Espacio que pretende resguardar voces, experiencias y conocimientos desde el rol
social del bibliotecario. Documentación de archivos orales sobre el patrimonio cultural
intangible conservado en la memoria de los libros vivientes. Entrevistas, semblanzas,
historias de vida. Reflexiones en torno a la bibliotecología indígena y comunitaria.
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lunes, 7 de octubre de 2024

Por el Taller Leñateros


Es conocida la historia del Taller Leñateros (el nombre se desprende de quienes recogen leña sin talar el bosque), un ya legendario colectivo editorial operado por artistas mayas contemporáneos en Chiapas, México, que fuera fundado en 1975 por la poeta estadounidense Ámbar Past, la misma que simbólicamente plantó un árbol de aguacate a 2.200 metros de altura, creciendo contra toda lógica desde hace casi 50 años, en el exacto lugar donde un grupo de mujeres y hombres mayas decidieron difundir literatura con libros en lengua tzotzil, tzeltal, cachiquel o zapoteco. Desde entonces, el Taller ha publicado los primeros libros escritos, ilustrados, impresos y encuadernados (con papel de su propia manufactura) por el pueblo maya en más de 400 años, con aportes de escritores y pintores indígenas, muchas de esas publicaciones presentadas en Alemania, Francia, Inglaterra, Japón y Estados Unidos, y reconocidas por numerosos referentes de la cultura a nivel latinoamericano. 

El motivo de este texto es propio de estos tiempos críticos que como sociedad estamos atravesando, ya que los artesanos del Taller Leñateros se encuentran denunciando una situación de despojo en San Cristóbal, y un pedido concreto de intervención al gobierno para poder conservar su histórica sede. Para este colectivo, la idea original de poder desarrollar la sustentabilidad de la propuesta requería contar con un espacio propio, con lo cual, en el año 1976, tomaron la decisión grupal de rentar una vivienda que es donde actualmente funciona el Taller Leñateros, dentro del barrio de Guadalupe en San Cristóbal de las Casas, para de esta manera realizar serigrafías, grabados, cuadernos y todo tipo de artefactos con diversas técnicas ancestrales de reciclado. Es un hecho público que el taller sobrevive de las ventas de sus materiales artesanales, en donde a consecuencia de la pandemia de 2020, tuvieron dificultades para poder participar de ferias y eventos, y por esta circunstancia sufrieron la partida de muchos integrantes y colaboradores, por no contar con suficientes ingresos para cubrir los salarios.

Pero el principal problema es el que recientemente ha testimoniado su actual Director, Javier Silverio Castillo, ya que recibieron un pedido de desalojo luego de haber pagado la vivienda con recibos de parte del anterior propietario. Según se registró, esos recibos no contaron con la garantía de una escritura pública, situación que se complicó en el año 2016 con el fallecimiento del ex propietario, quien no dejó un testamento. Esa casa adquirida por los artesanos, fue abonada con dichos recibos firmados por el entonces propietario hasta el año 1982, cumpliéndose el total del costo pautado. Sin embargo, en el año 2017 unas personas los demandaron exigiendo desalojo por parte de los nietos del ex propietario, si bien los jueces de primera y segunda instancia les dieron la razón a los leñateros, la contraparte logró desde un juez federal emitir una sentencia que tomó en cuenta los derechos de los familiares del ex propietario, exigiendo incluso pagar las rentas que según los demandantes el Taller adeuda, cuando no hubo rentas que pagar en ese contrato verbal que de algún modo habían establecido, con recibos de pago sin aparente valor legal.

Por lo tanto, se trata de un llamado a la solidaridad para impedir que el Taller Leñateros se quede sin su tradicional editorial, desde donde han producido infinidad de publicaciones sobre la cultura ancestral. Sin espacio no hay modo de utilizar las herramientas que han acumulado al paso del tiempo. Esta noticia llega en un momento en que las editoriales cartoneras continúan transitando su camino en el complejo universo de las ediciones independientes, ejemplos de resiliencia en muchos casos, y de oportunidades a diversos colectivos culturales, que tuvieron en las editoriales cartoneras un modo de dar a conocer otras formas de conocimiento, tanto cultural como artístico.

Es alentador cuando vemos que, desde hace pocos meses, un nuevo país ha sumado otra experiencia cartonera, en este caso en Honduras, llegando a 29 la cantidad de países que llevaron adelante un proyecto de editorial cartonera con múltiples derivaciones. Desde hace unos años, el movimiento de dichas experiencias literarias se va registrando en este blog bajo el esquema de un Directorio de Editoriales Cartoneras, y también en la página Web de Olga Cartonera https://olgacartonera.cl/editoriales-amigas/ actualmente llega a 380 editoriales. El Taller Leñateros es probablemente -junto a Eloísa Cartonera, Sarita Cartonera, Animita Cartonera o Dulcinéia Catadora- una de las editoriales más emblemáticas del continente americano, de las precursoras que abrieron andares. Por ende, es necesario que puedan seguir adelante con su trabajo, porque es eso lo que hicieron en estos últimos 48 años, trabajar a conciencia aspectos genuinos de su propia cultura. 


Se comparte red social para visibilizar la noticia:

Taller Leñateros - Instagram:

https://www.instagram.com/p/Ctadsv1ugop/?igsh=ZjFkYzMzMDQzZg==

Taller Leñateros – Página Web:

https://tallerlenateros.com/

Taller Leñateros – Facebook:

https://www.facebook.com/TallerLenaterosChiapas/?locale=es_LA

Nota: la imagen corresponde al siguiente sitio:

https://elpais.com/mexico/2022-08-09/taller-lenateros-historia-de-una-imprenta-maya-y-del-arbol-que-crecio-donde-nadie-esperaba.html

Versión para El Orejiverde

https://www.elorejiverde.com/toda-la-tierra-es-una-sola-alma/6929-por-el-taller-lenateros

miércoles, 17 de marzo de 2021

Historia, memoria y olvido del pueblo Rrom, algunas reflexiones desde la bibliotecología comunitaria

Recientemente, por intermedio de Juan Carlos Gamboa Martínez, se publicó en El Orejiverde una nota de Yoska Bimbay, referente del Proceso Organizativo del Pueblo Rrom (Gitano) de Colombia, PRORROM, sobre historia y memoria del pueblo Rrom, de cómo incide en un pueblo de tradición oral la construcción de sentido por parte de culturas hegemónicas, el impacto que supone en el cultivo de la verdad histórica, cuando los testimonios de las mayorías tergiversan aspectos esenciales de una cultura que se pretende invisible.

La sola cita del texto de Deleuze-Guattari, representa un complejo ejemplo del daño social al que permanentemente se encuentra asociado el pueblo romani, vale replicar la frase:

Se escribe Historia, pero siempre ha sido escrita desde el punto de vista de los sedentarios y en nombre de un aparato de Estado. Jamás la Historia ha incluido el nomadismo”,

Gilles Deleuze & Félix Guattari (1972), Mil mesetas.

