Espacio que pretende resguardar voces, experiencias y conocimientos desde el rol
social del bibliotecario. Documentación de archivos orales sobre el patrimonio cultural
intangible conservado en la memoria de los libros vivientes. Entrevistas, semblanzas,
historias de vida. Reflexiones en torno a la bibliotecología indígena y comunitaria.

jueves, 30 de noviembre de 2017

Entrevista a Julián Meclazcke, estudiante de bibliotecología de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), Buenos Aires, Argentina


Noticia Biográfica

Julián Meclazcke se encuentra estudiando la Licenciatura en Bibliotecología y Ciencia de la Información en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata. Actualmente se encuentra finalizando la práctica profesional de graduación, habiendo terminado de cursar la carrera en el año 2016. Desempeña tareas ad honorem en la Biblioteca Popular Francisco Romero Delgado y realizó la práctica de graduación en la Biblioteca Pública de la UNLP. Asimismo es adscripto a la cátedra de Historia del Libro y las Bibliotecas con el fin de desarrollar una investigación respecto del aporte bibliotecológico de la vicedirectora de la Biblioteca Pública Hanny Simons, que cubrió el cargo durante el período 1919-1948.

Entrevistador: Daniel Canosa
- ¿Por qué la Bibliotecología?

Al leer y pensar una respuesta formal a esta pregunta, al instante surgen en mi memoria múltiples momentos en los que se me ha formulado, ocasionalmente, e incluso en condiciones más desfavorables para pensar una respuesta adecuada. Pero ahora, que puedo hacerlo de forma apropiada, espero no extenderme demasiado; en primer lugar, confieso que desde el día que supe de la existencia de la carrera, no quise ni pude dirigirme hacia la profesionalización inicial en otra disciplina.

Cuando elegí la carrera, tanto como ahora, sentía un considerable afecto hacia los libros tanto como objeto de lectura como por el tipo de entidades de importancia sociocultural para el cambio y el desarrollo que representan. El ideal guía, que hasta hoy conservo casi intacto, es el de hacer que esa relevancia social de los libros, la información, y cualquier objeto intelectual semejante o vinculado, puedan ser alcanzados por cualquier individuo que así lo quiera. Solía resumir esto en una frase, en mi mente: “Difundir el conocimiento”.

Volviéndome al período de elección, hay una serie de eventos que posiblemente me marcaron sin que yo les diese la suficiente importancia; por entonces, una profesora de lengua y literatura del secundario decidió que mi decisión de carrera universitaria había sido equívoca, y al menos una vez durante tres o cuatro clases discutíamos – en plena clase, yo sentado y la docente al frente – sobre por qué no me volcaba a la literatura y por qué sí hacia la bibliotecología. La discusión finalizaba alrededor de un tópico que marca claramente mi elección hasta el día de hoy. Criado en una casa de docentes secundarios, conociendo las peculiaridades de ese trabajo para la difusión del conocimiento, no sólo me distanciaba la pasión por los libros en-sí, sino la diferencia entre los grados de intervención intelectual que implican una profesión y la otra con respecto al usuario/alumno que se encuentra al final del camino.
Todavía concuerdo con mi defensa, o al menos lo que recuerdo de ella. Entendiendo la biblioteca como una entidad activa, servicial, no sólo de apoyo a la educación sino promoviendo por sí misma la cultura, pero que responde, a final de cuentas, a la voluntad de cada uno (seducida o no por las diversas técnicas bibliotecarias de difusión) de vincularse a ella.

- Antes de descubrir la profesión ¿ha frecuentado la consulta en bibliotecas? ¿Ha manifestado afición por la lectura, por alguna expresión artística, literaria o cultural en particular?

Antes de conocer la profesión como la conozco hoy, mi contacto con bibliotecas había sido bastante escaso, en parte, probablemente, por mi forma particular de vincularme con la lectura, de forma más solitaria. Solía frecuentar la biblioteca de mi escuela secundaria cuando el clima me impedía vagar por los alrededores, y gracias a estas breves experiencias tuve mis primeras nociones de las responsabilidades bibliotecarias. Los libros que se encontraban en la estantería abierta me resultaban entonces bastante somníferos (enciclopedias antiguas, índices de animales, entre otros), y la atención me generaba algunas dudas.
Manifesté tempranamente afición por la lectura, lo que quizá se corresponda con la influencia lectora de mis padres (quienes ejercen la docencia) desde la infancia. Dicha afición se fue diversificando lo suficiente como para profundizar en el género literario e inmiscuirme también en otros tópicos, como la sociología, la historia, la filosofía, y algunas otras disciplinas que suelen suscitar mi curiosidad.

