Espacio que pretende resguardar voces, experiencias y conocimientos desde el rol
social del bibliotecario. Documentación de archivos orales sobre el patrimonio cultural
intangible conservado en la memoria de los libros vivientes. Entrevistas, semblanzas,
historias de vida. Reflexiones en torno a la bibliotecología indígena y comunitaria.

lunes, 30 de noviembre de 2020

Sobre la permanente necesidad de construir fondos orales en comunidades indígenas


Es necesario recordarnos el alcance de esta problemática, de algún modo implica reconocer el complejo tema de la identidad cultural indígena, situación que se torna crítica si consideramos el carácter ágrafo de dichas culturas originarias.

Conformar un fondo oral requiere de tiempo, una variable que se vincula con el trabajo de documentación. Este ejercicio incluye múltiples conflictos: comunidades que han sido forzadas a la migración, educación escolar sin posibilidad de interactuar con la lengua materna, ausencia de derechos a pesar de estar contemplados en la Constitución Nacional, casos de pobreza extrema en contextos tanto rurales como urbanos, enfermedades absolutamente evitables si se contara con acceso a recursos básicos de higiene, y largos etcéteras que harían muy extenso este listado.

En el contexto referenciado, la intervención bibliotecaria (mediante la construcción de documentos orales, cuyo objeto de estudio es el conocimiento oral propiciado por la familia indígena) permite fortalecer aspectos representativos de la identidad indígena según como lo entienden los propios miembros de las comunidades. En tal sentido, los fondos orales habilitan la recuperación de micro-historias, biografías locales, vocabularios, representaciones artísticas, memorias orales y conocimientos específicos de la cultura, que inciden en el fortalecimiento de la identidad indígena.

Dicha tipología, basada en colecciones sonoras accesibles en bibliotecas indígenas, representa el entendimiento local de las comunidades, por tratarse de conceptos interpelados en los propios códigos lingüísticos. Se trata de un trabajo colaborativo, que permite cultivar saberes mediante el tratamiento de la memoria oral, la oralidad primaria y la subjetividad del informante, desde una intervención respetuosa, donde los datos registrados no sean interpretados bajo concepciones folclóricas y/o paternalistas.

A lo largo del tiempo, las comunidades indígenas de Argentina han intentado mantener sus costumbres y tradiciones. Los conocimientos fueron verbalizados de generación en generación, con lo cual es posible medir el enorme grado de representatividad de las colecciones sonoras que registran saberes en la propia lengua, mediante un trabajo colaborativo realizado entre el bibliotecario y la comunidad. A modo de ejemplo, hubo casos de audios compartidos en el espacio de bibliotecas indígenas, que generaron participación de los niños y niñas, al reconocer la voz del entrevistado, del mismo modo, el acto motivó vincular el por qué de dicho testimonio en ese recinto, que pasaba a representar, sin advertirlo del todo, un espacio de socialización de los conocimientos recuperados.

Hay algo que se logra en ese trabajo mancomunado, pero parece que no se lo dimensionara en su justa medida. Lo que se salva es, en algunos casos, la interpretación de un conocimiento que se ha visto modificado a lo largo de las generaciones, donde están presentes los patrones culturales que intervienen en la comunicación de un saber tradicional, entendiendo el contexto desde donde se origina un intercambio verbal a través de relaciones interculturales. Generar dicho acervo conlleva una investigación previa por parte de un equipo interdisciplinario, lo cual constituye una de las principales fortalezas de lo que se entiende como “construcción social de conocimiento”.

En el caso de las comunidades indígenas, este proceso de significación cultural abarca un conjunto de valores, creencias, prácticas, destrezas y saberes, ofreciendo una interpretación local del conocimiento ancestral, lo cual implica concebir una actividad sociocultural constructiva del pasado histórico, a través de los recuerdos sociales de sus protagonistas. En este escenario, el entendimiento de la tradición oral, incluyendo conocimientos históricos, valores espirituales y prácticas ceremoniales ancestrales, atraviesa buena parte de los símbolos identitarios indígenas.

Se trata de una tarea que, en el actual contexto de pandemia, se ha visto interrumpida en las diferentes comunidades indígenas de Argentina, lo que representa un problema ante la imposibilidad momentánea de concebir un conjunto de documentos que represente, en sus contenidos, un puente entre la verdad y el conocimiento.