Esas palabras dejan al descubierto parte de la coyuntura que, en forma sistemática, ha dejado a las familias gitanas al margen de cualquier forma de testimonio escrito, podría agregar en este contexto a las comunidades ágrafas sedentarias, tanto indígenas como campesinas, en algún punto están en la misma línea: sus verdades fueron interpretadas desde afuera, lo que la sociedad termina aceptando es un relato ajeno sin ningún tipo de compromiso humanista, es curioso admitir esa clasificación y ese cúmulo de etiquetas que los pueblos nómades reciben sin siquiera poder discutir sus propias verdades, estamos hablando de lo que supuestamente es información enciclopédica, abruma pensar que buena parte de lo que leemos es pura tergiversación y decorado conceptual.

Es un poco el paradigma de quienes quedan intelectualmente afuera de los cambios tecnológicos, limitados en el acceso y sin posibilidad de insertar sus entendimientos en el amplio universo virtual.

Las ideas que compartió Bimbay fueron presentadas en el marco del evento “Tejer memorias en tiempos de crisis democrática: Encuentro de experiencias”, correspondiente al eje “Historizar la memoria en Colombia”, realizado el 4 y 5 de diciembre de 2020 por convocatoria de la Universidad Pedagógica Nacional, la Universidad del Rosario y el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación.

Abordó el tema en 5 esquemas (introducción contextual – Ausencia historiográfica – Fases de la historia Rrom en Colombia – Connotaciones sobre la agrafía del pueblo gitano y reflexiones sobre Historia, memoria y olvido). Por cuestión de espacio, compartiré algunas ideas en relación a los dos últimos puntos.

El autor plantea la disyuntiva de un pueblo ágrafo que no ha podido contar su propia historia, las razones recaen en 4 conflictos:

-          Dadas las incesantes persecuciones de que eran víctimas los Rrom en España y en toda Europa, se hicieron ingentes esfuerzos por desaparecer hasta su mismo etnónimo. Son varias las referencias en España que evidencian que la corona, en su afán integracionista y asimilacionista, prohibió expresamente la utilización del nombre “gitanos”.

-          Parte del alcance de estas acciones explican la dura alternativa que tuvieron que considerar estos pueblos para tener que refugiarse en la invisibilidad.

-          La agrafía del pueblo Rrom es causa y efecto de la ausencia de registros históricos de sus comunidades, a pesar de las intervenciones que sus kumpeniyi (conjunto de grupos familiares configurados patrilinealmente, coexistiendo de manera conjunta en forma comunitaria) interpelaron a la sociedad mayoritaria, negando la noción de pueblo mudo o pasivo que las sociedades dominantes pretendieron instalar.

-          Tal como lo expresó el referente Rrom “una concepción del tiempo que se aparta de la linealidad y secuencialidad pasado-presente-futuro, para valorar la significación histórica del aquí y del ahora que se levanta como un palimpsesto de temporalidades diversas acumuladas durante un milenio de constante fluir por los resquicios y márgenes de las sociedades sedentarias”. 

El último ítem, sobre historia, memoria y olvido, deja en evidencia el alcance de la invisibilidad histórica de estas comunidades, donde los estereotipos tuvieron parte importante en la descripción narrativa, reducida en muchos casos a las costumbres, prácticas e incluso leyendas que no representan otra cosa que interpretaciones elaboradas con binoculares desde una distancia poco constructiva para destinar contenidos informativos al lector. Parecería que nunca hubo un pasado con el pueblo gitano, un poco la imagen del nómade que debe caminar con una carga liviana, que incluye su memoria, para evitar el abordaje líneal, secuencial y cíclico de su rumbo histórico. Todo es presente, pero despojado de un “detrás” que evita de algún modo agregar el sufrimiento de no poder incluir una página en esa inmensa biografía colectiva, que algunos autores aportaron con el tejido de narrativas sin nombres propios ni citas de fuentes orales.

Hay que remarcar lo que expresa Bimbay en cuanto al entendimiento de “la concepción particular que sobre el tiempo tienen los gitanos, determinada en buena medida por la confluencia de dos dinámicas diferentes. En primer lugar, por su atávico nomadismo, el cual configura ante todo una visión del mundo en la que el movimiento, la circulación y el fluir constantes son fundamentales y, en segundo lugar, por la enorme significación que adquiere el presente, en la medida en que es lo único real, tangible y sobre lo cual se incide de manera más directa. En este contexto el tiempo es maleable y le puede dar contenidos variados”.

Si tuviéramos que hacer un ejercicio imaginario, en este caso describir aspectos esenciales de una cultura en permanente movimiento, cabría pensar como algo lógico un reporte de notas enlazadas a lo largo de un camino, advertir la variación de las notas a medida que se avanza hacia un destino, lo curioso es que difícilmente buena parte de los historiadores que escribieron sobre los Rrom, hayan tomado por práctica la tarea propia de un corresponsal que cubre por varios días un determinado evento, es muy difícil desde un escritorio y contando con bibliografía sobre el tema, poder elaborar un texto que represente genuinamente los componentes estructuralmente episódicos de una cultura en constante desplazamiento, como ha ocurrido con los patrigrupos familiares Rrom.

Podemos discurrir sobre lo que implica asociar, desde el desconocimiento, prejuicio y preconcepto, aspectos de una cultura nómade que en muchos casos son sedimentados en fragmentos que intentan representar las vivencias, historias y conocimientos de algunas generaciones atravesadas por las hilaturas propias de tradiciones orales.

Acaso un tema que genera una grieta en dicho entendimiento, lo constituye “el profundo temor a las consecuencias negativas que pueda ocasionar la intervención, en el aquí y en el ahora, de los muléo (espíritus de sus muertos), que marca determinantemente la forma como los Rrom rememoran episodios de victimización, especialmente aquellos que comportaron víctimas fatales, razón por la cual rehúyen el referirse a los asuntos relacionados con sus familiares fallecidos”. El olvido de sus muertos es algo que forma parte de la identidad cultural de este pueblo, en algunos casos es contemplado como una forma de reestablecer una noción de equilibrio, evitando que figuras externas transgredan esos valores que regulan y norman las relaciones sociales y culturales.

Si pudiéramos ampliar el plano, a fin de entender el porqué del silencio en torno al holocausto gitano durante el nazismo, donde hubo entre otras cosas una clara persecución del nomadismo en nombre de una política de Estado, sería posible encontrar un eslabón del miedo inserto en la memoria histórica de estos pueblos, contextualizar ese temor, que viene desde el fondo de los tiempos, es una tarea no resuelta por numerosos investigadores que acercaron teorías en escenarios tan dolientes.

En muchos abordajes realizados sobre la cultura, pareciera que no importara el concepto de verdad, lo que algunos historiadores hacen es explicar lo que apenas comprenden, se investiga a los gitanos desde afuera de la cultura, es un poco lo que ocurre con los informantes en comunidades indígenas, la finalidad no es entender lo que el paisano sabe sino más bien interpretar para la sociedad occidental lo que “comprende” de dicho entendimiento, una posición absolutamente arbitraria, que desconoce la igualdad de derecho, y que deja en evidencia una escala descriptiva y/o valorativa de pueblos y “pueblos” a nivel mundial, sin ningún tipo de autoridad moral, social o política.

