Espacio que pretende resguardar voces, experiencias y conocimientos desde el rol
social del bibliotecario. Documentación de archivos orales sobre el patrimonio cultural
intangible conservado en la memoria de los libros vivientes. Entrevistas, semblanzas,
historias de vida. Reflexiones en torno a la bibliotecología indígena y comunitaria.
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domingo, 6 de abril de 2025

Nunca olvidar


Recientemente, un fotógrafo registró una bellísima imagen del Cementerio de Malvinas, un trabajo colectivo que contó con un contexto impactante de luna llena, en un escenario que nunca nos será indiferente.

La técnica del uso de un drone, con el que se generó un haz de luz sobre la cruz central del cementerio argentino, permitió registrar, en una sola toma -con una cámara Sony A7IV y lente 16-35 GM- una imagen que seguramente será recordada por mucho tiempo.

Como indican sus autores, esta hazaña técnica fue también un acto de respeto, de arte, de memoria viva. Y es cierto que esa luz no solo atravesó la noche: atravesó el tiempo.

Fuente consultada:

Por: (daniponcefilmmaker)
©️ Dani Ponce G. Menendez F Ruiz
Por: Operación Malvinas. Para no olvidar. 

https://www.instagram.com/p/DH4cinwA4p3/

PD: agradezco a Mirta Pérez Díaz haber compartido la noticia.

domingo, 10 de diciembre de 2023

La resistencia

 


Alguna vez, Jesús Quintero había dicho que “los analfabetos de hoy son los peores porque en la mayoría de los casos han tenido acceso a la educación. Saben leer y escribir, pero no ejercen. Cada día son más y cada día el mercado los cuida más y piensa más en ellos", esto enojaba al loco de la colina, y tenía razón. El problema es que esa inmensa multitud es necesaria para evitar razonamientos vinculados con el rol ciudadano. El mercado los cuida porque sin ellos, toda esa estructura de consumo no tendría razón de ser. Pero no se trata solo del redituable consumo. Invariablemente, la estructura incide en el entendimiento de las decisiones políticas. Una cosa lleva a la otra.

 

Esa noción de la ignorancia, como concepto que indica ausencia de conocimiento -y en este añadido plano, la no necesidad de ejercer el pensamiento crítico- es primordial para el poder político, sobre todo en países cuyas desigualdades son imposibles de disimular. Ese discernimiento no practicado, va hilvanando una inmensa red bajo la cual una masa amorfa obtiene beneficios mientras cree tomar decisiones. No cabe en ese tránsito comprender la inequívoca sensación de inercia en el que las cosas a veces parecen moverse, otorgando la ilusión del movimiento, cuando en realidad están atascados en medio de la frustración y la falta de autocrítica. Es como la caverna de Platón, pero sin ningún tipo de cadenas que impida a las personas girar sus cabezas.  

 

Para lograr esa atención alcanza con algunos elementos básicos: un control remoto, una pantalla, un celular. Lo demás se logra sin esfuerzo: posverdad, fake news, trols, y una lista profusa de medios que impactarán en la opinión pública en el corto o largo plazo, con resultados impredecibles. Valdrá la pena analizar, de aquí en más, el derrotero -probablemente acrítico- de la palabra Libertad vinculada con los derechos que cada ciudadano tiene. Qué se hará en nombre de este concepto, a quienes perjudicará la doble vara del eventual discurso.

 

Tiempos inciertos estos que corren. Como será así que una vez más, ciertas concepciones que creíamos a salvo de ser dañadas, corren riesgo de ser arbitrariamente revisadas y descalificadas. Acaso el más paradigmático de los ejemplos: el concepto 30.000 desaparecidos. Parece mentira que aún hoy, sigue siendo necesario reiterar que la cifra, la simbólica cifra, indica con claridad lo que no sabemos en cuanto al número real de personas desaparecidas por la última dictadura cívico-militar. Tal como lo expresó Martín Kohan, el número representa nuestro desconocimiento por el simple y cruel motivo de que fue el propio Estado, con todas sus herramientas al alcance, el que ocultó y destruyó información, esa noción no puede ser arrebatada bajo la descarada interposición del concepto “memoria completa”. Sería como borrar, por mero decreto, algunas páginas de la historia, justamente aquellas que costaron víctimas civiles, que forjaron la idea de memoria y justicia por las cuales, como argentinos, nos hizo reconocidos en el mundo, y por lo que valdrá la pena seguir luchando.

El mismo criterio se extiende a la importancia de la educación pública, la salud pública, las conquistas obreras, los avances científicos, los derechos de las minorías, las luchas de las mujeres, los reclamos históricos de las comunidades indígenas y campesinas. Los nadies, los marginados, los olvidados.

A veces, basta revisar la historia para darnos cuenta cómo algunos mecanismos se reiteran, lo grave no es presenciar ese espectáculo, lo grave es no haber aprendido de los errores. Vuelvo al inefable conductor del perro verde, cuando dijo lo siguiente: "Me interesa más hablar para diez personas atentas que para diez millones de distraídos". Un poco es ese el problema actual, son muchos más los distraídos que los atentos, una distracción que a su vez tiene algo de indiferencia, y que, en ocasiones como estas, cuesta explicar o entender.

Por lo pronto, esbozo sin pena la misma respuesta ante el contexto: tratar de hacer bien mi trabajo, y saber que la resistencia, cuando se la conjetura con criterio, resulta la más luminosa de las acciones, el más enriquecedor de los andares.

Hasta ese día.

Fuentes consultadas:

Murió el periodista Jesús Quintero: adiós a El loco de la colina que brilló en El perro verde

https://www.clarin.com/espectaculos/tv/murio-periodista-jesus-quintero-adios-loco-colina-brillo-perro-verde_0_JBao738cVX.html

Por qué los desaparecidos son 30.000: la mejor explicación

https://infonews.com/desaparecidos/por-que-los-desaparecidos-son-30000-la-mejor-explicacion-n264103.html

miércoles, 24 de marzo de 2021

Otro 24 de marzo

Alguna vez, en relación a la Dictadura Cívico Militar Argentina, el poeta Juan Gelman dijo estas palabras:

Es verdad que hubo muchas víctimas inocentes de la dictadura militar. Por ejemplo, niños con vida y niños no nacidos todavía. Hombres y mujeres sin militancia alguna que sólo pertenecían a esa secreta intimidad llamada pueblo y que fueron también asesinados. La dictadura militar consideró “culpables” a decenas de periodistas que no pensaban como ella. A centenares de intelectuales que no pensaban como ella. A sacerdotes, abogados y a miles de obreros y estudiantes que no pensaban como ella. A los familiares de personas que no pensaban como ella. Y también a muchos que deseaban cambiar la vida, como pidió Rimbaud, y lo intentaban por distintos caminos.

