Como bien lo expresó Carlos Martínez Sarasola, no
fue un Año Nuevo mapuche más en Los Toldos, Provincia de Buenos Aires, una
pequeña pero estratégica ciudad históricamente asociada al asentamiento del
cacique mapuche voroga Ignacio Coliqueo (1796-1871) y su tribu, uno de los
protagonistas del mundo de la frontera entre indígenas y no indígenas en el
siglo XIX.
Ubicada a 290 km de Buenos Aires, Los Toldos
-según el último Censo nacional de población- tiene unos 13400 habitantes sobre
un total de 18700 de todo el Partido de General Viamonte, al cual pertenece.
Los referentes originarios estiman que un importante porcentaje son indígenas o
descendientes de originarios, algunos de los cuales aún no se reconocen como
tales, detalle que no opaca en absoluto la fuerte presencia histórica y actual
aborigen.
Comunidades y organizaciones hacia la unidad
Como dice el autor de “Nuestros paisanos los
indios”, desde hace un tiempo, las distintas comunidades y organizaciones del
lugar están atravesando un proceso de unidad tendiente no solo a superar
diferencias del pasado sino a lograr un fortalecimiento de todos los hermanos
indígenas. Los reunió el año pasado la iniciativa de preservar a La Azotea como
lugar sagrado, una laguna ubicada a unos 5 km del pueblo, y donde se
encontraron restos de un cementerio ancestral indígena. Allí se encuentra un
monolito en recuerdo del lonko Coliqueo y desde donde puede divisarse el lugar
adonde hasta hace poco tiempo estuvieron en pie los restos de su vivienda, una
lejana tapera en medio de unos árboles.
La recuperación de ese lugar sagrado está en pleno proceso llevado adelante por las comunidades y organizaciones indígenas locales reunidas en el colectivo Kume Trawn, con el apoyo de la Universidad Nacional del Centro y la Municipalidad, a partir de un convenio recientemente firmado entre las partes.
La recuperación de ese lugar sagrado está en pleno proceso llevado adelante por las comunidades y organizaciones indígenas locales reunidas en el colectivo Kume Trawn, con el apoyo de la Universidad Nacional del Centro y la Municipalidad, a partir de un convenio recientemente firmado entre las partes.
Personalmente no deja de ser motivo de reflexión
el contexto de los pueblos de frontera en el siglo XIX, como es el caso de la
tribu de Coliqueo, situación que llevó en alguna oportunidad a que se
sucedieran disputas entre difererentes comunidades indígenas.
Ratificando el actual proceso de unidad, las
distintas expresiones de originarios de Los Toldos lograron también que el
Honorable Concejo Deliberante de General Viamonte sancionara en julio de 2016
la Ordenanza 3206, que acordó por su artículo primero “instalar la bandera
política mapuche (Wenufoye) en sitios y espacios públicos del Distrito, así
como en actos o eventos significativos para el pueblo”.
Fue entonces que el sábado 24, y coincidiendo con
la culminación del Wiñoy Xipantu, la bandera mapuche fue izada por primera vez
en la plaza principal de Los Toldos, en medio de los paisanos que, emocionados,
clamaban con cánticos sagrados, mirando al cielo con los brazos abiertos.
Finalmente la Wenufoye flameó en las tierras de
la tribu de Coliqueo
ElOrejiverde estuvo presente durante toda la
jornada del 24, en lo personal era la primera vez que presencié una ceremonia
tradicional mapuche, en la comunidad Ruka Kimun, donde tuvimos el privilegio y
honor de compartir unas palabras en el círculo del rewe (altar sagrado),
entremedio de las machis, lonkos y werkenes, donde se hizo evidente esa idea de
un mundo donde caben muchos mundos, todo lo compartido fue muy significativo,
ya que se trató de una anhelada conquista social por parte de comunidades y
organizaciones indígenas, quienes concretaron por primera vez el izamiento de
la Wenufoye en la plaza principal, en medio de emotivas celebraciones que
prosiguieron durante toda la jornada. Cabe señalar que la denominación de la
bandera significa "canelo del cielo", y que fue creada en los años 90
para significar la unidad y resistencia de las comunidades, cuyos colores y
símbolos representan la cosmovisión y filosofía de la "gente de la
tierra".
La ceremonia empezó muy puntualmente cerca de las diez de la mañana, con el centro de la plaza Bernardino Rivadavia colmada por una importante cantidad de gente, cuando sobre una de las avenidas que circundan la plaza comenzó a avanzar una nutrida columna de originarios encabezada por no menos de quince mujeres al son de sus kultrunes. Engalanadas con sus trarilonkos y pectorales de la platería ancestral, les seguían los hombres, muchos de ellos haciendo sonar sus pifilkas y ñorquin y retumbando la mañana con sus gritos de arenga.
Muy pronto esta columna se agregó a la treintena
de niños que portaban la gran Wenufoye especialmente confeccionada para la
ocasión y todos ingresaron a la plaza rumbo al centro donde aguardaban el
mástil, los paisanos indígenas, las autoridades y representantes oficiales
(además de los municipales hubo delegaciones del INAI y de derechos Humanos de
la Provincia), legisladores, policía comunal, el público y la prensa. Cerraban
esta conmovedora columna un grupo de jinetes con sus caballos bella y
ceremonialmente pintados.