De algún modo, aplican un dispositivo que describe, mediante olvidos selectivos, un entendimiento cultural merecedor de ser clasificado y aprobado desde una mirada “universal”, hay que desmalezar mucho para encontrar verdades asociadas con conocimientos, como para tener una idea de lo que significa escribir la historia, buscando en el mismo acto resolver los conflictos y controversias de estos pueblos.

Es como lo resume Yoska Bimbay al final de su exposición:

“Ciertamente el panorama no podría ser más desolador; nos encontramos así ante un protagonista colectivo que no quiere hacer más pesada su memoria con recuerdos dolorosos, que no le gusta acordarse y menos hablar acerca de sus muertos y que siente que los gadyé (personas no gitanas) siempre escarban sobre sus vidas con propósitos inconfesables”.

Noticia consultada:

El Orejiverde. Historia y memoria: algunas notas sobre los impactos del conflicto armado en el pueblo Rrom. Disponible en:

http://www.elorejiverde.com/el-don-de-la-palabra/5952-historia-y-memoria-algunas-notas-sobre-los-impactos-del-conflicto-armado-en-el-pueblo-rrom

Nota:

Las imágenes de este documento fueron gentilmente compartidas por Juan Carlos Gamboa Martínez, referente del Proceso Organizativo del Pueblo Rrom.

domingo, 30 de agosto de 2020

Nota sobre un poeta oralitor



En 2017, compartí con varios escritores, el 5° Encuentro Internacional de EditorialesCartoneras, uno de ellos fue el poeta Alan Paillan Manquepillán, escritor, músico, artista visual y oralitor, quien compartió una serie de reflexiones sobre un libro que había publicado poco tiempo antes del evento, uno de sus poemas expresa el vínculo que lo une a la cultura de origen:

Ahorita
Que las flores brotan
Hermosamente ingenuas
En el jardín de mi Ñuke.
Me dispongo a contemplar
El vaivén de las macetas
Colgadas del limonero.
Es verano,
Pero desde hace algunos días
Una fría brisa de la costa
Me trae rumores de invierno;
Cuando la lluvia y el frío
Se sientan a cebar unos mates
Con el anciano que recuerda
Su niñez de huerta y ciruelos:
Refrescada de estero y faldeos nocturnos
Revelando constelaciones
O el fugaz misterio de nuestro destino.

(Del poema “Choyün”)

Pero algo que me había llamado la atención de la escritura de Alan Paillan Manquepillán, había sido la publicación de su tercer libro de poesía, titulado “Feo, flojo, borracho, lacho, potencial terrorista…” (edición de autor, 2016), un conjunto de poemas que de algún modo entrecruzan la literatura con la cultura, en donde se advierte un tono apacible en las imágenes pero también una queja amarga, que deja al desnudo las imposiciones sociales y políticas de la sociedad occidental en relación al mundo mapuche, como así también una firme postura crítica en torno a quienes van perdiendo los rasgos de la cultura, acaso el siguiente poema, Causalidades, da cuenta de dicha disyuntiva:

¡Enyugue los bueyes peñi!, le dijeron.
Y justo recibió una llamada para un congreso de Mapunchelogía
En la prestigiosa Universidad de Ciencias de las Ciencias Inexactas
De Talca, París y Londres.
Disculpe peñi, dijo.
Y se fue perdiendo en la pampa…, celular en mano.

Esta situación me hizo acordar el tono crítico de investigadores como Franco Limber, de Bolivia, quien trabajó sobre el concepto de representatividad de la whipala, y lo que implicaba su utilización en las comunidades andinas, un texto que interpeló la noción de identidad en relación a los diferentes planos de entendimiento de la cultura aymará. Otro vínculo, salvando las distancias, lo encuentro en la obra del escritor paceño Víctor Hugo Vizcarra, considerado por la crítica literaria como un "Bukowski boliviano" que, mediante cuentos, crónicas, relatos y memorias, estableció una cartografía marginal del submundo andino, a estas alturas ya considerado un clásico de la narrativa boliviana contemporánea. En esos textos, más allá del estilo narrativo, se recuperan entendimientos mediante un conjunto de voces quechuas, aymaras, campesinas, donde lo que se expresa es absolutamente representativo de su entorno, propio de manifestaciones desperdigadas a lo largo del altiplano sudamericano.

Manquepillán va hacia otro lugar, pero manteniendo ese mismo entendimiento de lo que menciona en sus poemas, en su momento, a través del Orejiverde, pude entrevistarlo para conocer su obra y sus reflexiones en torno a la realidad del pueblo mapuche, comparto sus respuestas:

-¿Alan, que significa ser poeta en el universo mapuche?

La experiencia poética está muy emparentada con un develar, abstraerse de las capas que sugieren un "hecho común y corriente" para de esa forma alcanzar otras comprensiones del mismo hecho, comprensiones que no saltan a simple vista y que dejan al descubierto, muchas veces, la esencia de aquello que se vivencia u observa, su magnitud, o por lo menos, la forma en que resuena en nuestro interior, de esta manera, el respeto hacia la palabra, hacia aquello que se nombra se vuelve un hecho inherente. En el pueblo mapuche este principio es un pilar fundamental de nuestro devenir.

- En la portada de tu último libro además de escritor te consideras músico, artista visual y oralitor ¿que nos podés decir de este último concepto? ¿Necesariamente se reduce a las culturas originarias?

Considero que la oralitura es patrimonio o un constructo de todo aquel pueblo que ve en las bases su fundamento, por tanto, el oralitor no se aleja ni construye a partir de abstracciones, si no que está atento a la memoria, la cotidianidad, a los sueños de su gente... y tiene la función de transmitirlo más que por obligación, por real vocación y destino.

- En tus poemas se advierten reminiscencias de la cultura oral ¿como ha sido el proceso de creación?

En el proceso escritural me interesa dialogar, construir a partir de historias, saberes... que he ido oyendo, aprendiendo en mi derrotero. Considero importante este ejercicio, pues, de esta manera, puedo contribuir a la difusión y perdurabilidad de parte de la memoria de mi gente, para esta y las futuras generaciones, que, con sano interés, precisen saber de lo nuestro. Este tránsito: comunidad-conversación-conocimiento-escritura, es a lo que me refiero cuando hablo de oralitura. Como te decía anteriormente, difícilmente escribo o canto a partir de abstracciones. Quizás, si se quiere hablar de abstracción, ella está más ligada a lo intangible que antecede al texto, me refiero al ritmo, el pulso..., en definitiva, a mi particular forma de percibir y hacer extensivo el canto.

- Existen posturas entre ancianos mapuche donde relacionan a la identidad con la práctica de antiguas ceremonias, la lengua materna y las expresiones artísticas, algunos incluso han sostenido que el día que no haya más Nguillatún no habrá más mapuche ¿Compartís este entendimiento de la cultura?

Claramente el mapuche se vincula con su raíz, su esencia, a partir de mantener vigentes sus dinámicas culturales, las cuales están en estrecha relación con el y los territorios. Por tanto, si se pierden, se dañan, se distorsionan... repercute de igual forma en la gente.