Como se advertirá, hay más preguntas que respuestas en esta interpelación que vincula un inevitable cruce de entendimientos. Probablemente, como ciudadanos no podamos más que cuestionar, quienes podrían hoy hacer ese tránsito, y hacia qué lugar discutir el concepto de identidad en los actuales relatos históricos.

viernes, 13 de noviembre de 2020

Servicios bibliotecarios a comunidades indígenas en Marcos Paz


En el contexto de las bibliotecas indígenas de Argentina, cabe diferenciar aquellas bibliotecas que, sin ser autodeclaradas indígenas por quienes las gestionan, han desarrollado colecciones específicas sobre culturas originarias, entre ellas merece destacarse la experiencia de la Biblioteca Popular Madre Tierra, ubicada en la localidad de Marcos Paz, zona oeste del conurbano bonaerense, quienes desde el año 2016 han brindado servicios bibliotecarios a familias pertenecientes a la Comunidad Qom 19 de abril -quienes migraron de Chaco a Isla Maciel (barrio Dock Sud, Avellaneda) para luego instalarse en Marcos Paz- así como migrantes aymaras de Bolivia y comunidades guaraníes que llegaron provenientes de Paraguay.

Buena parte de las novedades bibliográficas sobre pueblos originarios generaron una colección cuyos títulos fueron comentados en el sitio Facebook de la biblioteca, en especial cuentos clásicos de la literatura infantil traducidos para la comunidad qom, así como la organización de cursos de lengua Quechua Runa Simi, y Qomlaqtaq.

Las propuestas incluyen talleres de cerámica aborigen, sikus, bombo legüero, cosmovisión Andina-Amazónica (destacándose las charlas sobre el concepto Buen Vivir), bordado con técnicas mexicana, peruana e hindú, Teatro para adultos, y “Encuentro con las Palabras”, donde se comparten lecturas de textos en la comunidad.

Su responsable, el maestro Leandro Cledou (comunicación personal, noviembre 2019), ha buscado rescatar el conocimiento ancestral habilitando la difusión de documentos bilingües y la participación comunitaria, compartiendo el entendimiento de relacionar el espacio bibliotecario con el equilibrio armónico de los saberes indígenas.

La Biblioteca Popular Madre Tierra forma parte de ese tipo de unidades de información que simbolizan un grado de pertenencia hacia la historia de los pueblos aborígenes, consustanciados con la comunidad y adhiriendo a la difusión de causas, tanto locales como latinoamericanas, transitando el eje de la espiritualidad nativa.

Fuente consultada:

Sitio Facebook Biblioteca Popular Madre Tierra

Versión para El Orejiverde

http://www.elorejiverde.com/toda-la-tierra-es-una-sola-alma/5820-servicios-bibliotecarios-a-comunidades-indigenas-en-marcos-paz

Nota: el documento forma parte del artículo Bibliotecas indígenas de Argentina: paradigmas, resistencias y discontinuidades, presentado en el XXXIII Coloquio Internacional de Bibliotecarios, Guadalajara, México, del 2 al 4 de diciembre de 2019, cuyo texto se puede consultar en el siguiente enlace: http://eprints.rclis.org/40499/

lunes, 9 de noviembre de 2020

Robert Endean Gamboa, semblanza de un apasionado bibliotecario yucateco

Cada vez hay menos cosas en el mundo, si tuviéramos que reducir la expresión al pequeño espacio de nuestra profesión, la partida de Robert Alexander Endean Gamboa, ocurrida meses atrás, no deja de ser una triste verificación de lo que significan estas palabras.

Se trató de un bibliotecario inquieto, con múltiples intereses culturales, desprendido, participativo, crítico, constructor de nuevas posibilidades -técnicas y humanas- en nuestra disciplina. Analizó e interpeló conceptos, se involucró con grupos vulnerables –destacándose un soberbio trabajo, como coordinador, de la Biblioteca Digital Maya U Kúuchil Na'at– discutió sobre aspectos políticos, gremiales y educativos de la Bibliotecología, entre otros proyectos fue Jefe del Departamento de Acervos del Conservatorio Nacional de Música, dedicó mucho tiempo a la docencia, y ejerció una ética laboral que fue reconocida por sus pares.

Ausencias como estas no son posibles de reemplazar, la huella es honda, y para el que viene detrás, muchos entendimientos ya representan un camino sin malezas.

