México, ubicada al sur de Ciudad Universitaria de la Universidad Autónoma de México (UNAM), en la cual Robert trabajó, durante más de una década, en la Hemeroteca Nacional, una suerte de tributo a su querido país.

Librarians' creativity fue otro de sus blogs, un tanto breve en este caso, escrito en inglés, sobre temas vinculados con las bibliotecas y el conocimiento. Finalmente, el blog “Notas de un impertinente y entrometido”, resultó un espacio donde discutió como pocos la realidad mexicana, política y bibliotecaria, en el que se intuye una influencia del poeta yucateco Ernesto Albertos Tenorio, figura literaria bajo la cual Robert encontró un paralelo con una biografía sobre Rimbaud, que marcó el tono de estas escrituras en cuanto a la claridad de los conceptos y las ideas que se requerían para formularlas, basta leer sus textos, agradables contrapuntos consustanciados con el compromiso profesional, para darnos cuenta que lo pudo lograr.

Podría estar horas incluyendo las reflexiones de este querido colega, verdadero artífice creador de universos simbólicos de información y conocimiento, por eso me parece válido recordar como finalizaba sus textos, expresándole al lector que, dada la complejidad del tema propuesto, corresponde seguir tratándolo en otra oportunidad…

Dice la tradición: “los antiguos mayas creían que, después de la muerte, el alma emprendía un camino al Xibalbá, o Inframundo, donde debía atravesar un río ayudado de un perro (el xoloitzcuintle), si llevaban una pieza de jade las cosas en el otro mundo les serían más fáciles…”

Ojalá este imprescindible bibliotecario yucateco haya tenido ese sereno tránsito.

Mtro. Robert Alexander Endean Gamboa (1962-2020)

Blogs del autor consultados:

Problemas del campo de la información

Mexicanum Est Universale Mortem

Tianguis Libresco

Pro Patrimonio Documental de México

Una familia Gamboa de Hoctún, Yucatán

Bibliotecas Mexicanas

Librarians' creativity

Notas de un Impertinente y entrometido

Fuentes consultadas:

Sobre la identidad de los bibliotecarios latinoamericanos [Blog Que Sabe Quien, septiembre de 2016]

http://librosvivientes.blogspot.com/2016/09/sobre-la-identidad-de-los.html

Robert Endean Gamboa y el paradigma de la biblioteca en contextos multiétnicos [Blog Que Sabe Quien, octubre de 2012]

http://librosvivientes.blogspot.com/2012/10/robert-endean-gamboa-y-el-paradigma-de.html

martes, 6 de septiembre de 2016

Sobre la identidad de los bibliotecarios latinoamericanos


Recientemente, como miembro de la Revista Fuentes, llegó a mis manos el número 43 de la querida publicación, deteniéndome en una excelente reflexión de Robert Endean Gamboa titulada "la identidad de los bibliotecarios latinoamericanos", tema complejo si los hay, de múltiples aristas, en donde el autor tuvo por criterio recuperar en la primer parte del texto las actividades de algunos bibliotecarios, de esos que podemos ubicar como imprescindibles en contextos de "trinchera", como habitualmente se los suele llamar, labrando tareas en contextos comunitarios con un fuerte sentido de responsabilidad social y ética profesional. Existen tantos casos como bibliotecas y sin embargo en el imaginario social cuesta encontrar a la bibliotecología entre las disciplinas capaces de ofrecer respuestas a problemáticas de índole social, cultural y/o educativa.

En primer lugar, quiero plantear que me enriquecen estos textos críticos, suele ser una práctica común en Robert Gamboa, en tal sentido quisiera aportar una mínima contribución con respecto a la conclusión del artículo de que es imposible la identidad bibliotecaria (según Robert o no existe o no es asumida o reconocida como tal) personalmente creo más bien esto último.

