Espacio que pretende resguardar voces, experiencias y conocimientos desde el rol
social del bibliotecario. Documentación de archivos orales sobre el patrimonio cultural
intangible conservado en la memoria de los libros vivientes. Entrevistas, semblanzas,
historias de vida. Reflexiones en torno a la bibliotecología indígena y comunitaria.

martes, 22 de diciembre de 2020

Biblioteca de semillas en Costa de Marfil

Me ha parecido válido abordar una experiencia bibliotecaria, que fue incluida en el reciente XXXIV Coloquio Internacional de Bibliotecarios, realizado en México. Allí, en la presentación titulada “Tan lejos, tan cerca. Imprescindibles bibliotecas en tiempos de distanciamiento”, el profesor chileno Gonzalo Oyarzún, compartió una vivencia desarrollada en Costa de Marfil, cuyo alcance y sentido contribuye de forma genuina a la formación de capital cultural y social, se trata de la Biblioteca comunitaria agrícola “Grainothèque”, ubicada en este país de África occidental.

Este proyecto de granoteca o biblioteca de semillas, granos o cereales, pone a disposición de los agricultores, semillas de calidad y una cámara frigorífica solar (banco de productos agrícolas) para la conservación de cereales y de cultivos post cosecha. Ofrece también un espacio de trabajo colaborativo y un kit de información y capacitación en técnicas agrícolas. En este lugar, en el que se prestan granos como si fueran libros, Oyarzún compartió un dato muy esclarecedor, que da cuenta de la importancia de lo que genera este emprendimiento a nivel social: solo en el año 2018, se llegaron a intercambiar a través del trueque comunitario, unas tres toneladas de semillas, dato que alcanza para entender cómo una biblioteca puede ser una herramienta de lucha genuina y legítima contra las desigualdades, el éxodo rural, la migración masiva de jóvenes y un instrumento de transformación social.

El proyecto fue ideado en el año 2017 por Daniel Oulaï, joven experto en gestión de proyectos sociales, voluntario online en el sistema de Naciones Unidas, quien planteó un programa de asistencia social vinculado con un taller colaborativo de embolsado de semillas, lo que derivó en el establecimiento de huertos comunitarios en distintas comunidades marfileñas.

Un punto que otorga valor a esta cadena de producción es el vínculo entre la producción agrícola y la producción animal, en donde los cereales y legumbres que no se venden en el mercado son puestos en un molino comunitario para compostaje de las tierras, mientras que el abono del ganado se lo utiliza en los campos a través de incubadoras agrícolas para hacer más efectivo el proceso de recolección de semillas de buena calidad. Este método de trabajo brinda una solución para permitir a los agricultores reaccionar rápidamente a las plagas de insectos.

El sistema de préstamo de semillas es como con los libros, se pueden retirar muestras que se devolverán según el tiempo pautado entre los usuarios, un verdadero ejemplo de biblioteca comunitaria para replicar en diferentes contextos, y acaso una posibilidad de la cual aferrarse en estos tiempos tan inciertos.

Una reflexión sobre el contexto

El ejemplo africano es uno entre tantos, la bibliotecología suele aportar ideas que se vuelven esenciales en contextos disruptivos como los que estamos atravesando en nuestra sociedad. Es innegable que algo nos cambió, ante la pandemia tuvimos que generar contenidos específicos en plataformas virtuales, lo cual significó un abanico de oportunidades y posibilidades, en donde la noción de servicio se vio condicionada por protocolos de seguridad y planes de contingencia.

Como bibliotecarios y bibliotecarias, tuvimos que pensar respuestas genuinas para los usuarios, con los recursos disponibles, y entendimos que el concepto de resiliencia tiene alcances profundamente vinculados con la empatía y el empoderamiento, que nos hace superar las desavenencias suscitadas por este escenario inimaginable a principios de 2020.

Un gran amigo, Rafael Bardas, que se fue este año, me dijo lo siguiente: “lo más probable es que cuando la crisis pase, descubramos un mundo nuevo, no sé si mejor o peor, pero distinto

Esperemos que todo este esfuerzo nos permita articular aquello que aprendimos a cultivar en medio de una crisis, a veces, desde esa palabra, se construye lo que está destinado a permanecer, habrá que intentarlo.

Fuentes consultadas:

XXXIV Coloquio Internacional de Bibliotecarios

http://www.coloquiobibliotecarios.udg.mx/

La biblioteca, inversión pública de transformación social / Gonzalo Oyarzún

https://es.slideshare.net/innovatics/la-biblioteca-inversin-pblica-de-transformacin-social-por-gonzalo-oyarzn-coordinador-nacional-del-sistema-de-bibliotecas-pblicas-de-chile

Une grainothêque en cête-D'Ivoire

https://www.bibliosansfrontieres.org/impact/une-grainotheque-en-cote-d-ivoire/

Grainotheque. Facebook

https://www.facebook.com/Grainotheque.ci/

Oulaï Daniel. Twitter

https://twitter.com/Daniloking2013

martes, 15 de diciembre de 2020

XXXIV Coloquio Internacional de Bibliotecarios de México

 


Recientemente se llevó a cabo en forma virtual, el tradicional encuentro mexicano que, en el actual contexto de emergencia sanitaria, tuvo por lema el concepto "Bibliotecas sin fronteras". El XXXIV Coloquio Internacional de Bibliotecarios, se realizó los días 30 de noviembre, 1 y 2 de diciembre de 2020, y contó con sesiones virtuales de las siguientes conferencias magistrales:

Información, noticias falsas y las bibliotecas / Estela Morales Campos

Tan lejos, tan cerca. Imprescindibles bibliotecas en tiempos de distanciamiento / Gonzalo Oyarzún

La visibilidad en el juego de la ciencia: las ventajas del acceso abierto y de la ciencia abierta / Bianca Amaro de Melo

Bibliotecas y desarrollo sostenible: oportunidades y retos / Alicia Sellés Carot

El futuro de las bibliotecas y las bibliotecas del futuro / Mario Alberto Lozano González

La profesión bibliotecaria es una de las afortunadas que no conoce de fronteras para realizar acciones al servicio de la sociedad: reflexiones de una experiencia viva / Helen Ladrón de Guevara Cox.

En general, eventos de este tipo habilitan la discusión de problemáticas, que nos permiten analizar un contexto determinado, atravesado por un conjunto de conceptos, prácticas y servicios que hacen al rol social de nuestra profesión. En tal sentido, resultó muy interesante el abordaje de algunas experiencias por parte de los expositores, ya sea desde el proceso de registro de la información en sus diferentes materialidades, como el contexto oral del patrimonio cultural generado desde las comunidades, y cómo, en algunos escenarios, esos registros sufren alteraciones de la versión original, el eterno dilema en relación al concepto de verdad, y el modo en el que es resignificado por quienes tienen la tarea y la responsabilidad de divulgar esos verdaderos entendimientos colectivos. En estos casos, la transmisión de las historias familiares en espacios sociales (originados en clubes de barrio, asociaciones, centros culturales), implican un vínculo, o la posibilidad de concebirlo, con el acceso al conocimiento.

En algunas intervenciones, se percibió la incidencia de las redes sociales en el seno de las comunidades, un espacio arbóreo que posee registro de conductas informativas que derivan en seguimientos de solicitudes, en el que la información pasa a tener un carácter invasivo e impredecible, realidad que se sostiene en la comodidad que generan las redes sociales –donde se tornó aún más complejo por el contexto de pandemia– lo que lleva invariablemente a un cúmulo de información, sin ningún tipo de límite, imposible de procesar.

Todo esto tiene que ver con el derecho a la información, el derecho a informarse, a ser informados, a tener la información requerida. Es necesario, tal como lo planteó Estela Morales Campos, que exista plena conciencia de una conducta ética: respeto a la verdad, respeto al otro, al yo, a los valores sociales, el aceptar y respetar las ideas del otro, compartir las propias sin apagar las de los demás. Sin embargo, en muchas ocasiones, por diversos intereses, que incluyen aspectos económicos, sociales, ideológicos, se generan alteraciones a la información, ya que muchas verdades suelen ser parciales, o están dadas fuera de contexto, o la información es falseada o cuenta con versiones alternativas, por lo tanto, la intencionalidad y el direccionamiento de la información, es todo un problema que debemos debatir en este contexto de posverdad y desinformación.

