A modo de prólogo, e inmerso en un mar de dudas, no sé si esta divagación que comparto representa lo que quiero relacionar, me motiva un entendimiento que sublima cualquier disquisición, la necesidad de considerar la profunda complejidad que encierra la frase “todo tiene que ver con todo”, vayan las disculpas sinceras por esta digresión.
Hace un tiempo leí sobre la función que cumple el ritornello en el plano de la música, un concepto abordado por Gilles Deleuze y Félix Guattari, en donde lo que se percibe es una intervención que marca el pulso de cualquier proceso creativo, se trata de una secuencia armónica, la repetición de un fragmento, que aparece en momentos clave, al principio, al final, pero sobretodo en la mitad de la composición (para el filósofo francés el concepto de pliegue, tal como lo analizó en Gottfried Leibniz, se da precisamente en el medio de toda construcción), son pequeños retornos que nos recuerdan la estructura, pero más que eso, le otorgan significado, dentro de un contexto signado por la arborescencia, cuyos movimientos guían el sentido de lo creado, marcando la sincronía en momentos específicos, sin necesidad de trazar dicha inserción en el perímetro bosquejado.
Hace un tiempo leí sobre la función que cumple el ritornello en el plano de la música, un concepto abordado por Gilles Deleuze y Félix Guattari, en donde lo que se percibe es una intervención que marca el pulso de cualquier proceso creativo, se trata de una secuencia armónica, la repetición de un fragmento, que aparece en momentos clave, al principio, al final, pero sobretodo en la mitad de la composición (para el filósofo francés el concepto de pliegue, tal como lo analizó en Gottfried Leibniz, se da precisamente en el medio de toda construcción), son pequeños retornos que nos recuerdan la estructura, pero más que eso, le otorgan significado, dentro de un contexto signado por la arborescencia, cuyos movimientos guían el sentido de lo creado, marcando la sincronía en momentos específicos, sin necesidad de trazar dicha inserción en el perímetro bosquejado.
De algún modo se trata de algo que
genera tranquilidad ante la inmensidad de lo desconocido, porque nos recuerda
el sentido de la obra en medio de las constantes bifurcaciones –si momentánemente nos permitiéramos un paréntesis
conceptual, tiene sentido acercar una observación de Deleuze, cuando dice que
en filosofía, a la hora de crear conceptos, suele suceder que algunos filósofos
se sumergen en el caos, del que extraen unas determinaciones con las que harán
los rasgos diagramáticos de un plano de inmanencia– nos pasa cada tanto como
bibliotecarios en nuestra profesión, tomamos un concepto de una disciplina
distinta, y lo insertamos en nuestro campo, adaptando sus componentes,
propiciando un plano desde el cual articular nuevos entendimientos, si por
ejemplo el concepto fuese el rol social bibliotecario, muchas ideas
pertenecientes a la etnografía, antropología, filosofía, educación e incluso
psicología pueden ser útiles para tornar vivible nuestra praxis profesional.
Para que tal construcción sea posible se necesitan personas que vinculen datos,
textos, documentos y teorías, según los perfiles de quienes incursionan en
dichos temarios, y nada de todo esto es posible si no hay un profundo
conocimiento entrelazado con una inquieta curiosidad.
Esta comprensión del ritornello (que
básicamente es algo que se repite en determinadas secuencias dentro de la
música), la podemos trasladar desde el punto de vista filosófico a todos los
contextos posibles, ya que trata de un espacio creativo generado para que pasen
cosas, pero sobre todo para crear líneas de fuga con las cuales investigar
conceptos, olvidemos ahora lo que el ritornello significa para la música,
pensemos en relación al alcance de lo que su naturaleza representa, es entonces
que no puedo alejar de esta idea a lo realizado por Carlos Córdoba (quien por
estos días, a un mes de su fallecimiento, es recordado ya con nostalgia por
quienes tuvieron la suerte de compartir su tiempo), porque desde su
intervención ha provocado que muchos profesionales de la información
completaran ideas, capturando conceptos que podían funcionar en otros planos, y
sobre todo habilitando la posibilidad de pensar, a veces incluso la sugerencia
de una filmación provocaba una curva en el camino recto, esas cosas...
Oriundo de Quilmes, bien ya pueden
decir los suyos “uno de los nuestros ha llegado muy lejos”, no solo por lo
pensado sino especialmente por lo compartido, creo que no es posible
cuantificar de algún modo las articulaciones que provocó este bibliotecario en
su profesión, a cuantos hizo crecer, a cuantos ayudó a encontrar respuestas, a
cuántos les alumbró senderos para terminar abriendo caminos, no es solo su
inteligencia, su vocación y su capacidad, sino su gentileza, su sentido de
empatía (esa palabra que tanto pronuncio últimamente y tan pocas veces
encuentro representada), alguna vez leí que el yo es siempre una tercera
persona, esto venía a cuento por el concepto de subjetivación que trabajó Michel
Foucault, y cobraba sentido cuando se vislumbraba un acto creativo, que como
podemos imaginar no se limita a lo artístico, sino que también es preciso
hallar esta relación en el territorio de las ideas, sea cual sea la profesión.