Pasaron 45 años de un cinismo macabro como nunca antes padeció la Historia Argentina. Aquellos que quisieron un cambio, desde las aulas, las bibliotecas, los sindicatos, los centros estudiantiles, las organizaciones sociales, las comunidades, los medios de comunicación, los espacios políticos y religiosos, terminaron siendo víctimas de algo despiadado, de lo que ni siquiera podían defenderse, sin ningún tipo de derecho ni reparación, padecieron, a decir de Gelman, la muerte más atroz, la muerte anónima.

Hace 4 años, el escritor Martín Kohan expresó en un programa radial un criterio de porqué la estimación de la cifra 30.000 aún continuaba siendo la correcta, extraigo algunos párrafos:

La cifra total de desaparecidos hay que postularla, no probarla en términos de una prueba de comprobación empírica. No hay comprobación empírica porque la represión fue clandestina. Situarte en 8000 casos es suprimir la dimensión clandestina e ilegal de la represión. Como si contáramos con toda la información. Es entrar en la lógica perversa de la dictadura que es '¿te enteraste de 8000?, ¿pudiste probar 8000?, entonces hay 8000'. No, pude probar 8000 y sabemos que hay miedo a denunciar, miedo a represalias".

"A esa clandestinidad de la represión, a ese cinismo macabro de no revelar dónde estaban los cuerpos de los desaparecidos y tener a los familiares buscando en muchos casos hasta hoy, al hecho macabro de que los secuestros producidos en aquel momento siguen siendo secuestros porque sigue habiendo hijos de desaparecidos que no sabemos dónde ni en manos de quién están, al hecho macabro de no dar esa información se responde con la cifra 30.000, que es justamente la denuncia expresa de que la información fehaciente no la tenemos, y no la tenemos por el carácter criminal y clandestino de la dictaduraEl que ajusta de 30.000 a 8000, o la sola apertura de esa discusión, en estos términos, incurre a mi criterio en una canallada".

A la memoria se la define como la capacidad que tienen las personas de recordar, tener memoria significa no olvidar, no sé por qué, y es apenas un murmuro en medio de tantas voces, pero creo que la mejor manera de honrar ese pasado y esa memoria, es tratar de hacer bien mi trabajo.

Fuente:

Elogio de la culpa, Juan Gelman

https://www.pagina12.com.ar/2001/01-03/01-03-25/SUPLEX02.HTM

Un escritor explica por qué los desaparecidos son 30.000

https://www.eldiario24.com/nota/argentina/396199/escritor-explica-desaparecidos-son-30000.html

Nota: la imagen pertenece al siguiente sitio.

 


domingo, 7 de junio de 2020

100 años de Armonía Camelia Borras



Cuesta dimensionar el paso del tiempo, y más aún en este contexto de pandemia que impide las celebraciones, de aquellos que forjaron un andar entre espíritus inquietos, estamos hablando de Armonía Camelia Borrás, una verdadera leyenda, vinculada con ideales anarquistas, que aún forma parte de la Biblioteca Popular José Ingenieros, hoy cumple ni más ni menos que 100 años.

Pensar que cuando nació Armonía, la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) ya llevaba casi 20 años de existencia, el presidente del país era Hipólito Yrigoyen, nacía la radiofonía argentina, con la primera transmisión realizada desde el teatro Coliseo sobre la obra Parsifal de Richard Wagner. Ese mismo año se publicaron libros de Alejandro Korn, Roberto Payró, Baldomero Fernández Moreno y Alfonsina Storni. En la Avenida de Mayo, una enorme multitud acompañó los festejos oficiales por el centenario de la muerte de Manuel Belgrano.

De padres catalanes, simpatizantes del anarquismo, Armonía tuvo dos hermanas mayores, Azucena, y Hortensia Violeta, y una hermana más chica, Orquídea, tiene recuerdos desde los 5 años, subida a hombros de su padre, José San Francisco Borrás Mestre, que formaba parte de reuniones como miembro del gremio de la Federación del calzado, a los 13 años participaba con los representantes del Comité Pro Presos, de las visitas que se hacían a los compañeros caídos en la cárcel de Devoto.

Cuando Armonía tuvo 15 años se fundó la Biblioteca José Ingenieros, el 1 de julio de 1935, cuyo primer local se estableció sobre la calle Garay y el pasaje Pereyra, "cuando voy soy una reliquia, porque soy la única que queda, una fundadora" dice con alegría, en ese tiempo confeccionaba volantes de propaganda y distribuía folletos sobre los presos de Bragado, un caso de torturas y violencia política que mereció difusión en la época, ocurrido durante la llamada Década Infame (1930-1942). La biblioteca se fue integrando con el aporte de muchas familias, de las que se destacan apellidos que dejaron huella como los Delmastro, Milstein, Seoane, Escribano y tantos otros. Al poco tiempo la “José Ingenieros” se mudó a la dirección de Santander 408 en el mismo barrio de Boedo. Armonía asistía a las conferencias, veladas y picnics organizados por la Biblioteca.

Se puede afimar que es una bibliotecaria de alma, fue actriz desde los 25 años, participando como extra en algunas filmaciones que conserva en VHS, e interviniendo en muchas películas, entre ellas La fuga (2001) de Eduardo Mignona y La señal (2007), primer film dirigido por Ricardo Darín. A partir de 1993 formó parte del grupo Mujeres Libres, que funcionó en la biblioteca. Alrededor de 1945 participó del grupo “Arte y Natura” para la representación de obras teatrales a beneficio de los presos, y para recaudar fondos con la finalidad de sostener los periódicos libertarios, entre ellos La Protesta. Armonía actuó en esas representaciones en las que solían publicarse conocidas piezas como Hermano Lobo (1924) de González Pacheco, y Barranca Abajo (1905) de Florencio Sánchez. 