Plantear esta situación es inevitable, si se tiene en cuenta el vínculo de la información con el poder (ya sea corporativo, político, científico, religioso, académico), con lo cual no necesariamente las personas que integran esos colectivos van a ser imparciales y/o objetivas. Analizar esta disyuntiva es clave, como ejercicio crítico, para los profesionales de la información. La emergencia sanitaria no ha hecho otra cosa que extender el alcance y gravedad de este interrogante.

Otra cuestión que fue abordada en diferentes oportunidades, ha sido el tema de la censura, en especial con el ejercicio que suele presentarse en ciertos espacios virtuales, donde la eliminación de noticias falsas no cuenta con la justificación basada en argumentos, lo que lleva invariablemente a la necesidad de contrarrestar las noticias engañosas, buscando lograr un pueblo participativo y democrático, que cuente con un sistema educativo proactivo, que habilite el pensamiento crítico reflexivo, instancia que depende tanto de un ciudadano capacitado para diferenciar entre lo falso y verdadero, como de bibliotecarios y bibliotecarias que gestionen información bajo un sentido ético. De alguna manera es lo que determinará el éxito de la veracidad informativa en sus diferentes territorialidades (prensa – corporaciones – organizaciones – bibliotecas – archivos – centros de documentación – editoriales y otros etcéteras).

La velocidad con la que la información se difunde, en un contexto de pandemia que todo lo potencia y disemina, y en un mundo donde las terminologías van variando, es un dato a analizar y una prueba para corroborar la veracidad, imparcialidad, objetividad, y la no manipulación política y/o comercial, de todo aquello que repercute en la sociedad de la información, porque es un hecho que cada noticia, según quien la difunda, buscará mostrar diferentes versiones de lo que se va divulgando, lo cual, dado el tiempo que lleva elaborar y editar dichos contenidos, explica de alguna manera porqué, a nivel mundial, muchos medios de comunicación no siguen esas pautas de verificación.

En líneas generales, fue interesante el abordaje que se hizo sobre el uso ético de la información, entendimiento que en el actual contexto sanitario debe ir ligado con los principios éticos de la salud. En paralelo, tal como lo especificó la documentalista española Alicia Sellés Carot, es indispensable plantear la urgencia de reflexionar internamente sobre el papel de la profesión en este contexto social que nos interpela, pensar en la necesidad de construir colecciones pertinentes en las bibliotecas, en la necesidad de profesionalizar nuestros servicios, en la necesidad de poder generar un ámbito de trabajo donde sea posible acceder, utilizar, comprender y crear conocimiento, tarea que requiere de la ampliación de un conjunto de indicadores, si es que pretendemos mejorar los estándares de servicio de nuestras bibliotecas.

Hablar de bibliotecas sin fronteras es concebir como un reto el entendimiento de la identidad en el espacio digital, virtual y electrónico, implica analizar la información que necesita una comunidad, pensar el sentido de lo que significa compartir información en esta nueva sociedad.

Probablemente el mensaje del profesor chileno Gonzalo Oyarzún, parafraseando con su presentación un título cinematográfico de Wim Wenders, haya dejado claro sobre lo imprescindibles que resultan las bibliotecas en tiempos de distanciamiento, como lugares donde se desarrolla la vida cultural, social y política de las comunidades. Espacios para establecer identidad y reflejar la memoria local, sitios que permitan construir comunidades, lo que nos lleva a preguntarnos, una vez más, qué es una biblioteca, que entendemos por este lugar público de servicio que abre sus puertas a cada ciudadano, acaso un lugar donde todo es posible, donde se contribuye a la formación de capital cultural, de capital social, de inclusión digital, en este sentido abundaron ejemplos de diferentes realidades:

-Biblioteca Comunitaria Rija'tzuul Na'ooj, San Juan La Laguna, Guatemala, en el que se concibió un Centro de negocios de mujeres artesanas para mejorar sus habilidades empresariales y favorecer el desarrollo económico a través de las tareas de tejido y teñido tradicionales.

-Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas de Ghana, donde se compartió la relevancia de un laboratorio móvil a través de un bibliobús, que permite el acceso a los libros y al uso de tecnologías a los escolares de la zona (experiencia similar registrada en Biblioteca Regional del Norte).

-Biblioteca Pública de Kibera, en Kenia, ubicada en medio de un asentamiento humano, en el que viven aproximadamente un millón y medio de personas, donde los usuarios, de escasos recursos, pueden utilizar en forma gratuita tablets y contenido digital para mejorar los resultados escolares de los niños y niñas de la comunidad.

-Centro de Recursos Comunitarios Nambi Sseppuuya, en Jinja, Uganda, en el que se trasladan materiales bibliográficos en bicicletas a diferentes comunidades aisladas, ejemplos similares se detectan en las bibliotecas de Lobuto, Zambia, en el que la noción de servicio cobra otro valor.

Por último, es para resaltar el ejemplo de Grainothèque, la primera biblioteca comunitaria agrícola en Costa de Marfil, se trata de una granoteca o biblioteca de semillas, granos o cereales, que pone a disposición de los agricultores, semillas de calidad y una cámara frigorífica solar (banco de productos agrícolas) para la conservación de cereales y de cultivos post cosecha. Ofrece también un espacio de trabajo colaborativo y un kit de información y capacitación en técnicas agrícolas. En este espacio, en el que se prestan granos como si fueran libros, Oyarzún compartió un dato muy esclarecedor, que da cuenta de la importancia de lo que genera este emprendimiento a nivel social: solo en el año 2018, se llegaron a intercambiar a través del trueque comunitario, unas tres toneladas de semillas, dato que alcanza para entender cómo una biblioteca puede ser una herramienta de lucha genuina y legítima contra las desigualdades, el éxodo rural, la migración masiva de jóvenes y un instrumento de transformación social.

Cuando nos vuelvan a preguntar qué es una biblioteca, ahí tendremos otro ejemplo del cual poder hilar algún entendimiento.

Es lo que habilita este tipo de eventos, el coloquio mexicano impactó mucho por la cantidad de visitas que tuvieron las exposiciones virtuales, que fueron muy bien moderadas por los mexicanos Jonathan Hernández, Ana Gricelda Morán Guzmán, Micaela Chávez Villa, José de Jesús Cortés Vera, Alonso Solís Sillas y Gerardo Zavala Sánchez. En esos tres días se trataron cuestiones que tuvieron relación, solo por mencionar algunas, con las construcciones falsas de noticias, el Open Access, el desarrollo sostenible, la ética de la información, el derecho al bien público, la identidad, la memoria, el conocimiento, los servicios, las nuevas terminologías, así como los eventuales interrogantes a los cuales debemos dar respuestas.

Esperemos, en el retorno de un año, encontrar nuevas experiencias, así sean a través de una pantalla, o frente a un auditorio. Que estas bibliotecas sin fronteras, parafraseando al querido Carlos Martínez Sarasola, nos permitan construir un mundo donde quepan muchos mundos.

A continuación, se comparten las presentaciones de los disertantes en formato electrónico:

XXXIV Coloquio Internacional de Bibliotecarios

http://www.coloquiobibliotecarios.udg.mx/

Primera sesión:

https://www.youtube.com/watch?v=Y2mIkDAKXYU

Segunda sesión:

https://www.youtube.com/watch?v=b6UIoQzu0H8

Tercera sesión:

https://www.youtube.com/watch?v=GZllKtLBvwI

miércoles, 9 de diciembre de 2020

El mito ayoreo de la Abuela grillo y la defensa del agua

Hace casi una década, se dio a conocer un cortometraje producido entre Bolivia y Dinamarca, realizado por la Comunidad de Animadores Bolivianos, con el apoyo del Centro para la cultura y el desarrollo, y la Embajada de Dinamarca. El corto animado refería a la lucha de los pueblos originarios en contra de la mercantilización del agua, dedicado a todos aquellos que lucharon por esta causa.

La fábula, titulada Abuela Grillo, ha sido adaptada de un mito ayoreo (grupo étnico del Gran Chaco que vive en un área ubicada entre los ríos Paraguay, Pilcomayo y Parapetí, cuyo dominio se extiende entre Bolivia y Paraguay), en ella se muestra el recorrido de la abuela que va trayendo el agua mientras canta. El cortometraje fue dirigido por el profesor francés Denis Chapon, y contó con la colaboración de la gestora cultural boliviana Claudia Michel, quien fue miembro de la editorial Yerba Mala Cartonera entre los años 2008 y 2013. Asimismo, la conmovedora voz que aparece en la animación pertenece a la excelente cantante boliviana Luzmila Carpio.

