“El camino lector personal no es un camino de
acumulaciones ni es un camino recto. Consta de entramados de textos que vamos
guardando. Unos van llamando a otros y en ese diálogo de la persona con el
texto se teje una trama propia, un piso para el viaje que no es difícil hacer
crecer una vez que se descubre y valoriza”. (Devetach,2008, p.18)
Me parece válido
propiciar un entendimiento en torno a la construcción de la lectura. Una
problemática que forma parte de la responsabilidad social del bibliotecario. En
principio resulta necesario asumir el carácter arbóreo, fragmentario y breve de
la lectura en contextos digitales y/o virtuales. Establecer conceptualizaciones
en torno a dichas prácticas implicaría una tarea compleja, cuyas construcciones
críticas partirían del vano intento de ensamblar interpretaciones en
permanentes escenarios de ruptura, con la inevitabilidad que supone analizar
prácticas lectoras en intensos sobrevuelos, producto del comercio personal con
dichas lecturas.
La cita de Laura
Devetach permite entender el sentido de tejer la trama propia, ya no somos
expectadores de los textos que consultamos, sino que les generamos otra entidad
según el entendimiento ético y estético con el cual adscribimos a una
construcción de sentido.
En este punto cabe
señalar que las concepciones que elaboramos sobre aquello que leemos están
imbuidas desde la infancia, atraviesan las distintas etapas escolares, la vida
social con la cual forjamos un entendimiento, leyendo lo que formaba parte de
nuestro contexto, en tal punto Josefina Ludmer afirma que dicha concepción
nunca es individual, que siempre las concepciones que tenemos sobre literatura
son colectivas, un conjunto de creencias con
códigos estéticos cuyos fragmentos están presentes en diversos discursos
(periodísticos, universitarios, intelectuales) los cuales a veces atraviesan y
modifican nuestra percepción de la literatura, agregando o suprimiendo ideas en
un complejo mosaico intertextual.
A su vez esta
tarea, si deseamos trasladar las lecturas a un cuerpo poblado de ideas, nos
presenta una problemática que de algún modo fue ejemplificada por Humberto Eco
(la multiplicidad de datos y publicaciones que proliferan en Internet llevando
a la parálisis y consecuente abandono de investigaciones). Ciertamente un
problema es el tiempo, asociado con la cantidad inusitada de documentos. Si se
continúa la tarea se termina aceptando que cada lector construye conocimiento
desde una fragmentación, una limitación inevitable, con lo cual el “aporte” es
susceptible de ser evaluado desde lo incompleto de su abordaje, algo así como
intentar construir desde una periferia, siendo conscientes de lo imposible que
implica conceptualizar una bibliografía completa sobre un tema determinado.
Como decía el
profesor Jean Hebrard lo que interesa es saber como entender el contexto de la
cultura que nos rodea, el autor lo expresaba en el sentido que la escuela debe
ofrecer lo implícito de las
informaciones que llegan al alumno en la ciudad moderna: lo que está en la
calle, lo que se dice por la radio, lo que vemos en la tele, lo que nos pasa
alrededor cuando sucede algo que trasciende, en definitiva, se trata de
atravesar lo leído bajo otras mediatizaciones, que pueden ser políticas,
artísticas, sociológicas, que nos permita de algún modo ofrecer una
construcción original. La sensación primaria es que todo lo leído, de alguna
manera, va a terminar cuajando en el artefacto, va a tener sentido y podrá
aplicarse. Textos que según Veiga Neto, solo pueden ser asimilados de forma
plural (incluso el autor nos recuerda que no puede haber comprensión sin
imaginación, que como facultad mediadora entre lo exterior y lo interior
implica trazar una analogía con la experiencia). Aquí también entra en escena
el entendimiento de Jorge Larrosa sobre la experiencia, en cuanto a lo que
significaría involucrarnos como lectores aportando teorías, en donde es
preciso, según el autor, evitar hacer de la experiencia un concepto (la segunda
de sus precauciones consistía en quitarle a la experiencia todo dogmatismo,
toda pretensión de autoridad), sin embargo Paulo Freire ofrece otra mirada a
través del proceso de alfabetización que lo tuvo involucrado en el campo
pedagógico, y con la cual coincido, cuando menciona que para organizar un
programa de alfabetización debía buscar el universo vocabular en el seno de los
propios grupos populares con los cuales interactuaba, la lectura que del mundo
hacían estos grupos, para que desde ese lugar hicieran representaciones de la
realidad a través de las llamadas codificaciones.