Trabajó como aparadora de calzado, aprendió el oficio de cortadora y costurera de sastrería y se especializó en la colocación de forros, solapas y ojales. Es vegetariana desde el año 1950. Con su compañero Julio D’Aristotele, violinista, de quien se separó en 1965, tuvo a su única hija, Malva Rosa.

Que bueno saber que esta mujer, de la que todos se enamoraron, sigue estando entre los suyos, y que en un día como hoy, podrá recibir el afecto de quienes frecuentaron la biblioteca.

En territorios donde la libertad es viento, los sueños y las ideas perduran, quien dude de eso que la escuche a la imprescindible Armonía.

Fuente:

Guzzo, Cristina. Libertarias en América del Sur: de la A a la Z. Buenos Aires: Libros de Anarres, 2014. Disponible en:

Compañera Armonía Borrás

Facebook Biblioteca José Ingenieros

martes, 2 de abril de 2019

Las historias que aún anhelan ser reparadas



Siempre recuerdo la entrevista que un amigo, Ignacio Vilchez (desde la revista “Ser Latinoamericano”) realizó a un combatiente de Malvinas, el periodista Gustavo Pirich, quien en 2009 publicó un libro titulado “Hojas de ruta”, con el objetivo de provocar un debate imprescindible para entender que fue la Guerra de Malvinas y el posterior regreso de los ex-soldados al continente.

El tiempo pasó pero las denuncias siguen reclamando una reparación que sistemáticamente, desde el Estado, les ha sido negada, queda el testimonio que se puede revisar, discutir, contextualizar, los temas que aún hoy son visibles en el escenario planteado por el autor hace ya una década, los soldados que se suicidaron, la llamada “desmalvinización” que incluyó la noción de olvido hacia los ex-combatientes, la negación, el abandono, las pensiones honoríficas a los oficiales que torturaron a sus propios soldados (inquietante listado el que aporta Pirich), en un contexto en donde el hambre y el frío pasaban a un segundo plano.

Nunca es tarde para discutir la necesidad de una relectura, nunca es tarde si como ciudadanos pretendemos no olvidar, especialmente cuando se trata, tal como lo comentó Ignacio en aquella entrevista, de “un libro crudo pero necesario”, y que hoy resulta difícil conseguir.

Aquí la entrevista completa:

Nota: la imagen corresponde al siguiente sitio:
https://espaciopuntoaparte.wordpress.com/2014/04/02/retratos-y-paisajes-de-guerra-de-juan-travnik/

martes, 29 de agosto de 2017

Aparición con vida de Santiago Maldonado


¿Dónde está Santiago Maldonado?

Después de la dictadura hubo una palabra que se escribió en todos los idiomas del mundo, y por la cual los argentinos fuimos tristemente célebres: desaparecidos

No quiero un Estado que encubre a quienes tienen las manos manchadas de sangre, no quiero un Estado que se victimiza mientras las verdaderas víctimas esperan respuestas, pero por mas que doy vueltas al asunto el silencio se impone y la pregunta de siempre queda sin contestar.

Me llamo Daniel Canosa, estoy en mi casa ahora, con mi familia, y me vuelvo a preguntar ¿dónde está Santiago? 

viernes, 24 de marzo de 2017

Memoria


los sueños rotos por la realidad
los compañeros  rotos por la realidad/
los sueños de los compañeros rotos
¿están verdaderamente rotos/perdidos/nada/

se pudren bajo tierra?/¿su rota luz
diseminada a pedacitos bajo tierra?/¿alguna vez
los pedacitos se van a juntar?
¿va a haber la fiesta de los pedacitos que se
reúnen?

Preguntas que alguna vez se hizo Juan Gelman en un poema.
Que cosa la memoria, conserva sus flores que no necesita de jardines, los jardines siempre están, dando amparo a lo que crece, lo que vuelve a nacer.
Los que crecen son los otros, los que están guardados en la memoria, esos nunca mueren, como árboles poblados de palomas, esos al final alcanzan la victoria.

Y a veces pienso que podemos estar condenados al fracaso, pero nunca estar condenados al error.

De parte de un bibliotecario.

