Espacio que pretende resguardar voces, experiencias y conocimientos desde el rol
social del bibliotecario. Documentación de archivos orales sobre el patrimonio cultural
intangible conservado en la memoria de los libros vivientes. Entrevistas, semblanzas,
historias de vida. Reflexiones en torno a la bibliotecología indígena y comunitaria.
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martes, 26 de diciembre de 2017

Entrevista a Carolina Di Gennaro, estudiante de Bibliotecología de la Universidad de Buenos Aires (UBA)


Noticia biográfica

Carolina Di Gennaro se recibió de Bibliotecaria en la Biblioteca Nacional, actualmente cursa la   licenciatura con especialización en tecnología de la información en la Universidad de Buenos Aires (UBA), y la carrera de Intérprete Naturalista en Aves Argentinas. Trabaja desde hace 10 años en la Biblioteca Nacional de Maestros (BNM), realizó colaboraciones en bibliotecas personales de escritores y prácticas profesionales en el CESPA (Centro de Estudios de la Situación y Perspectivas de la Argentina) perteneciente a la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. Es voluntaria en la Biblioteca de Aves Argentinas (Asociación Ornitológica del Plata). Asimismo, entre sus actividades no académicas, toca la batería en una banda punk, la guitarra en un grupo de musicoterapia, levanta pesas y juega al fútbol.

Entrevistador: Daniel Canosa

- ¿Por qué la Bibliotecología?

Porque entiendo que para el crecimiento y la realización personal, la evolución de la humanidad y el éxito de las civilizaciones democráticas, es fundamental el acceso a la información. Y dedicarme a garantizar ese acceso me da el placer de desafiar cada día mis límites tanto intelectuales como tecnológicos, a la vez que me hace dormir tranquila.

- Antes de descubrir la profesión ¿ha frecuentado la consulta en bibliotecas? ¿Ha manifestado afición por la lectura, por alguna expresión artística, literaria o cultural en particular?

Si, siempre fui muy curiosa, la verdad es que tuve suerte. Me encanta leer. Aprendí cuando era muy chica, y en mi casa siempre hubo muchos libros, revistas y diarios. Leía de todo. Mi mamá me asoció a la biblioteca del barrio en la que además de llevarme libros prestados cada semana, y de buscar información para tareas de la escuela, había actividades como dibujo, títeres y música. Hasta hoy sigo leyendo mucho, tanto por mis estudios como por placer, y sigo haciendo música.

- Dos preguntas en una ¿Cuál fue el libro que más lo influenció? y ¿Qué está leyendo actualmente?

Creo que todo lo que he leído me ha llevado a ser quien soy. Pero el primer gran shock que recuerdo provocado por un libro fue a los 11 años con “Utopía” de Tomás Moro. Me cambió la cabeza y mi percepción del mundo enterarme de que las civilizaciones se organizan de formas determinadas, que esas formas generan maneras de vivir, y principalmente de que se pueden pensar, idear o proponer maneras nuevas.  Actualmente estoy leyendo los libros “Sobre la agresión: el pretendido mal” de Konrad Lorenz, “El balcón biológico” de Mimmo Tringale, “La pirámide invertida: historia de la táctica en el fútbol” de Jonathan Wilson, y la revista “Aves Argentinas”.

- ¿Cómo definiría a un bibliotecario?

Diría que es el nexo entre personas con necesidades de información y la mejor solución a esa necesidad. Con todo lo que eso implica, que según la situación puede traducirse en tantas actividades como facetas ofrece esta profesión: desde el hiper tímido de procesos técnicos con su meticulosidad, al extremadamente social y campeón en empatía de referencias. El artesano de la infinita paciencia que restaura los materiales (encuadernador) y el ultra nerd de las tecnologías que te diseña las bases de datos. El capo visionario de los negocios y el management que te saca adelante una institución entera, y el copado que con su magnetismo te anima las visitas guiadas de jardines de infantes.  ¿Cuántas otras profesiones brindan opciones de desarrollo a personas con las más diversas personalidades?

- ¿Qué opina del rol social del bibliotecario?

Opino que si bien la preparación del bibliotecario y sus tareas podrían parecer eminentemente técnicas, la finalidad de su trabajo es fundamentalmente social, ya que es el puente entre una persona (o miles, o más) con necesidad de información y la resolución de esa necesidad, que puede ser de las índoles más diversas.  Nos pasamos el día entero haciendo posible hallar soluciones a problemas intelectuales, de salud, ecológicos, culturales, familiares, profesionales, alimenticios, tecnológicos, administrativos y el más largo etcétera que puedas imaginar. Y eso sin mencionar el espacio que brinda una biblioteca a las personas que la frecuentan. Ahí tenemos tema para otras muchas entrevistas.

- Con respecto al plan de estudios de la carrera ¿Considera que sus contenidos favorecen la adquisición de conocimientos y desarrollo de habilidades vinculados al rol social del bibliotecario?

En primer lugar es necesario aclarar que si bien los planes de estudios de la carrera en las distintas instituciones son similares, cada una es muy diferente en su estilo y en la formación que brinda.  En segundo lugar, entiendo que lo fundamental de la función del bibliotecario es brindar acceso a la información, lo cual es una complejísima tarea que incluye muchos y variados aspectos, actividades y conocimientos. Y tanto las instituciones en las que estudié y estudio, como las que pude conocer gracias a los estudiantes de bibliotecología que he tenido el placer de conocer y asistir, me parece que contemplan tanto como es posible la vastedad de conocimientos y prácticas que los bibliotecarios necesitamos para llevar a cabo con éxito nuestra misión.


- Se habla frecuentemente de un cambio de paradigma dentro de la profesión (pasando del paradigma de la información al de la comunicación), según su enfoque particular, ¿Percibe ese cambio en el tratamiento docente de cada materia?

La mayoría de los contenidos de las materias que yo he cursado son técnicos.  No sé cuánto o cómo se podrían fomentar las habilidades sociales o comunicativas durante las clases.  Y no sabía que se habla frecuentemente de un cambio de paradigma dentro de la profesión. Creo que siempre di por sentadas ciertas cuestiones como entender la información en términos de comunicación, establecer un vínculo con el usuario partiendo de la relación con su contexto, la recuperación de la memoria local, y sobretodo un entendimiento de la identidad desde la intervención bibliotecaria. Será porque es la manera en la que trabajo y la que he tenido la suerte de ver en las bibliotecas que frecuento. Pero ahora que lo mencionas me doy cuenta de que tal vez la formación académica no parte desde este enfoque, o no es lo que transmite. Qué bueno que (aunque pocos) haya docentes que priorizan estas cuestiones.

-En el caso que, promovido por el docente, haya realizado una práctica académica o pasantía en alguna unidad de información ¿Considera que los conocimientos adquiridos fueron suficientes para desempeñarse en tales prácticas? ¿Qué conocimientos tuvo que aplicar?