En muchos casos,
salvando las distancias, y reconociendo límites, he intentado realizar ese tipo
de apropiación al momento de construir conocimiento empírico en culturas orales:
fijar un concepto luego de acumular lecturas interdisciplinarias e ir
“poblando” y completando el concepto desde lo comunitario y local, buscando
ofrecer respuestas endógenas, adaptando y agregando interrogantes efectuados en
otros contextos profesionales. El mecanismo podría ser inverso, y resultaría
válido. El punto es que la construcción del concepto propicie un código que a
su vez alimente una juntura. El acto de cultivar asociaciones propias de un
contexto determinado, tarea que no es posible hacer “desde afuera”.
Vinculando textos sobre la lectura desde el plano educativo y
socio comunitario.
Existen
variadas conceptualizaciones sobre las lecturas, incluyendo la mirada desde lo
educativo y aquellas desde lo socio-comunitario. Bernard
Lahire propone valorar, desde la pluralidad disposicional y la pluralidad
de contextos, lo que el niño lleva innato desde la experiencia familiar, una
concepción que debería incluir las diferencias, para potenciar desde ellas las
disposiciones socialmente constituidas (niños que tienen inculcados, en
sectores populares, la idea de autoridad, lo que los hace dóciles a la
enseñanza) asimismo los docentes deben entender el contexto, en donde será
preciso un abordaje empírico atento y abarcativo, registrando el desenvolvimiento
del alumno en sus diferentes ámbitos de interacción y desarrollo.
En este punto la
mirada socio-comunitaria encuentra en Jorge Larrosa una disyuntiva sobre la
relación entre experiencia y sentido, el autor, apoyándose conceptualmente en
Walter Benjamín, aborda sobre la imposibilidad de transmitir una experiencia,
con la cual bastaba una pacífica existencia cotidiana en un contexto urbano
para provocar su anulación. Sin embargo también expresó que es posible pensar
la educación desde la experiencia “pensar es sobre todo dar sentido” y es algo
que tiene relación con la palabra. En este caso lo que puede convertir a la
experiencia en una instancia valiosa son las actividades realizadas en las
llamadas bibliotecas vivas o libros parlantes, donde el conocimiento particular
de “libros vivientes” son producto de análisis y reutilización de datos por
parte de investigadores, es también entender la enorme importancia de los
fondos orales de las bibliotecas.
Resulta útil en
este marco ubicar las ideas de Anne-Marie Chartier en
relación a la ausencia de análisis crítico por parte de ciertos lectores que
sentencian a la literatura escolar por no brindar la posibilidad de “éxito” en
el contexto social en el cual están insertos. Las nuevas tecnologías complementan
los saberes técnicos propios de las ciencias duras, pero la lectura y la
escritura parecen desprestigiadas al ingresar en la “cultura del libro”, en tal
situación la posición que ocupe el libro dependerá de la ductilidad del docente
para tornar dinámica una enseñanza desde el contexto educativo, donde será
preciso analizar cada ciclo histórico en el que la educación se ha visto
forzada a realizar cambios pedagógicos en la enseñanza.
Asimismo Chartier,
en vinculación con Jean Hébrard, resuelve de algún modo el problema de la
experiencia al proponer “bibliotecas mentales” tomando como ejemplo la analogía que se divulgó desde África
entre el fallecimiento de un anciano y el incendio de una biblioteca (la cita
pertenece a Léopold Sedar Senghor , ex presidente de Senegal , que declaró: “Hombres blancos: id por los poblados
perdidos de mi tierra con vuestras grabadoras, vuestras cámaras fotográficas, y
recoged lo que cuentan los chamanes, los juglares, los viejos, los últimos
guardianes de una larga historia humana, tan sólo confiada a las voces. Cuando
ellos mueran, será como si para vosotros, para vuestra civilización, se
quemaran todas las bibliotecas.”). Cabe incluir en sus opiniones, bajo el plano de lo
socio-comunitario, el descubrimiento de textos que permiten interpelar e
interpretar la vida cotidiana de los conciudadanos, incluso es válido vincular
el entendimiento de Lahire sobre los “tránsfugas de clase” en contextos
interculturales: individuos que viven un proceso de desigualdades que necesitan
por parte del docente de un amplio marco de diálogo y contención para que exista un verdadero equilibrio
entra las prácticas familiares, los procesos educativos y la inserción social.