- Dos preguntas en una ¿Cuál fue el libro que más lo influenció? y ¿Qué está leyendo actualmente?

El libro que más me influenció probablemente compita, por centésimos, con el que le sigue en la lista. Habrán de ser “La importancia de vivir” de Lin Yutang y “Resurrección”, de León Tolstoi. En este momento estoy leyendo “La Náusea”, de Jean Paul Sartre.
Algo de literatura existencialista, literatura rusa, y cierta afición por los relatos de Jack London y Horacio Quiroga también deberían ser justamente mencionadas en la lista de influencias considerables.

- ¿Cómo definiría a un bibliotecario?

Definiría a un bibliotecario como aquella persona que es responsable ante su comunidad de usuarios de ofrecer múltiples oportunidades de lectura y acceso a la información, haciendo de guía al brindar dichos servicios si resultase necesario. Es el responsable, también, de ofrecer un espacio que permita el estudio o el ocio, nucleando distintas actividades culturales y sociales en el mismo. Dicha responsabilidad no se limita sólo a una tarea pasiva de atención acotada sino también a la apelación activa al público, buscando crear en y con el mismo un público lector. La diferencia radica en, por ejemplo, la reacción que ofrecemos como bibliotecarios ante la solicitud de un libro (por ejemplo, para lectura ociosa). Buscar y prestar sólo ese libro o, en cambio, referenciar también otros, invitar a leer a un ambiente confortable, crear más motivos de lectura, y si es posible, al final del día, más lectores.

- ¿Qué opina del rol social del bibliotecario?

En primer lugar, creo que es de indiscutible relevancia. Como lo he mencionado en las otras respuestas, el bibliotecario necesariamente ha de tener un papel activo para facilitar y garantizar el acceso a la cultura y al conocimiento de todos aquellos que lo requieran y lo necesiten, favoreciendo la reducción de la desigualdad en las oportunidades de informarse, aprender o comunicarse.
Prescindo de utilizar el término “brecha”, prefiriendo hablar de desigualdad en el acceso; considero que esta es la fracción de la desigualdad social que como profesionales somos responsables de reducir al mínimo, dadas nuestras posibilidades. El rol social, desde esta perspectiva, resulta de evidente relevancia.
Un bibliotecario que no cumple su función en este sentido y que hace de su biblioteca un fuerte de su propia comodidad personal y no una institución que invite y dé cobijo en su interior, que de oportunidades de esparcimiento y que facilite el aprendizaje personal, no debería llamarse bibliotecario, sino, como se suele decir, un guardián. En nuestras sociedades necesitamos un rol activo de profesional, cuyo compromiso no se detenga en la misma mesa de atención o de procesamiento, sino que esté al servicio, como ya mencioné, de los que lo necesiten.

- Con respecto al plan de estudios de la carrera ¿Considera que sus contenidos favorecen la
adquisición de conocimientos y desarrollo de habilidades vinculados al rol social del bibliotecario?

Respecto a este punto considero que, haciendo un balance de los contenidos de la carrera, la mayor parte de estos promueven activamente la configuración de un rol social del futuro profesional. Haría falta un análisis más riguroso, quizá, para ver qué áreas de estudio favorecen o desfavorecen, por contener o carecer, dichos contenidos de concientización social.
Personalmente, considero que éste último es el mayor reto para nuestra formación profesional; mientras ciertos campos de nuestra disciplina se han plegado a una concepción más humanística y social, otros, que pueden considerarse nucleares en nuestra profesión, permanecen reticentes frente a una mayor flexibilidad disciplinar. Esto es, adoptar perspectivas con mayor apertura de miras o alternativas más analíticas a ciertas prácticas, en cierto grado, obscurantistas y mecanicistas, que si bien suelen ser de impetuosa necesidad para nosotros, no deberían estar exentas de juicio y análisis, pues esto desfavorece el desarrollo integral de nuestro campo.
Aun así, como estudiante pude observar como la carrera fue mutando, y actualmente se está diseñando una reforma del plan de estudios que probablemente se dirija en este sentido.


- Se habla frecuentemente de un cambio de paradigma dentro de la profesión (pasando del paradigma de la información al de la comunicación), según su enfoque particular, ¿Percibe ese cambio en el tratamiento docente de cada materia?

Desde mi perspectiva, considero que se está produciendo un viraje considerable en el tratamiento de los contenidos, desde hace no mucho tiempo. Los contenidos brindados por la mayor parte de las materias están incorporando contenidos comunicacionales, orientados a un tratamiento social de la disciplina, aunque es una tendencia aún incipiente, es fácilmente perceptible al transitar los últimos años de la carrera, donde se encuentran las cátedras de mayor contenido humanístico.

-En el caso que, promovido por el docente, haya realizado una práctica académica o pasantía en alguna unidad de información ¿Considera que los conocimientos adquiridos fueron suficientes para desempeñarse en tales prácticas? ¿Qué conocimientos tuvo que aplicar?

En mi caso elegí realizar, como vía de graduación, una práctica profesional. La misma la realicé en la Biblioteca Pública de la universidad, y pude experimentar el ejercicio laboral bibliotecario en todos los sectores de la biblioteca, que se corresponden con las partes de la cadena documental. En ningún momento pude percibir que lo aprendido fuese insuficiente para comprender los pasos y procesos a seguir y llevar a cabo, sino más bien, en ocasiones, que lo aprendido era bastante más sofisticado, quizá, que la práctica.

Los puntos más dificultosos solían ser aquellos que implicaban cierto grado de exposición social, tales como acompañar una visita guiada o atender al público, que solía aparecer en grandes cantidades en la institución. Dada mi falta de experiencia previa en trabajos de servicio de atención, estas tareas me costaron de una forma más significativa. Si bien sabía los pasos a seguir, alcanzar ciertas técnicas me llevó su tiempo. A pesar de esto, puedo afirmar que, al final de la experiencia, había adquirido una facilidad considerable, acrecentada por experiencias actuales en otras bibliotecas. En suma, apliqué conocimientos aprendidos de catalogación, clasificación, trabajo con publicaciones periódicas, servicio de referencia básica y especializada, gestión de colecciones y administración. La carencia más considerable que pude percibir en mi formación fueron las técnicas de interpelación al usuario (ya no en teoría sino con sujetos reales), las cuales pude lograr gradualmente en el transcurso de la práctica.

- ¿Considera que la bibliografía utilizada en materias relacionadas con tecnologías de comunicación e información se encuentra actualizada? ¿Considera válido el equilibrio entre teoría y práctica en relación a los conocimientos técnicos impartidos en la carrera?

Sí. Considero que la bibliografía de las materias relacionadas a las TICs se encuentra actualizada y en constante mejora, lo cual es de hacer notar frente a la vertiginosidad de los cambios tan sólo en la última década. Respecto de la relación entre teoría y práctica, considero que la carrera se orienta hacia un equilibrio considerable al incorporar mayor fundamentación teórica allí donde se carecía de ella, pasando de una preparación técnica a una más integral, tanto desde la perspectiva bibliotecológica como la académica. Si bien, como ya afirmé anteriormente, existen áreas de menor fluidez teórica, no me sorprendería que en un futuro cercano incluso estas diversifiquen sus contenidos y favorezcan un perfil más investigativo de profesional.

-¿Suele participar en listas bibliotecarias? ¿Considera interesante el nivel de los debates? ¿Cómo percibe en dicho espacio la recepción de temas políticos?

Ocasionalmente, participé en reuniones o debates del claustro de alumnos de bibliotecología, como también de encuentros de bibliotecarios de bibliotecas populares. La mayor parte de los debates, sino todos, han sido de gran interés. Por ejemplo, relacionados a como se debería actuar frente a despidos, frente a la falta de pago de subsidios, entre otros. La recepción de los temas políticos es abierta; si bien suele haber múltiples opiniones encontradas, a la hora de tomar decisiones el acuerdo suele ser sencillo de alcanzar.  

-Como estudiante ¿Presenció en el aula un debate / clase/ conversación /comentario / reflexión y/o contenido sobre la necesidad o no de contar con sindicatos / gremios / asociaciones en temas relativos a derechos laborales? En caso que la respuesta resulte negativa ¿Considera de utilidad profesional que el docente favorezca espacios de discusión y debate sobre estas temáticas?
 
No recuerdo haber presenciado el tratamiento de dicha temática en clase, aunque es posible que si haya percibido comentarios, en su momento. Si el recuerdo no me traiciona, al abordarse el tópico, la opinión solía ser favorable a cubrir dicha necesidad. Considero favorable de igual manera, el tratamiento, discusión o debate sobre dichas temáticas, ya que ponen en valor la práctica de nuestra profesión en el contexto social y económico, así como también reafirma una apuesta por el desarrollo cultural.


- El concepto de neutralidad en la profesión ha dividido las aguas ante las problemáticas sociales y políticas que inciden en alguna medida en el contexto bibliotecario, según lo vivenciado como alumno de la carrera ¿desde el aula, recuerda si algún docente ha interpelado y/o analizado esta cuestión?

Si, recuerdo múltiples ocasiones en las que se abordó el tema de la neutralidad, desde diferentes posturas. Si bien resulta difícil darse cuenta para el estudiante en sus primeros años, al inmiscuirse en los vericuetos de la disciplina termina siendo fácil discernir la presentación de la postura neutral, sea llevada a cabo esta por un docente o en un colega bibliotecario. La postura de la neutralidad, como mito ininteligible y confuso, se presenta al no presentarse. Se traduce en acusaciones hacia la “parcialidad”, al bibliotecario que se levanta de su asiento para ofrecer un libro a  alguien que observa la puerta de la biblioteca pero no se anima a entrar, quien sabe por qué miles de temores posibles, en una sociedad altamente competitiva y desigual.
En clase he observado también la postura favorable a la intervención del bibliotecario en el desarrollo social y cultural, esto salía con facilidad a la luz en las cursadas vinculadas a la historia de la Bibliotecología (tanto general como nacional, pasando, por ejemplo, por las primeras políticas sarmientinas y la concepción de las bibliotecas públicas como herramientas para la elevación cultural hasta concepciones mas contemporáneas) o las políticas del tratamiento de la información. El juicio que solían realizar dichos docentes era completamente distinto respecto de la función de la biblioteca como institución al servicio de la sociedad.
Como bibliotecólogo en vísperas de licenciarme,  jamás podría hablar del trabajo que realizo como trabajo neutral. Esta postura está en las antípodas de mi motivación inicial hacia la bibliotecología; la de concebir el conocimiento como un derecho y una necesidad para el desarrollo, y también se encuentra en oposición a mi propia experiencia con las bibliotecas. Actualmente colaboro en una biblioteca popular que se remonta a los orígenes del partido socialista, y cuyo acervo documental posee una gran diversidad político-sociológica (de la cual no pude evitar enamorarme, con folletería que va desde los primeros pensadores socialistas y la FORA hasta el peronismo, y sumando). También he aportado alguna ayuda a una incipiente biblioteca cuya base ideológica, aun siendo popular, es otra mucho más reciente. Disfruto del tipo de atención y servicio que se brinda en este tipo de bibliotecas, muchas veces a cargo de bibliotecarios que, si bien pueden no compartir formas de pensar o “portar camisetas”, comparten el gusto por movilizar el saber, prefiriendo que un libro se desgaste con el uso antes que por los años. Como profesional podría realizar préstamos e ingresar material ignorando la relevancia del material con el que trato, tratando todo recurso bibliográfico simplemente como objeto. Pero la realidad es que en mi caso, estos objetos están totalmente vacíos de neutralidad. Tienen un impacto, y al preservarlos y difundirlos, se garantiza la diversidad. Diversidad que no busca la “neutralidad objetiva” sino todo lo contrario, amenazar el statu quo del sentido común altamente mediatizado con el saber físico almacenado por la misma comunidad a lo largo del tiempo, y así propiciar su propio desarrollo social, educativo y cultural.
Por último, he de decir que si detrás de la neutralidad en la bibliotecología lo que se esconde es un tipo abstracto de ideal democrático, creo firmemente que no es para individuos neutrales la tarea de lograr que se escuchen todas las voces, incluso las que ya se apagaron hace tiempo o fueron (y son) silenciadas.

-¿Como percibe a la bibliotecología en contextos interdisciplinarios? ¿Resulta visible? ¿Siente que la carrera le otorga elementos para dar respuestas a problemáticas sociales que otras disciplinas sí ofrecen? (ejemplo inclusión social, problemáticas de minorías sociales, desastres ambientales, conflictos bélicos, problemáticas jurídicas, etc.)

Mi perspectiva al respecto es que la bibliotecología se está posicionando cada vez más, si bien tímidamente, en contextos interdisciplinarios. Si bien la disciplina atraviesa desde la revolución de las TICs, entre otros factores, un severo replanteamiento identitario, es probable que sea dicha causa la que favorezca la inserción de la misma en un plano más interdisciplinar, tomando herramientas de otras disciplinas pero sin perder su identidad nuclear.
Esto último es de gran relevancia ya que, la interdisciplinariedad debe complementar y no necesariamente reemplazar, porque si lo hiciese estaríamos acotando (o podando) nuestra disciplina para hacerla encajar en el ámbito de las ciencias sociales, cuando lo que debemos hacer es estudiarla para descubrir aquellos vértices de la misma que nos permitan vincularla con las otras. Por el momento es aún difícil de visualizar, pero no lo es el hecho de que se encamina hacia tal fin. Considero que la carrera brinda elementos propios de nuestro campo para abordar problemáticas sociales, teniendo un primer lugar asegurado la inclusión social. Ocasionalmente también respecto de desastres ambientales, brindándonos las herramientas para reaccionar ante dichos eventos. Respecto de conflictos bélicos o minorías sociales, así como de problemáticas jurídicas, no recuerdo mención en mi transcurso por la carrera, aunque si he leído al respecto de todas ellas en diversas ocasiones fuera del contexto académico.

-¿Recuerda en alguna clase que el docente haya abordado cuestiones vinculadas a bibliotecas en contextos sociales vulnerables? (comunitarias, rurales, campesinas, indígenas, carcelarias o de temas relativos a minorías, desplazados sociales, multiculturalidad, comunidades sexuales, bibliotecas humanas, etc.)

Si, recuerdo varias ocasiones. Generalmente se abordaba el tópico para concientizarnos respecto de las mayores dificultades que puede presentar el trabajo en una biblioteca de dichas condiciones, no desaconsejándolo sino alertándonos; no es tan fácil aplicar las nociones disciplinares aprehendidas en dichos contextos, que suelen estar desprovistos de recursos y en los cuales el ingenio suele ser la mejor salida para seguir adelante.
Más tarde comprobaría dichas afirmaciones en mi práctica externa a la carrera, en distintas bibliotecas populares y a través de la experiencia de allegados. Quizá aún podrían agregarse más herramientas en la formación del bibliotecólogo para poder actuar con mayor facilidad y menor improvisación en dichos contextos bibliotecarios, que distan de ser sencillos y ocupan un porcentaje muy importante del total en nuestra región, así como importante es la función que cumplen con sus comunidades.

-Si le fuera dado proponer modificaciones en los planes de estudio de la carrera ¿En que aspectos técnicos y/o humanísticos focalizaría su atención? ¿Favorece la institución académica escenarios de discusión y debate que habiliten posteriormente la concreción de dichas propuestas por parte de los alumnos?

Me interesaría estudiar el área de procesos técnicos para promover mejoras que fomenten mayor debate y estudio teórico, en pos de superar el modelo rígido de transmisión de contenidos del área. Respecto de aspectos humanísticos, haría mayor énfasis en la historia de la bibliotecología como disciplina tanto en nuestro país como nuestra localidad, que considero es una pieza que, si bien en la carrera se ve suplida de forma optativa, debería ser obligatoria.
Desde mi perspectiva, actualmente la institución favorece dichos escenarios de discusión y de propuestas por parte de los alumnos, fomentando y mostrándose abierta a las mismas. Se suele convocar a participar de distintas actividades al alumnado y se percibe una actitud de apertura a lo que podemos aportar.

-Se habla frecuentemente de la lenta desaparición del libro impreso, incluso en foros de bibliotecología, en su caso como estudiante ligado permanentemente a la utilización de dispositivos físicos, digitales y/o virtuales ¿Qué le provoca esta situación?

Por el momento, dicha declaración aún me parece difícil de percibir en el mundo de los libros. Las editoriales aumentan sus tasas de producción de libros físicos y no parecen terminar de volcarse a la producción de formatos digitales, aunque existen grandes públicos en algunas partes del mundo inclinados a estos últimos.
En sí, me genera distintos sentimientos. Si bien lamentaría la desaparición total del formato físico del libro, la divulgación del formato digital favorecería de gran manera al medio ambiente, ya que las prácticas de deforestación son considerablemente nocivas, y la producción del papel en sí también implica un daño ambiental.
Dicho de otra forma, considero lógica y propicia dicha evolución del libro, pero en tal cambio se debe cuidar que no se pierda el conocimiento acumulado de la humanidad en pos de la híper producción de volúmenes comerciales; se debería traducir y conservar todo lo posible en un formato digital y, de ser posible, favorecer también una amplia divulgación.

Muchas gracias Julián
Daniel Canosa

Nota: la entrevista ha sido publicada en el número 50 de la Revista Fuentes, perteneciente a la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional de Bolivia.

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