Perfectamente. En mi caso, como estoy cursando la especialización en tecnología de la información en la UBA, tuve la oportunidad de practicar y de aportar mis conocimientos adquiridos, pero también de aprender más herramientas ya que no hay tiempo suficiente de estudiarlas todas en la cursada. Cada centro de información es un mundo y existen (y existirán) más herramientas de lo que uno se puede imaginar. No tendría ningún sentido estudiar acabadamente todos los programas, gestores de bases de datos, sistemas integrados, lenguajes de programación, etc. ya que están en permanente evolución y desarrollo. Lo importante es tener una muy buena base en catalogación, indización y clasificación, y conocimientos tecnológicos generales, tanto de los fundamentos como de las novedades, para luego poder idear en cada caso el sistema más apropiado según la colección y el tipo de usuarios del centro de información en el que uno tenga la oportunidad de trabajar.

- ¿Considera que la bibliografía utilizada en materias relacionadas con tecnologías de comunicación e información se encuentra actualizada? ¿Considera válido el equilibrio entre teoría y práctica en relación a los conocimientos técnicos impartidos en la carrera?

La bibliografía que utilicé en las materias de tecnología sí, era del último año o el anterior. Los profesores en esta orientación son profesionales de la tecnología de la información y enseñan lo mismo que hacen y que venden a las empresas más actualizadas.
Con respecto al equilibrio entre teoría y práctica también. Yo hice la diplomatura en la Escuela de Bibliotecarios de la Biblioteca Nacional, en donde las materias técnicas son bianuales, tienen una carga horaria muy intensa y los prácticos son semanales y obligatorios. Si bien parece agotador mientras uno está cursando, se ven los resultados al momento de aplicar los conocimientos en el trabajo. Estoy más que conforme con mi formación.

-¿Suele participar en listas bibliotecarias? ¿Considera interesante el nivel de los debates? ¿Cómo percibe en dicho espacio la recepción de temas políticos?

Actualmente estoy en el grupo biblioanormalizados y me encanta. Finalmente encontré un grupo de la carrera en el que todo lo que se comenta es pertinente, actual y productivo. Ahí todos los compañeros preguntan, responden, proponen y comparten con conciencia y generosidad. En este espacio los temas políticos son frecuentes, al igual que en toda esta facultad. Por suerte parece que todos entendemos que la política no sólo no es un tema ajeno a la formación de los profesionales sino que es determinante.

-Como estudiante ¿Presenció en el aula un debate / clase/ conversación /comentario / reflexión y/o contenido sobre la necesidad o no de contar con sindicatos / gremios / asociaciones en temas relativos a derechos laborales? En caso que la respuesta resulte negativa ¿Considera de utilidad profesional que el docente favorezca espacios de discusión y debate sobre estas temáticas?

No surgió ese tema en ninguna de mis clases. De hecho surge poquísimo aun en ambientes laborales. No sé si el mejor momento para discutirlo sería durante las clases, debido a que en general el tiempo no suele alcanzar ni siquiera para cubrir los contenidos mínimos estipulados en los programas. Pero sí creo que a nivel institucional se podría crear ese espacio, ya sea una cátedra o una sección, dedicada a cuestiones laborales específicas de nuestra profesión.


- El concepto de neutralidad en la profesión ha dividido las aguas ante las problemáticas sociales y políticas que inciden en alguna medida en el contexto bibliotecario, según lo vivenciado como alumno/a de la carrera ¿desde el aula, recuerda si algún docente ha interpelado y/o analizado esta cuestión?

No recuerdo que durante las clases se haya hablado de algo así como el concepto de neutralidad en la profesión, y tampoco se habla frecuentemente de cuestiones políticas. Sí he tenido la mala suerte de leer repetidamente en listas de mails de las que ya no participo, aberraciones del tipo “en este espacio sólo hay que hablar de nuestra profesión” como si opinar políticamente, o tener una postura política, no tuviera relación con nuestro ámbito profesional.

-¿Cómo percibe a la bibliotecología en contextos interdisciplinarios? ¿Resulta visible? ¿Siente que la carrera le otorga elementos para dar respuestas a problemáticas sociales que otras disciplinas sí ofrecen? (ejemplo inclusión social, problemáticas de minorías sociales, desastres ambientales, conflictos bélicos, problemáticas jurídicas, etc.)

La bibliotecología es de por sí una profesión interdisciplinaria. No sé si es visible. ¿Por quién/es? ¿Por otros profesionales dentro de la misma institución?  Si te referís a eso, en general no, estamos muy subestimados hasta que se da la ocasión en que concretamente necesitan de nosotros y quedan maravillados. Pasan de tratarnos de nerds de cotolengo a súper dioses.
Con respecto a la otra parte de tu pregunta: sí, creo que damos respuestas a problemas de todo tipo.  Partiendo de que hay bibliotecas en una amplia variedad de instituciones: estatales, privadas, escolares, populares, académicas-científicas, súper especializadas en las más diversas disciplinas, y muchas más. Las hay en zonas céntricas de grandes ciudades y en zonas rurales aisladas, en clubes, en casas particulares, en cárceles, y un largo etcétera. Y en todos esos lugares habemos bibliotecarios trabajando para dar respuesta a las necesidades de los usuarios, incluyendo los temas por los que preguntas entre muchos otros. Pero no necesariamente obtenemos de la formación académica todas las herramientas necesarias. Nuevamente, no sabría cómo incluirlas en el programa de la carrera, pero sería maravilloso, una genialidad. Si hasta en carreras como Arquitectura se incluyen aportes para grupos vulnerables, seguramente es viable en bibliotecología.

-¿Recuerda en alguna clase que el docente haya abordado cuestiones vinculadas a bibliotecas en contextos sociales vulnerables? (comunitarias, rurales, campesinas, indígenas, carcelarias o de temas relativos a minorías, desplazados sociales, multiculturalidad, comunidades sexuales, bibliotecas humanas, etc.)

La única que recuerdo que se trató (y muy ocasionalmente) es la biblioteca en contextos de encierro. Tanto por su definición dentro de la clasificación de los tipos de bibliotecas como por experiencias de algunos profesores o compañeros que realizaron allí sus prácticas. Pero no son un contenido específico de la currícula.

-Si le fuera dado proponer modificaciones en los planes de estudio de la carrera ¿En que aspectos técnicos y/o humanísticos focalizaría su atención? ¿Favorece la institución académica escenarios de discusión y debate que habiliten posteriormente la concreción de dichas propuestas por parte de los alumnos?

Para proponer algún cambio en el plan de estudios tendría que estudiarlo muy bien y no he tenido ocasión. Seguramente propondría los temas que nombrábamos recién, y algunas otras cuestiones que me gustaría pensar más detenidamente. Sé que en la UBA sí existe esta posibilidad por parte de los alumnos, no sabría decirte cómo se manejan en otras instituciones.