Prácticas comunitarias y valoraciones subjetivas
Según lo ha
explicitado el Ministerio de Educación de Argentina en el año 2008, el Plan Nacional de Lectura del país “diseña
y desarrolla nuevas estrategias para mejorar la enseñanza de la lectura y
volver a posicionar espacios, y prácticas concretas de lectura en la escuela,
en la familia, en la sociedad tendientes a sembrar el deseo de leer”.
En este caso he
preferido resaltar una interesante experiencia lectora: la organización de un
club de lectura en una escuela del oeste de Buenos Aires (Mirta Pérez Díaz,
comunicación personal), con textos
seleccionados por la docente que tenían la particularidad de interpretar los
modos de lectura de los chicos del siglo XXI, un ejemplo de material utilizado
fue el libro “flotante” de
David Wiesner, allí las analogías de las imágenes submarinas con el
mundo humano son muy fuertes, aparece la idea de “selfies” con las que se
suelen identificar hoy en día no solo los más chicos, y otros ejemplos como
"Los tres cerditos" (una reinvención brillante del clásico) "Art
y Max" o “Minino", que en general se tratan de textos
metaficcionales, de estilo hiperrealista y con fuerte interconexión de
códigos.
Lo interesante es
notar como los alumnos se identifican con los textos por encontrar en ellos
similitudes con sus representaciones de la realidad, libros que indagan sobre
la comunicación, el amor, la soledad de los hombres en un mundo complejo y
adormecido, en donde es evidente la comprensión sobre lo que genera hoy en día
la comunicación virtual, donde todas las percepciones se encuentran mediatizadas
por una pantalla de computadora.
Me resulta
inevitable asociar dos lecturas en relación al ejemplo compartido, por un lado
el entendimiento del texto de Paulo Freire, donde los niños aprenden una noción
del mundo desde lo que ellos frecuentan y conocen, agregando en el relato el
elemento fantástico de los mitos y leyendas, el despertar de la imaginación
pero con un sentido de pertenencia, y habilitar en el niño la posibilidad de la
pregunta, la libre interpretación de las imágenes y la construcción de relatos
propios.
Por otro lado
Lahire nos dice que en algún punto los niños tienen la sensación de estar
descubriendo el mundo siguiendo el peso de los orígenes sociales, es allí que
dicho descubrimiento, en las comunidades, pueblos y barrios estará signado por
las fortalezas de quienes son concebidos como portadores de patrimonios
“disposiciones que pueden ser heterogéneas, de las cuales una parte de éstas
pueden ser útiles a la escuela”.
El impacto de las nuevas alfabetizaciones en la responsabilidad
social del bibliotecario
“Es evidente que la lectura digital requiere nuevas competencias,
las propias de un sistema intermediado tecnológicamente en el que los
dispositivos de lectura y las formas de esta exigen comportamientos y actitudes
de los usuarios que es preciso conocer y trabajar por parte de quien atendemos
tan importante tarea. En este contexto existe una necesidad de intervención de
la biblioteca en la formación de los usuarios tanto en el uso de tecnologías de
la información de carácter general como de dispositivos y aplicaciones de
lectura con carácter particular, (…) “ (Alonso
Arévalo, Cordón Gracía, 2013).