Leerlo recientemente ha sido redescubrir aspectos desconocidos de su personalidad, en muchos correos electrónicos compartidos entre colegas se encuentran sus palabras, marcadas por un contexto, acaso una suerte de guía de la cual aferrarse, para entender mejor los problemas, generalmente direccionados hacia distintos planos de comprensión. La palabra “Problemas” es clave en su obra, porque fue de los pocos que supieron interpelar el alcance de la Bibliotecología en sus innumerables escenarios, no privado de un amplio abordaje filosófico, donde cada término pronunciado encontraba fundamento al final de la frase, una permanente invitación a la construcción crítica, cívica y social del conocimiento.

Recuerdo una vez un escrito suyo, donde daba cuenta de una reunión entre colegas que lo había dejado desconcertado, Robert llegó a decirles que no existen las bibliotecas sin bibliotecarios, la razón de aquel enojo fue haber advertido cómo muchos bibliotecarios habían “caído en la trampa del sueño progresista, que exalta las tecnologías como la solución para todo, sin necesidad de que intervengamos las personas. Esta trampa es también la escotilla de la ignorancia, y gran cantidad de bibliotecarios jóvenes se encuentran presos de la ilustre ignorancia de los tecnólogos".

Hace unos años, había llegado a mis manos el número 43 de la Revista Fuentes de Bolivia, allí me detuve en una excelente reflexión de Robert titulada "la identidad de los bibliotecarios latinoamericanos", tema complejo si los hay, de múltiples aristas, en donde el autor tuvo por criterio recuperar, en la primer parte del texto, las actividades de algunos bibliotecarios, de esos que podemos ubicar como imprescindibles en contextos de "trinchera", como habitualmente se los suele llamar, labrando tareas en espacios comunitarios, con un fuerte sentido de responsabilidad social y ética profesional. Para este excelente y entrañable colega, la identidad bibliotecaria no existe o no es asumida o reconocida como tal, para lo cual era necesario "pensar al bibliotecario latinoamericano desde adentro".

Tenía motivos para reflexionar de esta manera, en su querido México, notó que las actividades culturales en contextos de fracturas sociales –ocasionadas por intervenciones políticas– invariablemente perdían apoyo gubernamental luego de un cambio del partido en el poder, en ese grupo estaban las bibliotecas. Se involucró con los problemas, así fueran sobre la situación de la Biblioteca Nacional, los repositorios, los gremios, el desempleo, los salarios, el individualismo, el derecho laboral, la formación del bibliotecario, la ética profesional, el rol social, en un listado que no pretende ser exhaustivo, a cada intervención le puso nombre y apellido, a través de foros, aulas y blogs.

En sus mensajes, siempre había espacios para los cambios de rumbo, para los interrogantes filosóficos, para habilitar las necesarias construcciones.

Decía esto de la profesión:

Es una bella disciplina, a veces ciencia y otras, arte, para cuyo ejercicio puede saberse poco o mucho. Se aprende algo de ella en las pláticas que dan los bibliotecarios, o en las visitas guiadas a las bibliotecas. Así, cualquier usuario se adentra en los misterios de un universo lleno de símbolos que le resultan desconocidos, y que como en las matemáticas pueden ser aburridos o fascinantes, dependiendo de las habilidades del guía.

Puede ser seria o lúdica, dependiendo de la ocasión y en una dialéctica que se me antoja necesaria para vivirla. Pues vivir la bibliotecología es más arte que ciencia, y por lo tanto tiene su propia estética que aporta una mirada especial a todos los que compartimos esta disciplina.

Vivir la bibliotecología es también participar en los problemas de esta disciplina y tener la posibilidad de negarse a padecer los problemas que se le imponen. Esto puede lograrse porque como toda gran disciplina, la bibliotecología tiene muchas entradas y salidas. De esta manera conviven en ellas quienes indican que el usuario es la razón de ser de la bibliotecología, aunque nunca quieran tratar con un usuario (este es un problema de la bibliotecología). Otro problema de la bibliotecología es el síndrome de la disciplina asediada, que lleva a minusvalorar todo el quehacer profesional. También están quienes dicen que la bibliotecología es una disciplina abierta, o quienes la adjetivan como cerrada e incapaz de jugar a la interdisciplina con otras profesiones, incluso de citar obras no-bibliotecológicas (estos son problemas impuestos a la bibliotecología).