-Se habla frecuentemente de la lenta desaparición del libro impreso, incluso en foros de bibliotecología, en su caso como estudiante ligado permanentemente a la utilización de dispositivos físicos, digitales y/o virtuales ¿Qué le provoca esta situación?

Me molesta un poco que se afirme cualquier cosa tan frívolamente, y por otro lado me alivia saber que no es cierto. Creo que esa afirmación es tan ridícula y sin fundamento como la famosa “está todo en Internet”. Fijate que siempre proviene de quienes no están en tema y que mucho menos se van a molestar en chequear si efectivamente es así.
Y no lo digo por una cuestión romántica del apego al papel. ¿Será este un buen momento para comentar a quien no lo sepa que no todos los libros tienen su versión digital?  Hay un artículo de Jesús Hernández* en el que cuenta con datos factuales la actualidad de las publicaciones digitales e impresas. Como afirma Hernández, la revolución digital lo que hace es abrir una nueva ventana para el consumo tanto de literatura como de música, cine, arte, etc. Es una opción más de acceso a la información, con todas las ventajas y desventajas que trae consigo. Por mi parte confieso que paso muchísimo más tiempo frente a las pantallas de computadoras, tablets y celular que frente a libros impresos, por mi trabajo y por practicidad; pero disfruto mucho más del tradicional libro. De hecho tengo libros por toda la casa, en la mochila, en mis lugares de trabajo, y me la paso prestando y regalando libros que los suertudos destinatarios reciben con mucha alegría.

* (HERNÁNDEZ, JESÚS, 2017. Larga vida al libro impreso. La lectora futura [en línea]. [Consulta: 5 octubre 2017]. Disponible en: https://lalectorafutura.com/2017/10/04/larga-vida-al-libro-impreso/

Muchas gracias Carolina, y felicitaciones por haberte licenciado!
Daniel Canosa

Nota: la entrevista ha sido publicada en el número 53 de la Revista Fuentes, perteneciente a la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional de Bolivia.



A modo de epílogo

El 9 de julio de 2017 se inició una propuesta que pretendió habilitar un pequeño espacio crítico para los alumnos de Bibliotecología en Argentina, buscando profundizar en algunos interrogantes que permitieran evaluar la formación bibliotecaria sin dejar de lado cuestiones relativas al contexto social de la profesión. En total se realizaron 25 entrevistas con alumnos pertenecientes a 6 espacios educativos, donde fue posible analizar una problemática que muchas veces no encuentra escenarios apropiados para ser debatidos, aquello que conocemos como rol social bibliotecario...

Entender esta situación no es posible sin atravesar lecturas relacionadas con el estereotipo profesional, aquello que tiene que ver con nuestras naturalezas, que de algún se corresponden con las viejas prácticas, confrontando y comulgando antiguos discernimientos con nuevas intervenciones, el resultado, que aún resta conceptualizar, ofrece entendimientos inquietantes, en ocasiones con fuertes posturas críticas, en otros casos limitándose a representar una realidad que lejos se encuentra de ser la adecuada, sin embargo se percibe la vocación en muchas expresiones (cuya comprensión no puede desligarse de la pasión), somos lo que somos porque algo nos interpela, acaso un llamado, un sentido de pertenencia, en el que basta entrar a una biblioteca para darnos cuenta.

Son estos y otros alumnos los que mañana establecerán construcciones con su accionar, y en este punto no puedo evitar detenerme en la imagen de quien “pasa el testimonio” al que sigue detrás, son muchos los colegas que este año han iniciado sus trámites de jubilación, como bibliotecarios no podemos dejar de reflexionar sobre aquello que generamos en los lectores que nos frecuentan, una suerte de consuelo por saber que lo aprendido en toda una vida tendrá resguardo en una casa de conocimiento, en el que la cultura crítica encontrará nuevos modos de articular entendimientos, nuevas maneras de compartir lo que cada uno sabe.

Por tal motivo no perdamos de vista lo que han realizado aquellos que nos precedieron, porque al final del camino tendremos que medir con nuestro trabajo el recorrido de nuestra vocación.

Agradezco a los alumnos que con tanta buena predisposición generaron una noción de empatía en este proyecto, y especialmente a los docentes que facilitaron los contactos de los alumnos, una clara muestra de ética profesional que valoro mucho.

Por último quiero aclarar que estos contenidos se encuentran liberados en caso que necesiten utilizarlos para futuras investigaciones, estudios y/o encuestas/entrevistas que deseen realizar, los textos pueden duplicarlos, intervenirlos, complementarlos, solo se solicitará la mención de autoría, tanto del entrevistador como de los entrevistados, incluyendo la fuente del sitio.

Se ha tratado de un esfuerzo que valió la pena, y que espero encuentre renovados senderos por explorar. Prestemos atención a estos y otros alumnos, en ellos siempre habrá espacios para ideas nuevas.


Un abrazo y gracias!
Daniel

jueves, 14 de septiembre de 2017

Entrevista a Noelia Bruzzone, estudiante de bibliotecología en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, Argentina


Noelia Bruzzone es estudiante de Bibliotecología en la Licenciatura orientada a Tecnología de la Información en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Participa del proyecto de reconocimiento institucional de estudiantes (PRIES) “Sistematización de la experiencia en el diseño y desarrollo del repositorio institucional Filo Digital.” Actualmente trabaja en la unidad de información correspondiente al Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación (FFyL/UBA)

