Espacio que pretende resguardar voces, experiencias y conocimientos desde el rol
social del bibliotecario. Documentación de archivos orales sobre el patrimonio cultural
intangible conservado en la memoria de los libros vivientes. Entrevistas, semblanzas,
historias de vida. Reflexiones en torno a la bibliotecología indígena y comunitaria.
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lunes, 21 de abril de 2025

Un día como hoy


Este espacio suele tratar sobre cuestiones reflexivas vinculadas con la Bibliotecología, con sus intermitencias, con sus sobrevuelos, pero es también un espacio personal, donde suelo recoger, en ocasiones con cierta perplejidad, algunos conocimientos revelados, algunos pretextos que me permiten no olvidar ciertos cruces de caminos, ciertas verdades compartidas, luminosas, incompletas, certeras, arborescentes, acaso horizontales, acaso fractales, siempre manifestadas a través de la vocación.

Pero este no es un día más, ya que fue un 21 de abril de 2020 que un gran amigo, Rafael Bardas, marchó hacia otro plano luego de una vida intensa. Si estoy evocando esta circunstancia, luego de 5 años de ausencia, fue por una noticia que hoy dio la vuelta al mundo, el fallecimiento del Papa Francisco, quien fuera ni más ni menos que un amigo de Rafael en su adolescencia, justo el mismo día, con 5 años de diferencia.

Encontré un correo electrónico, en ocasión de la asunción de Jorge Bergolio como Papa, allí Rafael comentó que “la máquina del tiempo arrastra pesados vagones”, que luego de las noticias había optado por apagar todo y que intentó rememorar las tardes de fútbol y volley que compartió con su amigo Bergoglio en asados domingueros, sin sorprenderse cuando se enteró que viajó a Roma en clase turista. Recordó haberlo encontrado una vez en la estacion de Liniers, esperando el tren Sarmiento con su típico traje negro, por aquel entonces ya era Cardenal Primado de Argentina, para confiarme que no podía salir a decirle a todo el mundo "mi amigo es Papa", porque lo consideraba “romper un codigo de honor y una imperdonable falta de respeto y fidelidad amical”.

En aquella época, Rafael estaba intrigado por la teología, finalmente la inquietud por la filosofía inclinó la balanza y siguió otros caminos. Antes de partir a EEUU se pudo despedir, brindando con un vaso de vino “de la casa”, que Bergoglio sostenía, mientras recordaban a algunos compañeros, jesuitas, profesores, alumnos, las tardes de fútbol y las “nada tranquilas tertulias sobre los vaivenes de la Política Argentina”. Cuando salieron a la calle, se separaron en la esquina de la avenida Santa Fe, lo vió alejarse por última vez hacia la parada del colectivo, Rafael dijo que en ese momento no pudo evitar esta reflexion: "Ahi va el Arzobispo de Buenos Aires".

El tiempo a veces es extraño, si Rafael hoy hubiese estado, este día hubiera sido muy difícil de sobrellevar, y si algún oráculo le hubiese dicho que ambos se irían el mismo día, seguramente algo parecido a una sonrisa se hubiera instalado en su rostro.

Como sea, prefiero que las verdades no sean olvidadas, mientras anochece.

sábado, 28 de agosto de 2021

Sobre la necesidad de interpelar los cambios tecnológicos

En julio de 2019 compartí con Rafael Bardas unos correos sobre la noticia que daba cuenta del último local de Blockbuster abierto en el mundo, en Bend, Oregon, Estados Unidos. El hecho dejaba al descubierto el cambio de paradigma en el universo de la comunicación, de cómo se van modificando los desarrollos tecnológicos en nuestra cultura, y lo que eso implica en cuanto a la desaparición de artefactos, que irremediablemente pasan a ser piezas de museo. La lectura de videos en cintas VHS ya forman parte de una historia que incluso dejó de ser interpelada por el consumidor, no se trata de ubicar la reflexión en el plano de la nostalgia, sino tal vez por lo que significa la necesidad de adecuarse a los cambios.

Sin embargo, bastó que Netflix produjera un documental sobre esta última tienda para lograr un impacto inusitado tanto en Estados Unidos como en otros países, ubicando a la película entre las 10 más vistas en el servicio de streaming a nivel mundial.