- Estuviste presente en el 5° Encuentro Internacional de Editoriales Cartoneras ¿Que sensaciones te deparó el evento?

La verdad medio que llegué por curiosidad a dicho evento, me parece que el movimiento de editoriales cartoneras es una buena opción a la hora de nutrir la comunidad, en tanto que al ser una alternativa de publicación a muy bajo costo y artesanal, se puede replicar en cualquier parte, para de esta forma hacer extensivo todo aquello que queremos difundir entre los nuestros, sin censuras de consejos editoriales con intereses ajenos a nuestras necesidades o intereses. Ahora bien, un desafío es de qué manera se logran posicionar estas publicaciones en la población, como se le da valor al objeto, de manera que haya un interés en tenerlo, conservarlo, promoverlo... para que no suceda que, al cabo de muy poco tiempo, este objeto termine en un tacho de basura u olvidado en algún rincón.

Cada tanto encontramos en algún estante, literatura que refleja un contexto cultural determinado, el rumbo del autor representa ese cruce de caminos, es de algún modo lo que ocurre con aquellos chamanes que hacen una maloca en medio de la selva, cuidando que la construcción no deteriore el paisaje, el poeta mapuche busca con su poesía tener presente esos valores, razón por la cual es posible imaginar el cuidado ante la elección de las palabras que formarán parte de los versos.

El autor ha publicado los siguientes libros: “Kutral: instala/zión fotopoética en bábilon warria” (2008) y “Allkütuwayiñ: oír nuestras voces, oír la memoria del silencio” (2010).

Fuente:

El Orejiverde

Sobre la apropiación acrítica de la Whipala

Sobre el 5° Encuentro de Editoriales Cartoneras, Santiago de Chile

La última curda

Las casas de las palabras de las comunidades amazónicas

lunes, 30 de diciembre de 2019

Nuestros paisanos los indios, en una Biblioteca de Guadalajara



Haber compartido recientemente el 33º aniversario del Coloquio Internacional de Bibliotecarios, dentro de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), significó algo más que plantear reflexiones en torno a los servicios de información para grupos vulnerables. En la mochila llevaba algo que para El Orejiverde representaba muchas cosas, se trataba de una edición de Nuestros paisanos los indios, de Carlos Martínez Sarasola, junto con uno de sus últimos libros, La Argentina de los caciques, o el país que no fue.

El libro de Carlos fue donado a la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco “Juan José Arreola”, que forma parte del proyecto del Centro Cultural Universitario (CCU) de la Universidad de Guadalajara, un ejemplar que ya se encuentra en el catálogo, permitiendo a sus lectores entender cómo es que ha sido, desde la Revolución de Mayo en adelante –donde los indígenas estuvieron momentáneamente integrados a una noción de país que no sobrevivió el tiempo de vida de sus principales líderes– que los argentinos no supimos integrar otras formas de conocimiento dentro del contexto político, social, cultural y educativo que por entonces se estaba forjando. Por el contrario, tal como lo afirmó Carlos, como ciudadanos fuimos enseñados en la negación de los pueblos indígenas, negación que aún hoy, en diferentes estratos sociales, ha generado importantes expresiones de discriminación, segregación y racismo.

Entender esa automutilación social, es comprender en parte lo que somos como país, la lenta conformación de variadas matrices culturales que plantearon el interrogante del ser argentino, en donde la ocupación, por parte del Estado, de los denominados territorios libres indígenas, significaron no solamente un despojo arbitrario sino esencialmente la destrucción de una forma de vida, cuyo eje siempre fue la espiritualidad, deuda social que aún sigue pendiente, y que la obra de Carlos Martínez Sarasola continúa interpelando.

Dejar ese libro en aquellos estantes es una forma de tributar la memoria de nuestro querido Director, y es también, a nuestro modo, una forma de completar el entendimiento cultural de la Historia Argentina.

Se trata de una verdad que tiene que ver con nuestra identidad, bienvenida sea esa posibilidad en el concurrido espacio de una biblioteca. 

Nota: la imagen corresponde al sitio Web del autor: 



jueves, 12 de diciembre de 2019

Testimonio de una vocación



El 11 de mayo de 2005 conocí a Carlos Martínez Sarasola en la Feria del Libro de Buenos Aires, el pretexto fue la presentación de una colección sobre Pueblos Originarios, por ese entonces recién me había recibido de bibliotecario, tenía publicado un estado de la cuestión sobre servicios bibliotecarios a las comunidades indígenas, razón por la cual decidí presentarme ante quien consideraba una palabra autorizada en el mundo de las culturas originarias, un hombre-puente, un conocedor de los patrimonios ancestrales. Cuando me acerqué al stand Carlos estaba firmando ejemplares, le conté que estaba investigando sobre bibliotecas indígenas, el tema le había sorprendido, desconocía la bibliografía en torno a esos trabajos, y quedamos en vernos en la hoy extinta Fundación desde América, el mismo espacio físico donde posteriormente funcionó el Orejiverde, Diario de los Pueblos Indígenas, para conversar sobre los eventuales alcances de aquella investigación bibliotecológica.

Siempre manifesté que el único círculo profesional que integré en mi vida fue el del Orejiverde, y el motivo de ese sentido de pertenencia era Carlos, su sola presencia habilitaba distintos puentes de entendimientos interdisciplinarios, creía mucho en ese plano de relaciones en donde todo tenía algún tipo de vínculo, bajo esa comprensión los saberes se entrelazaban y se enriquecían, avanzando hacia la completitud de los conceptos, desbrozando ideas, interpelando teorías, respetando la diversidad de los aportes.

Nunca olvidaré, en este esfuerzo por traer a la memoria lo vivenciado en tantos años, cuando en junio de 2017 compartimos un viaje hasta el pueblo mapuche de Los Toldos, en ocasión de la celebración, por primera vez en la historia, del izamiento de la wenufoye mapuche en una plaza pública, fuimos en mi auto, yo manejaba y Carlos cebaba mate, cinco horas de viaje y unas seis de regreso, recuerdo que había quedado azorado, mientras manejaba, al escucharle su experiencia con los Beatles, resultó ser que Carlos tocaba la guitarra en un dúo folk, junto a su amigo Eugenio Carutti, lo cierto es que ambos enviaron una cinta a la mismísima Apple Records, el sello donde los 4 de Liverpool grabaron sus discos más emblemáticos, y la respuesta que recibieron de Londres los había dejado perplejos, el ingeniero de sonido los invitaba a participar de una grabación, que fue escuchada entre otros por Lennon, McCartney y George Harrison, quienes compartieron un té con Carlos mientras escuchaban la cinta, Carlos recuerda que no estuvo Ringo Starr ese día, pero sí estaba Yoko Ono, el ingeniero de grabación les pidió un tiempo para ver la posibilidad de una producción, en ese lapso Carlos y Eugenio aprovecharon para recorrer París bajo el reciente mayo francés, y luego Italia, donde Carlos descubrió un libro sobre el Machu Pichu que le terminaría cambiando la vida, ya que lo llevaría al poco tiempo de regreso al país para estudiar Antropología en la UBA.