Entrevistador: Daniel Canosa

- ¿Por qué la Bibliotecología?
Siempre tuve una visión muy ideal del trabajo bibliotecario, de chica era usuaria de la biblioteca de mi barrio y siempre le preguntaba al señor que se encargaba de atender el mostrador como era trabajar ahí. Me encantaba la sola idea de estar rodeada todo el día de libros. El día de elegir una profesión me incliné por la carrera de Letras y tras pasar unos años cursándola caí en la cuenta de que quizás había estado errando en la elección y tomé la decisión de cambiarme a Bibliotecología.
- Antes de descubrir la profesión ¿ha frecuentado la consulta en bibliotecas? ¿Ha manifestado afición por la lectura, por alguna expresión artística, literaria o cultural en particular?
De chica frecuentaba bibliotecas, mi primer acercamiento fue la biblioteca escolar, que estaba un poco abandonada, y luego cuando descubrí el mundo de la literatura me hice socia de la biblioteca de mi barrio.
- Dos preguntas en una ¿Cuál fue el libro que más la influenció? y ¿Qué está leyendo actualmente?
Es difícil decidirse por un sólo libro que me haya influenciado, la literatura siempre estuvo muy presente en mi vida, a los doce o trece me regalaron “Misteriosa Buenos Aires” de Manuel Mujica Láinez, fue mi primer libro de literatura, así que esa fue mi entrada a ese mundo, luego vinieron Cortázar, Puig, Arlt, sin dejar de lado a los rusos (Dostoievsky, Tolstoi, Turguenev) y algunos clásicos.
Recientemente terminé de leer “Formas de volver a casa” de Alejandro Zambra y ahora estoy leyendo para rendir un final “Pioneros y hacedores: Fundamentos y Casos de Diseño de Interacción con estándares de Accesibilidad y Usabilidad”
- ¿Cómo definiría a un bibliotecario?
El bibliotecario en su funcionalidad es una persona que sabe del uso de los sistemas de búsqueda y que provee información ante una necesidad de un usuario.
Una vez una profesora dijo que el bibliotecario es una persona curiosa por naturaleza, creo que esa es una base fundamental para la profesión.
- ¿Qué opina del rol social del bibliotecario?
El  rol social de nuestra profesión me parece fundamental, en esta función entiendo al bibliotecario como la persona encargada de derribar las paredes de la biblioteca para que la información esté a mano de los que más la necesitan. También me parece inherente a esta tarea que el bibliotecario salga y conozca a sus usuarios y cuales son sus necesidades. Estos dos ingredientes hacen que la biblioteca funcione a favor de una comunidad y sea parte de ella.
- Con respecto al plan de estudios de la carrera ¿Considera que sus contenidos favorecen la adquisición de conocimientos y desarrollo de habilidades vinculados al rol social del bibliotecario?

En el plan de estudios están contempladas las funciones más elementales de la profesión, y en alguna materia introductoria se habla sobre el rol social del bibliotecario. Luego está en el estudiante aplicar los conocimientos que brindaron en esa formación al campo social.


- Se habla frecuentemente de un cambio de paradigma dentro de la profesión (pasando del paradigma de la información al de la comunicación), según su enfoque particular, ¿Percibe ese cambio en el tratamiento docente de cada materia?
La mayoría de los docentes se concentran más en los aspectos técnicos, pero también hay una minoría que se enfoca en los aspectos comunicativos, esto lo viví más en el segundo tramo de la carrera -licenciatura- que en el primero.
En el caso que, promovido por el docente, haya realizado una práctica académica o pasantía en alguna unidad de información ¿Considera que los conocimientos adquiridos fueron suficientes para desempeñarse en tales prácticas? ¿Qué conocimientos tuvo que aplicar?

Si, los contenidos fueron suficientes, creo que la carrera te brinda lo necesario para poder desempeñarte en las tareas bibliotecarias.
Al realizar la práctica que es condición necesaria para aprobar el primer tramo de la carrera ya había trabajado en varias unidades de información (es la situación común de la mayoría de los estudiantes de bibliotecología)  por ende apliqué lo que la carrera ya me había dado, sumado a lo que había aprendido en mi experiencia laboral.
Los conocimientos aplicados fueron desde los procesos técnicos, hasta las técnicas de búsquedas, recuperación en bases de datos especializadas y un poco de conservación de materiales.

- ¿Considera que la bibliografía utilizada en materias relacionadas con tecnologías de comunicación e información se encuentra actualizada? ¿Supone válido el equilibrio entre teoría y práctica en relación a los conocimientos técnicos impartidos en la carrera?
Una de las falencias de la carrera es la poca actualización de la bibliografía, y este punto me parece crucial, ya que nuestra carrera está atravesada por las nuevas tecnologías que se van renovando año a año y van cambiando el paradigma de la información.
El equilibrio es válido entre la teoría y la práctica, aunque también es bastante arcaico en algunas materias -más específicamente del área de procesos técnicos-, ya que la práctica se realiza sobre formato impreso, mientras que en la realidad se hace en computadora. Pero eso también creo que es una carencia de la institución en brindar las herramientas adecuadas para el estudiantado de nuestra carrera (vale aclarar que es una carrera  minoritaria -en cuanto a inscriptos- dentro de la Facultad).

-¿Suele participar en listas bibliotecarias? ¿Considera interesante el nivel de los debates? ¿Cómo percibe en dicho espacio la recepción de temas políticos?
Participo de listas bibliotecarias por mail y por facebook, el nivel de los debates es siempre estándar, ya que se plantean cuestiones que no están resueltas desde hace muchos años, como ser el status de la profesión, el armado de un movimiento sindical, etc.
A veces percibo que no se toma mucho partido en cuanto a la situación política, se puede ver que algunos colegas quieren optar por una posición neutral en temas que son de importancia nacional e internacional.
A propósito de la neutralidad en el contexto bibliotecario, y según lo vivenciado como alumna de la carrera ¿desde el aula el docente ha interpelado y/o analizado esta cuestión?

Nunca tuve oportunidad de analizarlo desde el aula docente, pero si desde el ámbito más informal entre compañeros de la carrera o en el ámbito laboral, entre mis superiores y colegas. Supongo que esto se dio así ya que no se presentan los espacios propicios en el aula, esta es una de las grandes diferencias que encuentro entre la cursada en Letras, donde si estaban planteados estos espacios de charlas coyunturales.
-Como estudiante ¿Presenció en el aula un debate / clase/ conversación /comentario / reflexión y/o contenido sobre la necesidad o no de contar con sindicatos / gremios / asociaciones en temas relativos a derechos laborales? En caso que la respuesta resulte negativa ¿Considera de utilidad profesional que el docente favorezca espacios de discusión y debate sobre estas temáticas?
Haciendo memoria me doy cuenta que nunca presencié a nivel aula esos debates, y me parece que este tipo de diálogos pueden favorecer bastante a estas cuestiones que están estancadas desde hace tiempo en el ámbito bibliotecario.

-¿Como percibe a la bibliotecología en contextos interdisciplinarios? ¿Resulta visible? ¿Siente que la carrera le otorga elementos para dar respuestas a problemáticas sociales que otras disciplinas sí ofrecen? (ejemplo inclusión social, problemáticas de minorías sociales, desastres ambientales, conflictos bélicos, problemáticas jurídicas, etc.)
Me gustaría que fuese más visible la carrera en otros ámbitos, a veces la imagen de la profesión está muy anclada en el lugar físico de la biblioteca, mientras que se pueden hacer aportes significativos desde otros ámbitos. Esta preocupación la percibo en la mayoría de los colegas, por ejemplo cuando salen publicados avisos laborales donde el perfil que se describe para el puesto se ajusta perfectamente al de un profesional de la información, pero sin embargo cuando especifican que título debería tener la persona que se presente a ese puesto no figura el de bibliotecario.

