Recientemente,
desde esta red que pronto cumplirá ni más ni menos que 50 años de servicio en
las comunidades andinas de Cajamarca, se publicó un nuevo número de la serie titulada
“Decires y Escritos”, en este caso compartiendo una exposición virtual de
Alfredo en el conversatorio organizado por Helen Heery y el Equipo de Sarah's
Rural Library Fund, Inglaterra.
Dice este
bibliotecario que cuando Helen le propuso hablar sobre la historia de la Red, pensó
que efectivamente había una historia que contar: el recorrido de una marcha que
comenzó en una comunidad campesina, a 6 horas de caminata de donde vivía el
Padre Juan Medcalf, en la cordillera al norte de Cajamarca, una marcha que aún
hoy va sumando nuevos andares entre los paisanos, quienes cultivan el
entendimiento a través de las chacras, las lecturas y los libros que ellos
mismos van construyendo: arado, siembra, alimento, identidad, cultura, naturaleza,
conocimiento, los términos no se agotan, cobran otro sentido, inspiran un
camino, salen al ruedo con una mochila al hombro, hilvanan junturas y abrigos.
Dijo
Alfredo: Era la década posterior a los
años 60, un tiempo lleno de cambios y conmociones sociales: como que los países
y las ideas se estaban reconfigurando. Pero los que seguían sin ser
protagonistas de estos cambios, eran los de siempre: las mayorías, los
hambrientos, los ignorados por la historia, los pobres y explotados del mundo.
Se intentaron cambios: en el caso de Perú, hasta la primera
mitad de la década de los 70, hubo una reforma agraria y una reforma educativa.
Pero en un contexto de analfabetismo mayoritario, sin conexión de carreteras ni
comunicaciones, nadie sabía realmente qué estaba pasando. Fue en esa situación
que Juan empezó con el préstamo de libros en el campo, con lo que él llamó al
inicio “Bibliotecas en casa”, y con la idea de posibilitar que –aquel que había
aprendido a leer y escribir–, tuviera el material con qué practicar. Porque los
libros en el campo no solo estuvieron siempre ausentes: también fueron siempre
ajenos.
América Latina, con sus pueblos uniéndose y peleando por
liberarse, pasó a llamarse en ese tiempo “El continente de la esperanza”. Pero
quizá por eso se fueron instaurando entonces las dictaduras militares. En los
años 80 se desató también en el Perú una de las más terribles violencias
internas. Aquí en el Perú hay un dicho cargado de racismo: “El indio leído es
indio peligroso”. Durante la guerra interna de los años 80, nosotros fuimos perseguidos,
encarcelados, nuestros libros fueron quemados; el miedo se convirtió en una
sombra y algunos de nuestros “amigos” nos abandonaron. Pero los que nos
quedamos, a pesar de todo, seguimos andando.
Bibliotecas Rurales no nació como un proyecto preconcebido:
hemos sido siempre como una semilla que germina y vuelve a germinar,
regenerándose siempre. O mejor aún, como una chacra a la que siempre hay que
cultivar, que es la misma, pero siempre es nueva. Y en este proceso, los más
humildes nos dieron la pauta y el ejemplo: ellos han sido siempre los artífices
de este camino que no acaba y siempre empieza.
Hoy, tenemos más de 400 bibliotecas rurales repartidas en
toda la región Cajamarca, y seguimos siendo una organización autónoma y sin
fines de lucro que trabaja sobre la base del voluntariado.
El Contexto
El contexto actual de Perú y Cajamarca es complicado. Somos
en este momento el quinto país con mayor número de infectados en el mundo y
algunos medios dicen que las cifras de muertes por COVID-19, podrían ser hasta
cinco veces más altas que el número registrado por el Ministerio de Salud. Perú
ya ha superado los 300 mil casos. Y van en aumento. Cajamarca registra hasta
ahora 4500 contagios y 100 fallecidos. En una escala regional del 1 al 26,
estamos en el número 17: no somos la zona en las peores condiciones. Pero el
virus ha demostrado ser muy comercial: el número de casos se multiplica donde
circula el dinero y la población se aglomera para comprar y vender.
Es cierto también que el virus “exhibe las debilidades de la
historia de éxito de Perú”: la desigualdad y corrupción siguen frustrando las
medidas que se toman para responder a la pandemia. Algunos dicen que “en vez de
ser aplaudido como modelo, Perú se ha convertido en uno de los epicentros más
críticos del coronavirus en el mundo”. Y en lugar de desatarse la solidaridad,
se ha desatado, por ejemplo, la especulación: una bomba de oxígeno que normalmente
costaba alrededor de 30 dólares, se encontraba hoy –con suerte– a 1,800
dólares.
En el revés, las Rondas Campesinas de Cajamarca han logrado
detener la difusión del virus aplicando los sistemas propios de protección
comunitaria. Hay que decir también que en los primeros 15 días del aislamiento,
los vehículos –solo en Lima– habrían dejado de emitir unas 90 toneladas de
gases tóxicos. En ese lapso se habría evitado también la muerte de unas 120
personas en los casi 4,000 accidentes de tránsito que “normalmente” se producen
en el Perú.
A nivel educativo, nosotros pensamos que –en lugar de
reinventarse y aprovechar esta crisis– las medidas que se toman son para salir
del apuro. Entonces se ha adecuado la enseñanza a la tecnología disponible, aunque
los más pobres no dispongan, por ejemplo, de conectividad a internet.
¿Para quiénes es Bibliotecas Rurales?
Debo decir primero que el Coronavirus no vino porque quería
hacer turismo: está claro que la alteración o destrucción de los ecosistemas da
lugar a la mutación y traslación de enfermedades causadas por diversos patógenos.
Es decir, si ejercemos la insolente estupidez de escupir al cielo, deberíamos
estar listos para sufrir las consecuencias.
Hoy por hoy, estamos en medio del colapso sanitario y ambiental
más grande en toda la historia humana. Esta es una crisis que afecta
profundamente nuestra comprensión de la vida, nuestra relación con el mundo,
nuestros niveles de sensibilidad y nuestra capacidad para ser solidarios. Ahora
es cuando puede medirse el equilibrio entre la codicia y la generosidad; entre
el interés privado y el interés comunitario.
Al final esta es una lucha por restituir la esperanza, esa
esperanza por la que siguen muriendo tantos. Esa esperanza que anida en la
Tierra y en los niños. Como la tierra, los niños son vulnerables, pero son una
promesa. Y como los niños, la Tierra es fecunda y anticipa la primavera. Este
camino sin descanso es por los niños y la Tierra.
¿Cuál es el impacto de la Red?
Juan Medcalf decía algo muy preciso: “¿Para qué tanta
escuela; para qué enseñar a leer si al final no hay nada para leer…?”. El
Ministerio de Educación tiene en estos momentos unos 53,000 centros de
Educación Inicial, Primaria y Secundaria: ¿cuántas bibliotecas tiene? Cajamarca
tiene casi 10,000 instituciones educativas: ¿cuántas bibliotecas? Que yo sepa,
ni una sola.
Pero no se trata solo de tener libros, sino de que estos sean
apropiados a la vida campesina. Puedo decir con humilde orgullo que nosotros sí
tenemos ese tipo de bibliotecas y ese tipo de propuesta. Y propugnamos una
lectura y escritura que reivindique la creatividad y la justicia, la dignidad y
la soberanía, el abrazo y la alegría.
Los caminos de la vocación
Suelo
compartir los trabajos de Alfredo entre bibliotecarios y bibliotecarias que
buscan un sentido a la profesión, que buscan un propósito mientras se abren
camino con experiencias y proyectos.
Alguna vez,
entre amigos, dije que si tuviera que elegir 10 profesionales de la información
que hayan inspirado mi vocación por la disciplina, seguramente este
bibliotecario peruano sería uno de ellos.
Habría que
hacerse la simple pregunta de porque una persona, logró que su llegada a una
comunidad sea recibida con alborozo por un grupo de niños, y la respuesta solo
es posible admitiendo la vocación de servicio a lo largo del tiempo, permanentemente
la profesión genera noticias, a veces relevantes, en ocasiones de carácter
secundario, pero cada vez que leo lo que se hace en las bibliotecas rurales
cajamarquinas, encuentro elementos propios de una bibliotecología crítica y
profundamente humana, que permite vincular el contexto de una chacra con el
quehacer bibliotecario, sentido que pervive en su rol social, acaso ejemplos
vivos y endógenos que deberían ser material de lectura para los futuros
estudiantes.
El recorrido de Alfredo
Mires Ortiz deja huellas marcadas en la tierra, imposibles de borrar, por más
viento que haya en Cajamarca.
Fuente:
Comunicación correo electrónico con Alfredo Mires Ortiz.
Publicación:
Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca. Serie Decires y Escritos Nº 9.
Despierta: Caminos de la Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca. Versión
bilingüe español – inglés. Primera edición: julio 2020. Exposición de Alfredo
Mires Ortiz, Coordinador de la Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca, en el
conversatorio virtual del 9 de julio 2020, organizado por Helen Heery y el
Equipo de Sarah's Rural Library Fund, Inglaterra.
Versión para
El Orejiverde:
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