Según los autores Julio Alonso Arévalo y José Antonio Cordón García es
necesario que los bibliotecarios, como intermediaros entre la información y la
comunidad de usuarios a la que brindan servicio, proporcionen acceso,
orientación y formación a los materiales físicos y electrónicos en línea con
que cuenta la biblioteca. Según la docente Mirta Pérez Díaz “es importante reconocer que en la sociedad
de la información los bibliotecarios tienen un rol social fundamental, porque
la información es poder y esta profesión debe asumir el compromiso de
garantizar que ese poder esté al alcance de todos y no sea sacrificado ni
restringido por causa alguna”. En esta concepción entra en juego la
necesidad de reducir la nueva brecha generada por la capacidad de acceso a la
información, permitiendo que todos participen y creando una cultura de
individuos con capacidad de trabajar con información, para su desarrollo
personal y profesional, y en este punto no debemos descuidar que el rol social
del bibliotecario también demanda la capacidad para construir y reconstruir la
memoria, la identidad y los lazos sociales propiciando procesos de
comunicación.
El bibliotecario
debe capacitar a los usuarios en el manejo de destrezas informáticas, facilitar
el acceso a los múltiples dispositivos pero que dicho consumo y utilización no
sea bajo un modo acrítico por parte del lector, sin descuidar el rol social me
parece valioso revisar nuevamente esta reflexión de Pedro Falcato para
incluirlas entre las responsabilidades y competencias profesionales del actual
bibliotecario: “La identidad tiene relación también con el contexto vital y con las
raíces de los seres humanos, por lo cual las bibliotecas deberían interesarse
especialmente en incorporar documentos sobre lo local y diferente, lo que tiene
que ver con la propia región, vidas e idiosincrasia, para que ese caudal no se
pierda y mediante las posibilidades que ofrecen las tecnologías de la
comunicación, forme de hecho y de derecho parte del patrimonio de toda la
humanidad”.
Lo compartido son
pequeñas y fragmentadas reflexiones sobre cómo impactan en los lectores los
nuevos dispositivos, aplicaciones, las nuevas alfabetizaciones y las
hipermediaciones en tanto responsabilidades y competencias profesionales del
actual bibliotecario/a.
El tratamiento del
texto no pretende un carácter dogmático, se tratan más de bien de inquietudes
forjadas por la consulta de diversas experiencias lectoras, que de algún modo
buscan ampliar la complejidad de lo que en el terreno de la educación aparece
como algo simple: promover el interés por la lectura en los más jóvenes.
Bibliografía
consultada:
Chartier, Anne Marie
(2009). Discursos sobre la lectura. Madrid: Gedisa.
Cordón García, José Antonio (2011). Gutenberg 2.0: la revolución
de los libros electrónicos. José Antonio Cordón García Gijón, Raquel Gómez Díaz
y Julio Alonso Arévalo. Gijón: Trea, 2011. (Biblioteconomía y Administración
cultural; 229). Recuperado de: http://redc.revistas.csic.es/index.php/redc/article/viewFile/732/812
Devetach, Laura (2008). La construcción del camino lector. Recuperado
de: http://cemillijunamliteratura.blogspot.com.ar/2013/02/la-construccion-del-camino-lector-laura.html
Freire, Paulo (1970). Pedagogía del oprimido, México, Siglo XXI.
Hébrard,Jean (2006). La puesta en escena del argumento de la
lectura: el papel de la escuela. Conferencia "Encuentro con lecturas y
experiencias escolares". Buenos Aires: FLACSO, 12 de agosto de 2006.
Recuperado de: http://www.cep.edu.uy/archivos/inicial/PuestaEscenaArgumentoLectura.pdf
Lahire, Bernard (2009). Sociología de la lectura. Madrid: Gedisa.
Larrosa, Jorge (2003). La experiencia de la lectura: estudios
sobre literatura y formación. México: Fondo de Cultura Económica.
Ludmer, Josefina Clases 1985. Algunos problemas de teoría
literaria. Buenos Aires: Paidos, 2016.
Veiga Neto, Alfredo (2012). Literatura, experiencia y formación
(entrevista por Alfredo J. da Veiga Neto
Wiesner, David (2007). Flotante. México: Océano Travesía.
Gracias, Daniel, una vez más. Siempre busco frases a modo de introducción para mis trabajos prácticos, y esta cita a Laura Devetach me hizo buscar su texto. Muy interesantes tus aportes, y las menciones a lxs autores, sobre el rol del bibliotecario; un abrazo cordial.
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