Nota: la imagen pertenece a https://pixabay.com/

sábado, 24 de octubre de 2015

Apuntes sobre el curso (Des)enterrando libros prohibidos


Recientemente participé de un curso impartido por el profesor Edgardo Vannucchi, denominado “(Des)enterrando libros prohibidos”, en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti: Espacio para la memoria y para la promoción y defensa  de  los derechos humanos, dentro de la Ex-ESMA, un lugar representativo donde la memoria es interpelada, permitiendo nuevas construcciones de sentido, otorgando un marco apropiado para entender lo sucedido en un contexto particular de la Historia Argentina.
A modo de introducción se podía leer lo siguiente:
La vigilancia, el control ideológico y la censura se aplicaron sobre autores, libros y editoriales y abarcó diferentes géneros y públicos. El taller se propone abordar las características del dispositivo de represión cultural instrumentado por la última dictadura cívico-militar y compartir fragmentos de algunos textos considerados "subversivos" que lograron resistir la persecución y el olvido”.
Me ha resultado muy valioso el aspecto analítico del curso, ya que el mecanismo planteado por el docente habilitó la construcción reflexiva sobre hechos puntuales relacionados con la represión cultural que se vivió en Argentina en los oscuros años de la última dictadura cívico-militar (1976-1983), dicha comprensión abordó desde un principio dos instancias  relacionadas: la represión de los cuerpos y la represión de los símbolos (cultura, ideas), una represión simultánea que tuvo dos aristas bien diferenciadas, por un lado la represión física de las personas tuvo un carácter ilegal (clandestina, terrorista), por otro lado la represión física de los objetos (libros, documentos) tuvo en contrapartida un carácter “legal” (de orden público, jurídico). Cabe agregar al respecto lo expresado por Judith Gociol en una entrevista: “La desaparición de personas tenía que corresponderse con la desaparición de símbolos culturales”. [Entrevista a  Judith Gociol. Revista Tesis 11 Nro. 84. Marzo-Abril 2007.]
En aquella época los militares hicieron una apropiación de los medios de comunicación (televisión y radio), la cultura fue concebida como un campo de batalla, en donde era práctica común instalar la idea de “infiltración subversiva” en los jóvenes estudiantes (especialmente en los colegios), términos como “destrucción de valores”, “marxismo”, “detención e identificación del enemigo cultural” eran manipulados a través de mecanismos “legales” (normas públicas, decretos, resoluciones, ordenanzas). En cambio las personas eran secuestradas o detenidas-desparecidas a través de mecanismos ilegales: listas negras, memorandos, “rumores”, “recomendaciones” (en el que se sumaban medios de comunicación oficialistas). En este sentido en los enunciados de la DSN (Doctrina de Seguridad Nacional) era frecuente registrar documentos sobre el “enemigo interno”.
Según vimos en el taller, en el año 1961 se realiza en la Escuela Superior de Guerra, el primer curso interamericano de Guerra contrarrevolucionaria, que permite indagar cuáles fueron las transformaciones del Ejército Argentino luego del golpe de Estado del ’55 y los inicios de la DSN. Esta situación, tal como lo investigó Daniel Mazzei, permite observar la introducción progresiva de nuevas formas de guerra tanto como la influencia militar  francesa. [Mazzei, Daniel: La misión militar francesa en la escuela superior de Guerra y los orígenes de la Guerra Sucia, 1957-1962. Disponible en internet]
En dicho contexto la estrategia de la desaparición de personas implicaba la exclusión de toda legalidad. La destrucción de libros en cambio tuvo por objeto que parecieran situaciones legales y legítimas, en “beneficio” de la sociedad.
Existen indicios que evidencian el trabajo de inteligencia realizado desde el ejército para establecer parámetros de qué era o no motivo de censura (estableciendo distintos grados de complicidades con medios de comunicación, artistas o personas que adherían al gobierno de facto y por lo general perteneciente a otras ideologías políticas). Asimismo el control represivo se instrumentaba entre el Ministerio de Educación y Cultura y el Ministerio del Interior a través de la DGP. Dirección General de Publicaciones. En ese dispositivo represivo las máximas autoridades establecían fórmulas de calificación ideológica de las distintas publicaciones en 3 niveles:
F1: Carece de referencias ideológicas
F2: Contiene referencias ideológicas
F3: Propicia la difusión de ideologías que atentan contra la Constitución Nacional
En sus orígenes existían un nivel F4 que después prescribe (SIDE, registrado por decreto). La apreciación del contenido de las publicaciones era realizada por la Asesoría Literaria del Departamento de Coordinación de Antecedentes.
A modo de ejemplo se toma el caso de un libro de Haroldo Conti titulado “Mascaró el cazador americano” (1975), editado por Casa de las Américas, en donde figura en legajos la causa: “propicia la difusión de ideologías, doctrinas o sistemas políticos, económicos, sociales marxistas, tendientes a derogar los principios sustentados por nuestra Constitución Nacional”.
Entre los espacios que sufrieron acciones de terrorismo de Estado se encuentran las editoriales (cuyos listados de publicaciones con –supuestos o reales– contenidos marxistas eran analizados por la SIDE), allí se buscaba discriminar la idea de un “nosotros” y un “ellos” (estableciendo niveles de peligrosidad según los contenidos requisados), meras acciones represivas contra una minoría que los militares no consideraban como “argentinos”, agregando conceptos como “infección” e “invasión” propagados en listas secretas, el listado de acciones represivas es amplio:
-intervención de editoriales
-tareas de espionaje
-elaboración de informes secretos
-requisado de librerías
-modificación de contenidos curriculares, de los que se registran algunos ejemplos (los manuales ERSA. Estudio de la Realidad Social Argentina, por Emilio Mignone, 1974, son eliminados y reemplazados en 1981 por Formación Cívica, de Roberto Kechichian, Editorial Stella, luego Formación Moral y Cívica, donde ya desde la portada se focaliza en la familia como idea de institución, con una mirada puesta en lo “esencialista” bajo un orden social inmodificable, con lo cual se deshistorizaban y a la vez naturalizaban los distintos procesos sociales y políticos que desde la Junta se iban imponiendo).