Estuvieron presentes delegaciones indígenas de
distintos puntos de la provincia de Buenos Aires como Junín, Bragado, Trenque
Lauquen, Mar del Plata, Lincoln, Pehuajó, General Pinto, Arrecifes, Mechita,
Marcos Paz, Olavarría, Rojas, Salto, Chivilcoy, Carlos Casares, La Plata,
Colón, 25 de Mayo, O’Brien; de General Acha, Santa Rosa (La Pampa) Venado
Tuerto (Santa Fe), y Capital Federal entre otros.
El acto estuvo muy bien conducido por el
especialista en lengua y educación mapuche Hugo Silveira, que fue presentando a
las distintas delegaciones asistentes y con claridad y precisión ofreció
pinceladas informativas muy necesarias acerca del sentido de esta reunión. Por
ejemplo cuando explicó que la Wenufoye fue creada y adoptada por un encuentro
de representantes de comunidades de Argentina y Chile como símbolo del pueblo mapuche
en los años noventa, durante la conmemoración de los 500 años de la llegada de
los europeos a éste continente de Abya Yala (América).
A la hora de los discursos, el presidente de la
Legislatura dio lectura completa a la Ordenanza 3206, la que destaca en sus
considerandos “que el Estado municipal a través de la institucionalización de
la Bandera abre espacios a los símbolos de los pueblos originarios como muestra
de pluralismo cultural y en valoración de las culturas y pueblos preexistentes
en este Estado Argentino que aportaron y aportan grandes legados
históricos–culturales a nuestro país”.
Seguidamente una joven mapuche, Cynthia Zavala
Antiman, explicó la profunda simbología de la Wenufoye, ilustrando sobre el
entendimiento de los colores y su representación según la cosmovisión y
filosofía mapuche.
Sin dudas que el punto culminante de este acto
fue, en medio de las alocuciones, el izamiento de la Wenufoye, que estuvo a
cargo de los representantes de KumeTrawn, espacio integrado por las comunidades
Hermanos Mapuche de los Toldos ; Tribu Ignacio Coliqueo; Kintu Kimun: la
Comisión Mapuche La Azotea y la Agrupación Ñuke Mapu. Será difícil olvidar ese
momento.
Cuando la bandera llegó a lo más alto del mástil
una gritería de júbilo, aplausos y sonidos de los instrumentos musicales
autóctonos acompañaron su flamear mientras bandadas de pájaros, emisarios de
los “pueblos alados”, se asociaban sobrevolando la escena.
El cierre del acto estuvo a cargo de los niños de
las escuelas Nro 7, Nro 10, Colegio San José y Jardin de Infantes Nro 901 y 908
quienes dirigidos por sus maestros cantaron bellas canciones en español y en
mapudungun. Un rato antes había hecho lo propio la artista mapuche Carina
Carriqueo que también habló de la platería originaria como metáfora de las
lágrimas de la Luna, junto con las lágrimas que bajaban del Sol, transformadas
en oro.
El círculo de la palabra en el altar sagrado
Al final estuvimos compartiendo la ceremonia del
rewe en la Ruka Kimun Mapuche, un amplio espacio de la comunidad Hermanos
Mapuches de Los Toldos, quienes agasajaron a los visitantes con comidas y
canciones, y donde fueron frecuentes los abrazos, las palabras de
confraternidad y la franca camaradería
de quienes hace tiempo esperaban este encuentro.
Sobre el ocaso de la tarde se hizo un gran
círculo con todos los presentes alrededor del rewe que había servido como
centro de reunión para la ceremonia del Wiñoy Xipantu. Allí, rodeando a las
cuatro banderas mapuche en sus cañas-asta clavadas en tierra, alrededor de cada
una de las cuales estaban depositadas las ofrendas con sus vasijas y sus hojas
de laurel, todos y cada uno dijeron sus palabras. Otra vez se habló de la
dimensión histórica de lo que había sucedido por la mañana, de la importancia
de haber celebrado este nuevo Wiñoy Xipantu, de la necesidad de que los jóvenes
escuchen a los mayores, de la importancia de los valores ancestrales, de la
inclusión y participación de los niños. Todo estuvo guardado en la memoria. El
Wiñoy Xipantu, la Wenufoye, el cierre del rewe y la afectuosa y sincera
confluencia de indígenas y no indígenas.
Cuando nos íbamos despidiendo, saludé por única
vez a Liliana Antiman, longko (cacique) de la Comunidad Hermanos Mapuche, a
quien escuché decir que los mapuches estaban en paz con los antiguos, de algún
modo sintetiza lo que los paisanos sintieron, como aquel mapuche que estuvo
sentado frente a mi mesa, en prolongado silencio, con quien compartimos un vaso
de vino y un plato de comida, y de quien recuerdo verlo sonreir en el exacto
momento que la wenufoye llegaba a lo alto del mastil, sabiendo lo que todos
supimos, que no había sido un Año Nuevo Mapuche más en Los Toldos.
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