Nuestra disciplina, en líneas generales, no tiene un reconocimiento social por fuera de la profesión, no es especialmente visible en contextos interdisciplinarios, cuando profesiones como la psicología, antropología o sociología si son tenidos en cuenta por la sociedad al momento de abordar problemáticas o encrucijadas de diversa índole, todas aportan fragmentos y elementos de su praxis profesional, sostenida, reconocida y apreciada en la crítica por los medios de comunicación, encontrando eco en los eventuales lectores que aceptan y reconocen esos aportes, pero que seguramente se sorprenderían de encontrar en la bibliotecología respuestas afines a dichas problemáticas (una entre tantas, la llamada "inclusión social").

Deberíamos dejar de aceptar la sorpresa ajena como elemento común en nuestras intervenciones, pero nos excede, parece parte del contexto asumido como natural, lo "normal" en esos contextos es la invisibilidad, y entonces hurgamos un poco y encontramos como consecuencia, en algunos casos, cierto complejo de inferioridad a causa de esa ausencia de reconocimiento, lo que nos lleva a renombrar conceptos para que tengan un mayor impacto, a "publicar o perecer" pero mas que eso, a "publicar para no desaparecer". Yo creo que existe una identidad bibliotecaria, y que la biblioteca, cuando interviene en su comunidad, fortalece esa noción de identidad. Quiero creer que este concepto se extiende más allá de las bibliotecas comunitarias, campesinas e indígenas, donde la creación del propio acervo es su principal característica y fortaleza, quiero creer que allí radica nuestro discernimiento, nuestra construcción. Tal como lo expresa Robert al final de su texto, es necesario "pensar al bibliotecario latinoamericano desde adentro".

Eso si Robert sería un verdadero despertar de América Latina.

La siguiente reflexión estuvo motivada en el artículo “La identidad de los bibliotecarios latinoamericanos”, de Robert Endean Gamboa, en su habitual columna de Fuentes.

Texto completo:

La Identidad de los Bibliotecarios latinoamericanos
Maestro Robert Endean. Maestro en Bibliotecología. Vicepresidente de la Academia Mexicana de Bibliografía de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. Presidente de la Sección de Políticas de Información de la Asociación Mexicana de Bibliotecarios.

En algunas partes del territorio latinoamericano, ocasionalmente se reconoce a los bibliotecarios que muestran con hechos su disposición a realizar actividades que superan las tareas rutinarias que tienen asignadas. De esta manera, los bibliotecarios José Guillén (Venezuela), quien ha sido responsable de la salvaguarda y el resguardo de obras con valor histórico que ahora están en la Biblioteca Nacional de su país; o Emilsen Rubeslein Suárez Ballén (Colombia), quien ha tenido a su cargo un programa de recuperación del patrimonio cultural de su comunidad desde la biblioteca pública; o David Ramírez (México), quien se ha dedicado a mantener por años una red regional de bibliotecas públicas, incluso usando para convencer su arte como pintor; o Aurelio Higuita (Colombia), quien dormía en la biblioteca para cuidarla por falta de puertas y ventanas, son algunos casos señalados con la distinción de ser bibliotecarios ejemplares.

Son conocidos también los incidentes ocurridos a varios bibliotecarios del Cono Sur, que en el pasado sufrieron persecuciones, o que padecieron expurgos o destrucciones de sus bibliotecas. Otras situaciones no menos terribles ocurrieron con bibliotecarios en Guatemala, Nicaragua, El Salvador o Perú, donde algunos incluso perdieron la vida en situaciones de extrema violencia.
Las características señaladas como distintivas de estos bibliotecarios ejemplares son su mística, amor y disciplina, además de su compromiso con sus comunidades.

En contraparte, hay algunos países de la región en donde lo que se reconoce con las premiaciones es únicamente la antigüedad o permanencia en un puesto de trabajo, a pesar de que en el mismo el bibliotecario no haya mostrado más que el cumplimiento de las rutinas laborales. Esto incluso llega a exaltarse como una virtud, como notamos en México con los ejemplos de buenos bibliotecarios que biografió Juan B. Iguíniz, o en la obra Forjadores e impulsores de la bibliotecología latinoamericana (2006) de Estela Morales.