Se enseña en escuelas, aunque las mismas no inculquen la vivencia de la bibliotecología, sino sólo su parte técnica, y recientemente algunas reflexiones deshilvanadas o almidonadas que quieren nombrarla ciencia. De esta manera, desde hace varias décadas se discute un problema impuesto que trata sobre la adscripción de la bibliotecología a alguna área disciplinar, así como se decide en cual capilla se verá mejor la estatuilla de un santo.

Varias veces mencionó sobre el paradigma de la profesión, las preguntas que compartió Endean Gamboa provocaron múltiples respuestas entre colegas, habilitados a participar por el mecanismo crítico impulsado por este gran bibliotecario yucateco, quien afirmaba lo siguiente: “Yo puedo desear que todo el mundo tenga acceso a la lectura, y repartir libros en las calles, plazas, jardines, playas, mercados y hasta bajo las piedras, quizá con la esperanza de que cualquier receptor lea el libro que le doy, y que no le vea cara de pan y se lo coma. Al respecto, viene a colación algo que leí hace mucho, en una novela de la poetisa mexicana Rosario Castellanos, cuando decía que le daría vergüenza dar uno de sus poemas a un pordiosero que le pide limosna.

¿La lectura puede cambiar el mundo? Freire ha propuesto un cambio personal con la lectura de libros, siempre que se realice luego de una lectura del mundo. Y es que la lectura, aun cuando se colectivice, redunda en un acto personal. De donde arribamos al valor de la persona, que a veces se olvida entre frases grandiosas y abstracciones divinas. ¿Toda lectura es parcial? Quizá esta cuestión tenga que ver con una fenomenología de la realidad que permite captar la lectura. De cierto, es muy común darnos cuenta de que, en la lectura, cuando se da, hay una selección. ¿Cómo se vincula la lectura al paradigma que pensamos?

Y las preguntas, infaltables en su abordaje, deberíamos tratar de encontrarles respuestas, si es que podamos pensar en una continuidad de su obra:

“Un paradigma de la bibliotecología es algo que suena muy serio. Tal vez deberíamos partir de preguntarnos algunas cosas, como ¿qué estudia la bibliotecología? ¿Cómo lo estudia? ¿Qué tipo de enunciados hace sobre eso que estudia? ¿Cuáles son los referentes de eso que estudia? ¿Quiénes se dedican a la bibliotecología? ¿Cómo se hace la bibliotecología? ¿Dónde se manifiesta la bibliotecología? ¿Cuál es su entorno? ¿Cómo se relaciona con ese entorno?...

Podemos pensar que es más fácil decir lo que no es la bibliotecología, y así decir que no es medicina, derecho, agricultura o música. Sin embargo, la bibliotecología contiene una bibliotecología médica (incluso con asociaciones, publicaciones, congresos, etc.), una bibliotecología jurídica, una agrícola y una musical, sin las cuales las primeras difícilmente serían como las conocemos. Y aquí surge otra cuestión paradigmática: ¿cuáles son las fronteras de la bibliotecología? Nos surge de inmediato el vértigo, pues la bibliotecología parece no tener límites. Está presente en todas las áreas disciplinares, a veces conducida por personas que no son reconocidas como bibliotecarios…

En alguna oportunidad, este bibliotecario fue muy claro al observar el derrotero histórico de las bibliotecas y la bibliotecología, al afirmar que “notamos que esas bibliotecas, los recursos que poseen y las redes de comunicación e información que se establecen alrededor de ellos, están insertos directamente en el orden social, político y cultural característicos de un entorno específico. También siguiendo la historia, Shera ha señalado un antes (con un bibliotecario erudito) y un ahora (con un bibliotecario funcional). A esto podemos agregar los intentos para hacer visible el quehacer bibliotecario en todos los países. Entonces surge una duda: ¿qué tan conveniente es que seamos invisibles? ¿Qué seamos sólo técnicos? ¿Qué tan conveniente para nuestra profesión es asumir esa situación de invisibilidad como una ventaja y sacarle partido?