-¿Recuerda en alguna clase que el docente haya abordado cuestiones vinculadas a bibliotecas en contextos sociales vulnerables? (comunitarias, rurales, campesinas, indígenas, carcelarias o de temas relativos a minorías, desplazados sociales, multiculturalidad, comunidades sexuales, bibliotecas humanas, etc.)
Durante mi cursada hubo varios, un seminarios sobre bibliotecología social (entre ellos uno de herramientas para la bibliotecología social dentro del ámbito de la comunidad LGTTIBQ)*, los mismos no dependían del Departamento de Bibliotecología sino que estuvieron organizados por la Secretaría de Extensión Universitaria y Bienestar Estudiantil.

* Julio Díaz Jatuf. Seminario-Taller: "Desarrollo de la colección en bibliotecas para la comunidad GLTTIBQ” (gay, lésbica, travesti, transexual, intersexual, bisexual, queer).
-Si le fuera dado proponer modificaciones en los planes de estudio de la carrera ¿En que aspectos técnicos y/o humanísticos focalizaría su atención? ¿Favorece la institución académica escenarios de discusión y debate que habiliten posteriormente la concreción de dichas propuestas por parte de los alumnos?
Focalizaría mi atención en actualizar el plan de estudios en al área de tecnología, y en alguna materia que sea formativa en cuanto al pensamiento abstracto, ya que nuestra área se rige por las praxis. Creo que esto último es bastante importante a la hora de poder desarrollar un marco teórico y así poder producir nuevos conocimientos dentro de nuestra área.
La institución se rige por un co-gobierno donde estos espacios de participación son un derecho, se eligen por votación representantes estudiantiles que tiene voz en las juntas departamentales y pueden hacer llegar este tipo de propuestas a las autoridades, pero más allá de ello -en el caso de nuestra carrera- veo bastante lejano que este tipo de reclamos se concreten.
-Se habla frecuentemente de la lenta desaparición del libro impreso, incluso en foros de bibliotecología, en su caso como estudiante ligado permanentemente a la utilización de dispositivos físicos, digitales y/o virtuales ¿Qué le provoca esta situación?
El libro como formato data de miles de años, por ende no creo que su extinción sea factible, al menos en los próximos cincuenta años. Más allá de eso también me parece fundamental abrazar y saber manejar todas las nuevas formas de tecnología, que facilitan el acceso a la información y acercan las distancias.
Muchas gracias Noelia.
Daniel


Nota: la entrevista ha sido publicada en el número 49 de la Revista Fuentes, perteneciente a la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional de Bolivia.

domingo, 9 de julio de 2017

Interpelación crítica de la formación profesional en Bibliotecología: el contexto social desde la visión estudiantil


A modo de prólogo...

Junto con esta primera entrevista se inicia una propuesta que pretende habilitar un espacio crítico para los alumnos de Bibliotecología en Argentina, que estén cursando actualmente la carrera o finalizando sus estudios en sus respectivos espacios educativos.

El propósito es profundizar en algunos interrogantes que permitan evaluar la formación bibliotecaria sin dejar de lado cuestiones relativas al contexto social de la profesión.

El criterio de selección de los alumnos entrevistados se ha basado en recomendaciones subjetivas por parte de docentes de la carrera, pertenecientes a diversas instituciones académicas, en general alumnos destacados, quienes reflexionarán a través de las preguntas sobre temas relativos a la formación profesional, incluyendo aspectos éticos, políticos y legales del contexto social de la disciplina. Se busca determinar un espacio que favorezca incluso cuestionar el actual escenario educativo, para de este modo encontrar elementos que nos autoricen analizar, desde nuestras posibilidades, lo que día a día se genera en las aulas.

De alguna manera se trata de una construcción, una interpelación crítica de nuestro ámbito de formación profesional, que estimo será de mucha utilidad para los docentes.
Lo que se pretende es abrir espacios y plantear escenarios donde puedan articularse ideas que nos permitan la posibilidad de refutar o corroborar  nuestras certezas, enraizadas en buena parte dentro del actual cambio de paradigma de la información a la comunicación.

La propuesta es también una posibilidad de otorgar una voz a quienes se encuentran finalizando sus estudios, que puedan expresarse en el mismo espacio en que lo hace diariamente un colega titulado.

Por tal motivo considero que la docencia es un lugar privilegiado. Las puertas de las aulas están abiertas. Prestemos atención, de aquí en más, lo que los alumnos tienen para decirnos.

Daniel Canosa
Bibliotecólogo. Docente-Investigador

Nota:

Las entrevistas, aproximadamente 30 en total, serán publicadas a lo largo de 2017 en dos espacios alternativos: la Revista Fuentes, perteneciente a la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional de Bolivia y el blog Que sabe quien (http://librosvivientes.blogspot.com.ar/). Se prevé elaborar, para marzo de 2018, un informe final con un análisis de las entrevistas pautadas con los alumnos.

Los alumnos entrevistados cursan actualmente en los siguientes espacios educativos:

Instituto Superior de Formación Docente y Técnica N° 35 Vicente D’Abramo - Montegrande.
Instituto Superior Formación Docente y Técnica Nº 56 - González Catán
Instituto de Formación Técnica Superior N° 13 – Ciudad Autónoma Buenos Aires
Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) - Ciudad Autónoma Buenos Aires
Universidad Nacional de La Plata (UNLP) – Ciudad de La Plata
Biblioteca Nacional Mariano Moreno - Ciudad Autónoma Buenos Aires

Un especial agradecimiento a los docentes Mirta Pérez Díaz, Alejandro Parada, Marcela Fushimi, Ana Sanllorenti, Raúl Escándar y Maria Angela Silvetti por la información brindada.

Entrevista a Eliana Noelí Macias, estudiante de Edición y Licenciada en Bibliotecología de la Universidad de Buenos Aires, Argentina


Noticia biográfica

Eliana Noelí Macias es Licenciada en Bibliotecología y Ciencia de la Información con orientación en Archivología (Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires). Actualmente estudiante de la carrera Edición de la misma facultad. En 2010, ayudante en el proyecto de catalogación de la biblioteca personal de Carlos M. Mayer (Biblioteca Max von Buch, Universidad de San Andrés). Bibliotecaria ad honorem, de 2010 a 2012, en la Biblioteca Su Alteza Imperial Príncipe Akishino (Instituto Privado Argentino Japonés Nichia Gakuin). Asistencia en recomendaciones archivísticas y de preservación documental en el Archivo de la Asociación Japonesa en la Argentina (AJA). Archivista en el Archivo General de la Armada, desde 2012 hasta la fecha.

Entrevistador: Daniel Canosa

- ¿Por qué la Bibliotecología? 

Opté por estudiar Bibliotecología por la mayor salida laboral que representaba. Siempre me gustó escribir ficción, y cuando estaba terminando la escuela secundaria pensaba estudiar Letras. Precisamente hablé con una Licenciada en Letras por la Universidad de Buenas Aires (UBA) y tras manifestarle mi inquietud resolví que, por un lado, escribir se aprende escribiendo y yendo a talleres y, por el otro, probar con Bibliotecología por la amplia salida laboral que ofrece sería la mejor opción. Cuando entré a la carrera ―2008, con el Ciclo Básico Común (CBC)―, no era una carrera muy conocida y éramos muy pocos. Más allá de eso, no me arrepiento de mi elección: descubrí mi vocación de servicio y el vínculo que puede crearse entre el profesional de la información y el usuario.