Esta oposición aparente que se hace al enfatizar el mérito sobresaliente del bibliotecario contra la virtud de su permanencia en las rutinas es una constante en América Latina, que podemos encontrar manifestada en todos los ámbitos y para toda clase de bibliotecas y bibliotecarios. Por supuesto, es resultado de las estructuras de poder de cada lugar.

Un caso aparte lo encontramos en el Perú del siglo XIX con el llamado "Bibliotecario Mendigo", que fue el apelativo que se dio al escritor y político Ricardo Palma (1833-1919) cuando, luego del saqueo que padeció la Biblioteca Nacional de su país, fue de casa en casa pidiendo libros, y también pidió a personalidades extranjeras que hicieran donaciones para rehacer el acervo.

Las oposiciones aquí señaladas apuntan a que la identidad del bibliotecario es una cuestión que debe ser pensada como un tema para el cual se requiere una sesuda reflexión, aún más si consideramos la existencia de formas de reunión de bibliotecarios en asociaciones, clubes y sindicatos.

Tenemos así que los bibliotecarios tienen asociaciones, que a veces pueden sólo admitir a quienes acrediten haber realizado estudios de biblioteconomía. En esta situación de exclusividad se encuentran el Ascolbi (Colegio Colombiano de Bibliotecología), el Colegio Nacional de Bibliotecarios (México), el Colegio de Profesionales en Ciencias de la Información (Bolivia), el Colegio de Bibliotecarios de Chile, la Asociación Panameña de Bibliotecarios o la Asociación de Bibliotecarios Graduados de la República Argentina (ABGRA), entre otros, que tienen como misión la defensa del campo de trabajo de los bibliotecarios profesionales.

También hay asociaciones que admiten a todo tipo de personal que labore en las bibliotecas, como son los casos de la Asociación de Bibliotecarios, Archiveros y Museólogos del Perú y de la Asociación Mexicana de Bibliotecarios. Cuando así ocurre, la misión de estas agrupaciones se enfila más hacia el mantenimiento de espacios de convivencia, comunicación y colaboración entre los pares, para la formación de los bibliotecarios por medio de la capacitación y la actualización, así como al desarrollo bibliotecario de sus respectivos países.

Otra situación es la del Club de Bibliotecarios Escolares de Perú, que se integra con estudiantes que realizan tareas como bibliotecarios en cada institución educativa. De esta manera, bajo la conducción de un docente bibliotecario o del mismo bibliotecario técnico, las bibliotecas escolares se organizan y promueven actividades bibliotecarias y culturales diversas, además de mantener una comunicación directa con la comunidad académica y estudiantil.

Los sindicatos de bibliotecarios se han promovido en Argentina y México. Mientras que en el primer país se viene trabajando desde hace años para establecer un organismo que vele por las mejores condiciones laborales para que los bibliotecarios puedan trabajar y cumplir su encomienda, en México se declaró en el año 2014 que el Sindicato de Bibliotecarios del Estado de Morelos era ilegal, no admitiéndose su existencia ya que en este país no se permite que haya sindicatos gremiales.

Al respecto de la existencia de un sindicato de bibliotecarios, Óscar Maya Corzo realizó una reflexión en 2004, indicando lo siguiente:

El bibliotecario no es obrero ni patrón, sino que sólo trabaja en la biblioteca. Su materia no es tangible.
Cada bibliotecario pertenece a una clase distinta, que no se determina por el espacio laboral, sino por el origen económico o por la paga recibida.
El bibliotecario levita por sobre la vulgaridad del mundo, dado que trabaja con ideas como materia prima.
No hay una entidad que cohesione a los bibliotecarios.
El bibliotecario vive en total alejamiento, decidido y reconocido, de las responsabilidades políticas y sociales.

Con estas ideas, concluyó que es imposible la identidad laboral bibliotecaria, pues o no existe o no es asumida o reconocida. Además, si existiera sería incompleta, y si se reconociera sería borrosa y ubicua.

