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viernes, 1 de agosto de 2025

La incidencia de los mapas en los territorios indígenas

Desde hace años, en el Estado brasileño de Acre, se viene desarrollando un proyecto cartográfico en donde una comunidad indígena elaboró una serie de mapas para poder identificar sus propias representaciones geográficas, nombrando en lengua materna los ríos, lagos, playas, montañas, pantanos, yacimientos arqueológicos, espacios culturales o rincones espirituales que forman parte del conocimiento de cada comunidad. Se trata de un tipo de documento que cobra un valor muy alto para las culturas originarias que consideren utilizarlo, como vía de ilustración de un conocimiento que corre riesgo de desaparición.

El proyecto tuvo su origen en 1983, cuando desde la histórica sociedad civil Comissão Pró-Indígenas de Acre (CPI-Acre), realizaron una idea denominada “Uma Experiência de Autoria”, desde donde se consideró la necesidad de crear materiales basados en la cartografía indígena. Lo que comenzó como una experiencia piloto para formar a profesores indígenas en geografía, acabó generando una disciplina en sí misma que desbordó la concepción occidental de lo que entendemos como mapa. Los cursos celebrados en Río Branco, capital de Acre, desembocaron en trabajo de campo en veinticuatro tierras indígenas y propiciaron el nacimiento del cuerpo de Agentes Agroforestales Indígenas, los verdaderos cartógrafos del territorio, en el año 1996.

Es importante definir el propósito de lo que conlleva realizar mapas, tal como lo definió Renato Gavazzi, coordinador pedagógico en la formación de Agentes Agroforestales de la CPI-Acre y comisario de la exposición “Cartografías indígenas. Descolonizando mente y espacio”, quien expresó lo siguiente: “La Cartografía Indígena tiene como principales finalidades identificar, mapear, reflexionar, clasificar, planear y discutir sobre áreas de uso, gestión y conservación de los recursos naturales y agroforestales”. De esta manera, a través de la cartografía, los pueblos Huni Kuǐ, Yawanawa, Jaminawa, Katukina, Puyanawa, Shawãnawa, Shanedawa, Manchineru y Ashaninka transformaron un artilugio colonial de conquista en una herramienta de control sobre su propio territorio. “El mapa escrito en lengua indígena en vez de en la lengua del colonizador es una marca étnica y política de valorización de la cultura y de las lenguas minoritarias. Es un modo de descolonizar las ideologías de opresión”, impecable observación de Gavazzi.

Resulta muy valioso entender el proceso de construcción de estos verdaderos universos simbólicos, donde se tiene por principio la confección a mano de “mapas mentales”, que tienen su arraigo en la memoria y en el conocimiento simbólico de los propios territorios comunitarios (lugares de vida, mapas compuestos por las estrellas, el cielo, la luna, la selva, los animales, los humanos y los no humanos), tal como lo afirma el representante del proyecto cartográfico. En dicho proceso, los mapas fueron incorporando elementos de la denominada cartografía etnográfica y algunos de la cartografía occidental. Por ejemplo, usan los puntos cardinales y la rosa de los vientos, para facilitar la interpretación por parte de los indígenas de los mapas oficiales, y eventualmente van incorporando información del propio dominio territorial, la propia historia no documentada.

Un sentido que tiene la utilización de mapas es que se pueden vincular como herramientas pedagógicas en el contexto áulico de las escuelas, tal como lo definió Siã Shanenawa, uno de los Agentes Agroforestales Indígenas del proyecto, al considerar que la observación atenta de los mapas permite a los estudiantes aprender sobre el alcance y las problemáticas del propio territorio, sin más interpretación que el conocimiento endógeno de los libros vivientse involucrados en la confección de los materiales cartográficos. Es para tener en cuenta que los mapas indígenas se construyen de forma participativa. Primero, se escucha a los ancianos. Tras el reconocimiento de los elementos constitutivos del territorio, los indígenas configuran la escala de sus tierras basándose en otra relación entre el espacio y el tiempo: para cada mapa se define si un centímetro equivale a una hora, a dos horas o a un día de caminata (esa percepción cambia el sentido bajo el cual se conocen las escalas que habitualmente se utilizan en los mapas tradicionales).

Los mapas también consignan los puntos de orientación tradicionales indígenas, como el poniente y el levante, los cursos de las aguas, las estrellas y otros elementos de la naturaleza, lo que implica aceptar el valor adicional que supone incluir datos tan significativos para el entendimiento ancestral, históricamente compartido a través de la oralidad. Los paisanos dicen que, luego de esta etapa, y mediante un profundo debate colectivo, se va agregando diferentes tipos de información: recursos naturales, espacios agrícolas, lugares de pesca, planes de gestión ambiental, espacios de rituales, conflictos ambientales, invasiones, la lista es larga y tiene relación con todo lo que constituye la cotidianidad propia de quien conoce lo que habita.

La cartografía indígena de Acre también trabaja con imágenes vía satélite, mapas georreferenciados y aparatos GPS. El uso de estas tecnologías ayuda a las poblaciones indígenas a luchar contra las constantes invasiones de sus reservas. Por ejemplo, los mapas construidos por los Ashaninka en los talleres de mapeo étnico de 2004 fueron un fino diagnóstico sobre cómo estaban ocurriendo invasiones por parte de los peruanos en la Tierra Indígena Kampa del Rio Amônia, que tiene 87.205 hectáreas de extensión y hace frontera con Perú. En otras ocasiones, la cartografía sirve de herramienta para la demarcación oficial de nuevas tierras indígenas. “Un mapa en el que las líneas divisorias eran igarapés (pequeños cursos de agua) fue un instrumento para discusiones realizadas en Brasilia para el proceso de delimitación de la Tierra Indígena Kaxinawa de la Praia do Carapanã, demarcada en el año 2000″, matiza Gavazzi. El uso de mapas indígenas también fue fundamental en la resolución del conflicto entre el Gobierno brasileño y los Huni Kuī en la Tierra Indígena Kaxinawa, referente a la presencia en su territorio de indígenas no contactados.

En esta nota compartida por Bernardo Gutierrez, se considera oportuna la asociación trazada por el autor entre los mapas y su implicancia con relación al futuro, ya que, tal como lo afirma Marta Nins i Camps, directora de la Casa América Catalunya, los mapas indígenas de Acre “no nos hablan de un territorio conquistado o a punto de conquistar, sino de uno que se quiere cuidar y proteger”. En tal sentido se trata de mapas “que emocionan, que vinculan, que sensibilizan. Mapas que median, que negocian. Mapas abiertos que construyen comunidad”. Es indispensable entender en este escenario que la cartografía es un ejercicio de reunión de conocimientos, de producción de símbolos y de expresión artística. Es un lenguaje que expresa las relaciones entre el territorio, el paisaje y la escritura. “Los mapas indígenas no son estáticos. No son productos acabados, sino el resultado de un proceso continuo de diálogo que involucra a los indígenas, a sus asesores, a sus vecinos y al propio Estado brasileño”, afirma Gavazzi.

Se trata de un proyecto en el que los pueblos originarios optaron por redibujar su geografía, aplicando criterios estéticos con datos políticos, a través de un conjunto de colaboradores con conocimientos cartográficos, narrativos, artísticos y agrícolas, que los lleva a ser considerados, a decir del autor, como los “actuales escribas del bosque”. Resulta revelador entender la diferencia de las antiguas colaboraciones entre los indígenas y los viajeros, cronistas, científicos y geógrafos como Alexandre Von Humbolt en la elaboración de mapas, en donde no pasaron de ser figuras decorativas en la historia oficial. En aquel contexto, los colonizadores se encargaron de borrar, ocultar y silenciar las representaciones etnográficas de los pueblos indígenas. En cambio, estos mapas, además de hacer justicia poética a la memoria cartográfica de América Latina, contienen, para Gavazzi, otro futuro posible: “Los mapas no dejan de ser sueños de un futuro diferente, imágenes simbólicas de esperanza de un país más justo, plural e inclusivo”.

Hasta ese día, mientras se sigan construyendo mapas que incluyan otros mundos.

Nota consultada:

Cartografía indígena: los mapas con los que los pueblos amazónicos protegen su territorio / Bernardo Gutiérrez. Río de Janeiro - 28 Jun 2025. Disponible en: https://elpais.com/america-futura/2025-06-28/cartografia-indigena-los-mapas-con-los-que-los-pueblos-amazonicos-protegen-su-territorio.html

lunes, 21 de agosto de 2023

La importancia de los mapas locales en el fortalecimiento de la identidad. Una experiencia desde El Valle, Chocó, Colombia

 

Recientemente encontré un documento que figura en el catálogo de la Biblioteca del Instituto de Geografía “Romualdo Ardissone”, perteneciente a la Universidad de Buenos Aires, un excelente ejemplo de la importancia que representa el trabajo con mapas dentro de comunidades indígenas y campesinas, con aportes comunitarios sobre datos geográficos, históricos y culturales de los pueblos que circundan un territorio determinado, en donde la información se genera en base al conocimiento local, agregando datos que van más allá del conocimiento científico de quienes intentan reproducir, bajo escalas adecuadas, una representación de las condiciones biofísicas del territorio.

Se trata del libro titulado “Memorias y conocimientos tradicionales del territorio colectivo afrodescendiente del El Valle, Chocó, Colombia”, llevado adelante por el Instituto de Estudios Regionales de la Universidad de Antioquia, en donde los autores han generado, a través de un vínculo genuino, una forma de conocimiento vinculada con la identidad, en donde el saber construye un proceso que va íntimamente ligado con el sentido de lo que implica habitar un espacio social y cultural, cuyas prácticas se conservan en la memoria colectiva. De este modo, el mapa como tal, pasa a incorporar el conocimiento de la gente que puebla sus valles, montañas y selvas, agrega al universo cartográfico información vinculada con memorias, experiencias, saberes e historias de vida, para lo cual sus investigadores y colaboradores comprendieron un modo diferente de construir cartografía: dialogando, recorriendo, recordando e imaginando, en un proceso de creación colectiva. 

Dicho proceso se llevó a cabo en el marco del proyecto: “Mapeamiento Participativo de el Corregimiento El Valle, Bahía Solano, Chocó”, adelantado en el segundo semestre de 2010 por el Instituto de Estudios Regionales de la Universidad de Antioquia (Grupos de Investigación Estudios del Territorio y Recursos Estratégicos, Región y Dinámicas Socioambientales), la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín (Grupo de Investigación Oceánicos), con la financiación de Conservación Internacional Colombia y el apoyo de las organizaciones comunitarias: Consejo Comunitario Costa Pacífica Norte -Los Delfines-, Consejo Comunitario El Cedro, Tío Tigre, Caguama, Línea de Mano, Piqueros, Cazadores de El Valle, Mujeres en Progreso, Mujeres Progresistas, Grupo Amplio Mujeres de El Valle y Grupo Rescate de Plantas Medicinales.

Tal como figura en el libro, el diálogo de saberes al que apunta dicho material pedagógico contiene los principales elementos identificados por los participantes de los talleres de mapeamiento como ejes articuladores de la vida comunitaria en el territorio colectivo: memoria, identidad, territorio, autonomía, conservación y conflicto. Sus conceptos y definiciones fueron dialogados y debatidos en sesiones de talleres, en recorridos por el territorio, en entrevistas personales y en cuestionarios de preguntas.

Para los autores, el mapa no habla por sí solo y, por tal motivo, en el proyecto incluyeron fotografías, dibujos, un video documental y textos que acompañan y complementan la representación cartográfica. Los talleres realizados tuvieron como propósito el incentivo a las capacidades locales, facilitando el manejo básico de instrumentos geográficos para la georreferenciación y uso de dispositivos audiovisuales, haciendo énfasis en metodologías participativas y didácticas activas. Esta propuesta generó que los participantes, como guías en el territorio, aportaran registros y datos en campo que motivaron una serie de indagaciones sobre los conocimientos tradicionales.

Ingresar en la lectura de este documento es advertir el valor de la cartografía georreferenciada, donde ha sido posible identificar y reconocer las prácticas tradicionales de las comunidades, así como los elementos significativos del paisaje, los hitos geográficos, los usos, las potencialidades y las amenazas sobre el territorio, a partir del conocimiento local y su diálogo constructivo con el quehacer técnico. Particular importancia ha tenido, incluso como valor político, la identificación de los sitios de pesca marina –caladeros-, ya que es la práctica tradicional esencial para la soberanía alimentaria de la comunidad, fuertemente amenazada por intereses externos.

Leer un mapa no es un ejercicio habitual entre bibliotecarios/as, y sin embargo esta experiencia, nos lleva a prestar atención a la información que generalmente es invisible en los mapas tradicionales que se publican sobre las comunidades, el valor del dato, cuando el mismo es generado en forma endógena y participativa, acaso un modo de asociar la identidad con la ubicación física del territorio, saber donde están ubicados los recursos, dónde ocurrieron las historias, quienes las contaron.

Es para pensar lo que significa, tanto para un profesional de la información como para un referente comunitario, ubicar en un mapa un conjunto de verdades, posiblemente los paisanos de El Valle sigan agregando datos en las próximas publicaciones, será un modo legítimo de hacer visible, para el resto de la sociedad, la enorme complejidad de la propia cultura.

Registro del libro:

Montoya Arango, V., Puerta Silva, C., Montoya, C., Sepúlveda López, L. & Bocanumenth, N. (2011). Memorias y conocimientos tradicionales del territorio colectivo afrodescendiente del El Valle, Chocó, Colombia. Medellín: Universidad de Antioquia, Instituto de Estudios Regionales.

El documento se puede descargar desde el Repositorio Institucional de la Universidad de Antioquía: https://bibliotecadigital.udea.edu.co/handle/10495/10491