- Antes de descubrir la profesión ¿ha frecuentado la consulta en bibliotecas? ¿Ha manifestado afición por la lectura, por alguna expresión artística, literaria o cultural en particular?

Cuando estaba en la escuela primaria, un par de veces mi papá me acompañaba a la biblioteca del colegio fuera del horario de clase para retirar algún libro. Pero esa experiencia duró poco: en mi casa tenemos gran cantidad de libros de todo género y por eso nunca desarrollé el hábito de ir a una biblioteca. Para ser sincera, la primera vez que fui a una biblioteca por mi propia cuenta fue una vez iniciada la cursada de la carrera, para sacar mi carnet en la Biblioteca Central de la facultad.
Desde que tengo conciencia, leí siempre. Leía todo lo que me cayera en las manos y me interesara: revistas, libros, comics, manga. Mi incursión en la literatura comenzó teniendo yo doce años, escribiendo cuentos que sólo leía mi hermana menor. Participé por primera vez en un taller literario municipal el mismo año que cursé el CBC. Actualmente estoy trabajando mi primera novela en el Taller de Corte y Corrección, coordinado por Marcelo di Marco.

- Dos preguntas en una ¿Cuál fue el libro que más lo influenció? y ¿Qué está leyendo actualmente?

Es difícil decantarse por un solo libro. En ficción, La colina de Watership, de Richard Adams (una historia contada desde el punto de vista de los conejos); El misterio del cuarto amarillo, de Gastón Leroux (el inicio de mi fiebre por las novelas policíacas, que me convirtió en seguidora de Agatha Christie); la saga Camelot, de Terence Hanbury White, y mi consecuente enamoramiento de la leyenda artúrica. En cuanto a libros de no ficción, siempre me gustó la historia antigua ―Grecia, Roma―, lo cual me llevó a leer obras sobre el tema. Esto derivó en mi actual pasión por las novelas históricas (Valerio Massimo Manfredi, Ben Kane, Christian Cameron, Massimiliano Colombo, Santiago Posteguillo).
Ahora estoy leyendo dos libros: El corazón de piedra verde, de Salvador de Madariaga; y Las maravillas del mundo antiguo, de V.M. Manfredi. A veces tengo la necesidad de “evadirme” del caótico mundo actual disfrutando de otros mundos, caóticos a su manera. 

- ¿Cómo definiría a un bibliotecario?

Un bibliotecario debe ser un servidor de información, un guía para el usuario. Debería despegarse de la idea del “empleado remunerado” que trabaja en una unidad de información. Es esencial que tome conciencia de toda la cadena de trabajo: desde la adquisición de los materiales para la colección, hasta el trato directo con el usuario. Sólo deberían ser bibliotecarios quienes tengan vocación de servicio. Incluso permanecer horas en una oficina catalogando y clasificando, sin entrar en contacto con el público, tiene un objetivo que trasciende esa tarea: todo debe hacerse pensando en el usuario, en la persona o institución que se presentará en nuestra biblioteca con una necesidad de información y que deberemos resolver de la mejor manera posible.

- ¿Qué opina del rol social del bibliotecario?

Mi idea del bibliotecario como agente con vocación de servicio apunta a desempeñar ese rol social. Tomé conciencia de eso trabajando en un archivo de la administración pública, donde tenemos una pequeña colección de libros de acceso público pero que carece de instrumentos que faciliten al usuario su acercamiento. Esta situación, generada por gestiones previas que no tenían los recursos necesarios o desconocían la importancia de contar con un catálogo, me moviliza para actuar en consecuencia. Cualquier proyecto que se presente debe tener como eje a la sociedad y al perfil de usuario definido por la institución. En nuestro archivo de la Armada Argentina atendemos no sólo a personal de las Fuerzas Armadas, sino también a cualquier ciudadano que nos manifieste una inquietud. Y ambos perfiles de usuario son atendidos de igual manera y con la misma calidad.

- Con respecto al plan de estudios de la carrera ¿Considera que sus contenidos favorecen la adquisición de conocimientos y desarrollo de habilidades vinculados al rol social del bibliotecario?

El plan de estudio de Bibliotecología funciona como un empujón, el inicio para que el estudiante avance por su propia cuenta. La formación es completa en el sentido de que abarca múltiples ámbitos en los que se desempeña un bibliotecólogo / profesional de la información. Por el perfil con que se sale de la UBA, pienso que nuestro mejor aprovechamiento es en bibliotecas especializadas y de universidades. Es positivo que el eje de la formación en la carrera sea el usuario. Las prácticas profesionales son una oportunidad para estimular el rol social, aunque está en cada uno desarrollar el compromiso.


- Se habla frecuentemente de un cambio de paradigma dentro de la profesión (pasando del paradigma de la información al de la comunicación), según su enfoque particular, ¿Percibe ese cambio en el tratamiento docente de cada materia?

Los contenidos técnicos son transmitidos considerando el eje “usuario”. En materias de carácter más social, como Servicio de referencia e información, es sencillo detectar el contenido orientado a la comunicación. Pero en materias como Principios de catalogación y Clasificación del conocimiento, es importante que los docentes no pierdan de vista el “para qué” de la formación técnica: es decir, que rutinas técnicas ―procesamiento de la información― estén pensadas en el usuario. Esto se aplica también en las materias de preservación y conservación ―conservar para difundir―. Lo mismo debe suceder con materias del área de tecnología de la información. Cuando cursé la carrera, los docentes tenían en cuenta no perder de vista al usuario como guía para tareas como elaborar un catálogo y sus descripciones bibliográficas, o registros computarizados para un catálogo en línea. Registrar para controlar sólo tiene sentido si se puede comunicar esa información.

-En el caso que, promovido por el docente, haya realizado una práctica académica o pasantía en alguna unidad de información ¿Considera que los conocimientos adquiridos fueron suficientes para desempeñarse en tales prácticas? ¿Qué conocimientos tuvo que aplicar?