 

En aquel momento consideré que materiales de ese tipo no deberían faltar nunca en una biblioteca indígena. Las escenas interpelan sobre la necesidad de garantizar a los pueblos el acceso a un suministro básico, vital, sin que ningún tipo de corporación plantee la posibilidad de limitar dicha utilidad, y mucho menos imponer un costo económico a un recurso necesario tanto para la subsistencia como para el desarrollo de los pueblos.

 

Recientemente, el recorrido de la Abuela Grillo se plasmó en formato libro, a través de un proyecto editorial compartido por laLibre (librería y editorial social boliviana especializada en ecología, resistencias sociales, extractivismos, feminismos y estudios bolivianos entre otros temas), Pol.len Edicions (editorial independiente catalana) y Comsoc de Catalunya (grupo de comunicadores educativos que trabajan en forma cooperativa), este esfuerzo editorial se encuentra disponible a la venta desde noviembre de 2020. 

 

Se trata de un libro ilustrado dirigido a un público infantil, que a través de 68 páginas hace un recorrido por las aventuras de la Abuela Grillo y las Guerras del Agua de Bolivia. El cuento está editado en cuatro idiomas: castellano, guaraní (traducido por el escritor Elías Cuarey), quechua (por la traductora Noemí Flores) y catalán. Además, en la parte final se plantea una serie de preguntas para trabajar sobre la defensa del agua como bien común, algo tan necesario como urgente, y un material de gran valor para debatir y reflexionar en las escuelas primarias y secundarias.

 

Esta coedición boliviana y catalana, convoca tanto a los hombres y mujeres como a los niños y niñas, a pensar sobre lo que es de todos, a la necesidad de seguir luchando por el agua y todos los bienes comunes. Es considerada una de las obras audiovisuales más importantes de la producción nacional en formato libro, cuyos andares motivan a no bajar los brazos en defensa de un mundo más ecuánime, justo y solidario.

  

El libro se puede solicitar a través de estos contactos:

 

lalibre.libreriasocial@gmail.com

https://pol-len.cat/llibres/abuela-grillo-y-la-defensa-del-agua/

http://www.comsoc.cat/news/es/2020/10/15/0001/presentaciones-del-libro-abuela-grillo-y-la-defensa-del-agua

 

Fuentes consultadas:

Editan libro basado en el video de animación Abuela grillo:

https://www.opinion.com.bo/articulo/ramona/editan-libro-basado-video-animacion-abuela-grillo/20201108005022794747.html

Abuela Grillo (cortometraje):

https://vimeo.com/11429985

Versión para El Orejiverde:

http://www.elorejiverde.com/buen-vivir/5848-el-mito-ayoreo-de-la-abuela-grillo-y-la-defensa-del-agua

lunes, 30 de noviembre de 2020

Sobre la permanente necesidad de construir fondos orales en comunidades indígenas


Es necesario recordarnos el alcance de esta problemática, de algún modo implica reconocer el complejo tema de la identidad cultural indígena, situación que se torna crítica si consideramos el carácter ágrafo de dichas culturas originarias.

Conformar un fondo oral requiere de tiempo, una variable que se vincula con el trabajo de documentación. Este ejercicio incluye múltiples conflictos: comunidades que han sido forzadas a la migración, educación escolar sin posibilidad de interactuar con la lengua materna, ausencia de derechos a pesar de estar contemplados en la Constitución Nacional, casos de pobreza extrema en contextos tanto rurales como urbanos, enfermedades absolutamente evitables si se contara con acceso a recursos básicos de higiene, y largos etcéteras que harían muy extenso este listado.

En el contexto referenciado, la intervención bibliotecaria (mediante la construcción de documentos orales, cuyo objeto de estudio es el conocimiento oral propiciado por la familia indígena) permite fortalecer aspectos representativos de la identidad indígena según como lo entienden los propios miembros de las comunidades. En tal sentido, los fondos orales habilitan la recuperación de micro-historias, biografías locales, vocabularios, representaciones artísticas, memorias orales y conocimientos específicos de la cultura, que inciden en el fortalecimiento de la identidad indígena.

Dicha tipología, basada en colecciones sonoras accesibles en bibliotecas indígenas, representa el entendimiento local de las comunidades, por tratarse de conceptos interpelados en los propios códigos lingüísticos. Se trata de un trabajo colaborativo, que permite cultivar saberes mediante el tratamiento de la memoria oral, la oralidad primaria y la subjetividad del informante, desde una intervención respetuosa, donde los datos registrados no sean interpretados bajo concepciones folclóricas y/o paternalistas.

A lo largo del tiempo, las comunidades indígenas de Argentina han intentado mantener sus costumbres y tradiciones. Los conocimientos fueron verbalizados de generación en generación, con lo cual es posible medir el enorme grado de representatividad de las colecciones sonoras que registran saberes en la propia lengua, mediante un trabajo colaborativo realizado entre el bibliotecario y la comunidad. A modo de ejemplo, hubo casos de audios compartidos en el espacio de bibliotecas indígenas, que generaron participación de los niños y niñas, al reconocer la voz del entrevistado, del mismo modo, el acto motivó vincular el por qué de dicho testimonio en ese recinto, que pasaba a representar, sin advertirlo del todo, un espacio de socialización de los conocimientos recuperados.

Hay algo que se logra en ese trabajo mancomunado, pero parece que no se lo dimensionara en su justa medida. Lo que se salva es, en algunos casos, la interpretación de un conocimiento que se ha visto modificado a lo largo de las generaciones, donde están presentes los patrones culturales que intervienen en la comunicación de un saber tradicional, entendiendo el contexto desde donde se origina un intercambio verbal a través de relaciones interculturales. Generar dicho acervo conlleva una investigación previa por parte de un equipo interdisciplinario, lo cual constituye una de las principales fortalezas de lo que se entiende como “construcción social de conocimiento”.

En el caso de las comunidades indígenas, este proceso de significación cultural abarca un conjunto de valores, creencias, prácticas, destrezas y saberes, ofreciendo una interpretación local del conocimiento ancestral, lo cual implica concebir una actividad sociocultural constructiva del pasado histórico, a través de los recuerdos sociales de sus protagonistas. En este escenario, el entendimiento de la tradición oral, incluyendo conocimientos históricos, valores espirituales y prácticas ceremoniales ancestrales, atraviesa buena parte de los símbolos identitarios indígenas.

Se trata de una tarea que, en el actual contexto de pandemia, se ha visto interrumpida en las diferentes comunidades indígenas de Argentina, lo que representa un problema ante la imposibilidad momentánea de concebir un conjunto de documentos que represente, en sus contenidos, un puente entre la verdad y el conocimiento.

Como se advertirá, hay más preguntas que respuestas en esta interpelación que vincula un inevitable cruce de entendimientos. Probablemente, como ciudadanos no podamos más que cuestionar, quienes podrían hoy hacer ese tránsito, y hacia qué lugar discutir el concepto de identidad en los actuales relatos históricos.

viernes, 13 de noviembre de 2020

Servicios bibliotecarios a comunidades indígenas en Marcos Paz


En el contexto de las bibliotecas indígenas de Argentina, cabe diferenciar aquellas bibliotecas que, sin ser autodeclaradas indígenas por quienes las gestionan, han desarrollado colecciones específicas sobre culturas originarias, entre ellas merece destacarse la experiencia de la Biblioteca Popular Madre Tierra, ubicada en la localidad de Marcos Paz, zona oeste del conurbano bonaerense, quienes desde el año 2016 han brindado servicios bibliotecarios a familias pertenecientes a la Comunidad Qom 19 de abril -quienes migraron de Chaco a Isla Maciel (barrio Dock Sud, Avellaneda) para luego instalarse en Marcos Paz- así como migrantes aymaras de Bolivia y comunidades guaraníes que llegaron provenientes de Paraguay.

Buena parte de las novedades bibliográficas sobre pueblos originarios generaron una colección cuyos títulos fueron comentados en el sitio Facebook de la biblioteca, en especial cuentos clásicos de la literatura infantil traducidos para la comunidad qom, así como la organización de cursos de lengua Quechua Runa Simi, y Qomlaqtaq.

Las propuestas incluyen talleres de cerámica aborigen, sikus, bombo legüero, cosmovisión Andina-Amazónica (destacándose las charlas sobre el concepto Buen Vivir), bordado con técnicas mexicana, peruana e hindú, Teatro para adultos, y “Encuentro con las Palabras”, donde se comparten lecturas de textos en la comunidad.

Su responsable, el maestro Leandro Cledou (comunicación personal, noviembre 2019), ha buscado rescatar el conocimiento ancestral habilitando la difusión de documentos bilingües y la participación comunitaria, compartiendo el entendimiento de relacionar el espacio bibliotecario con el equilibrio armónico de los saberes indígenas.