Me resulta imposible una semblanza sobre su obra sin tomar como recurso el insertar sus comentarios, con la simple intención de poder mostrar cómo se analiza nuestra disciplina desde un criterio tan personal. En ocasión de discutir en las listas de Bibliotecología (práctica que lamentablemente se ha perdido), sobre la necesidad de establecer una estructura asociativa más horizontal para facilitar la comunicación entre los bibliotecarios, Robert consideró esencial abordar algunas barreras para poder concretar la idea:

1) la existencia de vacas sagradas como cabezas de gremio, que tienden a acaparar todo el poder de un coto delimitado por medio de una representatividad que acumulan en las escuelas, los colegios profesionales, algunas bibliotecas y las asociaciones. Para garantizar su sobrevivencia, establecen una red de lealtades, un sistema de méritos y fomentan el mito de la disciplina asediada como distintivo determinador de un eje nosotros-los otros. Al respecto del mito de la disciplina asediada, me refiero a la tendencia en los colegios a "educar" a los alumnos en un entorno en el que están perdiendo puestos de trabajo por su ocupación por personas ajenas a la profesión; también se inculca a los alumnos para salvaguardar su saber y no compartirlo con otras disciplinas, a fin de evitar su pérdida o enajenación por personas ajenas a la profesión.

2) la diferencia entre bibliotecarios profesionales y no-profesionales, que se basa en el sistema de méritos mencionado en el punto anterior y no en modelos de desarrollo profesional e individual.

3) la distinción entre bibliotecarios profesionales y empíricos, que delimita y desmotiva la participación de aquellos que han aprendido en cursos o diplomados, más que en las escuelas reconocidas. Al respecto, he conocido personas que han tomado tantos cursos de capacitación y diplomados, que podrían equipararse a una licenciatura e incluso a estudios de posgrado, pero que no tienen ningún reconocimiento en nuestro ambiente profesional.

4) la tendencia a uniformar criterios de colegios profesionales y asociaciones. En este caso, es oportuno señalar que en México cada vez más se exige a los miembros de las asociaciones que estudien en las escuelas, y se les empieza a segregar de capacitaciones y actividades exclusivas para bibliotecarios profesionales.

Para finalmente objetar, con su ya clásica mirada crítica: “Mientras los profesionales bibliotecarios seamos hacedores de nuestras propias torres de marfil, más que personas capaces de comunicar el conocimiento, será muy difícil romper las barreras que aquí menciono, mientras seguimos festejando días del bibliotecario en un jolgorio que se antoja más catártico que intento por comprender la realidad. Mientras no descubramos nuestro propio poder y sigamos sirviendo a los "poderosos", difícilmente podremos entablar un diálogo constructivo”.

Le debo a este bibliotecario haber incluido el concepto de neutralidad en la profesión, para debatirlo en una serie de encuestas con alumnos y alumnas pertenecientes a diferentes instituciones educativas de Buenos Aires, con el fin de corroborar si el tema se mencionaba y se trataba en clase. Por otra parte, compartí la preocupación que significa, como responsabilidad social, la incidencia que tienen los bibliotecarios/as al poner información en las manos de cualquier persona, la necesidad de solucionar los problemas causados por los cambios que permanentemente nos impactan como profesionales. En tal sentido, este maestro de Bibliotecología no ha caído en perpetuidades, ni se ha dejado enceguecer por los constantes deslumbramientos que, como fulgores, suelen apreciarse de manera profusa en el ámbito académico.

Robert Endean Gamboa escribió en 8 blogs que funcionaron como si fueran heterónimos, donde se permitió reflexionar sobre cuestiones ligadas con la información en sus diversos conjuntos, uno de ellos, Mexicanum Est Universale Mortem, daba cuenta de su fascinación por el tema de la muerte, escrituras que empezó a pergeñar a partir de los 50 años, profundamente influenciado por la pérdida de su abuela, un interés que vinculó su pasatiempo con las fotografías en panteones, acaso producto de haber presenciado la partida de parientes y amigos, probablemente una forma de salir adelante en medio de la tristeza.

En el blog Tianguis Libresco, escribió desde 2012 a 2019 textos relativos a cuestiones históricas, literarias y académicas, con revisión de archivos y documentos, básicamente sobre la historia de los libreros de mercado que hubo en la ciudad de México, quienes “junto a las cebollas y los jitomates, las blusas de china poblana y los huipiles, las carnes y los pescados... se instalaban con sus libros e invitaban a los paseantes a detenerse, mirar, hurgar y llevarse alguno de los volúmenes que tocara su corazón o su entendimiento.” La intención de este espacio fue promover la cultura y la lectura a través de la circulación de libros, el pequeño y vasto mundo de los manuscritos, los grabados y los dibujos en territorios marcados por la vocación.