Carlos lo recuerda de este modo: La música me llevó a tener una banda de rocanrol y a creer en el sueño de cambiar el mundo. El hippismo, la beatlemanía y el “hagan el amor y no la guerra” inundaban el planeta y un día, junto a mi gran amigo y socio de aventuras, Eugenio Carutti, nos embarcamos con dos guitarras y bolsos a llevarle nuestras canciones a los Beatles. Era el invierno de 1969. Disfruté mucho vivir ese tiempo en Londres, pletórico de libertades individuales, de hippies con enormes melenas (en Ramos Mejía la policía de Onganía nos perseguía con tijeras para cortarnos el pelo), de pies descalzos, minifaldas mínimas, conciertos de rock, de un gran multiculturalismo puesto en acción. Luego fue París, donde observé lo que quedaba del Mayo Francés, en grafittis que convocaban a lo imposible. Y finalmente Roma. Una noche en que revolvía los estantes de la gran biblioteca –una más- elegí un libro que “devoré” en un par de días y que marcó mi vida. Era “Machu Picchu, la ciudad perdida de los incas” de Hiram Bingham.

En los Toldos percibí la dimensión de su persona, allí en medio de la nada, luego del acto había paisanos que se juntaron para pedirle una dedicatoria, una foto, una conversación, no hacía falta eso para darme cuenta lo que Carlos representaba para la Antropología Argentina, pero daba una idea del impacto que su trayectoria generaba entre los concurrentes, un recorrido imposible de igualar. Recuerdo la caída de la tarde, cuando culminó la rogativa del Nguillatún y nos quedaba aún atravesar la ruta, mientras el crepúsculo parecía tejer un manto en tonos pasteles, con mínimos nubarrones dorados, Carlos relataba historias en donde los temas antropológicos, artísticos, culturales, e incluso bibliotecarios, se enlazaban generando nuevas ideas, nuevos cruces de camino, nuevos entendimientos, daba la sensación que algo nuevo siempre estaba por comenzar.

Cada reunión del Orejiverde era un círculo en el que Carlos parecía estar naturalmente en el centro, y no fue casual que esa simbólica esfera tuviera por escenario su querida biblioteca, esa que ahora ocupa los estantes de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, Carlos llegó a decir que si por un accidente esos libros se hubiesen quemado en un incendio su vida ya no tendría sentido, aquel espacio contó con ediciones únicas de temáticas antropológicas, etnográficas, históricas, literarias y artísticas, tanto musicales como pictóricas, muchos de esos libros los adquirió en sus innumerables viajes, otros los recibió en donación por parte de reconocidos referentes de las culturas originarias, documentos de gran valor que de aquí en más los lectores de la Biblioteca Nacional tendrán la oportunidad de consultar.

Hay un detalle que pocos conocen de Carlos, y era algo que lo emparentaba con los bibliotecarios, su biblioteca personal estaba catalogada en un archivo Word con criterios propios de clasificación, los libros estaban ordenados por temas, muchos de ellos ligados a sus intereses académicos, pero además el inventario añadía la cantidad total de registros según lo que Carlos denominaba “bloques temáticos”, detallando cuántos volúmenes, fascículos, suplementos, revistas, separatas, folletos, textos inéditos, cuadernillos informativos y videos tenía en relación a cada tema, recuerdo dos curiosidades: una gran colección sobre ovnis y programas con conciertos de Rock, además de tener registrado guías de actividades, catálogos editoriales, fichas y programación de cada Feria del Libro.

Los archivos incluían detalladas bibliografías según los temas más investigados por Carlos: Indigenismo/indianismo, Cuestión indígena en América, Pueblos indígenas de Argentina, Sudamérica y Norteamérica, Animales/Biodiversidad, Ufología, Chamanismo (muchos trabajos compartidos en colaboración con Ana María Llamazares), Derechos, Tierras y territorios, las referencias bibliográficas adoptaron normas APA (datos de apellido y nombre del autor, año de publicación, título, país de publicación y editorial).

En el catálogo, como prueba de la exhaustividad con que Carlos clasificaba su colección, aparecen listadas todas las temáticas que formaron parte de sus inquietudes personales, desde sus propios textos no publicados hasta materiales sobre pueblos indígenas de Argentina, colecciones varias de comics, cosmovisión indígena, teoría antropológica, arte originario, historia argentina y latinoamericana, documentos de la Fundación desde América, filosofía, historia de las religiones, diccionarios, enciclopedias, folklore, religiosidad popular, medicina, poesía, ciencia ficción, fotografía, conquista y colonización de América, etnografía, etnología, cosmología, guerra de fronteras y “Conquista del Desierto”, arqueología, prehistoria, culturas africanas, afrodescendientes, museos y Guías turísticas, música universal, etnomusicología, gauchos, expedicionarios, viajeros y sobrevivientes, educación, interculturalidad, “San Lorenzo querido” (lo que deja al desnudo una faceta no tan conocida de Carlos, como hincha fanático del club de Boedo), San Martín, Ejército de los Andes, etnoliteratura, genocidio, cine indígena, en definitiva todo lo que estuviera ligado con el mundo de los paisanos que tanto comprendió y que tanto quiso.
Muchos de esos libros llevan marcas de lecturas y notas que hacen más valiosa la colección, resulta imposible dimensionar el valor de esas escrituras, consecuencia de su paso por la docencia y la investigación.

La biblioteca personal Carlos Martínez Sarasola inició la catalogación en julio de 2014 y finalizó en junio de 2015, más de cuatro años después, por intermedio de su hijo Lucas, el destino quiso que toda esa obra, de la cual el gran antropólogo fue un ferviente lector, esté a disposición de nuevos investigadores.

Desde su partida, en mayo de 2018, medité mucho sobre los ciclos que se interrumpen, e invariablemente sobre la necesidad de continuar con los andares, en algún punto, estos libros que Carlos deja, representan simbólicas ofrendas, similares a las apachetas andinas cubiertas de piedras al costado de los caminos, es un testimonio de su paso por la vocación, y a la vez, la posibilidad que otros estudiantes sigan construyendo eventuales teorías en nuevos contextos, seguramente a Carlos le hubiera gustado que así sea.

Dedico estas palabras a quienes acompañaron a este gran amigo en sus numerosas aventuras, Ana María Llamazares, Lorena Ottolina, Fernanda Sakihara, Maria Andrea Franzoni, Daniel Pincén, Eduardo Javier Pincén, Héctor Martín Pincén, Carlos Santos Sáez, Amalia Noemi Vargas y tantos colaboradores y paisanos imposibles de nombrar.

Un especial agradecimiento a Lucas Martínez Sarasola por confiar en las buenas intenciones de proponer a la BNMM como recinto del legado profesional y académico de su querido y admirado padre.

A la memoria de Carlos y de Luis Eduardo Pincen.