Este breve recorrido nos muestra que la identidad de los bibliotecarios latinoamericanos no corresponde sólo al asunto de cómo los reconocerían los no-bibliotecarios, esto es, a una mera cuestión de su imagen, sino que apunta a una cuestión más compleja, por ser diversa, que tiene profundas raíces en las muchas historias que han fraguado la realidad actual de América Latina.

Ser bibliotecario en nuestra región puede llevarnos a transitar por senderos muy recorridos por las rutinas hasta momentos de gran riesgo para nuestras propias vidas y para el mantenimiento de nuestros acervos. Pero esto ocurre porque no parece haber un modelo de bibliotecario que nos identifique, sino más bien habría un amplio espectro de conductas posibles ante los fenómenos del coleccionismo y el servicio de información en cada una de las formaciones sociales donde se puede llegar a instalar la biblioteca.

Pensar el bibliotecario latinoamericano no es algo nuevo, pero sí sería una primicia pensarlo desde adentro, y no sólo hacerlo a partir de lo que dice la literatura extranjera a la región. Esto sí sería un verdadero despertar de América Latina.


Fuentes, Revista de la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional
versión impresa ISSN 1997-4485
Rev. Fuent. Cong. v.10 n.43 La Paz abr. 2016

A modo de epílogo, se recomienda la lectura de otro artículo del autor (publicado en su blog personal) sobre el tema de la identidad bibliotecaria, en este caso extendiendo la reflexión sobre el ser y parecer del bibliotecario:

jueves, 18 de octubre de 2012

Robert Endean Gamboa y el paradigma de la biblioteca en contextos multiétnicos.


Robert Alexander Endean Gamboa, verdadero artífice creador de universos simbólicos de información y conocimiento, tales las palabras de un bibliotecario que analiza críticamente el rol social de la profesión. Se pretende compartir el alcance de su pensamiento, pero también su incidencia en el terreno de las bibliotecas indígenas, especialmente su aporte en la construcción del proyecto  Biblioteca Digital Maya. Enorme labor que deja en evidencia un modo de entender los servicios bibliotecarios en contextos multiétnicos en el continente americano.
Visitar su blog “Problemas del campo de la información” significa adentrarse en el mundo de la Bibliotecología social, reflexionar sobre sus contenidos, problemáticas y potencialidades. Como bibliotecario cultiva la línea de investigación de Semiótica y Hermenéutica, cada intervención suya en las diversas listas bibliotecarias ha enriquecido el debate con una mirada comprometida de la realidad. Un verdadero gusto compartir esta entrevista

Noticia biográfica
Maestro en bibliotecología, con estudios de Doctorado en Antropología, en la línea de investigación de Semiótica y Hermenéutica, realizados en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Ahora cursa el Doctorado en Bibliotecología y Estudios de la Información en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Ha ocupado puestos directivos en bibliotecas universitarias, en la Hemeroteca Nacional de México y en la Dirección General de Bibliotecas del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA). Ha sido docente en la UNAM, la Universidad La Salle, la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y la Dirección General de Televisión Educativa de la Secretaría de Educación Pública, donde además coordinó el Diplomado de Documentación Audiovisual. Actualmente coordina el proyecto de construcción de la Biblioteca Digital Maya U Kúuchil Na’at. Auditor Líder de Calidad certificado. Valuador de documentos impresos. Actual Vicepresidente de la Academia Mexicana de Bibliografía de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, y Presidente de la Sección de Políticas de Información de la Asociación Mexicana de Bibliotecarios, A.C. Socio fundador y Vicepresidente de ProIndígenas: Información y Comunicación, S.C. Tiene alrededor de 60 publicaciones y mantiene los blog Problemas del Campo de la Información (http://inforproblemas.blogspot.com) y Bibliotecas Mexicanas (http://bibliotecasmexicanas.blogspot.com).

Entrevista

¿Por qué eligió la Bibliotecología?