He aquí “uno de los nuestros”, ahí está
su obra, solo que para dimensionarla va a haber que registrar el efecto de la multiplicación
en las innumerables personas que aprendieron a su lado (felices los felices), y
que de aquí en más desparramarán por los infinitos campos interdisciplinarios
todo lo que saben, es así que en cada texto, en cada artículo, en cada acción,
en cada imagen del pensamiento, habrá alguien haciendo algo porque Carlos
Córdoba lo generó, y eso no se olvida nunca, y eso no termina nunca de crecer.
Se trató de un buen tipo, que según dicen,
sonreía siempre, y que en el momento menos esperado sus palabras llegaban bajo
la forma de un abrazo, pero también se trató de un excelente profesional, que
honró con su sensibilidad el noble espacio de las bibliotecas, será por eso que
me parece injusto este silencio, que tuve estos motivos para escribir sobre
alguien que apenas conocí en persona, pero de la que me hablaron tanto desde
diferentes situaciones, contextos y lugares, y en todas esas experiencias
siempre hubo una respuesta y una sincera ayuda que hoy muchos recuerdan con
cariño.
Gracias a personas como Carlos Córdoba,
los bibliotecarios nos convertimos siempre en otra cosa, y renacemos en ideas
nuevas, rodeados de rostros agradecidos.
Fuente:
Quilmes le debe un homenaje a Carlos Alberto Córdoba:
http://www.perspectivasur.com/3/nota.php?nota_id=72000Quilmes le debe un homenaje a Carlos Alberto Córdoba:
¿Qué es la filosofía? / Gilles Deleuze y Félix Guattari. Barcelona : Anagrama, 1993.
Gracias! por escribir esta excelente nota sobre Carlos Córdoba.
ResponderEliminarLos que lo conocimos estamos todavía impactados
y el silencio es prueba, del profundo respeto que sentimos.
Me sumo a las palabras del Prof. Victor Andreoli:
"Carlos Córdoba desde una invisible trinchera de una biblioteca
construyó puentes indestructibles con todas las Artes y Ciencias."
Mil gracias!
Miriam Sanabria
Estimada Miriam, ha sido un gusto grande compartir este escrito, ojalá la obra de Carlos Córdoba no se olvide.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Gracias por estas hermosas y significativas palabras
ResponderEliminarBello homenaje. Leer un reconocimiento tan notable a su trabajo es sumamente inspirador. Gracias Daniel
ResponderEliminarMariana Lagar
gracias, Daniel. El colegio del que fue bibliotecario Carlos, el Quilmes High School, le ha dedicado un espacio importante a su coleccion personal con el trabajo de alumnos y compañeros que disfrutaron su enorme conocimiento, su sutil ironia y su capacidad para escuchar al otro antes de recomedar la cita, el film o la visita que le hacia falta.
ResponderEliminarMe alegran estas buenas noticias, muchas gracias por las palabras.
ResponderEliminarUn abrazo.
Estimado Daniel
ResponderEliminarGracias por tu interés en nuestro querido Carlos
Desde este generoso espacio, mi aporte:
No estaba en condiciones de escribir, ni menos publicar algo en este medio tan vasto….esta net que nos envuelve a cada uno de nosotros…
Estamos pasando, los que conocimos a Carlos, de un estado de gran dolor por su partida, a la aceptación, la aceptación de una partida tan reciente y no esperada…
Dejo su huella en cada rinconcito de nuestra biblioteca, la cual transitó algunos años de su juventud, en nuestros correos electrónicos, brindando siempre información de altísima calidad y por supuesto, en nuestros corazones.
Detrás de una humeante taza de té, nos decía: “tomen chicas, les traje algo…”lo cual, podría ser una nueva edición de los cuentos de M. Elena Walsh así como el último ejemplar de Códice, publicación de EARA, Encuadernadores Artesanales de la República Argentina, prestigiosa institución la cual fue secretario.
Ahora, imagino a Carlos en algún sitio, recorriendo jardines bifurcados, acomodando estanterías hexagonales…asistiendo a usuarios como Cortázar, Borges, Bioy Casares, Arlt…
También usuarios de otros terruños, pero allí, allí, estarán todos…Wilde… Joyce….
Continuaremos con tu legado, querido Charly, enalteciendo, jerarquizando nuestra profesión…
Finalmente, parafraseando a Miguel Hernández…
No perdono a la muerte enamorada
No perdono a la vida desatenta….
Hasta siempre
M. de los Angeles Baracchini
Bibliotecaria
Biblioteca Pública Mariano Moreno de Bernal
Profesora de Bibliotecología
Y nuestro equipo de trabajo:
Miriam Sanbria, Verónica Aybar y Liliana Escobar
Bibliotecarias
Biblioteca Pública Mariano Moreno de Bernal
Estimada
ResponderEliminarRealmente ustedes enaltecen el legado de esta gran persona, y como dijo alguna vez Oscar Wilde, solo puede haber dolor debajo del dolor, pero las enseñanzas no se olvidan, se guardan en la memoria y se vuelven a construir.
Un fuerte abrazo.
Gracias Daniel, así será...un gusto compartir este espacio, permanecemos en contacto.
ResponderEliminarM. de los Angeles Baracchini.