Espacio que pretende resguardar voces, experiencias y conocimientos desde el rol
social del bibliotecario. Documentación de archivos orales sobre el patrimonio cultural
intangible conservado en la memoria de los libros vivientes. Entrevistas, semblanzas,
historias de vida. Reflexiones en torno a la bibliotecología indígena y comunitaria.
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sábado, 20 de julio de 2024

La farmacia del universo Maya


Recientemente, un artículo publicado en México, revalorizó una concepción muy arraigada entre los antiguos pobladores de comunidades indígenas, vinculado con los conocimientos endógenos que la sociedad occidental suele catalogar como etnobotánica o medicina aborigen, pero que en este caso es llevado a otro plano, ligado a lo simbólico y espiritual, un concepto acaso inabarcable que implica toda mención al universo. Para los antiguos mayas, el término K’ÁAX, remite al entendimiento de monte, un espacio natural cuya importancia ha sido, es y será fundamental para los pueblos indígenas, que lo conciben como un área física que cobija especies, fauna y flora, y que está determinado por elementos como la situación geográfica, el clima, así como una comprensión cabal de los recursos naturales.

Afirmar este saber nos recuerda la sabia sentencia de algunos montaraces del noroeste argentino, cuando consideraron ese espacio como el almacén y la farmacia de la comunidad, no es únicamente un lugar “lleno de árboles y arbustos”, sino, tal como lo afirma la científica Mirna Rubí Aguiar Paz en la nota, se trata de “un mundo que, desde el pensamiento de los pobladores de las comunidades originarias de la península de Yucatán, es el universo maya”. Lo que comenta esta investigadora del Centro de Investigación Regional Dr. Hideyo Noguchi (CIR) de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), nos retrotrae al entendimiento revelado por el filósofo e investigador colombiano Fernando Urbina Rangel, de cómo es posible concebir la imagen del universo en un canasto labrado a mano por libros vivientes, a través de un hilo formado con palabras que teje en silencio la trama de ese canasto, que contiene el total entendimiento de las cosas.

Se trata de una comprensión basada en el conocimiento oral, que fue pasando de voz en voz, una voz primigenia que ya no existe, pero que pervive a través de un murmullo coral que se esparce en el tiempo. Se necesitan puentes para comprender que hay del otro lado de esa forma de concebir algo tan abstracto y a la vez tan inconmensurable, los mismos puentes que la sociedad occidental se encargó de derribar en nombre de la civilización, tomando por pretexto los desarrollos industriales y tecnológicos. Hoy necesitamos restaurar ese puente, a pesar de reconocer que ya es tarde para reparar el inmenso daño, sin embargo, es necesario prestar atención, con una mínima posibilidad de escucha, hacia dónde nos ha llevado el tan mentado criterio evolutivo de la ciencia en desmedro del cuidado del medio ambiente.

Algo de todo eso está mencionado en el Popol Vuh, libro sagrado de los mayas, cuando se relata que un gran huracán vino del cielo, inundó la tierra y de ahí surgieron los árboles, las plantas, los animales, las cuevas y todo lo que se ve alrededor, es decir, las fuerzas creadoras de lo existente, pero también es necesario recordar que son las fuerzas que también destruyen. Tal como lo afirma la maestra en Ciencias Antropológicas “el monte es un espacio físico natural y tangible donde el ser humano es parte del entorno, al igual que los otros elementos que los constituyen, pero también es un lugar donde se pervive con otros seres, no tangibles a los ojos, pero que son de gran importancia e incluso definen prácticas de culto y las actividades cotidianas en las zonas rurales”. Esto me recuerda la mención del pomberito, en las comunidades qom del Chaco, cuyos lugareños afirman haber observado al atardecer “a la hora de la siesta”, se trata de un pequeño ser mitológico que se deja ver en medio del monte, entre los árboles, escuchar sobre su existencia por parte del libro viviente Roque López de la comunidad qom de Derqui, habilita una escucha atenta, y un juicio criterioso. 

