Espacio que pretende resguardar voces, experiencias y conocimientos desde el rol
social del bibliotecario. Documentación de archivos orales sobre el patrimonio cultural
intangible conservado en la memoria de los libros vivientes. Entrevistas, semblanzas,
historias de vida. Reflexiones en torno a la bibliotecología indígena y comunitaria.

sábado, 10 de junio de 2023

John Palmer, el de los wichi

 

Como todo gran antropólogo, John Palmer, nacido en Inglaterra, desasnó un recorrido endógeno hacia otras formas de conocimiento, solo que, en este caso, su andar se mimetizó con las huellas de los paisanos, correspondido y aceptado en el silencio atento, a la vez que sus intervenciones fueron valoradas con respeto. En Tartagal, provincia de Salta, durante más de 30 años habitó una trinchera sin necesidad de levantar la voz, y fue consecuente con sus actos. Entendió la lengua wichi como pocos, se involucró con los problemas de la comunidad, formó una familia con una joven mujer aborigen, Tojueia, con quien tuvo 5 hijos que balbucean inglés, wichi y español, y contempló criterios que ampliaron el plano de entendimiento de su disciplina, enriqueciéndolo y extendiéndolo hasta donde el monte lo permitía.

De algún modo, les dijo a muchos de sus contemporáneos que era posible hacer las cosas de otra manera, representando las verdades de los silenciados, habilitando un modo genuino de pensar una problemática, con una conjunción acaso simétrica y poco transitada: el pensamiento crítico y el conocimiento cultural de la comunidad. Allí donde todo era sequedad, este renombrado antropólogo cultivó un jardín lleno de conceptos y arborescencias comunitarias, se lo recuerda andando en bicicleta, yendo a pie a los barrios, conversando con calma y obrando con prudencia.

Todo en John Palmer me recuerda a Carlos Martínez Sarasola, el equilibrio en la afirmación, la escucha atenta, el gesto solidario, ambos hombres-puente, cada vez que lo cruzaron, las culturas indígenas encontraron una manera amplia de acordar entendimientos, cada vez que terminaron su jornada, dejaron una respuesta y una eventual solución, una línea trazada para meditar colectivamente, y es un silencio que a partir de ahora se lamenta, porque se sabe que ciertas personas no se pueden reemplazar, donde el consuelo último es resignificar lo realizado, pero conscientes de que ante preguntas nuevas, no tendremos otra opción que aventurarnos en nuestro criterio, cuestionándonos secretamente bajo la forma de una interrogación ¿Qué diría John Palmer si ahora estuviera? ¿Qué diría Carlos?

En el documental del cineasta Ulises Rosell, titulado “El etnógrafo”, se aprecia la historia de John Palmer, quien, por su sincera preocupación, llega a ser representante legal de la comunidad Lapacho Mocho, ubicada en el Chaco Salteño, en un contexto de lucha por la posesión de tierras frente al avance de la agricultura intensiva y a la explotación minera en manos de empresas multinacionales.

No sé porque, me viene a la mente esta frase de Luis Chitarroni, también reciente -y lamentablemente- fallecido, desconozco si mide el acto colaborativo de John Palmer, ese que en silencio personificó cada día que le tocó estar en la comunidad, pero quizás algo acerca lo mucho que hizo mientras se dejó vivir, el texto dice así:

En términos de relato consecuente, morir implica, acaso con desgano, una sola peripecia anterior, que se denomina en tercera conjugación del infinitivo con un verbo de rima consonante: vivir. Que se derrama y se derrocha y se despilfarra en un pleonasmo o una redundancia”.

Y tal vez valga sumar esta disquisición, de que John Palmer reinventó de alguna manera el alcance de su disciplina -así como lo hizo Martínez Sarasola con el entendimiento de la identidad nacional- porque recogió verdades, porque plasmó en ellas su propia -serena, inconmensurable- sabiduría.

Se lo va a extrañar.

Versión para El Orejiverde: http://www.elorejiverde.com/toda-la-tierra-es-una-sola-alma/6735-john-palmer-el-de-los-wichi

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