La Biblioteca Popular Madre Tierra forma parte de ese tipo de unidades de información que simbolizan un grado de pertenencia hacia la historia de los pueblos aborígenes, consustanciados con la comunidad y adhiriendo a la difusión de causas, tanto locales como latinoamericanas, transitando el eje de la espiritualidad nativa.

Fuente consultada:

Sitio Facebook Biblioteca Popular Madre Tierra

Versión para El Orejiverde

http://www.elorejiverde.com/toda-la-tierra-es-una-sola-alma/5820-servicios-bibliotecarios-a-comunidades-indigenas-en-marcos-paz

Nota: el documento forma parte del artículo Bibliotecas indígenas de Argentina: paradigmas, resistencias y discontinuidades, presentado en el XXXIII Coloquio Internacional de Bibliotecarios, Guadalajara, México, del 2 al 4 de diciembre de 2019, cuyo texto se puede consultar en el siguiente enlace: http://eprints.rclis.org/40499/

lunes, 9 de noviembre de 2020

Robert Endean Gamboa, semblanza de un apasionado bibliotecario yucateco

Cada vez hay menos cosas en el mundo, si tuviéramos que reducir la expresión al pequeño espacio de nuestra profesión, la partida de Robert Alexander Endean Gamboa, ocurrida meses atrás, no deja de ser una triste verificación de lo que significan estas palabras.

Se trató de un bibliotecario inquieto, con múltiples intereses culturales, desprendido, participativo, crítico, constructor de nuevas posibilidades -técnicas y humanas- en nuestra disciplina. Analizó e interpeló conceptos, se involucró con grupos vulnerables –destacándose un soberbio trabajo, como coordinador, de la Biblioteca Digital Maya U Kúuchil Na'at– discutió sobre aspectos políticos, gremiales y educativos de la Bibliotecología, entre otros proyectos fue Jefe del Departamento de Acervos del Conservatorio Nacional de Música, dedicó mucho tiempo a la docencia, y ejerció una ética laboral que fue reconocida por sus pares.

Ausencias como estas no son posibles de reemplazar, la huella es honda, y para el que viene detrás, muchos entendimientos ya representan un camino sin malezas.

Leerlo recientemente ha sido redescubrir aspectos desconocidos de su personalidad, en muchos correos electrónicos compartidos entre colegas se encuentran sus palabras, marcadas por un contexto, acaso una suerte de guía de la cual aferrarse, para entender mejor los problemas, generalmente direccionados hacia distintos planos de comprensión. La palabra “Problemas” es clave en su obra, porque fue de los pocos que supieron interpelar el alcance de la Bibliotecología en sus innumerables escenarios, no privado de un amplio abordaje filosófico, donde cada término pronunciado encontraba fundamento al final de la frase, una permanente invitación a la construcción crítica, cívica y social del conocimiento.

Recuerdo una vez un escrito suyo, donde daba cuenta de una reunión entre colegas que lo había dejado desconcertado, Robert llegó a decirles que no existen las bibliotecas sin bibliotecarios, la razón de aquel enojo fue haber advertido cómo muchos bibliotecarios habían “caído en la trampa del sueño progresista, que exalta las tecnologías como la solución para todo, sin necesidad de que intervengamos las personas. Esta trampa es también la escotilla de la ignorancia, y gran cantidad de bibliotecarios jóvenes se encuentran presos de la ilustre ignorancia de los tecnólogos".

Hace unos años, había llegado a mis manos el número 43 de la Revista Fuentes de Bolivia, allí me detuve en una excelente reflexión de Robert titulada "la identidad de los bibliotecarios latinoamericanos", tema complejo si los hay, de múltiples aristas, en donde el autor tuvo por criterio recuperar, en la primer parte del texto, las actividades de algunos bibliotecarios, de esos que podemos ubicar como imprescindibles en contextos de "trinchera", como habitualmente se los suele llamar, labrando tareas en espacios comunitarios, con un fuerte sentido de responsabilidad social y ética profesional. Para este excelente y entrañable colega, la identidad bibliotecaria no existe o no es asumida o reconocida como tal, para lo cual era necesario "pensar al bibliotecario latinoamericano desde adentro".

Tenía motivos para reflexionar de esta manera, en su querido México, notó que las actividades culturales en contextos de fracturas sociales –ocasionadas por intervenciones políticas– invariablemente perdían apoyo gubernamental luego de un cambio del partido en el poder, en ese grupo estaban las bibliotecas. Se involucró con los problemas, así fueran sobre la situación de la Biblioteca Nacional, los repositorios, los gremios, el desempleo, los salarios, el individualismo, el derecho laboral, la formación del bibliotecario, la ética profesional, el rol social, en un listado que no pretende ser exhaustivo, a cada intervención le puso nombre y apellido, a través de foros, aulas y blogs.

En sus mensajes, siempre había espacios para los cambios de rumbo, para los interrogantes filosóficos, para habilitar las necesarias construcciones.

Decía esto de la profesión:

Es una bella disciplina, a veces ciencia y otras, arte, para cuyo ejercicio puede saberse poco o mucho. Se aprende algo de ella en las pláticas que dan los bibliotecarios, o en las visitas guiadas a las bibliotecas. Así, cualquier usuario se adentra en los misterios de un universo lleno de símbolos que le resultan desconocidos, y que como en las matemáticas pueden ser aburridos o fascinantes, dependiendo de las habilidades del guía.

Puede ser seria o lúdica, dependiendo de la ocasión y en una dialéctica que se me antoja necesaria para vivirla. Pues vivir la bibliotecología es más arte que ciencia, y por lo tanto tiene su propia estética que aporta una mirada especial a todos los que compartimos esta disciplina.

Vivir la bibliotecología es también participar en los problemas de esta disciplina y tener la posibilidad de negarse a padecer los problemas que se le imponen. Esto puede lograrse porque como toda gran disciplina, la bibliotecología tiene muchas entradas y salidas. De esta manera conviven en ellas quienes indican que el usuario es la razón de ser de la bibliotecología, aunque nunca quieran tratar con un usuario (este es un problema de la bibliotecología). Otro problema de la bibliotecología es el síndrome de la disciplina asediada, que lleva a minusvalorar todo el quehacer profesional. También están quienes dicen que la bibliotecología es una disciplina abierta, o quienes la adjetivan como cerrada e incapaz de jugar a la interdisciplina con otras profesiones, incluso de citar obras no-bibliotecológicas (estos son problemas impuestos a la bibliotecología).

Se enseña en escuelas, aunque las mismas no inculquen la vivencia de la bibliotecología, sino sólo su parte técnica, y recientemente algunas reflexiones deshilvanadas o almidonadas que quieren nombrarla ciencia. De esta manera, desde hace varias décadas se discute un problema impuesto que trata sobre la adscripción de la bibliotecología a alguna área disciplinar, así como se decide en cual capilla se verá mejor la estatuilla de un santo.

Varias veces mencionó sobre el paradigma de la profesión, las preguntas que compartió Endean Gamboa provocaron múltiples respuestas entre colegas, habilitados a participar por el mecanismo crítico impulsado por este gran bibliotecario yucateco, quien afirmaba lo siguiente: “Yo puedo desear que todo el mundo tenga acceso a la lectura, y repartir libros en las calles, plazas, jardines, playas, mercados y hasta bajo las piedras, quizá con la esperanza de que cualquier receptor lea el libro que le doy, y que no le vea cara de pan y se lo coma. Al respecto, viene a colación algo que leí hace mucho, en una novela de la poetisa mexicana Rosario Castellanos, cuando decía que le daría vergüenza dar uno de sus poemas a un pordiosero que le pide limosna.

¿La lectura puede cambiar el mundo? Freire ha propuesto un cambio personal con la lectura de libros, siempre que se realice luego de una lectura del mundo. Y es que la lectura, aun cuando se colectivice, redunda en un acto personal. De donde arribamos al valor de la persona, que a veces se olvida entre frases grandiosas y abstracciones divinas. ¿Toda lectura es parcial? Quizá esta cuestión tenga que ver con una fenomenología de la realidad que permite captar la lectura. De cierto, es muy común darnos cuenta de que, en la lectura, cuando se da, hay una selección. ¿Cómo se vincula la lectura al paradigma que pensamos?