Ya este local era popular por el simple hecho de ser el último sobreviviente, y eso solo invita a una reflexión, que no es ajena a otros contextos. Ha pasado con los libros vivientes que se van extinguiendo al paso de los años, últimos hablantes de una lengua en extinción, ha sucedido con músicos que fueron encontrados en bares perdidos en medio de pueblos ignotos y que luego pasaron a ser estrellas en el mundo del espectáculo, hubo casos con autos encontrados en galpones que resultaron modelos únicos de construcción, o incluso casas diseñadas por prestigiosos arquitectos que fueron nombradas patrimonio cultural, cuando estuvieron años abandonadas sin ser reconocidas por la sociedad, la lista es larga y abarca todos los campos disciplinares.

¿Qué es lo que hace que aquello que nos acostumbramos a despreciar a través de la indiferencia, nos termine impactando por descubrir, de la noche a la mañana, que su utilidad y sentido ya no forman parte de nuestro contexto?

Pareciera que la noticia lograra el efecto de sacarnos del letargo, esa sensación de estar anestesiados, desde el punto de vista de los sentidos, en el que simplemente nos damos cuenta que lo que corresponde tecnológicamente a un tiempo sociocultural determinado, no debe ser fosilizado en cuanto a la dimensión que tuvo el desarrollo en ese contexto, después de todo esa herramienta era lo que la sociedad necesitó consumir en su tiempo concreto. Aquí también la vuelta de página que terminamos dando, no dejará de ser otro acto rutinario, sin necesidad alguna de plantear una reflexión por todo aquello que nos precedió.

Rafael me respondió lo siguiente:

Y…¡así es, Daniel…!

El tiempo nos pasa por encima, casi sin que nos demos cuenta. 

Los años parecen meses y los meses, semanas o quizás, días. 

El otro día, hablando de una película que quería ver, me dijeron “pedila en la biblioteca”. Fuí y ¡vaya sorpresa! Con mucho respeto, pero con la risa en la mirada, el bibliotecario me dijo, “Señor, hace mucho que no trabajamos más con VHS ni DVD, la encontrará casi seguro en Netflix”. Y me sentí tentado de responderle, “¿y eso qué es?”.

Me sentí desorientado, como suspendido en el espacio y empecé a dar vuelta por la biblioteca mirando - sin ver- las estanterías repletas de libros.

Hace un par de noches, volvía del trabajo, en taxi, conversando con el conductor que parecía de buen nivel cultural y cuando le dije que yo no tenia televisor, el buen hombre no salía de su asombro. "¿Cómo puede vivir sin televisor?" me dijo. Intenté darle un montón de argumentos, pero creo que, al final, no me creyó.

Acá en Nueva York es posible que aun haya algún bolichito pequeño que venda DVDs. Pero no, que los alquile. Este laptop, en el que estoy escribiéndote, es un Macbook Pro Retina del 2013 y ya me vino sin dispositivo para DVDs. Tuve que comprar un accesorio extra.

Yo me sentía muy orgulloso por haber coleccionado muchas buenas películas en VHS. En el 2012 todo eso lo perdí con una inundación, pero además, si los tuviera no tendría cómo verlos.

Mi colección de la mejor música, en parte heredada de mi padre, en discos de 78 rpm., todos importados, ya ni sé a dónde habrá ido a parar. Los Long Play en vinilo, lo mismo, he tenido que amigarme con iTunes y Youtube. Conservo unos pocos CDs que pude comprar, entre los pocos.

En fin, que el mundo avanza a velocidades increíbles y cuesta mucho seguirlo. Creo que en ningún orden de cosas es posible, hoy, estar al día.

Abrazo, Rafa.