La primera práctica académica que hice fue en la biblioteca del Instituto de Investigaciones Gino Germani (Facultad de Ciencias Sociales, UBA), y la segunda ―para la licenciatura― en el Archivo General de la Nación. El impacto inicial es la “bajada a tierra” después de cursar años en la facultad, porque se nota el paso de la teoría a la práctica. Todo lo asimilado en la facultad constituye una base para despertar al “practicante” y desarrollar iniciativa y creatividad. A veces, tenía la sensación de que no estaba aplicando la totalidad de lo visto en las materias. Pero eso encuentra lugar con los años y en el campo laboral, lo cual demuestra que ningún conocimiento está de más.
En la biblioteca, tuve que inventariar, catalogar y clasificar libros y revistas científicas. También, atender usuarios y realizar búsquedas en el catálogo, y compartir recursos en redes de la región. Esto último me enseñó el alcance y el valor que tiene compartir recursos entre bibliotecas del mundo. En el archivo, había gran cantidad de documentos para describir y elaborar un catálogo para el público: cartas manuscritas, actas. En este caso, los conocimientos de Archivología son esenciales pues el trabajo con libros y documentos de archivo es diferente. Lo bueno de las prácticas es que ayudan a terminar de aprender ―“cerrar” lo asimilado teóricamente― y otorga una experiencia inicial para aplicar en un trabajo diario. La formación académica es sólo la punta del iceberg, un puntapié para que cada profesional continúe creciendo.

- ¿Considera que la bibliografía utilizada en materias relacionadas con tecnologías de comunicación e información se encuentra actualizada? ¿Considera válido el equilibrio entre teoría y práctica en relación a los conocimientos técnicos impartidos en la carrera?

Repasando la bibliografía de una de las materias del área de tecnología de la información, es curioso ―aunque no llama la atención― que aún siga vigente un texto de 2003 que plantea los problemas de la automatización en unidades de información de nuestro país. Hay muchas obras de los ’90 y posteriores que tratan cuestiones teóricas sobre el tema, textos atemporales ya que rondan el espíritu bibliotecológico. La actualización se manifiesta, en el caso de Automatización en unidades de información, en los sistemas automatizados de gestión bibliotecaria que se enseñan a los estudiantes. Es importante que se trabaje con tecnologías de uso actual en las bibliotecas del país y del mundo, sobre todo si se piensa en el intercambio de información a nivel internacional. Esa materia la cursé en 2010, y en su momento vimos varios sistemas de uso corriente. Pero cuando comencé a trabajar en una biblioteca cuya colección era 90 % de obras en japonés, se presentó el problema de los caracteres para lograr un registro bibliográfico adecuado a los usuarios. Ante esa situación, pensé en lo útil que sería que en la facultad se trabajara con software compatible con lenguajes no occidentales para migrar registros.
Recursos de información en redes globales es la segunda materia del área tecnológica ―tramo de formación profesional básica―, cuya bibliografía teórica tiene las mismas características que Automatización. La principal diferencia es la idea de “red”: una dimensión trabajada de manera que los estudiantes tengan un pantallazo de nivel teórico, pero que deja de lado algo clave hoy en día. Bibliotecas y archivos tienen un espacio en las redes sociales, en las que interactúan con los usuarios: este contenido no se ve reflejado en la bibliografía de la materia. Desconozco si en materias de la licenciatura se trabaja con esas herramientas, al alcance de toda unidad de información.
Entre la teoría impartida en las clases y la práctica que se encuentra en el puesto de trabajo, siempre hay una brecha, al principio abrumadora pero no imposible de enmendar. La situación presupuestaria y de gestión de bibliotecas y archivos hace más o menos notoria esa diferencia. Sigo sosteniendo que los conocimientos técnicos de la carrera funcionan como una base sobre la que el egresado debe construir su saber: capacitándose y actualizándose por fuera de la enseñanza formal o académica.

-¿Suele participar en listas bibliotecarias? ¿Considera interesante el nivel de los debates? ¿Cómo percibe en dicho espacio la recepción de temas políticos?

La única lista bibliotecaria en la que participo, por fuera de los grupos armados en la carrera, es la de ABGRA ―Asociación de Bibliotecarios Graduados de la República Argentina―. La uso para recibir novedades, no suelo participar activamente. Los debates no son de mi interés, pues soy consciente de la cantidad de “opinólogos” que abundan en la web, sobre todo en materia política. Valoro más la convocatoria a una charla que signifique un aporte a nuestra profesión, que un debate generado por un dicho o una acción política, nos afecte o no. Pienso que nuestro deber es actuar para cambiar la realidad. Es muy desagradable encontrarse en una lista de profesionales con discusiones más propias de un partido de fútbol. ¿Qué podemos hacer para cambiar para bien?: esa es la cuestión, no generar tensión entre los miembros de la lista. 


-Como estudiante ¿Presenció en el aula un debate / clase/ conversación /comentario / reflexión y/o contenido sobre la necesidad o no de contar con sindicatos / gremios / asociaciones en temas relativos a derechos laborales? En caso que la respuesta resulte negativa ¿Considera de utilidad profesional que el docente favorezca espacios de discusión y debate sobre estas temáticas?

No recuerdo haber presenciado en las clases debates sobre cuestiones sindicales vinculadas a nuestra profesión. Quizás algún comentario cuando nos recomendaron suscribirnos a la lista de correo de ABGRA. Pero no me parece oportuno que los docentes incluyan en el espacio de enseñanza temas de otra área: nuestros derechos laborales tienen su propia arena, y la formación del profesional de la información trasciende esas cuestiones. Un salario no debería condicionar el rol social de ningún profesional, ambas cuestiones van por carriles diferentes. De lo contrario, sería una falta de respeto hacia quienes nos comprometemos a servir.


-El concepto de neutralidad en la profesión ha dividido las aguas ante las problemáticas sociales y políticas que inciden en alguna medida en el contexto bibliotecario, según lo vivenciado como alumna de la carrera ¿desde el aula, recuerda si algún docente ha interpelado y/o analizado esta cuestión?

La supuesta neutralidad de nuestra profesión, claro está, es inexistente en un mundo en el que la información es un recurso estratégico para toda clase de organización social y política. Los profesores de la carrera ―por lo menos en los años que yo cursé― han puesto el acento en la delicada posición en la que se encuentra un profesional de la información. Pero mayor es la tensión en el caso de los archivos, donde cuestiones políticas o vinculadas al poder son elementos de   análisis para la licenciatura: entender los engranajes de la burocracia, el funcionamiento de las relaciones de poder y su cristalización ―o no― en documentos que son objetos estudiados desde la Archivología y la Diplomática. En mi opinión, trabajar en un archivo lo expone más a uno a los avatares socio-políticos que en una biblioteca. Sin embargo, una vez escuché una excelente definición sobre el día a día de un bibliotecario: a veces, es una lucha por el dinero y el poder (presupuesto y que alguien se interese por que la biblioteca cumpla su función). En las clases, los profesores sí han expuesto la importancia de una buena gestión bibliotecaria en todos los niveles, atendiendo al contexto de la unidad de información. Esto vinculado a la brecha digital, por ejemplo, cuestión pendiente de resolver y a la que los bibliotecarios no son ajenos. Algo que no recuerdo haber escuchado en las clases, por lo menos no con suficiente fuerza, es la necesidad de que los bibliotecarios acuerden planes o estrategias de algún tipo junto con maestros para que, desde los niveles iniciales en las escuelas, se valore a la biblioteca ―”sin muros”― como uno de los espacios de difusión del   conocimiento.   A veces, suele banalizarse la importancia de nuestra   profesión reduciéndola a una mera actividad remunerada, actitud que deja vulnerable a la sociedad en su conjunto ―ciudadanos con derecho a acceder a la información―. Grave sería si los actuales planteamientos del sector docente en nuestro país se extrapolaran a la actividad bibliotecaria.