Y las preguntas, infaltables en su abordaje, deberíamos tratar de encontrarles respuestas, si es que podamos pensar en una continuidad de su obra:

“Un paradigma de la bibliotecología es algo que suena muy serio. Tal vez deberíamos partir de preguntarnos algunas cosas, como ¿qué estudia la bibliotecología? ¿Cómo lo estudia? ¿Qué tipo de enunciados hace sobre eso que estudia? ¿Cuáles son los referentes de eso que estudia? ¿Quiénes se dedican a la bibliotecología? ¿Cómo se hace la bibliotecología? ¿Dónde se manifiesta la bibliotecología? ¿Cuál es su entorno? ¿Cómo se relaciona con ese entorno?...

Podemos pensar que es más fácil decir lo que no es la bibliotecología, y así decir que no es medicina, derecho, agricultura o música. Sin embargo, la bibliotecología contiene una bibliotecología médica (incluso con asociaciones, publicaciones, congresos, etc.), una bibliotecología jurídica, una agrícola y una musical, sin las cuales las primeras difícilmente serían como las conocemos. Y aquí surge otra cuestión paradigmática: ¿cuáles son las fronteras de la bibliotecología? Nos surge de inmediato el vértigo, pues la bibliotecología parece no tener límites. Está presente en todas las áreas disciplinares, a veces conducida por personas que no son reconocidas como bibliotecarios…

En alguna oportunidad, este bibliotecario fue muy claro al observar el derrotero histórico de las bibliotecas y la bibliotecología, al afirmar que “notamos que esas bibliotecas, los recursos que poseen y las redes de comunicación e información que se establecen alrededor de ellos, están insertos directamente en el orden social, político y cultural característicos de un entorno específico. También siguiendo la historia, Shera ha señalado un antes (con un bibliotecario erudito) y un ahora (con un bibliotecario funcional). A esto podemos agregar los intentos para hacer visible el quehacer bibliotecario en todos los países. Entonces surge una duda: ¿qué tan conveniente es que seamos invisibles? ¿Qué seamos sólo técnicos? ¿Qué tan conveniente para nuestra profesión es asumir esa situación de invisibilidad como una ventaja y sacarle partido?

Me resulta imposible una semblanza sobre su obra sin tomar como recurso el insertar sus comentarios, con la simple intención de poder mostrar cómo se analiza nuestra disciplina desde un criterio tan personal. En ocasión de discutir en las listas de Bibliotecología (práctica que lamentablemente se ha perdido), sobre la necesidad de establecer una estructura asociativa más horizontal para facilitar la comunicación entre los bibliotecarios, Robert consideró esencial abordar algunas barreras para poder concretar la idea:

1) la existencia de vacas sagradas como cabezas de gremio, que tienden a acaparar todo el poder de un coto delimitado por medio de una representatividad que acumulan en las escuelas, los colegios profesionales, algunas bibliotecas y las asociaciones. Para garantizar su sobrevivencia, establecen una red de lealtades, un sistema de méritos y fomentan el mito de la disciplina asediada como distintivo determinador de un eje nosotros-los otros. Al respecto del mito de la disciplina asediada, me refiero a la tendencia en los colegios a "educar" a los alumnos en un entorno en el que están perdiendo puestos de trabajo por su ocupación por personas ajenas a la profesión; también se inculca a los alumnos para salvaguardar su saber y no compartirlo con otras disciplinas, a fin de evitar su pérdida o enajenación por personas ajenas a la profesión.

2) la diferencia entre bibliotecarios profesionales y no-profesionales, que se basa en el sistema de méritos mencionado en el punto anterior y no en modelos de desarrollo profesional e individual.

3) la distinción entre bibliotecarios profesionales y empíricos, que delimita y desmotiva la participación de aquellos que han aprendido en cursos o diplomados, más que en las escuelas reconocidas. Al respecto, he conocido personas que han tomado tantos cursos de capacitación y diplomados, que podrían equipararse a una licenciatura e incluso a estudios de posgrado, pero que no tienen ningún reconocimiento en nuestro ambiente profesional.

4) la tendencia a uniformar criterios de colegios profesionales y asociaciones. En este caso, es oportuno señalar que en México cada vez más se exige a los miembros de las asociaciones que estudien en las escuelas, y se les empieza a segregar de capacitaciones y actividades exclusivas para bibliotecarios profesionales.

Para finalmente objetar, con su ya clásica mirada crítica: “Mientras los profesionales bibliotecarios seamos hacedores de nuestras propias torres de marfil, más que personas capaces de comunicar el conocimiento, será muy difícil romper las barreras que aquí menciono, mientras seguimos festejando días del bibliotecario en un jolgorio que se antoja más catártico que intento por comprender la realidad. Mientras no descubramos nuestro propio poder y sigamos sirviendo a los "poderosos", difícilmente podremos entablar un diálogo constructivo”.

Le debo a este bibliotecario haber incluido el concepto de neutralidad en la profesión, para debatirlo en una serie de encuestas con alumnos y alumnas pertenecientes a diferentes instituciones educativas de Buenos Aires, con el fin de corroborar si el tema se mencionaba y se trataba en clase. Por otra parte, compartí la preocupación que significa, como responsabilidad social, la incidencia que tienen los bibliotecarios/as al poner información en las manos de cualquier persona, la necesidad de solucionar los problemas causados por los cambios que permanentemente nos impactan como profesionales. En tal sentido, este maestro de Bibliotecología no ha caído en perpetuidades, ni se ha dejado enceguecer por los constantes deslumbramientos que, como fulgores, suelen apreciarse de manera profusa en el ámbito académico.

Robert Endean Gamboa escribió en 8 blogs que funcionaron como si fueran heterónimos, donde se permitió reflexionar sobre cuestiones ligadas con la información en sus diversos conjuntos, uno de ellos, Mexicanum Est Universale Mortem, daba cuenta de su fascinación por el tema de la muerte, escrituras que empezó a pergeñar a partir de los 50 años, profundamente influenciado por la pérdida de su abuela, un interés que vinculó su pasatiempo con las fotografías en panteones, acaso producto de haber presenciado la partida de parientes y amigos, probablemente una forma de salir adelante en medio de la tristeza.

En el blog Tianguis Libresco, escribió desde 2012 a 2019 textos relativos a cuestiones históricas, literarias y académicas, con revisión de archivos y documentos, básicamente sobre la historia de los libreros de mercado que hubo en la ciudad de México, quienes “junto a las cebollas y los jitomates, las blusas de china poblana y los huipiles, las carnes y los pescados... se instalaban con sus libros e invitaban a los paseantes a detenerse, mirar, hurgar y llevarse alguno de los volúmenes que tocara su corazón o su entendimiento.” La intención de este espacio fue promover la cultura y la lectura a través de la circulación de libros, el pequeño y vasto mundo de los manuscritos, los grabados y los dibujos en territorios marcados por la vocación.

Asimismo, en el blog Pro Patrimonio Documental de México, pretendió identificar, defender y fomentar el patrimonio documental de la Nación, así como contribuir a la conservación, organización, difusión, preservación y recuperación del patrimonio archivístico, bibliográfico y documental del país.

Pero si hubo un blog que me pareció cálido y ameno, fue “Una familia Gamboa de Hoctún, Yucatán” (la imagen de este texto fue extraída de ese espacio), cuyos contenidos versaban sobre temas familiares y estudios genealógicos, allí confiesa que lo que más le gustaba era la conversación “no hay nada más sabroso que platicar o escuchar las pláticas de otros. Por eso, era fanático de estar pegado a la sobremesa que se armaba cada domingo en casa de tía Frida. Por la misma razón, me gusta tanto mi familia, pues si algo sabe hacer muy bien es platicar”.

Llama la atención la necesidad de Robert por recuperar la memoria de sus ancestros: “como muchas familias de esta tierra, la mía está plena de historias y misterios, incógnitas y descendientes atolondrados que miran su pasado como una bruma que se pierde en la molicie de lo antiguo difícil de nombrar, casi imposible de invocar”.

En el blog Bibliotecas Mexicanas, que nació como complemento del blog “Problemas del Campo de la Información”(donde figuran la mayoría de los textos compartidos en esta semblanza), llevó adelante un lindo ejercicio, el de realizar crónicas sobre las bibliotecas que visitó, donde intentó mostrar las diferentes realidades de espacios bibliotecarios en contextos urbanos y rurales, especialmente visitas a bibliotecas públicas y universitarias, así como una semblanza, muy bien elaborada, sobre la Biblioteca Nacional de México, ubicada al sur de Ciudad Universitaria de la Universidad Autónoma de México (UNAM), en la cual Robert trabajó, durante más de una década, en la Hemeroteca Nacional, una suerte de tributo a su querido país.