Versión para El Orejiverde

Cuaderno de la BN

sábado, 23 de noviembre de 2019

La Biblioteca Especializada del CIFMA (Centro de Investigación y Formación para la Modalidad Aborigen – Chaco)



Este caso es paradigmático, de las primeras experiencias existentes de bibliotecas consideradas indígenas por los bibliotecarios, nace a fines de los años 80, cuando las comunidades indígenas del Chaco (en su mayoría Qom, Moqoi’t y Wichí), solicitaron a las asambleas una educación que los reconozca y valore como pueblo, este reclamo derivó en 1987 en la conformación de una capacitación de Auxiliares Docentes Aborígenes (ADA), y en 1995 la creación del Instituto educativo en el cual se insertaría la biblioteca especializada en Educación Intercultural Bilingüe (EIB), cuya implementación se encuadra legalmente en la Ley Federal de Educación, la Ley del Aborigen Chaqueño, la Ley Provincial de Educación, la Constitución Nacional (art. 75, inc.17), la Constitución de la Provincia del Chaco (art. 37) y el Convenio 169 de la OIT.

El CIFMA (Centro de Investigación y Formación para la Modalidad Aborigen), se propuso  fortalecer la identidad étnica y cultural de los alumnos, promover y estimular experiencias educativas significativas, elaborar estrategias pedagógicas interculturales y generar espacios que propicien la participación igualitaria, en tal sentido concibió dichas propuestas con un eje vertebrador focalizado en la interculturalidad, en base al requerimiento académico planteado por las autoridades: título de Profesor Intercultural Bilingüe para la Educación Primaria y para el Nivel Inicial, avalado documentalmente por el Consejo Federal de Educación, lo cual requiere para el ingreso que el alumno pertenezca a una comunidad indígena Qom, Moqoit o Wichí, sea hablante competente en la lengua originaria y tener los estudios secundarios completos (Nivel Medio o Educación Polimodal).

Entre los objetivos específicos que se plantearon figuran el sentido de pertenencia y arraigo a la Identidad indígena, ser respetuosos de la diversidad socio-cultural, promover la investigación cultural y el diálogo intercultural, que los alumnos sean promotores de participación comunitaria, y sobre todo críticos desde una perspectiva bilingüe intercultural. De esta manera sus egresados podían colaborar con el maestro titular traduciendo los contenidos de las diferentes disciplinas que formaron parte del programa educativo.


Lo que puntualmente ofrece la Biblioteca Especializada BP Nª 345 IES (Instituto Educación Superior) CIFMA es acceso a los alumnos, provenientes de comunidades indígenas de Chaco (y en menor número de paisanos migrantes de las provincias de Santa Fe y Salta), de material bibliográfico sobre Educación Intercultural Bilingüe, necesario para completar el aprendizaje de la carrera de maestros interculturales. La sede central del CIFMA se encuentra en la localidad de Sáenz Peña, a su vez cuenta con extensiones educativas en distintas comunidades, entre ellas Castelli, Tres Isletas, La Leonesa y Sauzalito.

Considerando las problemáticas frecuentes en el escenario de la Educación Intercultural Bilingüe, desde el CIFMA se propuso rescatar y sistematizar los conocimientos ancestrales de los indígenas en un ámbito de revalorización de la identidad social y cultural, generar capacitaciones para habilitar investigaciones sobre las culturas y las problemáticas lingüísticas, e incorporar el conocimiento de las familias indígenas al sistema escolar, propiciando un vínculo entre la escuela y la comunidad. Estos desarrollos favorecieron la inserción laboral en el sistema educativo entre los alumnos que estudiaron la carrera. 

En este contexto se destaca el trabajo de la bibliotecaria Miryam Karina Ledesma (en la fotografía la cuarta mujer desde la izquierda), quien cumple un papel vital en la articulación de las diferentes actividades y propuestas del CIFMA, como personal único colabora en forma permanente con los alumnos que cursan la carrera de profesor intercultural bilingüe para la educación primaria, y que desde 2017 incluye alumnos de la carrera de nivel inicial, tomando como prioridad la atención al lector (tanto alumnos y docentes de la institución como de escuelas aledañas, incluyendo alumnos de otras universidades, quienes suelen realizar prácticas de residencia). 


Las investigaciones sobre las culturas Qom, Moqoit y Wichí -la mayor parte traducido en sus respectivas lenguas- se guardan dentro de la biblioteca, con sus correspondientes procesos de sellado, inventariado, clasificación y catalogación, asimismo desde el CIFMA suelen compartir sus colecciones con visitas a colegios en fechas simbólicas que involucra a los pueblos originarios, como el Día de la diversidad, incluyendo participación en la Feria del libro y en eventos artísticos comunales. La bibliotecaria también ha colaborado con una profesora Qom (Andrea Valdés) modelando artesanías que recuperan técnicas cultivadas por los pueblos originarios. Por otra parte continuó un interesante proyecto iniciado por la profesora de Lengua Elsa Gallardo, que más participación ha generado entre los alumnos: la construcción del documento “Efemérides Intercultural Bilingüe”, vinculado con la historia nativa de los pueblos, cuyos textos fueron organizados por cursos de nivel primario en los que cada alumno tuvo por responsabilidad la investigación de una fecha histórica, para luego traducir a la lengua originaria el contenido del trabajo grupal, posteriormente las efemérides son incluidas en la cartelera y socializadas por los docentes en la fecha correspondiente, al inicio de cada jornada educativa.

Desde el Orejiverde pude comunicarme telefónicamente con Miryam, quien me comentó sobre la necesidad de contar con una computadora para la Biblioteca, con lo cual extiendo el pedido a la comunidad lectora, considerando el permanente trabajo que vienen realizando en el CIFMA, donde cuentan con los recursos humanos como su principal fortaleza. Prueba de ello resulta el apoyo de dos libros vivientes de la comunidad, por un lado el docente Qom Orlando Sánchez, quien aportó documentos sobre culturas aborígenes, abordando problemáticas de la lengua materna, relatos bilingües de los abuelos pertenecientes a la comunidad, y análisis de sucesos históricos como la masacre de Napalpí. Por otro lado la participación del docente e investigador Wichí Camilo Ballena (también conocido como Camilu  Wayena), quien editó libros sobre la cultura, entre ellos una guía para alfabetizar en Wichí (titulado Totshonhay tojh hit’s ilaklhameshen tojh ihi wichi lhomet), muy utilizado por los profesores de la institución.

Se destacan también los aportes de las reconocidas “Madres cuidadoras de la Cultura Qom”, trabajando relatos en forma bilingüe y organizando talleres con elaboración de material didáctico, que incluyó el tejido de muñecos de trapo con imágenes de animales autóctonos de la zona. Otros libros muy consultados han sido los del investigador Qom Juan Chico, quien como historiador es el responsable de la Fundación Napalpí, organización creada con el fin de investigar lo ocurrido el 19 de julio de 1924, uno de los capítulos más sangrientos de la historia chaqueña. De su autoría se destacan los libros Lvillaxaco ye Napalpi y un documento titulado “Los Qom de Chaco en la Guerra de Malvinas. Una herida abierta” (Na qom na LChaco so halaataxac ye Malvinas nque'emoxa saimiguiñe).

Para Miryam Ledesma, la biblioteca del CIFMA es el corazón de la institución.


