Alguna vez, Jesús Quintero había dicho que “los analfabetos
de hoy son los peores porque en la mayoría de los casos han tenido acceso a la
educación. Saben leer y escribir, pero no ejercen. Cada día son más y cada día
el mercado los cuida más y piensa más en ellos", esto enojaba al loco
de la colina, y tenía razón. El problema es que esa inmensa multitud es
necesaria para evitar razonamientos vinculados con el rol ciudadano. El mercado
los cuida porque sin ellos, toda esa estructura de consumo no tendría razón de
ser. Pero no se trata solo del redituable consumo. Invariablemente, la
estructura incide en el entendimiento de las decisiones políticas. Una cosa
lleva a la otra.
Esa noción de la ignorancia, como concepto que
indica ausencia de conocimiento -y en este añadido plano, la no necesidad de ejercer
el pensamiento crítico- es primordial para el poder político, sobre todo en
países cuyas desigualdades son imposibles de disimular. Ese discernimiento no
practicado, va hilvanando una inmensa red bajo la cual una masa amorfa obtiene beneficios
mientras cree tomar decisiones. No cabe en ese tránsito comprender la inequívoca
sensación de inercia en el que las cosas a veces parecen moverse, otorgando la
ilusión del movimiento, cuando en realidad están atascados en medio de la frustración
y la falta de autocrítica. Es como la caverna de Platón, pero sin ningún tipo
de cadenas que impida a las personas girar sus cabezas.
Para lograr esa atención alcanza con algunos
elementos básicos: un control remoto, una pantalla, un celular. Lo demás se
logra sin esfuerzo: posverdad, fake news, trols, y una lista profusa de medios
que impactarán en la opinión pública en el corto o largo plazo, con resultados impredecibles.
Valdrá la pena analizar, de aquí en más, el derrotero -probablemente acrítico- de
la palabra Libertad vinculada con los derechos que cada ciudadano tiene. Qué se
hará en nombre de este concepto, a quienes perjudicará la doble vara del
eventual discurso.
Tiempos inciertos estos que corren. Como será así
que una vez más, ciertas concepciones que creíamos a salvo de ser dañadas,
corren riesgo de ser arbitrariamente revisadas y descalificadas. Acaso el más
paradigmático de los ejemplos: el concepto 30.000 desaparecidos. Parece mentira
que aún hoy, sigue siendo necesario reiterar que la cifra, la simbólica cifra,
indica con claridad lo que no sabemos en cuanto al número real de personas
desaparecidas por la última dictadura cívico-militar. Tal como lo expresó Martín
Kohan, el número representa nuestro desconocimiento por el simple y cruel motivo
de que fue el propio Estado, con todas sus herramientas al alcance, el que
ocultó y destruyó información, esa noción no puede ser arrebatada bajo la descarada
interposición del concepto “memoria completa”. Sería como borrar, por mero
decreto, algunas páginas de la historia, justamente aquellas que costaron
víctimas civiles, que forjaron la idea de memoria y justicia por las cuales,
como argentinos, nos hizo reconocidos en el mundo, y por lo que valdrá la pena
seguir luchando.
El mismo criterio se extiende a la importancia de la educación pública, la
salud pública, las conquistas obreras, los avances científicos, los derechos de
las minorías, las luchas de las mujeres, los reclamos históricos de las comunidades
indígenas y campesinas. Los nadies, los marginados, los olvidados.
A veces, basta revisar la historia para darnos cuenta cómo algunos
mecanismos se reiteran, lo grave no es presenciar ese espectáculo, lo grave es
no haber aprendido de los errores. Vuelvo al inefable conductor del perro verde,
cuando dijo lo siguiente: "Me interesa más hablar para diez personas
atentas que para diez millones de distraídos". Un poco es ese el
problema actual, son muchos más los distraídos que los atentos, una distracción
que a su vez tiene algo de indiferencia, y que, en ocasiones como estas, cuesta
explicar o entender.
Por lo pronto, esbozo sin pena la misma respuesta ante el contexto:
tratar de hacer bien mi trabajo, y saber que la resistencia, cuando se la
conjetura con criterio, resulta la más luminosa de las acciones, el más
enriquecedor de los andares.
Hasta ese día.
Fuentes consultadas:
Murió el periodista Jesús Quintero: adiós a El loco de la colina que
brilló en El perro verde
Por qué los desaparecidos son 30.000: la mejor explicación
No hay comentarios:
Publicar un comentario