Librarians' creativity fue otro de sus blogs, un tanto breve en este caso, escrito en inglés, sobre temas vinculados con las bibliotecas y el conocimiento. Finalmente, el blog “Notas de un impertinente y entrometido”, resultó un espacio donde discutió como pocos la realidad mexicana, política y bibliotecaria, en el que se intuye una influencia del poeta yucateco Ernesto Albertos Tenorio, figura literaria bajo la cual Robert encontró un paralelo con una biografía sobre Rimbaud, que marcó el tono de estas escrituras en cuanto a la claridad de los conceptos y las ideas que se requerían para formularlas, basta leer sus textos, agradables contrapuntos consustanciados con el compromiso profesional, para darnos cuenta que lo pudo lograr.

Podría estar horas incluyendo las reflexiones de este querido colega, verdadero artífice creador de universos simbólicos de información y conocimiento, por eso me parece válido recordar como finalizaba sus textos, expresándole al lector que, dada la complejidad del tema propuesto, corresponde seguir tratándolo en otra oportunidad…

Dice la tradición: “los antiguos mayas creían que, después de la muerte, el alma emprendía un camino al Xibalbá, o Inframundo, donde debía atravesar un río ayudado de un perro (el xoloitzcuintle), si llevaban una pieza de jade las cosas en el otro mundo les serían más fáciles…”

Ojalá este imprescindible bibliotecario yucateco haya tenido ese sereno tránsito.

Mtro. Robert Alexander Endean Gamboa (1962-2020)

Blogs del autor consultados:

Problemas del campo de la información

Mexicanum Est Universale Mortem

Tianguis Libresco

Pro Patrimonio Documental de México

Una familia Gamboa de Hoctún, Yucatán

Bibliotecas Mexicanas

Librarians' creativity

Notas de un Impertinente y entrometido

Fuentes consultadas:

Sobre la identidad de los bibliotecarios latinoamericanos [Blog Que Sabe Quien, septiembre de 2016]

http://librosvivientes.blogspot.com/2016/09/sobre-la-identidad-de-los.html

Robert Endean Gamboa y el paradigma de la biblioteca en contextos multiétnicos [Blog Que Sabe Quien, octubre de 2012]

http://librosvivientes.blogspot.com/2012/10/robert-endean-gamboa-y-el-paradigma-de.html

lunes, 19 de octubre de 2020

Sobre la vocación

Alguna vez, estudié Letras en la Facultad de Humanidades de La Plata, hice dos años, una noche subí al tren sabiendo que no iba a volver, no me pareció tan terrible, aprecié algunas cosas, me fueron indiferentes otras, cultivé innumerables lecturas y un intento infructuoso por traducir latín. Tengo una anécdota con esta materia, y tiene que ver con la vocación, con aquello que justifica una elección, mera aproximación a una encrucijada de un tiempo que ya no vuelve.

Esto ocurrió a principios de los años 90, tenía examen, el profesor se llamaba Marcos Ruvituso, su imagen (barba, anteojos y voz gruesa), de alguna manera correspondía a la de un maestro que enseñaba una lengua muerta. Aquella tarde/noche nos había entregado las hojas del parcial, no era sencillo traducir latín, recuerdo que, para completar un texto de media carilla, nos llevaba aproximadamente treinta minutos entre 6 personas, pero al profesor lo alegraba saber que aprendíamos, era una buena persona, su semblante traducía eso, la vida feliz de alguien que hacía lo que le gustaba, y en esa actitud intuíamos un apego profundo hacia el sentido de construir socialmente un conocimiento.

El asunto es que esa noche teníamos que rendir sobre morfología de textos clásicos, y traducir una frase. Me acuerdo antes de empezar el examen haber visto un inmenso ventanal que daba a la Ciudad de la Plata, toda la ciudad cabía en esa ventana nocturna, las luces temblorosas de los departamentos parecían lejanos cuadros de Edward Hopper, el horizonte era indefinido, no se sabía donde terminaba ese crepúsculo. Todo a lo lejos titilaba.

A mi lado tenía un compañero de banco, nos deseamos suerte, después de todo éramos cerca de 20 callados estudiantes de Letras, que intentaban rendir un examen en ese cuarto aislado del viejo edificio, hasta que ocurrió una variable seguramente anhelada por muchos: se había cortado la luz, pero no solo en el edificio, en toda la ciudad de La Plata, nunca había sentido tanta oscuridad, me maravillaba saber que girando hacia mi derecha no podía ver a la persona que tenía al lado, ni siquiera podía ver mis manos.

En cuestión de segundos se escucharon en las demás aulas los lógicos chirridos de sillas y mesas y de pasos apurados saliendo hacia los pasillos, porque no había nada que hacer, y quedarse no tenía sentido. Recuerdo que por la autoridad que emanaba el profesor, nadie tuvo el gesto de arrastrar una silla, simplemente estábamos esperando que nos dijera que hacer, algo extraño considerando la situación, lo usual hubiera sido irse, sin embargo el maestro se sentó en el borde de una mesa, encendió con tranquilidad un cigarrillo (con lo cual todo el centro de atención de la clase viró hacia la esfera roja de su cigarro, logrando el efecto de un pequeño faro en medio de un oscuro océano), y fue allí que sin prisa empezó a hablar, diciendo que el contexto era propicio, la falta de luz precisamente, para contar una historia.

Entonces empezó a relatar un antiguo mito latino, sobre la importancia que significaba en la antigüedad la conservación de la luz como idea de resguardo del conocimiento y la virtud, un amparo contra la ignorancia, a todo esto, el silencio del edificio era total, ya todos los estudiantes estaban en la calle, menos nosotros, veinte alumnos y un profesor de latín contando una historia increíble en un escenario inaudito. No tengo presente que algo parecido me haya sucedido alguna vez, pero si recuerdo que al bajar las escaleras algo nacía en mi, algo que también de algún modo se perdía: si había vocación, si solo había vocación, estas cosas eran posibles.

Me acuerdo algunas circunstancias de esos dos años en que estudié Letras, ver por primera vez los perdigones de la dictadura en las paredes de la Facultad, una charla debate sobre el Borges de “las orillas”, los ensayos de Beatriz Sarlo, la escritura rabiosa de Roberto Arlt, los textos “cinematográficos” de Manuel Puig, una disertación sobre literatura francesa en un sótano con 6 o 7 alumnos, la sentencia de la profesora de literatura inglesa, desanimando a todos aquellos que estudiaban la carrera para “ser escritores”, una clase de semiótica que de tan mecánica resultaba poco valorada, como también una tarde en la Biblioteca de la Universidad, donde me encontré de casualidad con el profesor de Latín, para comentarle azorado lo que me había generado la lectura del poema “el barco ebrio” de Arthur Rimbaud, a lo que el maestro respondió de tal manera, que sentí que no tenía preparación para estar ahí, y a la vez, trasladado a un plano más amplio, que no tenía argumentación para sostener una conversación sobre literatura. Esa incomprensión de las cosas, que creía entender a mis 20 años, desistieron la idea de continuar la carrera.

Simplemente me había detenido a meditar sobre el alcance de mi propio entendimiento, moldeado por tibias abstracciones propias de un romanticismo tardío, las variables que no se correspondían con los parámetros de la formación universitaria, y a la vez cuestiones vinculadas con el sentido de la carrera, que dejaba afuera toda subjetividad, toda necesidad de interpretación.

Pero sinceramente nunca podré olvidarme de aquella clase, una noche imprecisa, mientras todo estaba en penumbras y adentro de nosotros, alguien encendía algo parecido a una luz.

Nota: algunos de los documentos publicados por Marcos Ruvituso se pueden consultar en el portal de Memoria Académica de la UNLP.

miércoles, 14 de octubre de 2020

Entendimiento interdisciplinario del concepto identidad cultural

La oralidad está compuesta de memorias, recuerdos y conocimientos, que al ser recreados enriquecen el sentido de lo que se pretende comunicar. En algunos casos, estás prácticas incluyen la utilización de imágenes simbólicas que buscan estructurar lo que es preciso verbalizar (a modo de ejemplo la utilización en ciertas culturas, de bastones para “explicar” con dibujos en el suelo lo que se va narrando, como ocurre con los denominados “palabreros” de la cultura Wayuu colombiana) [Epinayuu, 2009], incluso las onomatopeyas o sonidos son considerados al transcribir un documento oral. La oralidad implica de algún modo conceptualizar un conocimiento cultivado en la memoria, otorgándole un carácter dinámico e interrogativo al pasado de una cultura.

