Resulta todo un paradigma la situación experimentada en el
territorio Punta Querandí, ubicado entre el Canal Villanueva y el Arroyo Garín,
Paraje Punta Canal, dentro de la Localidad Dique Luján, Partido de Tigre,
provincia de Buenos Aires, allí la concepción de territorialidad tiene absoluto
sentido si tomamos en cuenta la ubicación geográfica de esta comunidad, que
desde hace años viene reclamando su derecho al espacio comunitario, del
cual sus ancestros han formado parte.
Los descendientes de las culturas querandí, chaná y wichí, han
perdido muchas de sus tierras, así como información que tiene relación directa
con la lengua materna, las costumbres, las construcciones y ceremonias
ancestrales. El primer registro que se tiene de la necesidad de
recuperar este espacio, fue haber encontrado en el año 2004 restos de cerámica
pertenecientes a las culturas indígenas, piezas de vasijas que datan
aproximadamente de mil años de antigüedad, hallazgo que dio origen a la idea de
museo, el segundo indicio lo representó la confirmación de restos de un
cementerio indígena, ubicado dentro de un barrio privado, paralelamente tomaron
conocimiento de la existencia de un antiguo cementerio indígena destruido a
fines de los años 90, por los responsables del barrio privado Santa Catalina, a
escasos metros de distancia de los nuevos hallazgos, ante estas situaciones los
paisanos imaginaron que ese patrimonio correría idéntica suerte si la comunidad
no intervenía, desde allí, las banderas y los símbolos se enclavaron como modo
de resistencia ante los embates judiciales y las órdenes de desalojo, había
nacido Punta Querandí, pero más que eso, empezaba a gestarse el paradigma de la
lucha por el territorio que buena parte de las culturas indígenas del país
habían perdido a lo largo de la historia.
Los que resisten, trabajando la tierra y cultivando el
conocimiento, son los representantes del Consejo de Ancianos, quienes junto a
varios colaboradores, y tomando como eje la espiritualidad, han podido
reconstruir aspectos esenciales de las culturas preexistentes. No deja de ser
un proceso muy complejo, porque lo que se está reconstruyendo es un mundo que
en algún punto ha perdido su cadena de conocimiento, lo que hace Punta Querandí
es similar a lo construido por la Comunidad Lof Vicente Catruano Pincén, la
necesidad de recuperar ceremonias, costumbres y entendimientos para volver a
equilibrar la tierra, volver a equilibrar la propia comunidad, volver a
equilibrar en forma interdisciplinaria los valores de la cultura.
En esa tarea se encuentra Reinaldo Roa, perteneciente al Pueblo
Guaraní, Santiago Chara, referente de la Comunidad Cacique Ramón Chara de
Benavidez (Tigre), ambos miembros del Consejo de Ancianos de Punta Querandí,
Jesica Zalazar (de Raíces Guaraní) y Soledad ‘Jasuka’ Roa, las dos
pertenecientes al Consejo de Mujeres, asimismo prestan su ayuda Rosiene Bissoni
y Pablo Badano como responsables del Consejo de Comunicación (comunicación
personal, septiembre-octubre 2019), cada uno con un rol determinado, pero
colaborando con las tareas de fortalecimiento y preservación del territorio de
la comunidad.
Una verdadera punta de lanza de este acto de resistencia
cultural lo constituye el Museo Autónomo de Gestión Indígena, concebido como
idea en 2004 luego de encontrarse fragmentos de cerámica y vasijas en el
territorio, la inauguración del museo se realizó en mayo de 2017, dentro de su
espacio cuenta con una biblioteca sin nombre, nacida en agosto de 2018, donde
se resguarda una colección de libros específicos sobre culturas indígenas, con
eje en la descolonización cultural y el cuestionamiento al sistema actual que
oprime a los pueblos originarios y a las mayorías populares. Muchas de las
publicaciones, con foco en la antropología, permiten analizar las diferentes
luchas y reivindicaciones de los pueblos indígenas, incorporando información de
las etnias que poblaron estos contextos geográficos así como de migrantes de
otras culturas (entre ellas querandí, chaná, guaraní, diaguita, wichi, quechua,
aymara, qom).
En sus paredes de madera, con mapas, fotos, textos y dibujos, el
Museo Autónomo de Gestión Indígena invita a un recorrido desde los tiempos
anteriores a la invasión europea, las resistencias de los pueblos originarios a
la primera y segunda fundación de Buenos Aires y el pasado reciente de las
localidades cercanas, con la llegada del tren, la fábrica de formio y la
aparición del cuerpo de la militante de izquierda Ana María Martínez en 1982
durante la última dictadura cívico-militar.
Pero no se trata de un Museo estancado en el pasado, sino que
refleja y denuncia el abandono estatal y las consecuencias del modelo
capitalista de desarrollo en los humedales del río Luján, con la invasión de
barrios privados que destruyeron casi 15 mil hectáreas en las últimas dos
décadas, proceso que generó más inundaciones y diversas problemáticas sociales.
Se puede decir que el museo cumple un rol activista en defensa de un
patrimonio, en donde los restos arqueológicos, junto con los libros, habilitan
una mirada crítica del pasado y del presente, en una provincia que
simbólicamente intentó tapar con tierra los restos de una cultura ancestral.