En esta etapa se cierran carreras universitarias, se censuran textos y autores, se prohíben palabras y conceptos, empiezan las quemas masivas de libros, se elaboran materiales por parte del Estado Mayor General del Ejército para detectar los vínculos entre marxismo y subversión en ámbitos laborales, educativos y artísticos (a modo de ejemplo “Subversión en el ámbito educativo (conozcamos a nuestro enemigo)”, editado por el Ministerio de Educación y Cultura). Asimismo la publicación de libros como “El terrorismo en la Argentina” en el año 1979 (que entre otros temas analizaba la noción de “depuración ideológica”) circularon para dar respuestas a las denuncias de la CIDH. Comisión Interamericana de Derechos Humanos).
Cabe destacar, dando un brinco en el tiempo, los documentos secretos que se publican en 1996 “Los archivos secretos de la represión cultural Operación Claridad”, donde es posible observar registros de los llamados “comunicadores llave” (artistas puente) con temas de ideología política expuestos en el terreno de la comunicación artística, que abarca dos etapas: de Acumulación (1962-1973) y de Sistematización (desde 1974 en adelante), los ejemplos son variados: canciones, “palabras infieles”, “discos guerrilla”, donde según los militares existían modos de probar actos de “captación ideológica” en el ámbito educativo, considerado una “grave enfermedad moral”. En otros casos se censuraron libros por el solo hecho de incluir citas sobre Marx (por más que los textos del libro no dijeran nada sobre temas políticos contrarios al Ejército), como también el particular caso de los escritores que tuvieron que modificar su escritura para establecer un guiño cómplice con los lectores, constituyendo verdaderos espacios de resistencia en donde cuestionaban la censura instalando metáforas de lo que ocurría, personalmente me ha resultado interesante analizar este tipo de resistencia cultural, ya que si estos escritores no hubieran empleado dicho método sus libros hubieran sido quemados.
Salvando las distancias (y a título personal) se podría trazar un paralelo con los casos de resistencias culturales surgidos en contextos carcelarios en épocas de dictadura, tal como lo expresa Alfredo Alzugarat en el prólogo del libro “Trincheras de papel: Dictadura y literatura carcelaria en Uruguay" donde se pone de manifiesto la “osada respuesta, constructiva y colectiva, paciente y eficazmente forjada en esas cárceles, es decir, en el vientre mismo del enemigo. Resistencia y respuesta que abarcó todos los ámbitos del saber y del quehacer, abierta a la amplísima gama de cuanto podemos reconocer como cultura de salvación.  Si las cárceles de la dictadura  fueron uno de los mayores emblemas de la peor época de este país, también es posible afirmar que en ellas la dignidad humana libró una dura batalla que, entre sus múltiples consecuencias, dejó obras artísticas y literarias de inapreciable valor”. Ciertamente nada parece más frágil que una trinchera de papel, y tal como lo dice el autor, nada hay más perdurable, ya que “cuando la escritura es un acto de resistencia, las palabras permanecen mucho más allá de los verdugos”.
Resta incluir en este apartado los casos de películas cuyas escenas “inmorales” eran cortadas por los censores de turno. 
Hubo un tema al cual Edgardo Vannucchi dedicó especial atención, que es sobre aquel mito de la ignorancia de los militares con respecto a los contenidos de las publicaciones (recordándose acaso el máximo exabrupto conocido: la requisa del libro “La cuba electrolítica” por suponer que se trataba de material sobre Cuba como país comunista cuando en realidad se sabe que se trata de un libro sobre electroquímica), el otro ejemplo conocido fueron las publicaciones sobre “cubismo”, que como se comprende es un movimiento artístico representado por algunos pintores a principios del siglo XX (también se extiende al denominado cubismo literario expresado desde la poesía) y no como lo entendieron algunos censuradores relacionándolo como una alegoría de la doctrina marxista-leninista impulsada en Cuba por Fidel Castro). Es decir, que asociar a los militares con bestias que no tenían idea de qué requisaban es erróneo, en líneas generales hubo un articulado trabajo de inteligencia para detectar, perseguir, censurar, prohibir o quemar publicaciones que la Junta consideraba inapropiada para la sociedad en su conjunto, en este punto cabe citar lo investigado por Invernizzi-Gociol:
De un lado estaban los campos de concentración, las prisiones y los grupos de tareas. Del otro, una compleja infraestructura de control cultural y educativo, lo cual implicaba equipos de censura, análisis de inteligencia, abogados, intelectuales y académicos, planes editoriales, decretos, dictámenes, presupuestos, oficinas... Dos infraestructuras complementarias e inseparables desde su misma concepción. Dos caras de la misma moneda”.
Otro punto nodal del curso lo representó el análisis de cuentos infantiles prohibidos en dictadura, acentuando la mirada en la finalidad de “adoctrinamiento como tarea de captación ideológica del accionar subversivo”. Es interesante evaluar como se entendió en aquella época la imagen del “ser nacional” instalada desde la ausencia de interpelación de lo que ese “ser nacional” significó y representó (una mera naturalización  del discurso represivo formulado mediante moldes rígidos donde no era posible el cuestionamiento ciudadano).
Con respecto a las editoriales que publicaron cuentos infantiles hubo registros sobre el caso de la editorial “Rompan fila” (para leer juntos), en donde se tornaba evidente cómo los militares querían evitar sus títulos para favorecer la mirada individualista (el sentido filosófico de esa editorial era favorecer la lectura pública y colectiva, la discusión de textos, el debate, todo aquello que chocaba con los intereses de la Junta), sin embargo muchas publicaciones establecieron guiños con sus lectores (a modo de ejemplo “El pueblo que no quería ser gris”) donde aparece la cifra 33.333 en clara alusión a los 33 orientales de Lavalleja y Oribe.
Se tratan de contenidos que coadyuvan a mantener y agravar las causas que determinan la implementación del Estado de sitio (muchos de esos decretos llevaban la firma de Jorge Rafael Videla y Albano Harguindeguy, entre ellos el decreto 1888 fechado el 3/9/76). En este contexto existieron críticas periodísticas que avalaron la censura y que en algunos casos sirvieron para advertir al gobierno de facto de algunas producciones contrarias a sus intereses políticos.
En algún momento se mencionó una colección que se editó durante la dictadura y que pretendía convertirse en el soporte ideológico-“cultural” del autodenominado PRN (Proceso de Reorganización Nacional), la misma era dirigida por el historiador Armando Alonso Piñeiro. Fueron 10 títulos de la editorial De Palma sobre el accionar subversivo en distintos campos.
Algunos de esos títulos publicados fueron los siguientes:
-Crónica de la subversión en la Argentina / Armando Alonso Piñeiro
-Derechos humanos y terrorismo / Ismael Montovio
-La universidad de la violencia  / Gustavo Landivar

