Suelo problematizar esta disyuntiva:
el intento de traducir contenidos en lenguas indígenas sin incluir, en el
criterio, la pertinencia cultural. No deja de representar un enorme conflicto, que nos retrotrae a experiencias en las que se involucraron investigadores
europeos que incursionaron en la recuperación de mitos y leyendas indígenas,
cuyas versiones terminaron publicadas, sin contar en el proceso con la mirada y
la revisión de los paisanos, quienes solo limitaron su accionar al relato de
las experiencias narradas por sus abuelos.
Un ejemplo ilustra este contexto. A
principios del siglo XX, el etnográfo y explorador sueco Erland Nordenskiöld,
recopiló un relato wichí conocido como “El robo del fuego”. Unos treinta años
después, uno de sus discípulos, el antropólogo suizo Alfred Métraux, quien
vivió muchos años en Argentina, escuchó el mismo cuento, pero narrado por otro
wichí, y lo publicó en 1946. Más tarde, el antropólogo y editor argentino Miguel
Ángel Palermo, reelaboró el texto y le dio un estilo ágil y ameno. Luego lo
incluyó en su obra "Cuentos que cuentan los Matacos" en 1987.
Si trazamos el recorrido de esta
narración, entre la primera recopilación y las dos publicaciones, pasaron más
de 80 años, tiempo en el cual el texto sufrió modificaciones sin que los
propios wichí incorporaran criterios lingüísticos al relato. Lo cual implica
reconocer que, si ese libro se incluyera en las bibliotecas de las escuelas con
modalidad Educación Intercultural Bilingüe, lo que los alumnos wichí estarían
leyendo es la interpretación de una interpretación, bajo entendimientos ajenos
a la cultura.
Una de las situaciones más frecuentes, siempre y cuando exista el consenso de trabajar con lingüistas indígenas, tiene relación con ciertas palabras que son imposibles de traducir desde la lengua originaria al castellano, con lo cual se considera criterioso dejar la palabra sin traducción. Es todo un tema ya que, en el caso que la palabra requiera un cabal entendimiento dentro del texto, la sola idea de representarla con un concepto aproximado, debería contar con la aprobación de los lingüistas indígenas, porque no todo puede traducirse, más aún cuando no existen parámetros similares en la cosmovisión de pueblos antagónicos tanto en lo cultural, como en lo social y educativo.
En este punto vale acercar un ejemplo presente en el mundo del tango, hace unos años pude ver un CD con este tipo de música, editado desde Estados Unidos, donde el disco contaba con un sobre interno en el cual detallaba la historia del tango en Argentina, todo el texto estaba en inglés menos una palabra: "piringundín", realmente sería imposible traducir ese término coloquial a otra lengua, que pueda representar por sí misma la noción de lugar en un contexto de arrabales, propios de una geografía urbana muy particular, cuyo sentido se define tanto en el tiempo como en el espacio.
Es probable que encontremos
respuestas en el plano de la literatura. Rodolfo Alonso, gran poeta y traductor
argentino (ha recuperado poesías en lengua inglesa, portuguesa, italiana y
alemana, entre otras), afirma que “nadie
vive en estado de diccionario. Toda gran poesía, todo poema logrado, hecho
carne en su idioma, es un ser soberano y autónomo, de lenguaje vivo, orgánico.
Intentar transferirlo a otra lengua será siempre utópico. Pero también
irreprimible. De los muchos problemas que plantea una versión honesta: sonido,
sentido, ritmo, acentos, tono, densidad, timbre, medida, y rima si la hubiere,
no todos pueden ser resueltos. Hubo poetas bilingües –lo soy y nunca pude–
incapaces de transportarse con vida de una a otra de sus lenguas”.