Con el paso del tiempo, y merced al voluntariado y los anhelos
genuinos por desarrollar una construcción social de conocimiento, Punta
Querandí fue incorporando nuevos espacios identitarios, tradicionales y
educativos, como el salón comunitario, la apacheta (altar indígena que
representa los valores sagrados de las ofrendas a la Pachamama), la Maloka
(soberbia construcción, semejante a una vivienda colectiva que recupera una
tradición milenaria) y el Opy de paja brava y barro, punto de encuentro
ceremonial que invita a la reflexión y al acercamiento de lo que alguna vez se
denominó “la tierra sin mal”, también cuentan con una huerta, un vivero, el
gallinero y un horno de barro, en el año 2019 inauguraron el Monumento al
Yaguareté, emblema de las culturas que pueblan este territorio.
Tal como lo afirman sus líderes espirituales, Punta Querandí es
una comunidad indígena pluriétnica enclavada entre barrios privados, en una zona
ancestralmente habitada por querandíes, chanás y guaraníes, desde hace un
tiempo corre peligro de desalojo por un juicio iniciado por el presidente de
una desarrolladora inmobiliaria (Punta Querandí, 2019). Esa amenaza jurídica
implica la resignación de una inevitable destrucción del equilibrio ambiental
de la región, especialmente en la Cuenca del Río Luján (noreste de la provincia
de Buenos Aires), ya que debido a la construcción de countries náuticos, se
terminaron arrasando miles de hectáreas de humedales, lo que puntualmente
derivó en el incremento de las inundaciones, el desplazamiento de pobladores
históricos y la devastación de cementerios indígenas anteriores a la conquista
europea.
La biblioteca ubicada dentro del museo cumple una función de apoyo
al conocimiento registrado en diferentes soportes, las publicaciones refieren
exclusivamente a documentos relativos a las culturas indígenas del país,
historias de vida, valores, factores ligados a la identidad, a los derechos y a
la educación de otras formas de conocimiento, no cuenta hasta el momento con
documentos orales sobre la cultura, los paisanos la consideran un espacio en
crecimiento, abierto a las donaciones de materiales específicos sobre temáticas
indígenas. Es posible afirmar que en cierto modo la biblioteca cumple, junto
con el museo, una función pedagógica, ya que sus ilustraciones y textos
enmarcados en las paredes, cuentan sobre el pasado histórico y el futuro de la
comunidad, no deja de ser una toma de conciencia y a la vez un recordatorio de
lo realizado hasta el momento, en el museo coexisten instrumentos musicales
autóctonos, artefactos de caza, restos de cerámicas, fotografías y mapas, junto
con el acervo bibliográfico obtenido en donación, en la mayoría de los casos
por los propios autores.
La ubicación geográfica de Punta Querandí torna simbólico el
reclamo por las tierras, ya que se encuentran virtualmente rodeados de barrios
privados, pero izando sus símbolos más representativos, la whipala del
museo-biblioteca, el monumento al Yaguareté, la Maloka, el Opy ceremonial, la
apacheta, todos estos espacios de resistencia cultural están a la vista,
representan una toma de posición pero también un legado, que viene desde el
fondo de los tiempos, se puede decir que si bien la cadena oral de conocimiento
se ha visto interrumpida en muchas culturas indígenas, quienes forman parte de
Punta Querandí han discutido e interpelado estas tradiciones, buscando recrear
las antiguas construcciones, incorporando nuevos elementos sin perder de vista
el simbólico eje de la espiritualidad, desde allí avanzan, incluso hacia el
pasado, y lo que encuentran a cada paso los van determinando.
Bajo esta comprensión, los referentes que sostienen Punta
Querandí instalan con sus acciones iniciativas específicas, ya que no solamente
interpelan cuestiones ligadas al derecho territorial, sino que habilitan el
entendimiento, la comunicación y el debate que permiten sostener una identidad,
recuperando los antiguos valores ancestrales, en esas acciones hay elementos
que la biblioteca aún debe descubrir, pero está orgánicamente incorporada en el
paradigma de la resistencia, su concepto es una apropiación de la cultura
escrita, reservorio de lo realizado por autores ajenos a la comunidad, sin
embargo sus libros vivientes representan la mayor fortaleza, y las historias
que vienen contando desde hace unos 15 años, junto con las tareas agrícolas y
educativas, esperan ser guardadas y clasificadas en este espacio. Por tal
motivo se considera que la Biblioteca ubicada dentro del Museo Autónomo de
Gestión Indígena, posee todos los elementos para representar la identidad de la
comunidad Punta Querandí, posibilidad que va más allá del simple acto de poner
libros en los estantes.
Muchas gracias a Pablo Badano por la información brindada.
Nota: El texto forma parte del documento “Bibliotecas
indígenas de Argentina: paradigmas, resistencias y discontinuidades”, a ser
publicado en el XXXIII
Coloquio Internacional de Bibliotecarios, bajo la consigna “Servicios de
Información para Grupos Vulnerables”, llevado a cabo desde el 2 al 4 de
diciembre de 2019 en Guadalajara, México.