Vaya paradoja para los bibliotecarios.
El título es atribuido a una enciclopedia china ficticia cuya clasificación es incluida por Jorge Luis Borges en el ensayo “El idioma
analítico de John Wilkins”, publicado en el libro Otras inquisiciones. En esas
remotas páginas, los animales se clasifican en:
(a) pertenecientes al Emperador,
(b) embalsamados,
(c) amaestrados,
(d) lechones,
(e) sirenas,
(f) fabulosos,
(g) perros sueltos,
(h) incluidos en esta clasificación,
(i) que se agitan como locos,
(j) innumerables
(k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de
camello,
(l) etcétera,
(m) que acaban de romper el jarrón,
(n) que de lejos parecen moscas.
John Wilkins, al promediar el siglo XVII, planteó un idioma universal en donde cada palabra se define por sí misma. Entre otras cosas, quiso hacer transparentes las colmenas para estudiar el comportamiento de las abejas. Plantear este problema, que implica asociar un orden a las cosas, llevó a Michel Foucault a preguntarse el porqué ordenar y cómo ordenar algo, cómo clasificar un conocimiento. Para el filósofo francés, aquel ensayo de Borges invitaba a dilucidar sobre la idea de verdad en cuanto permanencia al paso del tiempo.
Decía Borges. “Cabe ir más lejos; cabe sospechar que no hay universo en el sentido orgánico, unificador, que tiene esa ambiciosa palabra. Si lo hay, falta conjeturar su propósito; falta conjeturar las palabras, las definiciones, las etimologías, las sinonimias, del secreto diccionario de Dios. La imposibilidad de penetrar el esquema divino del universo no puede, sin embargo, disuadirnos de planear esquemas humanos, aunque nos conste que éstos son provisorios”.
Acaso esa transitoriedad responda a una arbitrariedad, que es la que a veces, más allá de las reglas, interpela a los bibliotecarios/as cada vez que deciden jerarquizar un concepto.
El consuelo, acaso, sea la conjetura, el acto de conjeturar.
Fuente: Otras inquisiciones / Jorge Luis Borges. Buenos Aires: Sur, 1952.
Nota: la imagen se encuentra en el siguiente enlace:
https://yksuhcjuan.wordpress.com/2018/02/04/el-emporio-celestial-de-conocimientos-benevolos/
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