Fuentes consultadas:

El último Blockbuster que queda en el mundo resiste ante el ‘streaming’

https://retina.elpais.com/retina/2019/03/27/tendencias/1553684395_901201.html

‘The Last Blockbuster’ documentary, about Bend video store, is coming to Netflix in ‘an ironic twist of fate’

https://www.oregonlive.com/entertainment/2021/03/the-last-blockbuster-documentary-about-bend-video-store-is-coming-to-netflix-in-an-ironic-twist-of-fate.html

Nota: la imagen corresponde al sitio Pixabay.

miércoles, 21 de abril de 2021

Carta sobre la promoción de la lectura

En diciembre del año 2016, compartí con Rafael Bardas una reflexión sobre la promoción de la lectura en contextos de vulnerabilidad social:

http://librosvivientes.blogspot.com.ar/2016/12/sobre-la-promocion-de-la-lectura-en.html

Se trataba del análisis de un artículo de Guillermo Saccomanno, que motivó un conjunto de reflexiones en torno a la promoción lectora, en sintonía con una serie de experiencias educativas vinculadas con políticas públicas de lectura. Me pareció relevante incluir algunas impresiones de Rafael, considerando su pasado como docente en distintas universidades, tanto nacionales como extranjeras, el resultado es la siguiente carta:

Daniel:

Me ha gustado mucho este trabajo tuyo. Toca precisamente a la esencia de ese docente innato que hay en mí y que, de algún modo y en algunas circunstancias de mi vida, he podido poner en práctica.

Vos lo has referido de modo específico a las áreas llamadas “de vulnerabilidad social”, donde a todas luces, esta temática hace crisis.

Sin embargo, creo que bien podríamos extender la consideración al resto de la comunidad humana actual, acentuándola en el caso de los jóvenes adolescentes de hoy, ya sea que provengan o no de áreas carenciadas.

Está casi comprobado que el desenfrenado avance tecnológico que día a día nos sacude, ha incidido fuertemente en la mentalidad y las costumbres de nuestros adolescentes, incapacitándolos, cada vez más para absorber el esfuerzo que implica procurarse un libro y leerlo.

Asimismo, el simple hecho de que todo se nos presente servido con sólo apretar una tecla, adormece el natural ímpetu de acción que la sana curiosidad conlleva.

Paralelamente a todo esto, hay que tener presente que el adolescente del siglo XXI ha sido convertido en objeto primario y exclusivo de una feroz campaña comercial que le hace creer que él está por encima de los adultos y que, por lo tanto, sus apreciaciones y puntos de vista, son las correctas y las más acertadas, simplemente por ser las más actualizadas. De lo cual se sigue la obvia desautorización del maestro, frente al discípulo. Una realidad que, precisamente en áreas de bajo nivel socio-cultural (no necesariamente socio-económico), se extiende aun a los padres del adolescente. Estamos, pues ante una real inversión de valores.

Otro gran factor que no debemos olvidar es la generalizada urgencia de orden económico que atormenta hoy a la familia. Sobrevivir en condiciones de razonable dignidad -no hablo de lujos- es una dura tarea que ocupa no sólo el tiempo de los ciudadanos, sino también su mente. Y también aquí hay que pensar en todas las áreas, no únicamente en las más castigadas: un simple comerciante, un profesional, un docente o un empresario, pueden padecer, en mayor o menor grado estas urgencias que, sin duda van a incidir en su disponibilidad de tiempo y su interés por la lectura.

Desgraciadamente todo esto no es nuevo en el mundo actual. Te recuerdo la vieja anécdota que, seguramente te he contado, de mi triste experiencia cuando en mis primeras armas como docente, siendo aun estudiante universitario, me tocó enseñar matemáticas en un colegio secundario nocturno de Mataderos. El primer día, el Director del establecimiento me dijo: “No pensará hablarles de matemáticas, no? A lo sumo hábleles de fútbol, si quiere salir vivo” ¿te das cuenta? Mucho peor que las docentes que sucuchaban los fascículos, en el cuento de Saccomanno. Esto fue allá, por la década del ’50. También yo, en el 2004, aquí en NY, he tenido que echar del aula a un alumno. Y también he tenido que acudir a artificios ocasionales para conseguir la atención de los estudiantes. Y logré salir airoso y hoy me enorgullece que, en la calle o en el subte, a menudo, algún muchacho me grite: “Hey, Professor!!” y me abrace afectuosamente.

Evidentemente, frente a esta problemática, nadie debería permanecer indiferente. La cuestión es quién debe tomar las riendas y cómo debe hacerlo.

Ante todo, el Estado, debe plantearse la Educación Pública como tarea primordial e ineludible. Esto supone, de entrada, ofrecer a los docentes no sólo un salario correcto, sino uno que los incentive a “meterse en esa trinchera”. Hay que volver a la época en que ser “Maestro de grado” o “Profesor del secundario” eran una verdadera distinción profesional. Para ello, se requiere también una efectiva selección de los futuros docentes y una verificación periódica de su capacidad y actualización. (Yo aquí, una vez por año, tengo que asistir un día completo a clases de actualización. Si no lo hago, caduca mi licencia en el acto. Me toca en estos días). 

O sea que es verdad lo que Saccomanno les dijo a esas docentes. Quien no tiene amor a lo que hace, inevitablemente lo hará mal. Gran parte -no todo- de los problemas es culpa de los docentes mal seleccionados, mal controlados y por supuesto, muy mal pagados. Pienso que antes de plantearse Planes Nacionales de Educación, hay que atender a una inmediata y real solución del problema docente.

Detrás del Estado, está muy prevalentemente, la Familia. De ella depende en primer lugar la formación socio-cultural del educando. Creo que se impone desarrollar fuertes, efectivas e inteligentes campañas en orden a instruir a los padres sobe la educación de sus hijos. Y esto sí que es en todas las áreas, sean o no vulnerables. Obvio que más intensamente en las vulnerables. Pero no nos olvidemos del viejo tango…”Niño Bien!” 

Niño bien, pretencioso y engrupido,

Que tenés berretín de figurar;

Niño bien que llevás dos apellidos

Y que usás de escritorio el petit bar;

Pelandrún que la vas de distinguido

Y siempre hablás de la estancia de papá,

Mientras tu viejo, pa' ganarse el puchero,

Todos los días sale a vender fainá. 

¡Qué sabias las letras de aquellos tangos! ¡No las olvidemos!

Y hablando de la necesidad de campañas de difusión, recuerdo ahora una que que no se hace y debería hacerse: la de mejorar el contenido de ciertas audiciones radiales y televisivas abiertamente destructoras de la Familia como tal. Una apología de la desunión de la pareja donde lo lógico y habitual -casi lo mejor- es “cornear” al otro, produce en el adolescente un impacto fuertísimo, que pone en duda todos los valores rescatables. Hay como una manía establecida de poner en evidencia todo lo negativo y sucio de la relación humana. Basta con escuchar los tramos farandulezcos de ciertos noticieros radiales. Muchos de ellos a las horas en que los padres llevan a sus hijos al colegio y van escuchando las noticias por radio. Vez pasada, íbamos con mi hijo y sus chicos, oyendo el noticiero y mi hijo tuvo que apagar la radio del auto. Esto confunde, bajo el pretexto de entretener. Mina la moral y la salud mental de los niños, de los adolescentes y aún de los adultos. Nadie dice ni hace nada por impedir esta forma de contaminación social.

Fuerte abrazo y gracias por seguir compartiendo!

Rafael.

NYC

Dic. 7/2016

PD: Esta carta de Rafael no ocurre en un día común, hoy, 21 de abril de 2021, se cumple un año de su partida, producto del Covid, parece mentira el paso del tiempo, que hayan sucedido tantos eventos, que este amigo no haya estado para contarlos, es algo que me ocupa, porque siempre que reviso el baúl donde guardo esas cartas, es como si saliera viento de la caja.

Todo tiene que ver con las ideas, como estas que comparto un poco atribulado, aunque esperanzado, en medio de tantas cosas.

Nota:

La imagen pertenece al sitio Web Pixabay

martes, 6 de abril de 2021

Sobre la soledad y la deificación de la tecnología

En enero de 2020, compartí con Rafael Bardas una entrevista realizada a Santiago Bilinkis, economista, emprendedor y divulgador de tendencias tecnológicas. Me había interesado el entendimiento de la soledad por parte de una persona asociada con el acceso permanente a recursos de información. La entrevista sobrevuela perspectivas vinculadas con la política, la cultura y la relación de las personas con su entorno. Resulta innegable advertir los paulatinos cambios en las conductas sociales, en donde pasamos de las conversaciones compartidas en bares, a trabajar conectados a una pantalla sin contacto real con las personas. Para este divulgador científico, lo que está ocurriendo no es casual, sino que, por el contrario, tiene íntima vinculación con los avances en neurociencia, economía del comportamiento y psicología, cuyas aplicaciones están diseñadas para generar un efecto adictivo en quienes consumen información.

Es curioso advertirlo, pero no deja de ser cierta la observación de Bilinkis cuando afirma lo peligroso que es el uso de tecnologías sin entender cómo funcionan, lo que incluye los términos y condiciones de servicio que cada usuario/a acepta al ingresar, sin leer lo que claramente es un contrato que la otra parte escribe y que el ciudadano/a firma, un contrato hábilmente diseñado para que nadie lo lea pero que al firmarlo habilita consentir una cantidad importante de permisos sin posibilidad de reclamo en caso de perjuicio alguno.

Otro aspecto que me interesó correlacionar en la conversación, y es una preocupación que comparto, es la disyuntiva de un sistema educativo que en líneas generales está fuera de sintonía con los paradigmas actuales, los contenidos que se imparten pertenecen al siglo XIX, pero con métodos del siglo XX, nada se habla, o se habla poco, de la necesidad de traer a la Escuela al siglo XXI.

Rafael me respondió lo siguiente:

Acabo de leer la entrevista a Bilinkis. Es muy interesante y actual y se basa en una acertada interpretación de factores muy permanentes, de orden humanístico, hoy bastante olvidados o desechados. 

Tras una infancia muy “leída”, se formó en instituciones de alto nivel educacional -Colegio Nacional de BsAs y Universidad de San Andrés- que lo capacitaron para captar y entender bien el núcleo del problema que hoy se nos presenta tanto en lo educacional, como en lo laboral, o sea, un cambio significativo y muy acelerado, en el que valores tan importantes como la experiencia, por ejemplo, se han vuelto contraproducentes…“la experiencia hoy, es una contra”, dice el entrevistado. Y aquí una observación curiosa: nada menos que Beethoven (1770-1826) dijo que…“la experiencia no es más que la suma de nuestros errores” O sea que, al menos en esto, el cambio parece no ser nuevo.

Tampoco creo que sea absolutamente nuevo el tema de la soledad. Aunque sí puede que sea más generalizado y popular hoy que en el pasado, además de haberse transformado en lo vivencial, Puedo ser testigo de ello. Hoy la familia ya no es como era antes. La vida moderna nos está enseñando a asumir la soledad como algo bueno y positivo, si se la sabe aceptar y vivir. De eso doy fe.

Es muy cierto cuanto afirma sobre el reemplazo del interlocutor humano, por el celular. Creo que esto es algo más que una moda, es una verdadera “deificación” de la tecnología. El teléfono celular se ha sacralizado en la mente de las mayorías. Es que la tecnología, en general, se ha convertido en una especie de ciencia-religión que va a terminar por regir la vida en el planeta. Es verdad que terminaremos votando algoritmos, a pesar de que casi nadie tiene la menor idea de qué es un algoritmo. A fines de los sesenta, se nos decía que era imprescindible saber “programación” y estudiar sus lenguajes para sobrevivir en una profesión. Confieso que yo “caí en la volteada” y me puse a estudiar el Fortran IV…¡nada menos! Obvio que, al término del primer año, dejé de asistir a las clases teóricas y prácticas, pues me sentía prisionero de algo que, en mi caso, era incomprensible, pues mi generación no recibió los conocimientos básicos en matemáticas, como para abordar estas nuevas ciencias. No sé si los niños y los jóvenes de hoy los estarán recibiendo.

Volveré a leer y meditar este texto. Creo que me ayudará a comprender mejor cuanto hoy ocurre a mi alrededor.

Entrevista Santiago Bilinkis:

https://www.clarin.com/opinion/santiago-bilinkis-vamos-terminar-votando-politico-proponga-mejor-algoritmo-gobierno-_0_PDJBe4jF.html

miércoles, 10 de marzo de 2021

Correspondencia

 

Parte de mi adolescencia estuvo atravesada por el envío de cartas postales, cuesta imaginar ahora ese contexto, en el que un mail atraviesa el éter en segundos para llevar su mensaje a una distancia que hace añicos el entendimiento del tiempo y del espacio, generalmente no se piensa en el recorrido de ese correo electrónico, sabemos que fue enviado y que en segundos el destinatario lo recibe en la bandeja de entrada de su computadora, la reflexión que pueda darse entre las correspondencias puede continuar de un modo ágil y ameno, pero siento que el componente reflexivo queda relegado.