También se evidencia una similitud con la ceremonia de la Pacha Mama, en especial cuando los mayas se adentran en el monte cuidando respetar el equilibrio biológico del entorno, tal como lo afirmó Don Asterio Chi, poblador y fundador de la Comunidad de Nuevo Xcán, en Quintana Roo, quien compartió un relato sobre la necesidad de conocer y respetar el vínculo con el espacio “por eso nosotros hacemos nuestra milpa y tenemos que pedir permiso a los dueños de los montes y cuando llega el tiempo de la cosecha ofrecemos lo que la milpa no da para que sobrevivamos, pero hacemos la primicia y luego agarramos lo que servirá para nosotros”. La investigadora explicó que, en el Popol Vuh, la creación se describe perfectamente como la aparición de los demás elementos que conforman el universo maya, y entre éstos la naturaleza tiene límites, y en los relatos sobre la vivencia en los montes se puede percibir claramente. Uno de los más conocidos, refiere sobre la posibilidad de que aparezca el “Rey de los Venados” si la persona ingresa al monte y mata venados, este ciervo gigante simplemente reclamará con su actitud el hecho de que se esté acabando con estos animales.

Otro de estos relatos hace alusión a los aluxes, cuidadores del monte que vigilan y siguen a los que toman elementos de ese territorio, llegando a tirar piedras, hacer bromas o incluso provocar enfermedades a quienes perjudican con sus acciones este equilibrio de la biodiversidad, como dice la investigadora “estos testimonios son tan ricos en información que podríamos llevarnos mucho más tiempo reproduciéndolos y compartiendo las anécdotas que nuestros contemporáneos mayas tienen para compartir”.

Por último, la antropóloga puso énfasis en la importancia del Monte y especialmente lo complejo y profundo que implica el vocablo K´ÁAX en su significado, porque mientras quienes estudian estos temas se preocupan por dar definiciones, “los pobladores de las comunidades nos remiten a considerar que la cultura y el universo maya están plagados de elementos simbólicos, lo cual nos obliga a valorar la riqueza que los saberes mayas nos ofrecen, en el acercamiento a la compresión de su espacio”. Como se notará, dos mundos diferentes en cuanto al entendimiento de un patrimonio plagado de contextos, en el que no siempre importa lo que se pretende definir desde el ámbito académico, sino más bien acompañar con serena prudencia el equilibrio de este plano habitado por múltiples entidades.

Fuente consultada

Quadratin Yucatán

https://yucatan.quadratin.com.mx/cultura/el-monte-es-el-universo-maya-para-las-comunidades-indigenas/

Centro de Investigación Regional Dr. Hideyo Noguchi (CIR), Universidad Autónoma de Yucatán

https://uady.mx/investigacion/cir

Casas Como Réplicas del Universo

https://www.elorejiverde.com/buen-vivir/6537-casas-como-replicas-del-universo 

Versión para El Orejiverde

https://www.elorejiverde.com/buen-vivir/6899-la-farmacia-del-universo-maya

Foto: Maira Tulia. Cuaroscuro.com 


domingo, 26 de mayo de 2019

Sobre el valor de catalogar plantas medicinales



Recientemente se publicó en El Orejiverde ese tipo de notas periodísticas que provocan una pausa en la lectura, producto de la inevitable reflexión que sus construcciones van generando, por que suelen representar un contexto en donde el entendimiento interdisciplinario habilita una respuesta a las problemáticas sociales. Es el caso de María Eugenia Suárez, investigadora del CONICET,quien luego de más de una década de trabajo, que incluyó la convivencia con el pueblo Wichi, logró reunir y catalogar las plantas medicinales utilizadas por este pueblo originario, y describir sus usos terapéuticos y las formas de preparación y aplicación.

El gran obstáculo que en líneas generales padecen la mayor parte de las comunidades indígenas, ha sido el desmonte creciente que irremediablemente atenta contra la sustentabilidad de estos recursos. Como se registra en la nota, el pueblo wichí reside en un área que abarca parte de las provincias de Salta, Chaco y Formosa, y una pequeña franja de tierra del sudeste boliviano. Un sitio que ofrece un singular atractivo para quienes se dedican a la etnobiología, una disciplina que estudia los vínculos que los grupos humanos establecen con el resto de los seres vivos y con el ambiente, en un contexto cultural, espacial y temporal determinado.