-¿Como percibe a la bibliotecología en contextos interdisciplinarios? ¿Resulta visible? ¿Siente que la carrera le otorga elementos para dar respuestas a problemáticas sociales que otras disciplinas sí ofrecen? (ejemplo inclusión social, problemáticas de minorías sociales, desastres ambientales, conflictos bélicos, problemáticas jurídicas, etc.)

Lo que me fascinó de la bibliotecología es que funciona como el “detrás de escena” de todas las demás disciplinas. Esto se ve en las bibliotecas especializadas, y en la posibilidad que tienen los profesionales de la información de insertarse en prácticamente cualquier proyecto, puesto que la información es un recurso estratégico para capturar, administrar y explotar. Cursando la carrera de Edición, descubrí que allí también hay espacio para la bibliotecología, ya que la edición de libros y revistas representa la elaboración de la materia prima de que hace uso la ciencia de la información.
Sin duda, la bibliotecología brinda herramientas y condiciona la perspectiva de tratamiento a la hora de encarar problemáticas sociales: pensar en el otro que necesita una respuesta o una guía para satisfacer una necesidad. En mi caso, se me ocurre el tema de las investigaciones en materia de derechos humanos, para lo cual el Archivo General de la Armada cuenta con documentación clave y requiere personal capacitado para atender los requerimientos de información.

-¿Recuerda en alguna clase que el docente haya abordado cuestiones vinculadas a bibliotecas en contextos sociales vulnerables? (comunitarias, rurales, campesinas, indígenas, carcelarias o de temas relativos a minorías, desplazados sociales, multiculturalidad, comunidades sexuales, bibliotecas humanas, etc.)

Bibliotecas ambulantes, en cárceles y ejemplos semejantes fueron tratados cuando analizamos la cuestión de la “biblioteca sin muros” y las modalidades que puede adoptar una unidad de información. Abordar ese tema resultó útil pues, cuando comencé a ayudar en la biblioteca de un colegio argentino-japonés, surgieron ideas con los compañeros de trabajo para ampliar la llegada de la colección. El desarrollo de ideas para aplicar en contextos sociales vulnerables sería un buen ejercicio para incorporar en alguna materia de la carrera, incluyendo el aprovechamiento de las redes sociales.

-Si le fuera dado proponer modificaciones en los planes de estudio de la carrera ¿En que aspectos técnicos y/o humanísticos focalizaría su atención? ¿Favorece la institución académica escenarios de discusión y debate que habiliten posteriormente la concreción de dichas propuestas por parte de los alumnos?

En cuanto a aspectos técnicos del plan de estudio de Bibliotecología, es básico la actualización de normas y estándares internacionales. No creo que haya problemas con eso, lo que sí debería hacerse es un censo de la situación de todas y cada una de las unidades de información del país. Con esos datos podría trabajarse en la carrera para pensar propuestas de mejora y diseñar proyectos. Esto debería articularse con el área tecnológica ―junto con otras áreas: administración, servicios―, la cual debe estar al día siguiendo ejemplos de regiones más avanzadas. Pienso en la Biblioteca “Su Alteza Imperial Príncipe Akishino”, del colegio Nichia Gakuin, cuya atención estaba a cargo de una sola persona y que no atendía todos los días. Con un grupo de estudiantes de la carrera iniciamos tareas de voluntariado hasta lograr que la biblioteca abriera casi todos los días de la semana, aunque en horario acotado. Allí volcamos todo lo aprendido en la carrera y sacamos ideas de aquí y de allá. Casos como este podrían replicarse en otras bibliotecas y archivos con recursos limitados, cuyo destino podría estar en manos de futuros egresados de nuestra carrera.
Las listas de correo de la carrera y el Departamento de Bibliotecología son canales abiertos a las propuestas de los alumnos. Las asambleas también, como espacio de debate. Mucho más no puedo agregar ya que no participo en las asambleas.

-Se habla frecuentemente de la lenta desaparición del libro impreso, incluso en foros de bibliotecología, en su caso como estudiante ligado permanentemente a la utilización de dispositivos físicos, digitales y/o virtuales ¿Qué le provoca esta situación?

El tema de la desaparición del libro impreso es más desarrollado ―y desmitificado― en Edición. Tengo el privilegio de contar con las dos perspectivas: la bibliotecológica y la editorial. En mi opinión, los libros impresos forman parte de un “nicho” ―de mercado y como formato contenedor de información―, así como está el nicho de los e-books, por ejemplo. Con los periódicos en papel es más evidente la disminución de ventas, y el paralelo crecimiento de lectores que siguen las noticias en las redes sociales o en formato electrónico.
El caso del libro es especial. Lo que pudo haber disminuido es la tirada por título. Si se compara, el porcentaje de ventas de obras en formato electrónico continúa siendo reducido. En la práctica se ve: los “blockbuster” han desaparecido, no así las librerías “de papel” ―es más, ahora venden productos no editoriales para ampliar el ingreso por ventas―. Con información efímera, como la publicada en revistas y periódicos, puede darse el caso de que desaparezca el soporte papel. Con los libros, en mi opinión, podría suceder si se llegara al extremo del colapso del espacio físico en las diversas unidades de información. Los archivos son las primeras instituciones que están sufriendo ese problema, de ahí la necesidad y las propuestas en desarrollo que alientan la digitalización y la gestión de documentos nativos digitalmente ―con ingredientes como la firma electrónica, por ejemplo―.
Estamos en un momento “bisagra”, en el cual todavía no podemos augurar el destino certero de las publicaciones impresas. Como bibliotecóloga y empleada de un archivo, opino que los profesionales de la información deben centrarse en la adaptación de sus prácticas y de su compromiso con los usuarios en función de los cambios que vayan dándose en el mundo editorial y tecnológico. Recomiendo la lectura del artículo de Alejandro Katz, “Falsos dilemas”, publicado en Libros de México (92, febrero-abril 2009, pp. 26-29). Allí se presenta el panorama de los temores en torno al porvenir del libro y la relación con el rol del editor. Agrego que el bibliotecario / archivista también es parte de la cadena de información en la que se mueven los objetos editoriales, somos agentes transformadores. ¿Cuál es el camino que tomarán las unidades de información ante el desarrollo de las tecnologías para la información y las nuevas prácticas que desarrollarán los usuarios?

Muchas gracias Eliana.
Daniel Canosa.