En realidad, no la elegí, sino que ella me ganó. Ocurre que yo siempre quise estudiar matemáticas, y en efecto empecé esa carrera. Ya como estudiante de la Escuela de Matemáticas de la Universidad de Yucatán, fui su bibliotecario por más de tres años. También trabajé como profesor, como ayuda de tareas y como aplicador de exámenes de matemáticas, pero aunque se gana muy bien es un trabajo muy ingrato. Llegué a la carrera de biblioteconomía por insistencia de un amigo muy querido. Me quedé en esta profesión porque luego de terminar los estudios me casé y debía trabajar. Fue hasta que me empecé a desarrollar como profesional de las bibliotecas cuando pude ver el potencial de esta profesión y decidí quedarme en ella, pues es tan amplio y profundo que puede provocar vértigo, ya que parece no tener límites. Borges tenía razón…

¿Cómo definiría a un bibliotecario?

Como el artífice creador de universos simbólicos de información y conocimiento, que muchas veces sirven para articular sustitutos de documentos o los propios documentos; conocedor experimentado de las estructuras, propiedades y características de esos universos simbólicos; y por ende quien puede enseñar y orientar a las personas que incursionan en ellos.

Desde el punto de vista de la formación profesional ¿Considera que la Bibliotecología aporta herramientas para desempeñarse en contextos socialmente vulnerables?

Usualmente, la formación profesional nos confiere una mirada enfocada en la identificación y el orden de diversos tipos de documentos, además de que nos deja dispuestos para administrar bibliotecas. En las últimas dos décadas, se han ensayado cambios en los planes curriculares de bibliotecología para atender lo que se ha considerado como las exigencias del mercado laboral. De esta manera, se han incluido materias sobre informática y redes, más sobre administración –planeación por objetivos, planeación estratégica, calidad, etc.-, así como tópicos sobre usuarios.
Si entendemos un ambiente socialmente vulnerable como aquél de naturaleza maleable y/o expuesto a distintos tipos de intervenciones naturales y culturales, tenemos que algunas materias de la carrera, como “Biblioteca y sociedad” o “Sociología de la bibliotecología”, “Sociología de la información”, “Psicología del servicio bibliotecario” y otras no llegan a darle cabida.
Una sociedad maleable es aquella que se encuentra carente de identidad o con una identidad estigmatizada por la discriminación. Por ejemplo, tenemos a los pobres de los arrabales citadinos con sus crisis identitarias, lo cual los deja a expensas de los estereotipos que les ofrezcan cualesquiera anuncios comerciales o los personajes del espectáculo, el deporte y el entretenimiento.
Una sociedad expuesta a intervenciones es aquella que está inerme o casi incapacitada para resistir muchos desastres naturales, epidemias, etc., o para oponer resistencia a los saqueos de su patrimonio cultural o a los abusos que se perpetran contra sus integrantes. Generalmente se le considera disminuida o minoritaria, a veces un mal necesario o una herencia del pasado. En este caso se encuentran los habitantes de varias zonas rurales, los pueblos indígenas, los chavos banda, los niños de la calle, los pobres y otros grupos.
¿Cómo debería ser una formación profesional para desempeñarse en esos ámbitos socialmente vulnerables? ¿Cuáles herramientas debería proporcionar al profesional para su desempeño? Debemos evitar el vértigo de la uniformidad conceptual y entender que la vulnerabilidad es diversa y cambiante. Luego debemos tener alguna claridad sobre por qué como profesionales tenemos que dedicarnos a trabajar con grupos sociales vulnerables. La noción de que alguien tiene que hacerlo es una chabacanería. Más bien debe movernos un íntimo deseo de justicia, una necesidad de saber que tratan al otro como quiero que me traten a mí, una esperanza de que podemos hacer las cosas mejor que los que nos antecedieron. Estas son las herramientas que necesita primero el profesional: El deseo, la necesidad y la esperanza, pues lo demás se lo aporta la carrera, y otro tanto lo aprenderá conforme lo requiera, al tiempo que avance en su trabajo con las comunidades.