Dirección: Quinta 4 – Barrio Nala’ – Presidencia Roque Sáenz Peña – Chaco – Argentina. Para llegar al edificio escolar y albergue, desde la rotonda de ingreso a Sáenz Peña, hay que tomar la Ruta 95 hacia el Norte.



Versión para El Orejiverde



Nota:
Se agradece especialmente la gentileza de la bibliotecaria Miryam Karina Ledesma y de la Rectora Zulma Martínez por compartir la información que se publica.

lunes, 17 de junio de 2019

La necesaria tarea de recolectar tradiciones orales



Recientemente, las Bibliotecas Rurales de Cajamarca difundieron un nuevo trabajo comunitario, "La enciclopedia en Huamachuco", en donde vale tanto la intencionalidad del proyecto como el método de trabajo, y lo esclarecen con un ejemplo, tomando el entendimiento de un concepto según los diferentes ámbitos rurales en donde se manifiesta, ubicados en comunidades cajamarquinas, según dice la nota:

"De cómo se mueven los nombres y sus saberes en nuestras comunidades: la Mustela frenata –para poner un ejemplo– es conocida en Cajamarca con el nombre de Huayhuash; un poco hacia la costa es hurón o comadreja. Hacia el norte es mono, fino. Poco más al norte es huaygash o huayhuacho. Pero también se le conoce con el nombre de monoch’usho, masha, chupacuy, padrecuy, padrino. En general se le dice “compadrito”, pues si se le llama por su nombre, vuelve para hacer daño a la casa. Al sur, en la zona de Cajabamba, se le conoce con el nombre de ardilla. Esto significa que más hacia el sur, nuestros libros de la Enciclopedia Campesina pueden gozarse por su contenido, pero sería fantástico que en todas nuestras bibliotecas rurales tengamos también libros nacidos de sus propios conocimientos. Ahora que nos hemos extendido hacia la zona de Huamachuco, esta preocupación viene siendo una constante. Por eso ya empezamos a recolectar las tradiciones orales en esa zona”.

Lo que sigue es la tarea habitual que viene desempeñando el bibliotecario Alfredo Mires Ortiz, en cuanto a la conformación de los equipos y los pasos para continuar acopiando los saberes tradicionales de la cultura, y es en este punto donde formulan algo clave, una verdadera declaración de principios:

Para crecer hay que enraizarse. Para enraizarnos hay que tener la humildad de adentrarnos y reverenciar la prodigiosa sabiduría que aun habita en nuestras comunidades”.

"Para crecer hay que enraizarse", feliz entendimiento de las Bibliotecas Rurales de Cajamarca, es un modo genuino de registrar conocimiento, sobre todo si ese conocimiento se desarrolla oralmente en las chacras, al ritmo del trabajo cotidiano, cuando se dice lo que se sabe, mientras culmina la jornada.

Podríamos conjeturar una situación análoga, generada en la Biblioteca Qomllalqpi en 2010, cuando los libros vivientes Mauricio Maidana, Ana Medrano y Adelio Medrano, trabajaron una traducción del esquema clasificatorio de la Clasificación Decimal Universal (CDU), tomando como elementos de consulta un diccionario de la Real Academia Española y un vocabulario toba (realizado por Alberto S. Buckwalter, edición 2001), de ese modo pudieron acercarse a la comprensión de ciertos términos para luego traducirlos a la lengua qom. Recuerdo lo interesante que fue evidenciar como se iban descubriendo palabras nuevas, ya sea por condensación de ideas, fusiones de palabras y asociación cultural de los conceptos. Se sabe que hay términos que no tienen traducción directa en lengua indígena, como por ejemplo “filosofía”, pero si es posible traducir “amor a la sabiduría”, tal como lo representa la etimología griega del término, logrando un significado que en lengua qom se traduce como Na uoche na naÿasnec.

La propuesta consistió en confeccionar los carteles con los nombres de las diferentes disciplinas que en aquel momento componían el acervo bibliográfico de la biblioteca, términos que en su mayoría no tenían traducción directa al qom, y con los cuales hubo que conversar y discutir opciones para representar cada una de esas temáticas generales. De hecho el nombre final de la biblioteca, que completaba la denominación Qomllalaqpi (hijos de la gente), propuesta por Ana Medrano, se había definido en otro encuentro: Noýec Tounaxaqui logró representar la idea de biblioteca para la comunidad: Casa de la memoria.

Lo valioso de aquel encuentro entre tres lingüistas y un bibliotecario fue haber descubierto palabras nuevas, buscando resignificar entendimientos que en principio se presentaban ajenos a la cultura, con lo cual era importante contar con un diccionario para tener en claro la etimología, y a partir de allí consensuar una representación de los vocablos, sin pretender una definición estándar, que por otra parte necesitaría de la aprobación de las comunidades qom que habitan en Chaco, Rosario y Buenos Aires, a fin de homologar criterios (en aquel momento se habló tanto en Derqui como en la Biblioteca Qomlaqtaq de Rosario, sobre la necesidad de organizar un congreso de lengua qom, propuesta que no llegó a concretarse, pero que permitiría discutir acuerdos entre los lingüistas), en este punto vale resaltar que no todos en la comunidad de Derqui eran hablantes y escritores de la lengua materna, lo cual divide un poco las aguas a la hora de justificar ciertas elecciones gramaticales en relación a los conceptos.

Entre las conversaciones registradas en el blog de la biblioteca, incluyendo audios que no se publicaron en dicho espacio (lo que comúnmente se denomina en periodismo “material en crudo”), se habían resaltado algunos ejemplos cuyas discusiones excedían el entendimiento gramatical, se trataba de conceptos consustanciados con prácticas propias de la espiritualidad indígena, probablemente el término “religión” represente ese contexto, ya que en líneas generales tenía sentido hablar de cosmovisión, creencias, rogativas, cultos, dioses, con lo cual los lingüistas discutieron una expresión que contenía lo que podríamos entender como un conjunto de creencias: Na’amjanataxanac.

Otro caso se registró con la concepción de la Psicología (partiendo de la etimología común que indica “estudio de la conducta humana”), dicho término se representó como Nataxac. Las ciencias sociales presentaron variedad de términos, pero los paisanos lo comprendieron como “estudio de la sociedad” en forma global. Para este caso todo aquello que implicaba estudio de una disciplina o conocimiento se dice Paxaguenaxac, por ende el sector de ciencias sociales se había registrado como Paxaguenaxac Na Shiýaxauapi (entendido esto último como sociedad en general, no como comunidad en particular), lo cual de algún modo implica aceptar que la traducción está orientada al usuario no indígena que consulta una biblioteca indígena, en este caso habría que discutir la noción de comunidad, dentro del amplio círculo del concepto sociedad.