El trabajo con fondos orales permite la posibilidad de reconstruir el pasado histórico de los pueblos afectados por conflictos bélicos, migraciones forzadas o persecuciones motivadas por temas ideológicos, religiosos o de condición sexual.  En tal sentido, una experiencia que esclarece este concepto lo constituyen los archivos orales, con testimonios de personas víctimas del terrorismo de Estado (entrevistas audiovisuales) cuyo objetivo era documentar historias de vida, para de este modo facilitar el estudio e investigación de los procesos históricos relativos a la memoria social de una comunidad, pueblo o país (a modo de ejemplo el Archivo Oral de Memoria Abierta y el Archivo del patrimonio inmaterial de Navarra), aquí la utilización de fuentes no documentales (principalmente orales y gráficas) favorecen la reconstrucción histórica de un pueblo, distinguiendo las diferencias existentes entre memoria e historia oral.

En relación al Archivo del patrimonio inmaterial de Navarra, un criterio interesante ha sido agrupar los recuerdos y experiencias en una serie de apartados:

-Memoria sobre el pasado cercano (recuerdos y testimonios audiovisuales que los informantes conservan como testigos presenciales en relación con hechos históricos relevantes vividos).

-Testimonios transmitidos de generación en generación sobre el pasado remoto (suele ser un conjunto de explicaciones históricas –o pseudohistóricas– muy esquematizadas, puesto que han perdido la precisión y el rigor de muchos datos contextuales, sobre hechos históricos lejanos, se tratan de percepciones con poca representatividad histórica).

-Historias de vida que integren recuerdos y experiencias sobre la vida cotidiana y casos, teniendo presente que todos ellos se integran en el relato biográfico (relatos individuales que no pertenecen a la colectividad y que se perciben como "históricos", cuyo método es descriptivo y se recoge sobre individuos concretos, normalmente relatado por ellos)

-Memoria gráfica (recopilación de imágenes antiguas de las localidades a investigar que evidencien desde lo icónico su evolución social, cultural y productiva, según los cambios que han experimentado).

En el tratamiento documental con sociedades ágrafas existen algunas categorizaciones en relación a la oralidad:

-carácter acumulativo (el conocimiento antiguo no pierde validez)

-carácter redundante (repetición de discursos)

-carácter conservador y tradicional (capacidad de la memoria oral y su valoración)

-carácter participante (el saber se discute colectivamente)

-carácter situacional (aprendizaje desde la práctica)

-carácter homeostático (rasgos de aquellas sociedades que viven el presente desprendiéndose de los recuerdos que ya no tienen pertenencia actual), en este caso es válido suponer que el registro de los fondos orales recupera y preserva un modo de entendimiento generacional.


Tal como lo afirma Vaca Cárdenas (2017), la memoria histórica la constituyen recuerdos, percepciones y experiencias de la gente viva sobre su pasado, es un conjunto de testimonios con los que trabaja la historia oral para reconstruir ese pasado. Los testimonios son sobre todo de primera mano, de testigos presenciales, aunque a veces se registran percepciones sobre un pasado más lejano o remoto fruto de la transmisión oral intergeneracional. A través de la historia oral nos podemos acercar a la vida cotidiana y a las formas de vida no registradas por las fuentes tradicionales; nos enseña cómo pensaban, cómo interpretaban y construían su mundo, y representan una perfecta introducción al conocimiento de la experiencia individual y colectiva. Así, la historia se humaniza y personaliza, porque acoge las expectativas, las emociones, los sentimientos y los deseos de las personas.

Según el autor, esta subjetividad, lejos de ser un demérito, es un punto de origen para la comprensión de la sociedad en la que vive y ha vivido la persona. Sin embargo, si bien en ciertos contextos (como podría ser los conflictos por guerras, persecuciones o terrorismo de Estado), hay que ser conscientes de que el testimonio oral, revela más sobre el significado y la valoración de los hechos que sobre los hechos mismos, es en las culturas indígenas donde cobra otro tipo de sentido, ya que lo que se recupera es sustancialmente un conocimiento adquirido por descendencia familiar y/o comunitaria, en donde entran en juego un conjunto de saberes, destrezas y técnicas que representan en forma endógena la riqueza interior de la cultura. En estas situaciones el conocimiento está vinculado con la comunicación y las diferentes maneras de cultivar la memoria social.

Por tal motivo, la comprensión de la identidad cultural cobra un valor simbólico en la recuperación de narrativas orales. Según refiere Lucía Golluscio, profesora de la cátedra de Etnolingüística de la Universidad de Buenos Aires, quienes forman parte de poblaciones indígenas adscriben a diversos entendimientos del concepto Identidad Cultural. La palabra etnia (proveniente del latín y del griego) hace referencia a un pueblo particular con determinada cultura. La etnología de fines del siglo XVIII consideró como un atributo necesario de estos pueblos las características raciales. En el contexto de formación de los nuevos estados-nación, la antropología encontraba su objeto de estudio en conjuntos sociales definidos por la coexistencia de dos elementos: raza y cultura. Los propios miembros de las comunidades entienden en algunos casos a la identidad con la práctica de la lengua materna, llevando a asociar la muerte de una lengua con la muerte de una cultura [Woodbury, 2000].

En otros testimonios se percibe una relación entre la práctica de compartir las ceremonias ancestrales con el sentido de identidad “el día que no haya más lengua (mapudungun) ni más nguillatún, ese día no habrá más mapuche” (no recuerdo el autor o autora de esta frase, pero representa un hondo sentido de conexión entre ambos conceptos). En este apartado se consideran las rogativas o camarucos, fiestas anuales que representan los ciclos de la naturaleza, las danzas ancestrales, ceremonias y celebraciones comunitarias, así como los parlamentos que involucran a toda la comunidad, con un marcado sentido de pertenencia a los valores de la cultura.

Un punto de interés es representado a través de los patrones culturales que guardan relación con la forma de vida social y comunitaria, profundamente vinculados con la comprensión de la propia identidad (ejemplos registrados en la etnia colla, donde es común visualizar, entre los diaguitas, omaguacas, apatamas y grupos de origen quechua y aymara provenientes de Bolivia, una serie de patrones culturales que guardan relación con la forma de vida andina, economía pastoril de altura, agrícola de papa y maíz, recolección de algarroba y sal, construcción de viviendas con piedra, medicina tradicional, instrumentos musicales característicos, prácticas de “coqueo”, instalación de apachetas para ofrendas, ceremonias de corpachadas, cultos y rituales a la Pachamama) lo que no deja de entenderse como una forma de resistencia y preservación cultural [Martínez Sarasola, 1992].

Indígenas urbanos que ocuparon los más bajos estratos socioeconómicos, han llevado al cuestionamiento de la pérdida de identidad en los centros de mayor concentración demográfica, ejemplos de retracción lingüística reflejado especialmente en los jóvenes que pierden la lengua materna y no tienen deseos de conservarla, sin embargo se detectan casos donde los aspectos esenciales de la identidad se resisten desde las prácticas de antiguos valores (algunos, como entre los qom de Derqui, de modo simbólico, como lo ha sido la plantación en el barrio de algarrobos, árbol representativo de la cultura), también es para destacar que ciertas culturas, históricamente se han desplazado para obtener el alimento, con lo cual en algunos casos es discutible la pérdida de identidad por cuestiones de migración forzada.

Otro aspecto que permite interpelar la identidad es la condición hereditaria, el formar parte de un linaje marcado por la consanguinidad de los ancestros, un sentido de pertenencia a una misma raza o condición social, con lo cual, se tratan de elementos que simbolizan para las comunidades la propia comprensión del concepto Identidad Cultural.

Quien suscribe recuerda un trabajo de recolección de testimonios que fueron posteriormente editados por la Fundación desde América [Documental Indígenas de la Argentina. Un viaje por el arte y la cultura de los pueblos originarios, 2005], donde muchas de las respuestas giran en torno al orgullo étnico (no avergonzarse de lo que cada uno es), la lengua recuperada, el recobrar tiestos de la cultura (conocimiento de un origen y un pasado histórico), rescatar, revalorizar y conservar costumbres, reconocer el conocimiento, la espiritualidad, la cosmovisión originaria (cuyo principal obstáculo han sido las misiones religiosas que buscaron instalar otros credos) y el legado familiar.