Resulta importante la necesidad de incorporar conocimientos, desde la bibliotecología, sobre la construcción de herbarios, especialmente en bibliotecas indígenas que brinden servicios en áreas rurales, donde las condiciones geográficas favorecen la recolección de plantas curativas. Registrar la farmacopea tradicional es probablemente una de las mayores fortalezas que hacen a la colección de este tipo de unidades de información, pero dicho catálogo tendrá sentido si el bibliotecario facilita el contacto del libro viviente con el usuario que consulta por una dolencia determinada, no nos olvidemos que este tipo de biblioteca crea su propio acervo, y es un acervo de personas que comparten lo que saben, de allí a incorporar colaboraciones con médicos y hospitales públicos, resulta un paso que es necesario experimentar.

Quien suscribe recuerda el trabajo que la comunidad Qom de Derqui, a través del proyecto Biblioteca Qomllalaqpi, llevó adelante mediante registros propios de la farmacopea tradicional indígena, reconstruyendo a través de la memoria y el conocimiento un listado de plantas medicinales que los propios paisamos utilizaban, encargando a sus familias del Chaco el envío de plantas que crecían en el monte, como el palo santo, quebracho blanco (utilizada para la fiebre y los resfríos), el peiqo (resfríos, gripe, una de las pocas especies que los paisanos pudieron encontrar en Derqui), la vainilla, salvia (para la mujer con dolores en la menstruación), ajenjo, alcanfor, menta, margarita (que algunas familias qom han utilizado como infusión para te o mate, sobre todo para la presión alta), también se habló del pasto colorado (para fortalecimiento del pelo en la mujer) y de las propiedadades del algarrobo, árbol identitario de la cultura, conocimientos que en aquella oportunidad (noviembre de 2012), fueron recopilados a través de la memoria de Roque López, Ana Medrano y Adelio Medrano, quienes solían viajar a Chaco, donde vivían parte de sus familias, trayendo semillas y plantas que por lo general no crecen en Buenos Aires, por no reunir las condiciones climáticas apropiadas.


Por este y otros motivos es que la destinataria de este artículo, docente de Ciencas Exactas en la UBA e investigadora del CONICET en el Instituto de Micología y Botánica (INMIBO), merece apoyo y recursos por parte del Estado, porque ha dedicado gran parte de su tiempo a estudiar la etnobiología de los wichís, y solo por eso no nos podemos permitir el lujo de desperdiciar una experiencia consustanciada con la investigación y el aprendizaje de otras formas de conocimiento. Los paisanos wichi han compartido con María Eugenia la explicación de una cantidad considerable de plantas que se utilizan en el monte, no solo la clasificación sino el proceso de preparación, lo cual ha generado un catálogo de enorme valor social.

Se recomienda la lectura completa del artículo periodístico, porque nos acercaría no solo al acopio de un conjunto de plantas, que en estos contextos son consideradas sagradas, sino también a la función crucial que cumplen los chamanes con la manipulación de esas especies nativas, esto no deja de representar un alerta, considerando que cada vez son menos los ancianos que conservan estos saberes y que ejercen estas prácticas, se trata de una forma de vida que corre riesgo de desaparición.

En tiempos en donde es visible el deterioro del tejido social (producto de la ausencia en buena parte del capital social), resultan determinantes estos aportes colaborativos que propician una reparación y sobre todo una oportunidad para empezar a hacer las cosas bien. Si la investigadora del CONICET contara con mayores recursos para hacer su tarea, las condiciones sanitarias de las comunidades locales se verán sin dudas más favorecidas, es un paso para equilibrar aquello que permanentemente se encuentra inclinado, el actual contexto exige entre otras cosas sensibilidad, consideración y voluntad, y que el trabajo de más de una década encuentre su aplicación sistemática en un sistema de salud intercultural e interdisplinario, para mejorar las vidas de quienes se encuentran en situación de vulnerabilidad social.

El trabajo está hecho, es tiempo de multiplicarlo.


Fuente consultada:
El Orejiverde

nexciencia.exactas.uba.ar 



Fotografías:

Pablo Fernández Elisegui.


Nota relacionada:
Que Sabe Quien
Farmacopea tradicional qom