Espacio que pretende resguardar voces, experiencias y conocimientos desde el rol
social del bibliotecario. Documentación de archivos orales sobre el patrimonio cultural
intangible conservado en la memoria de los libros vivientes. Entrevistas, semblanzas,
historias de vida. Reflexiones en torno a la bibliotecología indígena y comunitaria.

viernes, 6 de mayo de 2016

Laureano Segovia, memoria escrita de los wichis


Tewok ihanej makta iwohiyela
El río tiene su vida, el sabe que va a hacer

En el país aún quedan personas que atesoran conocimientos ancestrales, tiestos de una cultura oral que representan el patrimonio de un pasado lejano, recuperado a fuerza de testimonios por quienes incursionaron en los montes, buscando verdades en la memoria de los ancianos, artesanos, caciques, músicos y chamanes. En ellos ha sido posible tender un puente hacia otras formas de conocimiento, en ocasiones han sido los últimos hablantes de una lengua en extinción, conservaron destrezas heredadas de los abuelos, o tejieron mantos con las palabras, hilando relatos alrededor de un fuego.  Se los conoce como libros vivientes, viven anónimamente en comunidades, de vez en cuando son visitados por periodistas e investigadores, comparten lo que saben y luego callan por un tiempo prolongado, llamándose a silencio.

Uno de esos libros que caminan es Laureano Segovia, escritor wichi que ha logrado recuperar, en base a testimonios de pobladores de diferentes comunidades, un patrimonio cultural compuesto de relatos, leyendas, biografías, cuentos populares, crónicas y mitos de la cultura, resguardados en 333 casetes, en donde algunos de los entrevistados –muchos de ellos ya fallecidos– habían vuelto a pronunciar sus antiguos nombres, contando historias que por alguna razón permanecían latentes, a la espera de que alguien motivara el feliz encuentro entre la memoria y la oralidad.


Nosotros los wichis
En el libro “Nosotros los wichis” (Olhamel ta ohapehan Wichi) que don Laureano Segovia presentó  hace dos años, se puede leer este relato recogido de un paisano:

Tewok tañí hap ta wichi isej, hap ta talho olhamel olhak (el río y el monte mantenían a la gente, porque de ahí nosotros sacábamos nuestros alimentos, y así era).

Se trata de uno de los más de 100 testimonios que conforman un verdadero patrimonio bibliográfico cuyo contenido podría representar la fortaleza de una eventual biblioteca indígena.

Vale la pena imaginar el contexto, un hombre de conocimiento entrando con su bicicleta en el monte profundo, recorriendo las comunidades salteñas del lote fiscal número 55, en Rivadavia Banda Norte, con su grabador de periodista.  A medida que las cintas se iban acumulando el autor consideró implementar un  método de trabajo que consistía en transcribir al wichi las desgrabaciones, contando con la ayuda del antropólogo John Palmer (Juan Palma) y traduciendo al castellano con la colaboración del escritor Carlos Alfredo Müller. Las publicaciones contaron con la colaboración de la fotógrafa Guadalupe Miles (cuyas bellas imágenes ilustran este informe). Muchos de esos relatos conforman la propia versión de la historia en donde Segovia oficia de historiador y compilador. Documentos bilingües que recuperaron el saber popular de quienes vivían aferrados a sus costumbres, algunos de ellos narrando recuerdos en torno a la Guerra del Chaco, lo cual constituye un material de consulta valiosa para historiadores y antropólogos.

Probablemente se trate de un caso único en Argentina, la de un escritor y docente indígena que ha rescatado un importante acervo cultural logrando publicar textos en ambas lenguas sobre la cultura originaria de sus ancestros, dando cuenta de una época en donde aún era posible beber el agua de los ríos.

Ifwalas ta pajche wichi iyayej tewok wet wichi iyayej pelhathi, hap that ta wichi iyayej wichi ihaniyejtha chi tinayaj talhe inhat
(antes tomábamos agua de río y agua de lluvia y con eso nomás siempre vivíamos y nunca nos enfermaba el agua).

Un taller de la memoria
Laureano Segovia proviene de Misión La Paz, (Salta, noroeste argentino). Durante años, con la ayuda de un grabador portátil, se internaba en el monte buscando historias entre las 35 comunidades wichis, que habitaban a orillas del río Pilcomayo, en el límite con Formosa, Paraguay y Bolivia, la cantidad de casetes que utilizó realmente un patrimonio de incalculable valor– le permitió contar con un material que la Secretaría de Cultura de Salta terminaría editando con publicaciones traducidas al castellano, entre ellos los libros “Otichunaj Ihayis tha oihi tewok” (memorias del Pilcomayo, 2005), “Olhamel Otichunhayaj” (Nuestra memoria, 1998), “Lhatetsel” (Nuestras raíces-nuestros antepasados, 1996) y “Och’a tilhis Ihamtes” (Raíces del Chaco Salteño). Este escritor ha trabajado desde 1986 en la Escuela Puerto La Paz como auxiliar bilingüe (wichi-castellano) traduciendo las enseñanzas del maestro titular.

Asimismo ha coordinado el Taller de la Memoria desde el año 1992, dedicándose a la grabación y posterior transcripción al lenguaje escrito de los relatos obtenidos en las diferentes comunidades del área del chaco salteño, contando con el aporte de hablantes wichi, chorote y nivaclé.  Su trabajo ha sido reconocido en la Argentina e internacionalmente, y el Taller de la Memoria ha recibido la Beca del Fondo Nacional de las Artes a través del Concurso de Becas Nacionales para Proyectos Grupales

Experiencias de esta naturaleza permiten la colección de un tipo particular de biblioteca que estará supeditada a la unión de escritores indígenas y maestros bilingües, con el objeto de trasponer narrativas orales en forma escrita, orientándose hacia el letramiento. Por tal motivo se plantea el viejo paradigma que aún resulta imperativo analizar: si una biblioteca indígena (tal como lo mencionó José Bessa Freire, bibliotecario brasileño), no tiene materiales en lenguas indígenas, estaría contribuyendo al proceso de extinción de esas lenguas.

El feliz ejemplo de Segovia justifica el sentido de esta apreciación, o como bien lo expresan en el libro:

Olhamel neche owen olhamel onayij talhe olhamel ochumet ta ihi makta olhamel olhaichufwenej
Nosotros ya tenemos un camino en el trabajo de recuperación de las historias.


Fuente:
LHA HÁMNHAYHAJ. Nuestra sabiduría

OLHAMEL TA OHAPEHEN WICHI. Nosotros, los Wichi

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