También se manifiesta el tema de los derechos (reivindicar el territorio, reafirmación de los valores, reunirse en comunidad, recuperar la medicina de campo, reciclar las artes milenarias, recuperar ceremonias y prácticas comunitarias, valorar la propia producción artística) “si yo ignoro lo que fueron mis antepasados, lo que fue mi abuelo, teniendo que vestirme de otra manera, o hablar de tal manera, genera mucha confusión, hay indígenas que no han perdido el valor espiritual a pesar de instalarse en medios urbanos” [Alejandro Paisman - comunidad tehuelche Santa Cruz], “identificarse de lo que uno es” [Mabel Pelo, comunidad ocloya, Jujuy] “no avergonzarse de ser aborígenes, entendido como ser naturales” [Balbin aguaysol comunidad diaguita Tucumán, Clemente Soria Aramallo, comunidad tupí guarani Salta].

Liliana Tamagno, antropóloga argentina, menciona tres aspectos de fortalecimiento identitario: la lengua (perder la lengua no implica necesariamente pérdida de la identidad, se evidencia en algunos casos una interrupción de la memoria local por falta de hablantes bilingües); las relaciones de parentesco (rupturas de lazos de origen, concepto de comunidad, reconstrucción del “alma colectiva”) y la religiosidad (en este aspecto la cosmovisión es un concepto más amplio, que incluye el término religión), en la cosmovisión hay una visión totalizadora e integradora por parte del paisano, relación del hombre con los animales y plantas que lo rodean, que es acaso un pilar de la identidad indígena [Martínez Sarasola, 2010], asimismo la espiritualidad es un componente de dicha cosmovisión, en el sentido de modos de vida que encuentran su carácter simbólico y representativo en la celebración de ceremonias ancestrales, recuperadas en su gran parte por las comunidades y sus descendientes.

Otro aspecto para entender la identidad es la relación del indígena con la tierra (significación simbólica, valores, espíritus, sacralidad) y el territorio como reafirmación de la identidad indígena (recuperar aquello que les fue arrebatado, recuperar una relación con la tierra, un modo de aplicar la espiritualidad perdida).

En otros casos [Documental Indígenas de la Argentina. Un viaje por el arte y la cultura de los pueblos originarios. Parte 6] se hace hincapié en conceptos como el “Buen vivir”, tener entendimiento de lo que implica convivir en comunidad, apreciar la cosmovisión originaria como un elemento clave de la identidad, reencontrar el eje existencial, el respeto por todas las formas de vida, el reconocimiento de la sabiduría de los ancianos, el sentimiento de pertenencia a la tierra y al universo, la omnipresencia de la espiritualidad y lo sagrado.

Asimismo, los fondos orales permiten registrar el discernimiento local sobre las problemáticas y conflictos que solamente las propias familias comprenden y padecen, entre ellas la imposición de una cultura escrita, sin considerar el componente bilingüe e intercultural, la imposición de  una creencia religiosa que minimiza su cosmovisión, la imposición de un sistema jurídico que no reconoce sus derechos fundamentales, como ser la libre elección de nombres personales o el despojo y expropiación de sus tierras ocupadas ancestralmente (lo que deriva en su condición migrante), la indiferencia e invisibilización de una sociedad que en silencio despreció sus conocimientos, ignoró su patrimonio cultural y desvalorizó su sistema de pensamiento, la problemática de las “dos educaciones” (la educación estatal y la educación familiar indígena), la desvalorización de sus prácticas medicinales y chamánicas, incluyendo la farmacopea tradicional, causas y conflictos que al ser debatidos y salvaguardados en una colección sonora, permite a la comunidad ofrecer su propio pensamiento documentado al resto de la sociedad dominante de la cual forman parte.

Desde el campo de la etnografía, existe registro de una disputa académica que aporta matices que corresponde analizar, tiene su origen en unas palabras de Clifford Geertz: “los bosques están llenos de intérpretes ansiosos” (1983), M. Di Leonardo lo traduce de una manera radicalmente diferente, y es el permanente merodeo alrededor de la Otredad, aquellos tropos eurocéntricos cuyos estudios no han tratado de generar un compromiso real con las historias que se pretendieron recuperar, detalladas por intermedio de los diversos grupos minoritarios, allí el autor afirma que la antropología tiene el dudoso honor de “especializarse” en el más Otro, el Primitivo [Devalle, 2002] idea que debemos tratar con cuidado, si como profesionales de la información, pretendemos ofrecer un entendimiento genuino entre personas que cultivan otras formas de conocimiento.

Sostener que la identidad puede ser fortalecida mediante la construcción de fondos orales, implica una permanente correspondencia con una raíz histórica, un reconocerse en el pasado histórico, en un conjunto de testimonios que la oralidad recupera desde el conocimiento local bajo un abordaje de construcción endógena. Si la posición del investigador no contempla este entendimiento, difícilmente los contenidos del acervo resulten representativos, si el paisano presiente que solo hay un observador en dicha construcción (un “ellos” que interpretan sobre un “nosotros”), la mirada del documento tendrá un lejano perfil etnográfico, que buscará inconscientemente interpretar otras formas de socialización desde una postura ajena, propia de un laboratorio, es bajo esa aclaración que debe entenderse cualquier intervención sincera en comunidades.

Igualmente es muy complejo afirmar que un concepto como el de identidad pueda ser fortalecido mediante la construcción de fondos orales en bibliotecas autodenominadas indígenas, a lo sumo en algunas experiencias se podrá demostrar que ciertos aspectos de la identidad se ven reflejados o correspondidos en la colección de dichas bibliotecas, en especial por la colaboración de los propios miembros de las comunidades, quienes validan con sus conocimientos un conjunto de verdades recuperadas en el proceso constructivo del acervo. Probar la representatividad de dicho entendimiento cultural a través de colecciones orales exige un profundo estudio que excede el alcance de esta nota.

Bibliografía

DEVALLE, S. B.C. (2002). Etnicidad e identidad: usos, deformaciones y realidades. Disponible EN: https://centroderecursos.cultura.pe/sites/default/files/rb/pdf/Etnicidad_e_identidad.pdf

EPINAYUU, P. Ignacio. (2009). Los archivos de la oralidad como propuesta metodológica para establecer espacios de diálogo intercultural” EN: Memorias del I Encuentro de Interculturalidad y Biblioteca Pública. Bogotá, 10-13 noviembre 2009, Biblioteca Nacional de Colombia. P. 80-91 

GEERTZ, Clifford. (1973). La interpretación de las culturas. Barcelona : Gedisa

GOLLUSCIO, Lucía. (2006). El Pueblo Mapuche: poéticas de pertenencia y devenir. Buenos Aires: Biblos. Selección. 

GOROSITO KRAMER, Ana María; ACHILLI, Elena; TAMAGNO, Liliana. Un debate sobre la interculturalidad (2004). EN:  http://coleccion.educ.ar/coleccion/CD9/contenidos/sobre/pon6/index.html

INDÍGENAS DE LA ARGENTINA [Capítulos 1-6] : un viaje por el arte y la cultura de los pueblos originarios / Paulo Campano; Carlos Martínez Sarasola; Ana María Llamazares; Mercedes Bullrich. Buenos Aires: Fundación desde América. 2005.

MARTÍNEZ SARASOLA, C. (1992). Nuestros paisanos los indios: vida, historia y destino de las comunidades indígenas en la Argentina. Buenos Aires: Emecé.

MARTÍNEZ SARASOLA, C. (2010). De manera sagrada y en celebración. Identidad, cosmovisión y espiritualidad en los pueblos indígenas”. Buenos Aires: Biblos.

VACA CÁRDENAS, A.N. (2017). La banda de pueblo como elemento de construcción social y su incidencia en los habitantes de la Parroquia Calpi, comprendidos entre los 50 a 75 años en el período de enero a diciembre del 2015. Proyecto de investigación para la obtención del título: Licenciatura en Ciencias de la Comunicación Social. Tutor. Mba. Carlos Larrea Naranjo. Universidad Nacional de Chimborazo. Facultad de Ciencias Políticas y Administrativas. Escuela de Comunicación Social, Ecuador.

WOODBURY, Anthony C. (2000). Una defensa de la afirmación “Cuando muere una lengua, muere una cultura”. EN: Courtis, C. (comp.) Lenguaje, cultura y sociedad. Buenos Aires OPFyL, UBA. (Traducción interna para uso de la Cátedra Etnolingüística UBA-CONICET a cargo de Lucía Golluscio). 

Versión para El Orejiverde

http://www.elorejiverde.com/el-don-de-la-palabra/5762-entendimiento-interdisciplinario-del-concepto-identidad-cultural