¿Qué opina del rol social del bibliotecario? 

El concepto de “rol” es funcionalista, o sea, me inserta en una sociedad como parte de un engranaje que realiza una función determinada, como si se tratara de un mecanismo de relojería. No creo que las sociedades sean así, y por este motivo prefiero referirme al desempeño social del bibliotecario. Al respecto, debemos notar que los bibliotecarios tenemos una tendencia a ser conservadores, en el sentido de la defensa que hacemos de nuestros sistemas de creencias, así como de los objetos y símbolos que los conforman. Pueden sustituirse los objetos, pueden resignificarse los símbolos, pero nuestros sistemas de creencias son intocables e inalterables. La creencia en el orden es parte de este sistema, así como la creencia en la causalidad. Porque creemos que en el orden nacieron las clasificaciones bibliográficas; además, porque creemos en la causalidad estamos fuertemente atados a las citas y las bibliografías de los aparatos críticos.
Ser conservadores se ha malentendido como ser perpetuadores del statu quo. Y pienso que se ha comprendido mal por el poco desarrollo y paulatino abandono de la crítica en la profesión. Es triste notar que nuestro desempeño social parecen entenderlo muchos como hacer lo mismo que hacen todos los demás para seguir manteniendo las cosas igual, quizá porque se sienten parte de una maquinaria social que sólo nos permite repetir por hábito lo mismo todos los días de nuestras vidas. Otra modalidad de este malentendido resulta porque hay profesionales acomodados en un nicho laboral o social, a quienes parece no importarles qué ocurra fuera de su pequeño espacio, o aquello que pase más allá de su círculo de amistades. Esto ocurre sobre todo con las llamadas “vacas sagradas” de la profesión, y a los que son parte del jet set bibliotecario internacional.
Creo que el desempeño social del bibliotecario debería estar más inclinado a la curiosidad, ser más proactivo, más decidido a descubrir y enfrentar los problemas de la profesión, en lugar de ocultarlos o ignorarlos. No es preciso dejar de ser conservador para hacer esto, pues nuestros sistemas de creencias son más flexibles de lo que pensamos. Sin embargo, creo que si se precisa cierta valentía para afrontar la reacción de quienes propugnan el statu quo por así convenirles.

¿Cómo surge el proyecto Biblioteca Digital Maya?