En cambio derecho (el derecho jurídico que corresponde a cada ciudadano como un conjunto de normas éticas a cumplir y exigir que se cumplan) fue comprendido por los paisanos como Huo’oda enec. Revisando los audios, hubo términos que no generaron dudas, el consenso fue inmediato, tal el caso del término “trabajo”, traducido como No onatac, acepción que en las comunidades tiene honda vinculación con tareas agrícolas y comunitarias, no así con la idea de cumplir un horario de trabajo en un espacio determinado. Lo mismo ha ocurrido con “familia”, Ñalaqpi, un concepto en el que los tres lingüistas acordaron sin inconvenientes, incluso “medicina”, que se traduce como Nata, no tuvo dudas, mientras que sí se discutieron apreciaciones con todo lo relacionado a la maternidad o parto, que es en este caso qooqi nam alpi mientras que lo referente a estudios sobre el cuerpo humano se expresa como N’ocguiaxac n’oc.

Otro motivo de reflexión lo originó el material relacionado con el arte y la música, en el primer caso se sugirió No’oxonecpi, mientras que música se representó como N’vic naxanaxac, aquí vale entender la noción de lo que para el qom representa el arte como actividad, relacionado con las prácticas habituales que se desempeñan en las comunidades, especialmente con las artesanías, se discutió previamente el alcance etimológico de la palabra, asociada como una actividad o un tipo de producto que tiene una finalidad estética y también comunicativa, pero también se mencionó la facultad de crear, un poco el entendimiento de la arcilla o barro, que una vez moldeado cobra una forma que termina en una representación relacionada con sus creencias, tomando elementos de la naturaleza, imágenes presentes en el monte y en los ríos, por lo tanto el consenso alrededor de esta palabra fue complejo, y llegó un punto en que los paisanos dieron a entender que la traducción la podían “dejar así” lo que no significaba que sea definitiva. Asimismo habría que considerar, previamente a la consulta, lo que representa la música en este contexto comunitario, asociada en ocasiones con prácticas medicinales, como forma de curación, un entendimiento propio de los chamanes que dista de la comprensión que la sociedad occidental pueda tener por este tipo de expresión artística, a lo que se llega en estos casos es a una aproximación conceptual, y no a una traducción directa.

Con los términos deportes o juegos infantiles coincidieron en traducirlo como Na’axaxacpi por lo general la asociación con el juego es más notorio entre los chicos, quienes en una oportunidad habían registrado en la biblioteca, en un cartel con fotografías, algunas variedades de juegos con bolitas.

Lengua, Lingüística se interpretó como Na’aqtaqa (a modo de ejemplo L’aqtaqa na qom se entendería como lengua de la gente), se trata de un término que no ha generado discusión alguna, probablemente por encontrarse vinculado con las prácticas orales de traspaso de conocimiento, y que tanta incidencia tiene en la educación familiar indígena, sin embargo en relación a Historia y Biografías, resultó interesante en aquel encuentro el debate entre Mauricio Maidana, Adelio y Ana Medrano, en un primer momento existían pocas diferencias entre ambos términos, la consulta al vocabulario toba despejó un poco las dudas, finalmente Historia se representó como Na’aqtaguec mientras que biografías (historias de personas) se entiendió como Laýajnec Shiyaxaua, allí las herramientas bibliográficas permitieron separar algunas apreciaciones sobre ambos términos para diferenciarlos en distintos planos.

El sector de enciclopedias y diccionarios lo representaron de varias maneras, “diccionario” se entendió en la comunidad como “libro de palabras”, para sorpresa propia, en aquella reunión los qom encontraron un término para representar la idea de libro: Nede, que partió de la imagen de representar con un objeto la posibilidad de “guardar palabras”, se trata de un novedoso enfoque de una expresión ajena a los patrones culturales de la comunidad, pero que ilustra sobre la necesidad de tender puentes hacia otros entendimientos por parte de sus libros vivientes. En ese caso la traducción completa fue Nede Na’aqtacpi. Enciclopedia en cambio significa “conjunto de todas las ciencia y artes”, por ende quedó establecido como Nede uetaigui na yajnecpi, limitado a la sabiduría de los pueblos indígenas en directa relación con la biodiversidad y cultura.

En aquella publicación en el blog de la biblioteca (septiembre de 2010), recuerdo haber dejado para el final lo que consideré un punto conflictivo para el modo de entendimiento de la cultura qom: el de las ciencias duras. Aproximadamente tres años después de este trabajo, tuve la experiencia de entrevistar a Omar Camachi para generar, dentro de la comunidad de Derqui, un documento oral sobre "las dos educaciones", que no eran otras que la educación escolar y la educación familiar indígena, fue allí que Omar lamentó la ausencia de química y física en el lenguaje y vocabulario qom, pero tomando su intervención como una falta, casi como un lamento. Por lo tanto esta disyuntiva ya estaba presente en la comunidad, razón por la cual resultó complicado encontrar una representación de las matemáticas, química y física, por el simple hecho de que los antiguos paisanos no conocían esos elementos, con lo cual la opción final, aunque no definitiva, fue la de consignar los términos en castellano.

Sin embargo sí resultó posible encontrar traducciones para estas disciplinas:
Estudio de la tierra (geología): Paxaguenaxac Alhua. Estudio de la flora y fauna (biología) entendido según los lingüistas como el estudio de todo aquello que vive, ya sea en tierra, agua o aire: Paxaguenaxac Nahuetalec Nac Alhua N ca’ altahuec. La paleontología (o estudio del pasado de la vida humana) se re-significó como Paxaguenaxac so aupi. En este caso no se encuentran documentos generados por los propios paisanos, salvo descripciones de flora y fauna características del monte chaqueño, elementos propios de la farmacopea tradicional indígena, y prácticas chamánicas con registros orales de los abuelos del Chaco. Recuerdo que cuando pregunté por el estudio del pasado, algunas respuestas remarcaron la importancia del presente, el pasado era un espacio guardado en la memoria, una forma de construir una vasija, un modo de cazar o pescar, un tejido que respetaba cierta composición en la técnica del hilado, destrezas y conocimientos para los cuales no dedicaban un tiempo en analizar el origen, todo eso estaba incorporado y era traspasado a los más chicos, podían discutir cómo se hacían ciertas construcciones, pero no delimitar esa discusión a una forma de homologación de cómo hacer lo que comunitariamente hacían, por ese motivo es que resulta complicado acercar una traducción con estas disciplinas.

Volviendo a las Bibliotecas Rurales de Cajamarca, a fin de cerrar este precario círculo reflexivo, resulta imprescindible resaltar la metodología empleada en la comunidad de Huamachuco, la necesidad de recolectar palabras, dotarlas de contexto, poblarlas de verdades comunes, en donde la identidad es un plano que todo lo cubre, que junto a la memoria todo lo articula, porque simplemente tiene que ver con lo que saben, porque en el fondo, el simple acto de hablar es interculturalidad viva, una noción vulnerable que anda por los campos evitando el olvido.

Fuentes consultadas:
La enciclopedia en Huamachuco

Noýec Tounaxaqui: en busca de una representación lingüística

Circuito de producción documental en bibliotecas indígenas: experiencia de trabajo en la Biblioteca Qomllalaqpi
http://eprints.rclis.org/16978/1/Circuito%20de%20producci%C3%B3n%20documental%20-%20ELIS.pdf


Testimonio oral sobre educación indígena y educación escolar
http://librosvivientes.blogspot.com/2013/03/testimonio-oral-sobre-educacion.html

Versión para El Orejiverde: