
En Europa del norte, se encuentra la región
geográfica del territorio Sápmi (conocido por el exónimo Laponia, considerado
despectivo por los lugareños, derivado de ciertas descripciones que los
clasificaban como paganos, primitivos e incivilizados por los círculos
académicos de la sociedad hegemónica), cuyos territorios son habitados por la comunidad
sami, también conocidos como pueblos lapones o saami, sabme o same, sus
habitantes se refieren a sí mismos como Sámit (los samis), o Sápmelaš (de la
familia Sami), se trata de un grupo étnico que habita el norte de Escandinavia,
una región que se extiende por los países nórdicos de Noruega, Suecia, Finlandia
y la península de Kola (al norte y noroeste de Rusia). Si bien no existen
estadísticas oficiales de su población, se estima que aproximadamente son unas 82.000
personas, de los cuales el 60% viven en Noruega, 24% en Suecia, 12% en Finlandia
y menos del 3% en Rusia. Son considerados una minoría nacional oficial en
Suecia y una de las comunidades indígenas más antiguas del mundo. El nombre
lapón no aparece hasta el siglo XIII, cuyo idioma pertenece a la familia de las
lenguas finesas, formando parte del grupo ural, subgrupo ugro-finés, se tiene
conocimiento de la publicación de gramáticas en "lengua lapona" en
Stuttgart (1940), Cristianía (1850) y Estocolmo (1891), y se reconocen sobre
estos pueblos la lectura de traducciones de obras religiosas y una literatura
popular con poesías líricas y poemas míticos y heroicos.
Es para destacar que en los idiomas sami existen
unas 400 palabras para representar el término “reno”, así como muchas
descripciones para la palabra “nieve”, y a pesar de ser una lengua muy minoritaria,
hay una palabra sami que se ha extendido por todo el mundo: "tundra"
(propio del contexto, ese concepto representa el entendimiento de “llanura sin
árboles”, derivado del ruso тундра, o “tierra infértil” del lapón tūndâr), un
bioma caracterizado por su subsuelo helado y pantanoso, cubierto de musgos,
líquenes y turberas. Parte de la cultura originaria de este pueblo se encuentra
atravesada por las prácticas chamánicas, que encontraron un punto de quiebre
con la progresiva intervención de la monarquía sueca, que al mismo tiempo
dirigía la Iglesia Luterana, esta situación llevó a un lento proceso de
conversión forzada al cristianismo, tomando como punto de convergencia lugares
como Jokkmokk (en lengua sami de Lule significa curva del río), por el comercio de
aquellas ciudades, cuyos mercados tienen aproximadamente unos 400 años de
antigüedad, lo que facilitó la catequización y la alfabetización de los futuros
misioneros de etnia sami.
Los inicios de la Biblioteca Sami
Este escenario presenta una experiencia
singular, a partir de 1989, conocida en sus inicios como Ája, una Biblioteca
Sami en Jokkmokk, ciudad del municipio homónimo en Norrbotten, provincia
histórica de la Laponia sueca, concebida para representar la cultura sámi y al territorio Sápmi, lo que implica asociar a esta unidad de información como una
biblioteca indígena. En aquel momento, el espacio incorporó una serie de
documentos (textos, material fotográfico y grabaciones de audio) sobre la
cultura sami, por intermediación de la propia comunidad indígena, quienes se
unieron para financiar la creación de la biblioteca. Es aquí que entra en
contexto un trabajo de campo llevado adelante por la bibliotecaria portuguesa Paula
Sequeiros (*), desde donde intentó comprender la utilidad que los propios samis
le otorgaban al uso de las colecciones. En su recorrido, recogió parte de la
historia de Ája, con testimonios orales de quienes habían participado, ya sea
con donación de documentos y algunas colaboraciones con el espacio público.
Según la autora, una de las personas que promovió el proyecto fue Peter Sárri,
experto de la cultura sami, quien era uno de los consultores del
Parlamento Sami, y al que Sequeiros contactó en los inicios del
proyecto.
Allí el representante sami narra sobre la
propuesta consensuada con las autoridades, que consistía centrar la
organización en tres espacios, ubicados en Kiruna, Jokkmokk y Östersund, donde
las bibliotecas estuvieran vinculadas a instituciones sami específicas. La
biblioteca de Jokkmokk fue destinada, en el año 2004, a formar parte de Ájtte
(“almacén” en sami), un museo especializado en la naturaleza de montaña y un
archivo sobre la cultura sami, además de desarrollar un servicio que tendría por
tareas colaborar con las actividades de investigación sobre los samis y sus
asuntos tanto en Suecia como en el extranjero. Algunos años más tarde el
proyecto se reconfiguró y fue aprobado y también financiado por el estado
sueco y el Parlamento. De esta manera, la documentación del Ája (que es anterior
a la creación de Ájtte) se incorporó en el complejo cultural. Hoy en día
se habla de Ájtte solamente, un centro cultural que asocia diferentes
tareas y unidades de información con distintos gestores: biblioteca, archivo (especialmente
sonoro) y museo.
La Biblioteca Sami proporciona a la comunidad
una bibliografía en lenguas sami o sobre los samis, independientemente del
idioma de publicación. La biblioteca alberga alrededor de 15.000 monografías y
550 publicaciones periódicas. Las colecciones bibliográficas de la Biblioteca
Sami y del Centro Cultural de Ája comparten el mismo espacio físico y algunas
estanterías. Sin embargo, ambos fondos tienen catálogos y procedimientos de
préstamo diferentes. Los usuarios los utilizan comúnmente y los consideran una
sola biblioteca. En virtud de la Ley de Bibliotecas de 2013, la Biblioteca Sami
se integró en la red nacional de bibliotecas públicas. Como biblioteca
especializada y singular, recibe la visita de investigadores de diversas
nacionalidades y, además, ofrece acceso a información bibliográfica al público
en general.
La biblioteca colabora con la Biblioteca
Comunal, garantizándole la custodia y preservación de los archivos
parroquiales, cruciales para la búsqueda de parientes e historias familiares en
una región marcada históricamente por sucesivas migraciones. En los últimos
años, la dotación de bibliotecarios disminuyó y los proyectos iniciales,
innovadores, laboriosos y especializados, como el desarrollo y mantenimiento de
una lista de Encabezamientos Temáticos Sami (una herramienta de indexación
bibliográfica) o el registro analítico de artículos y fragmentos de libros, se
suspendieron. Cabe destacar que los sucesivos modelos
organizativos y denominaciones del patrimonio bibliográfico sami parecen
reflejar las tensiones entre los propósitos institucionales y los diferentes
intereses en cuanto a la relevancia de cada uno de sus componentes (Museo,
Bibliotecas/Archivos, Centro Cultural), tanto en la sociedad local como en la
nacional. Como una de las pocas instituciones donde se puede encontrar
bibliografía sobre los samis en idiomas distintos del sueco, y como institución
patrimonial, la Biblioteca Sami es considerada unánimemente como un "tesoro"
por diferentes agentes culturales samis.
En este escenario se plantea una situación que
vincula el acceso de información con criterios derivados de la preservación del
contexto geográfico en el cual están insertos, ya que desde la biblioteca se recopila
material bibliográfico sobre el conocimiento ancestral, pero en donde ciertos
asuntos ligados a esos temas permanecen bajo la tutela de personas samis o no
samis a quienes se les permitió el acceso —como por ejemplo destinar
información sobre la ubicación de ciertos manantiales de agua pura— lo que
representa un tema sensible que la comunidad resuelve según vayan surgiendo las
consultas, dada la situación de una comunidad étnica que actúa en el contexto
de la esfera pública. Es para resaltar que esta pequeña biblioteca de la comuna
de Jokkmokk, con una población mayoritariamente sami y que vive en condiciones
climáticas extremas, los visitantes se llevan a casa en préstamo numerosos
libros y vídeos, sin embargo, la literatura en las lenguas sami originales,
registra un uso mínimo, desconociéndose si la literatura publicada representa o
no las características culturales del grupo étnico.
En resumen, la biblioteca cuenta con tres
opciones para la comunidad: la Biblioteca de Ájtte, los Archivos de Ájtte y la Biblioteca Sami. La
Biblioteca de Ájtte es una unidad de información centrada en la cultura sami,
la naturaleza y la vida en las montañas y las zonas árticas. La colección incluye
ficción, tesis, ensayos y monografías, incluyendo una colección única de
literatura antigua. La biblioteca recopila principalmente literatura sobre la etnografía
sami, la vida social y cultural, documentos sobre naturaleza e información
sobre las montañas, así como también documentación sobre el Ártico. Por su
parte, el Archivo de Ájtte – Ája permite la consulta sobre la cultura
originaria a través de documentos, películas, fotografías (un archivo de
imágenes con alrededor de 100.000 fotografías con motivos sami y lapones), objetos
y grabaciones de audio, conservadas para resaltar la relación de la cultura
sami con la región montañosa. El Archivo incluye documentos desde la época
anterior a la formación de Ájtte, luego como Museo Jokkmokk y hasta la actualidad,
como inventarios y estudios arqueológicos, conservación y restauración del
entorno cultural, documentación etnológica, producciones expositivas e
información sobre el Jardín de Montaña Ájtte. También es posible consultar
archivos personales donados a la institución (fotografías familiares, escritos
y cartas), destacándose el archivo de Lennart Wallmarks, quien fue director de
la escuela secundaria popular Sami, y el archivo de Gun y Nils Hövenmark que incluye
una gran colección de grabaciones de audio tanto de yoik (tipo de canto o
expresión musical utilizado por el pueblo sami desde tiempos remotos), como de
material hablado desde principios de la década de 1950 hasta la década de 1980.
La colección de archivos individuales de Ájtte también incluye los archivos de
la Escuela Secundaria Popular Sami.
Es interesante el aporte que realiza Sequeiros
a través de métodos de observación etnográfica, al analizar la incidencia del
concepto “biblioteca indígena”, en donde observa varios aspectos que reflejan
en buena parte una realidad crítica presente en esta área específica de la
bibliotecología social: la escasez de sus unidades de información, el no gozar
de un amplio reconocimiento (incluso entre pares), la situación que implica que
buena parte de los proyectos no perduran en el tiempo, e incluso que muchas de
sus unidades no satisfacen las expectativas de los lectores originarios. En el
carácter interrogatorio de su trabajo (planteando el paradigma de la oralidad y
de la cultura impresa) surgen cuestiones que por mucho tiempo han significado
problemáticas concretas vinculadas con procesos de planificación. Todo esto en
un contexto educativo que habilita de alguna manera la intervención de la
biblioteca en la comunidad, al advertir la existencia de escuelas sami en cinco
localidades del norte, que atienden a estudiantes desde preescolar hasta el
final de la educación obligatoria, en algunos casos con asignaturas optativas
sobre la cultura sami y currículos opcionales con programas sami después del
séptimo grado, independientemente del origen étnico. Cabe destacar que en Jokkmokk
se encuentra la única escuela secundaria con un currículo integrado de Artes y
Oficios Sami, lo que plantea una interesante discusión para el contexto de EIB
presente en Argentina, en cuanto a relacionar actividades propias de la cultura
en vinculación con los contenidos educativos.
La observación que Sequeiros hace sobre la
comunicación intergeneracional en lengua materna reviste indicadores similares
a los registrados en las culturas originarias de Argentina, en donde se percibe
cómo, los niños educados en una lengua recreada, no son comprendidos por sus
abuelos, que hablan la lengua vernácula, la cual rara vez se transmitió a los
niños debido al miedo generado por décadas de estigmatización y exclusión, ese
temor es común a buena parte de las culturas originarias consideradas como
minorías étnicas en las distintas sociedades que integran, un conocimiento de
las lenguas originarias que suele ser insuficiente para disfrutar de la
literatura local, así sea en lengua sami, así sea en las lenguas indígenas
sudamericanas. Por otra parte, se destaca otro aporte de la autora al recobrar
desde los testimonios orales una historia olvidada por las actuales
generaciones, como lo ha sido la creación de la primera biblioteca pública de
Jokkmokk, por iniciativa de Eigil Högström, un sami que llegó a Jokkmokk a
principios del siglo XX, quien era un maestro de escuela primaria que entre
otras participaciones supo promover círculos de estudio y la práctica deportiva
de esquí local.
Resulta también muy interesante la historia
del primer libro escrito por un sami en lengua sami, Muitalus sámiid birra
(Narración sobre los sami), la cual es singularmente significativa. Publicado
en 1910 en danés y en sami del norte, profundiza en los relatos orales,
manuscritos e ilustraciones de Johan Turi (1854-1936), cazador de lobos y guía
autodidacta. Al escribir sobre los orígenes y las costumbres, la cosmovisión,
las creencias y las curas tradicionales, Turi expresa su pesar por la opresión
de los Estados Nórdicos y la consiguiente invisibilidad de su pueblo. La recepción
pública del documento, que inicialmente fue positiva, lo impulsó a mencionar el
chamanismo en una edición posterior. En Muitalus, los críticos destacan los
entendimientos de la proximidad entre especies animales, humanas o no, y su
transmutación recíproca para construir la metáfora sobre esos animales desconocidos
que viven una vida difícil en su propia tierra, un acercamiento genuino a un
ámbito poco frecuentado por el resto de la sociedad, que deja en evidencia las
tensiones entre la discriminación y la curiosidad por el "Otro" en
Suecia. Materiales de ese tipo refuerzan el entendimiento de colecciones
pertinentes en bibliotecas indígenas, y una marca de identidad sobre el
conocimiento de un pueblo originario.
A modo de conclusión
En una aparente paradoja, los espacios samis en
las bibliotecas suecas no contribuyen a un reconocimiento respetuoso de su
cultura, sino que hacen patentes las deficiencias y debilidades de estas áreas
especiales. Se percibe un acercamiento folclórico desde el espacio del museo, que
habilita de alguna manera las escasas investigaciones sobre su cultura, en
donde sea posible, bajo una perspectiva endógena, dar a conocer los conocimientos,
oficios y expresiones artísticas, desde la periferia de la transmisión oral en
lengua materna. En un país conocido por sus altas tasas de alfabetización, la
consideración de una cultura sin un sistema de escritura propio —aunque muchos
samis sabían leer y escribir en sueco o en los calendarios rúnicos, por
ejemplo— dan lugar a juicios estigmatizadores, propiciado desde el paradigma
dominante basado en la impresión de materiales en soporte papel o electrónico sobre
una cultura originaria.
Si bien las soluciones implementadas en Ájtte
pueden no estar a la altura de lo esperado en el contexto del Estado sueco, la falta
de visitantes —inherente a las colecciones especializadas, debido a la escasez
de hablantes de sami y a la posterior y deficiente inversión en educación sami—
puede erigirse como argumento para ocultar la responsabilidad de quienes
custodian este patrimonio documental, cuya existencia genera discusiones en
cuanto a la necesidad de abordar las prácticas culturales que permitan un
discernimiento genuino en cuanto a la adquisición, producción y tratamiento de
la bibliografía, situación que exige la participación activa de los profesionales
y las organizaciones sami. En este contexto también se considera apropiado el
entendimiento de la preservación de dicho patrimonio cultural en el territorio
indígena y en la sociedad que lo creó, y que sigue siendo el sujeto
privilegiado de la atribución de significado.
Hay una cuestión fundamental que logró
desentrañar Sequeiros, que es la comprensión de los diferentes conceptos de
cultura que se genera entre los líderes y agentes culturales sami y los funcionarios
estatales. Varias personas samis con las que conversó la investigadora se
refirieron a su cultura como un todo intersectorial, que realizan y recrean en
sus diversas prácticas cotidianas —a menudo no profesionalizadas ni
competitivas—, aprendidas en el círculo cultural sami. Estas prácticas pueden
abarcar desde las artes tradicionales hasta el joik, desde la fotografía hasta
el vídeo o la orientación y la supervivencia en entornos naturales,
extendiéndose al teatro contemporáneo, el romance y la danza. Se trata de un
entendimiento que no encuentra sincronía con las políticas neoliberales que apuestan
por el concepto de eficiencia desde el punto de vista financiero, la
devaluación de la(s) historia(s), la turistización y la mercantilización de la
cultura como un objeto estático y folclórico (que no coincide con el espíritu
nómada de estos pueblos que históricamente desarrollaron sus actividades en
permanente movimiento).
El contexto presenta un debate sobre los
conceptos de autodeterminación intelectual y soberanía intelectual que puede
aportar contribuciones sustanciales desde el espacio de la biblioteca. Para
Sequeiros, una biblioteca sami, que se encuentra precisamente al norte del
norte sueco, debería ser principalmente para el pueblo sami. Un lugar donde se
pueda debatir sobre el derecho a la lectura, resignificado por las culturas
originarias, para repensar los enfrentamientos y el silenciamiento a los que
estuvieron expuestos los samis, asumir el derecho a una “lectura pública” como
un componente de los derechos culturales colectivos, estrechamente vinculado a
los derechos lingüísticos, que representan en sí mismos una demanda actual de
las minorías culturales y los pueblos originarios. Se trata de una reivindicación
sobre los entendimientos comunitarios del buen vivir, en su dimensión
placentera y fructífera, sin que necesariamente tenga que ser de carácter productivista.
Por último, una problemática afín a muchas
comunidades originarias: los trabajos de traducciones de conocimientos
empíricos de los pueblos indígenas, la posibilidad de que una eventual
biblioteca sami integre una red de conocimiento cultural. En tal sentido, la
historia del libro “Muitalus” puede significar una metáfora inspiradora, dada
la comprensión de la transmutación de “seres desconocidos” en un pueblo
reconocido que tendrá muchas historias que leer y contar, como sujetos de esas
historias. La condición lingüística resulta clave para la revitalización de las
lenguas originarias, un campo de acción donde se puedan analizar las narrativas
en pugna, los mapas discursivos y los intercambios culturales con otras formas
de conocimiento. Como lo expresa la autora, un tesoro puesto a disposición del
público, que pueda ser “desencantado” por un uso emancipador.
(*). Paula Sequeiros es Licenciada en Historia
por la Universidad de Oporto, posee un Posgrado en Biblioteconomía y Ciencias
de la Información, Máster en Sociedad de la Información y del Conocimiento, por
Universitat Oberta de Catalunya, Doctorado en Sociología. Su tesis ha sido sobre
los usos y representaciones de la biblioteca pública y las interacciones
inscritas de los lectores, el espacio e Internet. Impartió docencia en cursos
de posgrado de Ciencias de la Información y la Documentación, y fue
bibliotecaria especializada en empresas y directora de bibliotecas universitarias.
Se puede consultar su trayectoria académica en el siguiente enlace: https://www.cienciavitae.pt/portal/C014-613D-4CF6
Fuentes
consultadas:
El planeta viajero (2010). La tundra ártica de
Laponia. Disponible en: https://elplanetaviajero.blogspot.com/2010/05/la-tundra-artica-de-laponia.html
Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo
Americana. Espasa Calpe, Madrid, Barcelona. Tomo 29, p. 782-785.
Johan Turi. Biografía disponible en: https://en.wikipedia.org/wiki/Johan_Turi
Sarri, Peter (2002). Creating a Library Plan
for the Sámi in Sweden. World Libraries. Vol.12, No. 1. Disponible en: http://www.chrisdaydesign.com/worldlib/vol12no1/sarri_v12n1.shtml
Sequeiros, Paula, 2017. The Sámi Library,
North of the North: colonialism, resistance and reading in a public library. Sociologia:
revista da Faculdade de Letras da Universidade do Porto [em linha]. 2017.
no. 34, p. 115–134. DOI 10.21747/08723419/soc34a6. http://eprints.rclis.org/32178/
Espacios consultados:
Centro de Investigación Sami (CeSam) de la
Universidad de Umeå. Página Web: https://www.umu.se/en/vardduo-centre-for-sami-research/
Museo Etnográfico de Ájtte. Página Web: https://www.ajtte.com/
Laponia: cultura Sami. Disponible en: https://laponiaviajes.com/descubre-laponia/conoce-la-cultura-sami
Nota: las imágenes fueron extraídas de los siguientes
sitios:
https://www.umu.se/en/vardduo-centre-for-sami-research/
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:I_Lappmarken_%2831689850094%29.jpg
Versión para El Orejiverde
https://www.elorejiverde.com/toda-la-tierra-es-una-sola-alma/7001-la-biblioteca-indigena-de-la-cultura-sapmi-en-jokkmokk-suecia