Agrego una digresión: es natural pensar que el tiempo y el espacio existen desde siempre. Para Stephen Hawking –teoría de la relatividad mediante– el espacio y el tiempo son cantidades dinámicas: cuando un cuerpo se mueve, o una fuerza actúa, afecta a la curvatura del espacio y del tiempo, y, en contrapartida, la estructura del espacio-tiempo afecta al modo en que los cuerpos se mueven y las fuerzas actúan. El espacio y el tiempo no solo afectan, sino que también son afectados por todo aquello que sucede en el universo.

Escribir una carta de papel, teniendo que hacer el esfuerzo mínimo de imaginar que esas palabras iban a tardar una o dos semanas en llegar a destino, nos llevaba invariablemente a tener un cuidado con el sentido y la construcción de dicho mensaje, realmente se contemplaba en ese acto un plano crítico que era cruzado con cierta atención, porque una vez enviada la carta, el espacio-tiempo era afectado mientras esperábamos una respuesta, un conjunto de palabras lo estaba atravesando, con la probabilidad de que el receptor, bajo otra esfera semántica del tiempo y del espacio, trazaría nuevas coordenadas del pensamiento para continuar el hilo de la conversación.

Vaya a saberse porqué, pienso en los anónimos mensajes que por cientos de años se guardaron en botellas, arrojados al mar con alguna esperanza tardía.

De algún modo, teniendo en cuenta la cantidad de cartas que compartí con mi amigo Rafael Bardas, me pareció bueno recuperar parte de esa historia, y volcar en este espacio el contenido de aquellas reflexiones, es una manera de tenerlo presente.

Esta carta fue electrónica, pero sirve a modo de introducción, ya que tiene un significado simbólico por ser una de las últimas que recibí de parte de este gran filósofo y arquitecto, las que compartiré de aquí en más, serán transcripciones de las cartas impresas que fueron llegando a mi domicilio, en diferentes momentos, bajo distintas circunstancias.

A principios de enero del año 2020, cuando la pandemia aún era un rumor que se avecinaba, compartí con Rafael una nota sobre la denominada “Primera biblioteca universitaria sin libros físicos”, la biblioteca de Florida Polytechnic University, diseñada por el arquitecto español Santiago Calatrava, un espacio educativo con acceso a más de 135.000 libros electrónicos. Llegué a comentarle la curiosidad de lo que generó el paso del tiempo en nuestras vidas: nativos digitales con padres analógicos, abuelos que escucharon noticias en radios a galena, hasta imaginar el escenario, dando un brinco gigantesco, de una biblioteca sin libros.

Rafael me respondió lo siguiente:

Así es, transcurren los años y siguen pasando cosas. Una dinámica que nos pasa por encima sin que nos demos cuenta, pero que nos arrastra y nos lleva con ella. ¿adónde?

Vos, como bibliotecario, te asombrás, porque ya no hay libros en esa biblioteca (¿podremos seguirla llamando así?) y yo, como arquitecto me sigo asombrando al ver las obras de Calatrava.

Sí…¡claro! Eliminando los libros de papel se consigue más espacio…pero se pierde ese típico aroma a papel y tinta que nos decía que estábamos realmente en una biblioteca. Un aroma amigo y grato que acompañaba nuestro divagar por un mar de letras amigas que se metían dentro nuestro, para quedarse y hacernos un poco más sabios.

No es lo mismo leer un libro en el silencio de una biblioteca que hacerlo en cualquier otro lugar, incluso en casa y menos aun frente a una pantalla. 

Las nuevas generaciones quizás piensen lo contrario. Pero lo que nunca van a lograr sentir es la compañia de ese adminículo de papeles impresos que, sostenido en las manos, hace que sea todo nuestro cuerpo el que lea.

Es verdad que ya no recorremos el mundo en buques y trenes…pero la experiencia de haber atravesado el océano navegando días y días en un buque, es inigualable…!