El proyecto para construir una biblioteca digital que sirva al pueblo maya surgió como concepto en un taller de diseño realizado en Xpujil, Campeche. Se trató del Mayandesign, que lleva a cabo anualmente el Centro de Investigaciones de Diseño Industrial de la Universidad Nacional Autónoma de México. Acudí a su edición de febrero de 2009, ya que me interesaba aprender nociones de diseño que se pueden atraer a la profesión bibliotecaria. Dentro del taller de Niels Peter Flint, trabajamos Gervaise Duchaussoy y yo el diseño conceptual de una biblioteca digital, usando para ello el contacto con artesanos de la región, recorridos y visitas a casas mayas y a las zonas arqueológicas, además de revisiones de la revista Arqueología mexicana. Niels nos pidió que en el diseño incluyéramos elementos para un desarrollo sustentable. De esta manera, la noche del último día del taller, en un auditorio improvisado en medio de la selva, presentamos a nuestros compañeros y a personas del pueblo de Xpujil nuestro proyecto, mismo que causó gran impresión a todos los asistentes y nos llevó a tomar la decisión de seguir adelante con esta idea.
Un mes después, un grupo de amigos nos reunimos en un restaurante de la ciudad de México para hablar sobre la necesidad de trabajar desde la sociedad civil a favor de los pueblos indígenas de nuestro país. Todos habíamos participado de alguna forma en proyectos gubernamentales como funcionarios a cargo, pero manifestamos nuestra frustración común por las limitaciones a las que uno se ve impuesto en ese sector público. A mediados de 2009, la idea de hacer la Biblioteca Digital Maya, a la que entonces llamábamos “Aj Tsib” (“El Escribano”) comenzó a tomar forma, sobre todo cuando Gervaise Duchaussoy nos propuso venir a México como voluntaria de la agrupación que constituimos para llevar a cabo los trabajos, misma a la que llamamos “ProIndígenas: Información y Comunicación”.
Busqué presentar la propuesta para construir la biblioteca con los gobiernos, las instituciones y las organizaciones de la península de Yucatán, que es donde se aposenta la mayoría de la población maya a la que dirigiríamos nuestros esfuerzos. Los avances fueron lentos, y en febrero de 2010 convencimos al gobierno de Yucatán para que presentara junto con nosotros a concurso internacional el proyecto de la Biblioteca Digital Maya, a la que habíamos cambiado el nombre para dejarlo como está ahora: “U Kúuchil Na’at” (“La Casa del Conocimiento”).
El proyecto de construcción de la Biblioteca Digital Maya U Kúuchil Na’at ganó uno de los premios del concurso convocado por el Programa de Innovación en Bibliotecas Públicas (PLIP, por sus iniciales en inglés), al que convocó la organización eIFL.net, razón por la que a fines de mayo de 2010 acudimos a la primera reunión de los proyectos ganadores en la ciudad de Ljubljana, en Eslovenia.
Es de notar que entre los meses de marzo y junio de 2010 estuvo trabajando como voluntaria nuestra Gervaise Duchaussoy, alumna de producción de animación en la Escuela Nacional Superior de Artes Decorativas de París. Ella llevó a cabo talleres de animación digital con profesores de educación bilingüe bicultural, con niños de albergues escolares indígenas, con alumnos mayas de la Universidad de Oriente y con gente del pueblo de Felipe Carrillo Puerto, en el estado de Quintana Roo. Las 19 producciones que realizaron en esos talleres pueden verse en el prototipo de la Biblioteca Digital Maya U Kúuchil Na’at, en la dirección electrónica http://bidimaya.proindigenas.org.

¿Cree que el concepto biblioteca indígena resulta representativo para la cultura maya?

Primero debo aclarar que el concepto y el modelo que he conocido de biblioteca indígena está siendo desarrollado principalmente en países sudamericanos, pues en México no se conoce y por ende no se utiliza. La noción de biblioteca indígena, como trasplantación occidental en suelo indígena para generar desde dentro procesos de asimilación y construcción que permitan la generación de conocimiento propio, su almacenamiento, organización y difusión, es una contribución de los bibliotecarios del Sur de nuestro continente para el mundo.
A nosotros nos interesa implantar esas nociones en la construcción de la Biblioteca Digital Maya U Kúuchil Na’at, de manera que ésta pueda ser lo suficientemente flexible en su administración para dar cabida a formas de interacción y conocimiento culturalmente dirigidas y adecuadas. Siguiendo este camino, el principal reto que enfrentamos es la construcción de la legitimidad de la biblioteca, pues es condición necesaria para contar con la participación abierta del pueblo maya. Por este motivo, una parte importante de nuestras intervenciones actuales tiene que ver con la detección de los problemas tal como los concibe este pueblo, en el entendido de que la biblioteca digital debe servir para dotarlos de información que les ayude a comprender mejor esos problemas, a solucionarlos o a atenuarlos. Para el pueblo maya, hemos detectado tres tipos de problemas que afectan a las comunidades, que son los siguientes:
Ma’ tu pajtaal… (No puedo…): Este tipo de problemas abarca la falta de capacitación, la desorganización, o las barreras que impone la corrupción.
Mina’an ten… (No tengo…): Aquí entran las carencias y las necesidades, que son muchas.
Interacciones: Derivados de la situación de enajenación y encierro en que viven los mayas en sus comunidades, hay problemas de relaciones y trato entre las personas, que conflictúan y complican la comprensión de los problemas y la búsqueda de soluciones. De esta manera, se manifiestan envidias, confabulaciones, mentiras, prejuicios, malicia, fatalismo y actitudes francamente cerradas y autolimitadas para la participación.
Resulta claro que la atención de los problemas A y B tiene como condición afrontar los problemas del tipo C, sea a través de negociaciones, por alianzas o por los medios a nuestro alcance.
Nos interesa mucho seguir los pasos de nuestros colegas sudamericanos, pues creemos que tienen una comprensión amplia del potencial de la biblioteca para los pueblos indígenas. En contraparte, creo que les podemos ofrecer las indagaciones que estamos realizando sobre algunos de los componentes del modelo de biblioteca indígena, referentes a los procesos para la legitimación de esta biblioteca.