Ya lo dijo otro poeta argentino,
Carlos Mastronardi: “todo es traducible
excepto el lenguaje”. Mientras que César Vallejo, sentenció en su tiempo la
frase “todos sabemos que la poesía es
intraducible”, aduciendo que solamente “se pueden traducir los versos
hechos de ideas”. Si esto ocurre con lenguas que forman parte de un mismo
tronco lingüístico como el español y el francés, qué no podemos decir, en
cuanto a imposibilidad, de lo que significa traducir al castellano, contenidos
culturales pautados oralmente en lenguas indígenas. Parecería que la respuesta
consiste en lograr acuerdos mínimos entre lingüistas, como
para asegurar un entendimiento de lo que cada paisano estuvo cultivando en la
memoria durante siglos.
Recientemente, El Orejiverde publicó
una nota sobre la docente indígena peruana Yesica Patiachi Tayori (cuya imagen ilustra este texto), autora del
libro “Relatos del pueblo Harakbut”, una de las primeras docentes de su etnia
que publicó una investigación, donde rescata y revaloriza la historia y cultura
del pueblo Harakbut. Esta publicación es un compilado de diversos relatos
orales que le fueron compartidos a la autora desde su infancia, y que vienen
siendo narrados por los propios ancianos y ancianas de las diferentes
comunidades harakbut desde su contacto.
Tal como figura en el artículo, mitos
como Anamei y Amarinke están presentes en la publicación que se encuentran
disponible para leer y descargar de manera gratuita; conformada por 16 relatos
escritos tanto en harakbut como en castellano, que nacen de las voces de
narradores provenientes de las comunidades de Puerto Luz y San José de Karene,
Perú.
Esta reconocida autora ha
participado en conferencias en defensa de los bosques amazónicos, denunciando
problemáticas relacionadas con la minería ilegal, la contaminación de los ríos,
el despojo de tierras y la colonización entre otros conflictos. Su investigación académica
“Literatura oral Harakbut” le permitió dar origen a este libro, y a la vez
obtener el título de profesora de educación secundaria en la especialidad de
comunicación, en el Instituto Superior Pedagógico Público “Nuestra Señora del
Rosario” de Puerto Maldonado, Madre de Dios. No deja de representar un ejemplo
genuino de trabajo sobre narrativas orales “sin intermediarios” lingüísticos
que puedan, consciente o inconscientemente, deformar el sentido de lo que se
pretende traducir.
No deja de ser un saludable detalle que el libro haya sido publicado por la Dirección General de Educación Intercultural Bilingüe y Rural (DIGEIBIR) del Ministerio de Educación, de Perú, como parte de su política de alentar las publicaciones elaboradas por los mismos profesionales indígenas, y a la vez permitir que los niños y niñas indígenas tengan acceso a textos y materiales educativos en su propia lengua. Traducir estas enseñanzas en lengua materna, allanan el camino hacia una mejor comprensión de las culturas originarias.
A modo de
anécdota, siempre recordaré la lectura de unas pocas páginas de un libro de
Oscar Wilde, traducido del francés al castellano, si se considera que este
autor escribió en inglés, lo que estaba leyendo era la traducción de una
traducción, recuerdo que desistí de continuar con la lectura porque la obra,
cotejada con el original, parecía otra, totalmente mutilada del sentido lírico
con la que había sido concebida, lo que deja en evidencia la problemática de la
traducción.
Fuentes consultadas:
Relatos del pueblo
Harakbut. El Orejiverde:
http://www.elorejiverde.com/el-don-de-la-palabra/5632-relatos-del-pueblo-harakbut
El robo del fuego. El Orejiverde
http://www.elorejiverde.com/toda-la-tierra-es-una-sola-alma/4809-el-robo-del-fuego
Entrevista a Rodolfo Alonso. Página 12:
https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/4-31849-2014-04-08.html
Entrevista a Rodolfo Alonso: El enigma de la poesía / Raúl Olvera Mijares
https://luvina.com.mx/foros/index.php?option=com_content&task=view&id=3068&Itemid=77
Nota: la imagen pertenece al siguiente sitio:
https://www.servindi.org/actualidad-noticias/19/01/2018/yesica-patiachi-tayori
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