Lo bueno de todo esto es que podemos afirmar, sin equivocarnos, que el mundo avanza y no se detiene ni retrocede. A eso llamo yo “optimismo histórico” y me felicito por sentirme incluído en esa dinámica.

Abrazo,

Rafa.

miércoles, 22 de abril de 2020

Rafael




… una piedra, una hoja, una puerta ignota; de una piedra, una hoja, una puerta. Y de todas las caras olvidadas. Desnudos y solos llegamos al desierto. En su oscuro seno, no conocimos el rostro de nuestra madre; desde la prisión de su carne, vinimos a la prisión indecible e inexplicable de este mundo. ¿Quién de nosotros conoció a su hermano? ¿Quién de nosotros observó el corazón de su padre? ¿Quién de nosotros no estuvo siempre prisionero? ¿Quién de nosotros no será siempre un extranjero solitario? Erial de perplejidad, en los ardientes laberintos; perdidos, entre brillantes estrellas, en esta tediosísima ceniza, ¡perdidos! Recordando sobrecogidos, buscamos el gran lenguaje olvidado, el perdido sendero que conduce al cielo, una piedra, una hoja, una puerta ignota. ¿Dónde? ¿Cuándo? ¡Oh fantasma perdido, batido por el viento, vuelve a nosotros!

Tom Wolfe, El ángel que nos mira

Alguna vez compartí este texto con mi amigo Rafael, siempre me pareció clarividente el inicio de “El ángel que nos mira”, un libro que aún espera ser leído, en su momento me bastó una versión cinematográfica para darme cuenta (y no darme cuenta) que lo que allí decía representaba una clamorosa invocación hacia las antiguas formas de concebir la literatura -especialmente la poesía- el deseo de que la belleza y la verdad, luminosamente descubiertas, vuelvan desde los ardientes laberintos a poblar los nuevos cielos de los poetas, hoy pienso si alguno lo ha logrado, ahora que las formas de la literatura encuentran otros esquemas, otros métodos, otros tipos de composición, algo une sin embargo: el trabajo con las palabras.

Podría trasladar esta forma de entendimiento a los esenciales documentos que antiguos bibliotecarios nos legaron, podría simplemente compartir una digresión, acaso furtiva, en medio de este contexto, cuando de algún modo tiene que ver con mi ejercicio diario, mi trabajo como profesional de la información.

Rafael llegó a decirme que “volver al encuentro desnudo y virginal, del poeta con la belleza y la verdad es el único objetivo que justifica el trabajo con las palabras”, esto lo dijo en un momento en que un tratamiento oncológico lo estaba llevando a experimentar “la prisión indecible e inexplicable de este mundo”.

El martes 21 de abril, por si faltaba algo más que acelere lo inextricable del destino, mi amigo Rafael Bardas se fue de este mundo luego de haber contraído coronavirus, en un hospital de New York, quiero homenajear lo que representó para mi su ayuda desinteresada, las traducciones que hizo, las opiniones siempre valiosas, desde la mirada de un filósofo con título de arquitecto, era inevitable compartir varios mails a la semana, invariablemente a las pocas horas aparecía su respuesta.

Los irremplazables se van yendo, lo que sigue es la complicada tarea de enfrentar nuevos problemas sabiendo que no tendremos referentes para poder solucionarlos de la mejor manera posible.

Como hojas de otoño, van cayendo sus palabras:  
no puedo dejar de aceptar ésta, mi curiosidad de hoy. Una curiosidad muy amiga de la duda. Emparentada con la ignorancia. Con la incertidumbre. Con el no saber. Con el silencio. Con la no respuesta. Una curiosidad condenada a ser una eterna incógnita. ¿Eterna? ¿Qué es la eternidad? “Algo” que no tiene principio ni fin, dicen. Pero no tener principio ni fin es un sin sentido. Entonces…ese “algo” ¿es o no es? Parece que sí es…pero como no lo podemos entender, lo hemos llamado “misterio”.

Lo que escribió Wolfe nos recuerda lo que otros pudieron, y le pedimos secretamente a ese fantasma, a ese modo de creación y de entendimiento, que vuelva a nosotros.

Así también espero que este gran amigo, esté donde esté, pueda completar en otro lugar lo que no supo o no pudo en esta vida, vaya mi profunda gratitud por haberme acompañado con su amistad.