¿Cuáles lecturas lo influenciaron?

Son bastantes. Ahora recuerdo “Bibliotecas y educación”, de Beatriz Casa Tirao y “El Mapa del mundo personal”, de Julián Marías. El manual de bibliotecología de Chubarian. La colección de libros de investigación sobre bibliotecas y lectura, publicados por la Dirección General de Bibliotecas del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Asimismo, varios cuentos, novelas, poesías y ensayos me han impresionado y aportaron ideas en mi formación.

¿Qué está leyendo actualmente?

Un libro de un escritor maya: “Cuentos campesinos”, de Fabio Rufino Chalé Mex.

¿Qué cambiaría de la profesión?

Propugno desde hace algunos años por cambiar las actitudes que en la educación bibliotecaria generan lo que llamo “síndrome de la disciplina asediada”. Además, vengo proponiendo la salida de los bibliotecarios de las bibliotecas para trabajar ofreciendo sus servicios de manera privada, en consultorías, bufetes de información o en otras modalidades de servicios independientes.
Sólo para aclarar, el síndrome de la disciplina asediada resulta de las actitudes y opiniones que algunos profesores de la carrera inculcan en sus alumnos cuando se la pasan machacando todo el tiempo la desgracia de que las plazas de trabajo en bibliotecas, en los niveles altos de decisión, estén ocupadas por personas con una formación distinta a la nuestra. Es así que este contenido de la formación, que no aparece enunciado en ningún plan de estudios, obtiene réditos en la formación de los bibliotecarios, pues engendra graves problemas de comunicación de los mismos con las otras disciplinas e incluso lleva a errores numéricos, como cuando en México se dice que menos de cinco mil bibliotecarios profesionales (incluso contando muertos y pensionados) deben ocupar más de quince mil plazas en las bibliotecas. La más alta manifestación de esta tontería se da, desgraciadamente, en el Colegio Nacional de Bibliotecarios de México, aunque cabe señalar que su proceder es bastante hipócrita y a la conveniencia ocasional de los integrantes de su mesa directiva.
Sobre lo otro que cambiaría, creo que la formación profesional debe superar la etapa heroica que nos impulsa a trabajar sólo en bibliotecas, pues resulta claro que la información alrededor nuestro fluye, se acumula, toma nuevas configuraciones, vuelve a fluir y se acumula de nuevo en un proceso que no tiene fin. Por este motivo, necesitamos ampliar los conceptos acerca de la formación del bibliotecario profesional del futuro, con la finalidad de brindarle las herramientas que aseguren su desempeño y desarrollo dentro de una sociedad que ya está tomando como hábito mirar de reojo al futuro a cada instante.
Además, la velocidad de los cambios nos impulsa a replantear nuestra responsabilidad social, particularmente para asumir la parte que nos toca en la atención a los problemas sociales no resueltos y a los nuevos problemas que plantea el desarrollo de nuestras sociedades. Para poder asumir de mejor manera esas nuevas responsabilidades, es imperioso que no nos sintamos atados a una institución y que podamos gozar de más autonomía como profesionales.
Hay otras cosas que deberían cambiarse, pero creo que estas dos que he propuesto desde hace algún tiempo no deben soslayarse más.

Nota: la entrevista fue publicada en la Revista Fuentes del Congreso de Bolivia en
Rev. Fuent. Cong., Abr 2011, vol.5, no.13, p.50-54. ISSN 1997-4485