Es interesante agregar en este espacio las expresiones, en mayo de 1976, del entonces  Subsecretario de Cultura de la Provincia de Buenos Aires, Francisco Carcavallo, quien pronunciaba la siguiente advertencia:
La cultura ha sido y será el medio más apto para infiltración de ideologías extremistas. En nuestro país, los canales de infiltración artístico-culturales han sido utilizados a través de un proceso deformante basado en canciones de protesta, exaltación de artistas y textos extremistas. Así logran influenciar a un sector de la juventud, disconformista por naturaleza, inexperiencia o edad”.
Bajo una densidad discursiva por parte de los enunciados de la Junta, los lectores de entonces no eran pensados como una parte activa del intercambio cultural, sino como sujetos pasivos, fácilmente influenciables por “ideologías contrarias al orden y a los intereses de la Nación, de la Iglesia o de las Fuerzas Armadas”.
En esta etapa se evaluaron distintos casos de censura, los motivados por los medios de comunicación y los que propendieron a la instigación (pensado desde el marco jurídico).
Un caso emblemático ha sido la publicación del cuento infantil “5 dedos” (para nivel prescolar) donde se muestra un puño izquierdo cerrado pintado de rojo venciendo a 5 dedos pintados de verde, este cuento llegó a manos de la esposa de un coronel neuquino, quien lo compró para leérselo a sus hijos, el material fue visto por el coronel, motivando la posterior requisa y prohibición del mismo, cuando por omisión no fue incluido por los militares entre los materiales censurados.
Incluso hubo casos de autores censurados en algunas dependencias del Ejército y en otras no, con lo cual se trataban de situaciones que no se analizaban entre las diversas estructuras del gobierno de facto (Ejército, Armada, Fuerza Aérea). En otros casos, cuentos como el de “Noche de las barricadas” (con clara reminiscencia al Cordobazo, que como se sabe alentaría la intervención de las fuerzas armadas en el conflicto que en primer lugar tuvieron los manifestantes con la policía local) resultaban prohibidos por brindar información a los lectores sobre cómo había que defenderse, este  cuento testimonial, redactado en tiempo presente con datos históricos concretos, tuvo decreto de prohibición (número 1459) el  20/5/77. En el documento se lee que el texto “describe tácticas subversivas con propósitos de adoctrinamiento y captación ideológica”, lo cual determinó finalmente la prohibición de la obra colectiva.
Aquí también se da lo que figura en el texto de Andrés Avellaneda: una etapa de acumulación de títulos y una etapa de sistematización, estableciendo categorías de censura de las diferentes obras publicadas.
Cuentos como el de Feiguele (de Cecilia Absatz), son prohibidos por tocar cuestiones de   índole moral, en donde se advierte una distorsión de la idea de familia, el libro refleja conflictos internos a nivel familiar y la intromisión de un elemento disruptivo que es la relación que la protagonista tiene con una amiga cuyo padre está preso por motivos políticos (era comunista). La joven es permanentemente observada y estigmatizada tanto por la familia como por la sociedad (mostrando cánones estéticos sobre la idea de belleza). La discriminación incluye la figura de un padre indiferente. Por el solo hecho de mostrar un concepto de familia que no se correspondía con la imagen que los militares pretendían instalar, era motivo suficiente para decretar el retiro y prohibición de los libros.
Es interesante advertir en estas obras como paulatinamente el concepto de subversión experimenta un desplazamiento semántico, donde primero es adjetivado para luego pasar a  sustantivizarse. Las prohibiciones tienen dos cuestiones: políticas y/o morales, los libros prohibidos tuvieron un mismo destino pero con dictámenes claramente diferenciados, las consecuencias de ambas situaciones habilitaron las tareas de requisas y censuras.
Por tal motivo el curso permitió reflexionar, mediante al análisis de algunos textos, desde qué lugar incomodaban, ejemplo de esto lo representó la lectura del cuento infanto-juvenil “Nuestros muchachos” de  Alvaro Yunque, donde se evidencian en los protagonistas algunos prejuicios lindantes con el antisemitismo y la pseudo-democracia. Se ejemplifica cómo a los militares no les interesaba mostrar lo que el autor permitía desmontar a través de los personajes infantiles de la trama, ya que podía ser problematizado por los lectores por sus actitudes contrarias a las imposiciones y arbitrariedades del poder militar, por el mero hecho de mostrar a dos adolescentes que no aceptan el mandato de sus superiores. Cabe evaluar la relación de los lectores como meros recipientes cuyos contenidos debían evitar todo tipo de situación que de algún modo favoreciera o alentara el propio discernimiento crítico. En el caso del cuento los protagonistas no cuadran con sus actitudes el esquema de comportamiento que los militares buscan reproducir, el libro es publicado en 1976 y si bien el autor no estaba involucrado con temas de militancia política, lo que se prohíbe es la obra.
Es interesante tomar nota de las consecuencias que ciertos autores sufrieron cuando fueron notificados que sus libros iban a ser censurados y prohibidos, en esos casos las resoluciones militares han perjudicado el contexto de relaciones de los autores con su entorno familiar y social (distancias, sospechas, silencios, indiferencias, etc.), mientras que por otra parte hubo autores que ofrecieron otro tipo de resistencia mediante sus trabajos, algunos directamente mostrando realidades contrarias a las impuestas por el poder militar y otros metaforizando aspectos de la misma para buscar complicidades con lectores avezados (quisiera aportar un ejemplo paralelo que tal vez no corresponda pero que de algún modo se relaciona, quien suscribe recuerda las pinturas de Giuseppe Arcimboldo (1527- 1593) cuyas imágenes aparentemente triviales con rostros representados a partir de flores, frutas, plantas y objetos ofrecían una lectura cínica y burlona de la sociedad, este autor fue acusado de cortesano y bufón de la pintura, cuando en realidad fue un hombre culto que vivió la transición del Renacimiento al Manierismo, los cuadros que pintó fueron celebrados precisamente porque no fueron entendidos, causaban risa entre el público cuando en realidad representaban un espejo de la sociedad banal, una lectura mordaz que no pudo ser comprendida en su época y que fue redescubierta siglos más tarde por los surrealistas, de su pintura Eduardo Galeano escribiría lo siguiente “Arcimboldo se dio el lujo de cometer mortales pecados de idolatría, exaltando la comunión humana con la naturaleza exuberante y loca, y pintó retratos que decían ser juegos inofensivos pero eran burlas feroces…”)
Volviendo al curso la lectura que incomoda en la dictadura es entre otras cosas aquella cuya trama revela cuestiones que no deben mostrarse, todo lo que implique un cuestionamiento es motivo de sospecha y posterior prohibición. En algunos casos las citas o epígrafes (como las de Yunque) otorgaban elementos para la censura, ya representaba desde ese inicio un condicionante para poder avanzar sobre el resto de la lectura del cuento o novela (se recuerdan algunos textos  no políticos pero cuyos autores citaron a Marx, logrando con ese único gesto la censura del material).
En este caso se trataba del deseo de los autores por querer ser leídos en esa clave, para comunicar desde la literatura lo que ocurría políticamente en el país. Algunas citas dejaban en evidencia un contexto en el cual ciertos autores adscribían sin margen de ambigüedad su posicionamiento político ideológico y  literario, textos que trascienden por su contenido aspectos sensibles de la realidad.
Por otra parte es interesante analizar cómo, en el  marco de la DSN, la mención “estamos en guerra” era utilizada como clave explicativa tanto en ciertos discursos como en documentos internos, aludiendo a la “agresión marxista internacional”, a una “guerra no convencional”, a “características excepcionales de esa guerra” que en el relato de las Fuerzas Armadas fue “impuesta por el enemigo”.
El objetivo de los militares no era la desarticulación de la guerrilla sino disciplinar a la sociedad, modificar la subjetividad, bajo la técnica de deshistorizar, mostrando imágenes que no siguen un hilo conductor que justifique las intervenciones, el porqué de su origen, nunca un análisis o entendimiento de lo que sucedía. Las clasificaciones o categorías discursivas en las portadas de los documentos eran contundentes, pero al no haber un desarrollo periodístico articulado con la investigación (no visualizar en el texto el porqué de lo anunciado) generaba un efecto acrítico en buena parte de la sociedad, reduciendo el hecho a las suposiciones y sospechas (“algo habrán hecho”).
Sobre la mención del discurso de guerra, en un suplemento “Zona” de Clarín se afirmó que los militares comenzaron a hablar recién luego del ‘83, ’84; cuando estos documentos ofrecidos por el docente demuestran sin margen de dudas que históricamente no fue así.
Algunos ejemplos:
“Había comenzado la guerra. Una guerra oblicua y diferente, una guerra primitiva en sus procedimientos pero sofisticada en su crueldad...". (Massera, 02.09.1976)
Hoy más que nunca las FF.AA. tienen la convicción plena de su victoria (…) victoria en la que, sin lugar a dudas, habrá vencedores y vencidos”. (Comandante E. E. Massera, 22.06.76)
En medio de la incredulidad de algunos, de la complicidad de otros y el estupor de muchos había comenzado la guerra”. (…) No vamos a combatir hasta la muerte, vamos a combatir hasta la victoria, esté más allá o más acá de la muerte”. (Comandante E. E. Massera, 02.11.76)
esto es una guerra entre los idólatras de los más diversos tipos de totalitarismo y los que creemos en las democracias pluralistas… (Comandante E. E. Massera, 02.11.76)
Aquí han pasado cosas: hemos vivido una guerra”. (Gral. E. R. Videla, 02.01.78)
Aquí no ha habido violación alguna de los derechos humanos. Aquí ha habido guerra”. (Gral. E. Viola 29.05.78)
"Hicimos la guerra con la doctrina en la mano, con las órdenes escritas de los comandos militares... la guerra fue conducida por la Junta militar de mi país a través de los Estados Mayores". (General Omar Riveros, 24.01.1980)
Incluso sectores de la Iglesia recurrieron a este discurso: "...esta es un lucha también por sus altares (...), en defensa de Dios. Por eso pido la protección divina en esta 'guerra sucia' en la que estamos empeñados". (Monseñor Voctorio Bonamín).
La mecánica con respecto a cómo justificar la censura de ciertos libros estaba fundamentada en la denominada “crisis de valores”, sin embargo es obvio que al censurar esos textos no se contribuye a modificar esos valores positivamente, en los años 60 hubo una necesidad de reconstruir valores mientras que en los 90 la praxis social fomentaba el individualismo, acaso meros resabios de las prácticas impuestas durante los años de la dictadura.
Otro caso emblemático ha sido Julio Cortázar, cuyos libros se prohíben estando el escritor auto-exiliado desde hace años, cabe aclarar que no es la literatura de Cortázar la que se prohíbe sino el escritor público, su posicionamiento político expresado en entrevistas, comunicados y discursos. En el caso del libro analizado “Alguien anda por ahí” trata sin ningún tipo de elemento fantástico el tema de una desaparición, una persona que va a hacer un trámite y no sale por el pasillo por donde entró, apenas advertido por un testigo casual, en este caso lo extraliterario es lo que realmente está pasando en el país, alguien desaparece, en ese entrecruzamiento y tensión entre literatura y política Cortázar lo resuelve buscando articular los sucesos contemporáneos con la literatura, en el libro hay un “nosotros” que sabe todo lo que va a pasar, un nosotros omnipresente, jerárquico, superior, leído en ese contexto lo de  Cortázar problematiza la realidad que los militares no quieren que se vea.
Finalmente uno de los últimos textos analizados, el libro “Proteo”, de Morris West, ofrece otra variable; una denuncia a las multinacionales que apoyaron la dictadura, se registra como este material es denunciado por el presidente del JNG (Junta Nacional de Granos) alertando al ministro Harguindeguy sobre su contenido, lo que derivó en el posterior ordenamiento de prohibición (edicto de la SIDE 94912/80), acaso una muestra más de las diferentes colaboraciones y delaciones con las que contó el poder militar en ese proceso (salvando las distancias podríamos agregar en este contexto las series televisivas tendientes a idealizar un tipo de sociedad como también el conjunto de películas argentinas donde era frecuente una bajada de línea en cuanto a las actividades del ejército, incluyendo los programas televisivos donde solían mencionarse “virtudes” del aparato oficialista).
Como se puede advertir, es muy interesante lo que logra Edgardo Vannucchi  con este curso introductorio, ya que permite desmontar, mediante el análisis y la lectura de obras literarias, ciertos aspectos llevados a cabo por quienes pretendieron instrumentar un control represivo a escalas inimaginables para aquellos que padecieron la censura y prohibición, en muchos casos ligados invariablemente con desapariciones, torturas y asesinatos.
(Des)enterrar un libro es de algún modo revisar un pasado que los militares no pudieron arrebatar de la memoria colectiva -aquella poética de la resistencia enarbolada por utopías- cuyos documentos, desde el retorno de la democracia, han vuelto a ocupar los estantes de las bibliotecas. En todo ese tiempo las palabras han quedado intactas, y permiten cultivar nuevas lecturas, como las compartidas en este taller.
La imagen de los libros quemados nos permite retrotraernos a un contexto, pero sobre todo a valorar ciertas resistencias, en tal sentido, la mesa disponible en el pasillo del centro cultural con el listado de libros prohibidos, nos invita a pensar el porqué de un país que no fue, cómo fue posible que esto sucediera, y en consecuencia pensar para no olvidar, o como diría Juan Gelman en un poema, “No te olvides de olvidar el olvido...”
Nota:
Cabe señalar que estos apuntes representan apenas una pequeña parte de lo registrado en el curso, en un total de 4 clases de 3 horas reloj cada una, en tal sentido muchísimas reflexiones del profesor no pudieron ser incluidas en este texto, incluyendo los breves debates suscitados con el resto de los alumnos, contenidos valiosos cuyo discernimiento exceden el alcance de este espacio colaborativo.
Asimismo los documentos que se agregan en la bibliografía –entre otros textos y fuentes literarias trabajadas en el curso– permiten la contextualización y una primera aproximación a la temática. La intención de los apuntes es que los lectores vayan descubriendo nuevas lecturas críticas, para lo cual se recomienda especialmente la asistencia y participación en los sucesivos Talleres que el autor brindará sobre la temática.
Agradezco al profesor Edgardo Vannucchi no solo por el curso compartido en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti entre septiembre y octubre de 2015 (de acceso libre y gratuito), sino también por la generosidad en corregir los apuntes que se publican en este espacio, sin los cuales no hubiera sido posible un cabal entendimiento de las reflexiones orales que se transcribieron en cada clase, personalmente recomiendo el destacado nivel e importancia de los contenidos ofrecidos por el docente.

Bibliografía:
Avellaneda, Andrés. Censura, autoritarismo y cultura. Argentina 1960-1983/1.  Bs. As. CEAL. 1986.
Invernizzi, Hernán - Gociol, Judith: Un golpe a los libros. Represión a la cultura durante la última dictadura militar. EUDEBA. 2002
Gociol, Judith: “La desaparición de personas tenía que corresponderse con la desaparición de los símbolos culturales”. Entrevista a Judith Gociol en Revista Tesis 11. Marzo-Abril de 2007.
A título personal, consulté estos documentos:
Alzugarat, Alfredo. Trincheras de papel: Dictadura y literatura carcelaria en Uruguay". Trilce, 2007.

Delgado, Verónica - Merbilháa, Margarita - Príncipi, Ana - Rogers, Geraldine: “Censura cultural y dictadura”. Disponible en: http://comisionporlamemoria.org/bibliografia_web/ejes/cultura_delgado.pdf

martes, 24 de marzo de 2015

Por la memoria de los bibliotecarios detenidos desaparecidos


A propósito de un nuevo aniversario de la última dictadura cívico-militar, creo necesario reflexionar sobre la relación existente entre los conceptos de memoria, resistencia e identidad. Variables que habitan un plano impreciso, donde se comulgan sistemas de pensamiento cuyo carácter ético atraviesa los trágicos pormenores de una historia en común, que tanta división social ha causado en la historia de nuestro país.

He aquí también una grieta, quienes la pretenden instalar ensanchan con los discursos los alcances de dicha división. Se trata de una construcción de sentido, en muchos casos elaborada desde los medios de comunicación, y del otro lado, la adscripción a un modo de expresar la política en términos de derechos humanos por parte de la ciudadanía, es el sentido de pertenencia de quienes hoy adhieren a una causa en la que tantas voces se han perdido.

Y entonces pienso en los bibliotecarios detenidos-desaparecidos, podría tomar al azar una sola de esas vidas, e invariablemente pensar que un profesional ha dejado de prestar servicio a su comunidad, sean las razones que fueran: militancia, expresión crítica ciudadana, defensa del rol profesional, no deja de ser una persona más condenada al silencio, una tarea menos por hacer, un documento vacío sin catalogar.

Bibliotecarios detenidos-desaparecidos, cuesta abstraer la brutalidad de la frase, detener a bibliotecarios hasta hacerlos desaparecer, Bibliotecarios, personas que trabajan en bibliotecas, que ofrecen un servicio a la comunidad, historias en blanco y negro, orfandad que es a la vez una bofetada social, una involución irracional, un despropósito inconmensurable. Bibliotecarios arrancados de su identidad por ser fieles a sí mismos, por poner el cuerpo a las ideas, por suponer que era posible elevar las voces, hacer construcciones críticas, defender un derecho...

En el medio llama la atención algunos gestos aislados proclamando continuar como si nada hubiera pasado, sostener sin criterio las pancartas del olvido. Cabe decir, a quienes ungen esas declamatorias sin sustento, que no es posible una idea de justicia sin memoria, y que si no hubiera existido la resistencia –esas antorchas que solo se sujetan desde la valentía–difícilmente hubiéramos podido discernir sobre nuestra identidad como pueblo, dejando en el camino la necesidad de interpelar sobre el pasado.

He comentado que los conceptos de memoria y justicia se caerían como castillos de arena si muchos no hubieran tenido el compromiso de luchar por la verdad desde el sentido ético y moral, precisamente porque buena parte de la sociedad se permitió el coraje de revisar ese pasado, es hoy que algunos familiares de desaparecidos tienen el consuelo de una identidad.

Vale la pena revisar lo sucedido, los testimonios de los familiares, las cartas que se recuperaron, las historias de vida fragmentadas, todo eso es parte de nuestra historia reciente como país, y somos nosotros, los bibliotecarios quienes  trabajamos con información– los que debemos honrar ese pasado, valorando la utilidad social de los documentos, haciendo nuestros propios documentos de lo ocurrido, investigando con nuestras herramientas, para que nunca mas olvidemos, porque ya lo decían los griegos, verdad significa no olvidar, si no olvidamos estaremos cada vez más cerca de alcanzarla, y no es una utopía, es un deber cívico que solo se logra con un compromiso activo, como los cientos de miles que hoy marchan por las plazas de la resistencia reclamando por memoria, es allí, en esos gestos imprescindibles, donde encontraremos parte de nuestra identidad.

Nota: Se difunde, por parte de la Asamblea pro-Sindicato de Bibliotecarios, un formulario de adhesión a título personal y/o institucional–a la marcha por la memoria de los compañeros detenidos desaparecidos: