Recientemente, por intermedio de la artesana y maestra
qom Ana Medrano, supe que falleció en noviembre el legendario Valentín Moreno,
el más anciano del barrio toba de Derqui, según dijeron por un estado gripal
mal curado. Ana comentó que el día que se fue para el hospital lo hizo
caminando, por eso la sorpresa de la comunidad, que no esperaban este
desenlace, también agregó que muchos chicos del barrio estuvieron llorando
porque les gustaba pasar por lo de Valentín para escuchar sus historias, doy fe
de ese comentario, a Don Valentín le gustaba conversar debajo de su árbol, cada
vez que iba a visitar la comunidad el estaba hablando con investigadores, periodistas,
profesionales de distintas disciplinas, pero también con pastores, docentes,
alumnos, era lo que se dice una persona de conocimiento, que le daba un valor
fundamental a la palabra.
Nunca podría olvidar la vez que lo entrevisté, porque
fue mi primera entrevista para el Fondo Oral de la Biblioteca Qomllalapqi,
recuerdo que desde la ventana de la biblioteca se veía su casa, que quedaba
justo enfrente, esto fue un sábado de octubre de 2009, en donde Valentín Moreno
ofreció un testimonio basado en los recuerdos, en las experiencias compartidas,
en el duro recorrido que lo llevó de Chaco a Buenos Aires, verdadero libro
viviente del Centro Comunitario Daviaxaiqui, hijo del cacique Don Francisco
Moreno, un pi’oxonaq que curaba con diversas técnicas, y que tuvo un
conocimiento profundo del monte chaqueño. Volví a escuchar el audio que
comparto al final de este homenaje, contando que había nacido en una zona de
cañaverales y bueyes, que había aprendido a andar a caballo a los 7 años, y de
cómo lo había afectado la muerte de su padre, experiencia que lo marcó para
siempre.
Hubo algo que Ana dijo que me dejó pensando: “que bueno
que lo suyo quedó grabado”, a veces pienso que es el único consuelo de esa
biblioteca, saber que se pudo recuperar algo de lo mucho que se sabe, algo de
lo mucho que se perdió, el sencillo y profundo acto de guardar una memoria, de
que lo aprendido se vuelva a compartir, que las verdades no formen parte del
olvido.
Suya fue la idea de introducir la venta de artesanías en
colegios de la zona, para generar un sustento por fuera de los trabajos
temporarios que realizaban en la comunidad, lo que lo llevó a establecer un
convenio con 400 escuelas del Partido de Pilar, fue uno de los 14 artesanos que
dieron nacimiento a la cooperativa de trabajo en Ciudadela, entendió que solo
desde el fortalecimiento de la identidad era posible persistir en un contexto
cultural diferente, en tal sentido resultó histórico para el barrio el día que
Valentín fue con sus artesanías a ver al director de un colegio, donde no solo
vendió todo lo que había llevado sino que también le propusieron dar una charla
para los alumnos, no lo supo en ese momento, pero esa experiencia motivaría que
sus paisanos empezaran a producir artesanías para vender en la vía pública, en
centros culturales, escuelas y colegios de la zona, fue una manera de encontrar
una solución a la pobreza.
Hubo algo que recuerdo de aquella entrevista y era la
preocupación de Moreno por la pérdida de la lengua materna, problemática que el
libro viviente relacionó con la negación de la raza y con la división que
provocó en algunos vecinos la intromisión de la religión, debilitando la
cultura. Supo como pocos del Chaco profundo, ese que no aparece en los relatos
periodísticos, ni en los manuales escolares, ese que tenía por contexto un
monte impenetrable, allá en Las Palmas, donde había nacido.
La última vez que lo vi habrá sido a principios de
agosto, salía de compartir un encuentro en la casa de Roque y Ana, cuando al
llegar a la esquina lo veo como siempre debajo del árbol, me acerqué a
saludarlo y me pidió un favor, que deja un poco al desnudo su modo de ser, por
la confianza que solía tener en personas desconocidas, resultó ser que le
habían pedido una foto histórica, en la que Valentín aparece vestido de soldado
mientras hacía el servicio militar, esa foto se la solicitó una abogada para un
trabajo de investigación, documento que nunca mas fue recuperado por Valentín,
y del que tanto lamentó desprenderse, fue entonces que había quedado en
averiguar quien tenía esa foto, un dato que finalmente no pude conseguir y que
pensaba comentárselo en la última visita que tuve a la comunidad este año, a
fines de septiembre, pero las lluvias y el barro me impidieron bajar a
conversar, pienso en cuantos de esos documentos (fotos, videos, CD’s con
grabaciones, libros, folletos), que formaban parte de lo poco que tenían,
terminaron en otras manos bajo intereses ajenos.
Al finalizar la entrevista, Valentín, cuyo nombre
originario es Onaxantac, dijo esta frase, que representa el sentido de su
compromiso por la identidad cultural indígena:
“para que nosotros podamos recobrar algo de lo que
significa un cacique”.
Descanse con los suyos Don Valentín, los antiguos qom,
los que tuvieron que hacer el último viaje, porque anduvo mucho en esta vida,
una bella parábola que lo llevó a cruzar un puente desde Chaco hasta Derqui,
quienes formamos parte del Orejiverde, al igual que la comunidad del barrio
toba de Derqui, deseamos que su memoria no se pierda, porque cultivó como pocos
la sabiduría de una cultura, porque su palabra merece ser recordada, porque fue
el primero de todos sus paisanos.
Testimonio de Valentín Moreno, libro viviente del Centro
Daviaxaiqui
Versión para El Orejiverde:
http://www.elorejiverde.com/el-don-de-la-palabra/3593-el-ultimo-viaje-de-valentin-moreno
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