Asimismo, en el blog Pro Patrimonio Documental de México, pretendió identificar, defender y fomentar el patrimonio documental de la Nación, así como contribuir a la conservación, organización, difusión, preservación y recuperación del patrimonio archivístico, bibliográfico y documental del país.

Pero si hubo un blog que me pareció cálido y ameno, fue “Una familia Gamboa de Hoctún, Yucatán” (la imagen de este texto fue extraída de ese espacio), cuyos contenidos versaban sobre temas familiares y estudios genealógicos, allí confiesa que lo que más le gustaba era la conversación “no hay nada más sabroso que platicar o escuchar las pláticas de otros. Por eso, era fanático de estar pegado a la sobremesa que se armaba cada domingo en casa de tía Frida. Por la misma razón, me gusta tanto mi familia, pues si algo sabe hacer muy bien es platicar”.

Llama la atención la necesidad de Robert por recuperar la memoria de sus ancestros: “como muchas familias de esta tierra, la mía está plena de historias y misterios, incógnitas y descendientes atolondrados que miran su pasado como una bruma que se pierde en la molicie de lo antiguo difícil de nombrar, casi imposible de invocar”.

En el blog Bibliotecas Mexicanas, que nació como complemento del blog “Problemas del Campo de la Información”(donde figuran la mayoría de los textos compartidos en esta semblanza), llevó adelante un lindo ejercicio, el de realizar crónicas sobre las bibliotecas que visitó, donde intentó mostrar las diferentes realidades de espacios bibliotecarios en contextos urbanos y rurales, especialmente visitas a bibliotecas públicas y universitarias, así como una semblanza, muy bien elaborada, sobre la Biblioteca Nacional de México, ubicada al sur de Ciudad Universitaria de la Universidad Autónoma de México (UNAM), en la cual Robert trabajó, durante más de una década, en la Hemeroteca Nacional, una suerte de tributo a su querido país.

Librarians' creativity fue otro de sus blogs, un tanto breve en este caso, escrito en inglés, sobre temas vinculados con las bibliotecas y el conocimiento. Finalmente, el blog “Notas de un impertinente y entrometido”, resultó un espacio donde discutió como pocos la realidad mexicana, política y bibliotecaria, en el que se intuye una influencia del poeta yucateco Ernesto Albertos Tenorio, figura literaria bajo la cual Robert encontró un paralelo con una biografía sobre Rimbaud, que marcó el tono de estas escrituras en cuanto a la claridad de los conceptos y las ideas que se requerían para formularlas, basta leer sus textos, agradables contrapuntos consustanciados con el compromiso profesional, para darnos cuenta que lo pudo lograr.

Podría estar horas incluyendo las reflexiones de este querido colega, verdadero artífice creador de universos simbólicos de información y conocimiento, por eso me parece válido recordar como finalizaba sus textos, expresándole al lector que, dada la complejidad del tema propuesto, corresponde seguir tratándolo en otra oportunidad…

Dice la tradición: “los antiguos mayas creían que, después de la muerte, el alma emprendía un camino al Xibalbá, o Inframundo, donde debía atravesar un río ayudado de un perro (el xoloitzcuintle), si llevaban una pieza de jade las cosas en el otro mundo les serían más fáciles…”

Ojalá este imprescindible bibliotecario yucateco haya tenido ese sereno tránsito.

Mtro. Robert Alexander Endean Gamboa (1962-2020)

Blogs del autor consultados:

Problemas del campo de la información

Mexicanum Est Universale Mortem

Tianguis Libresco

Pro Patrimonio Documental de México

Una familia Gamboa de Hoctún, Yucatán

Bibliotecas Mexicanas

Librarians' creativity

Notas de un Impertinente y entrometido

Fuentes consultadas:

Sobre la identidad de los bibliotecarios latinoamericanos [Blog Que Sabe Quien, septiembre de 2016]

http://librosvivientes.blogspot.com/2016/09/sobre-la-identidad-de-los.html

Robert Endean Gamboa y el paradigma de la biblioteca en contextos multiétnicos [Blog Que Sabe Quien, octubre de 2012]

http://librosvivientes.blogspot.com/2012/10/robert-endean-gamboa-y-el-paradigma-de.html