Espacio que pretende resguardar voces, experiencias y conocimientos desde el rol
social del bibliotecario. Documentación de archivos orales sobre el patrimonio cultural
intangible conservado en la memoria de los libros vivientes. Entrevistas, semblanzas,
historias de vida. Reflexiones en torno a la bibliotecología indígena y comunitaria.

jueves, 19 de noviembre de 2015

Ediciones El Mendrugo, precursora de las editoriales cartoneras


La irrupción de Elosía Cartonera en el año 2003, coincidente con el surgimiento de cooperativas, micro-emprendimientos, asambleas, agrupaciones barriales y movimientos sociales generados tras la crisis política y económica de 2001, le ha permitido ser reconocida por buena parte de la crítica académica y literaria como la primera Cooperativa, editorial y de reciclado cartonera del mundo, motivada en el enorme impacto que tuvo el formato de trabajo con libros de cartón, replicado en más de 20 países.
Sin embargo cabe destacar un antecedente previo en el mundo editorial cartonero, curiosamente ignorado por quienes investigaron dicho fenómeno popular, se trata de Ediciones El Mendrugo, de la poeta argentina Elena Jordana, quien a principios de los años 70 publicó libros encuadernados con cartón corrugado, impresos en papel kraft (o estraza) y atados con hilo sisal, con tipografía de sellos de goma, donde era preciso contar con pesadas máquinas de escribir capaces de perforar sobre el esténcil (técnica artística de decoración), para de este modo consignar los datos de título y autoría en las portadas, a la manera estética de los volantes universitarios.
Cada edición era distribuida personalmente por la propia autora, en sus viajes a México, Estados Unidos y Argentina. Entre los autores publicados figuran Nicanor Parra, Ernesto Sábato (quien cedió sus derechos de publicación para que el texto “Carta a un joven escritor”, con apoyo de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), fuera presentado en la Feria del Libro de 1974), Octavio Paz, Enrique Fierro, Juan de la Cabada, Guillermo Samperio, José Joaquín Blanco y Alejandro Sandoval entre una treintena de escritores. Como figura en la crónica periodística, cada libro se hacía individualmente entre amigos, con jarras de vino y canciones (la propia Elena estudió canto folclórico en sus inicios), incluso algunos libros iban acompañados de un morral de yute para que los lectores lo pudiesen llevar más cómodamente.
Elena Jordana, “la editora maga”, nació en Buenos Aires en 1934 (otras fuentes incluyen el año 1940), de padres españoles, tuvo una vida intensa dedicada a la literatura (estudiante de Filosofía y Letras, poeta, dramaturga, editora, traductora), fue la primer mujer que ganó el certamen Premio Nacional de Poesía, en 1978. Directora y fundadora de Cantares de España y Cancionero de América. Colaboradora de Casa de las Américas, El Día, El Nacional, Excélsior, El Sol de México, Los Universitarios, Plural, Revista Universidad de México, y Unomásuno. A los 23 años se va a vivir a New York, donde estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la Universidad de Columbia, allí vivió en total 9 años, radicándose posteriormente en México de 1972 a 1994. En una entrevista realizada por David Siller contó que mientras vivía en New York intentó publicar su primer libro, titulado "S.O.S. Aquí New York" pero nadie quería editarlo. Un día viajando en el Metro se le ocurrió la idea de utilizar pedazos de cartón para unir a las páginas mecanografiadas, de este modo surgió su primer libro. Su carácter bohemio y multifacético la llevó a relacionarse con innumerables escritores, quienes cedieron sus derechos de publicación en las ediciones cartoneras. Alguna vez discurrió sobre la función social de la poesía: "no lo sé, lo que sí creo es que la poesía está en todas partes, en ese jardinero que cuida el césped de la casa de enfrente, en la calle...en todas partes. La poesía, tan antigua como el hombre, es una necesidad básica, es el recrear la realidad".
Según lo consigna el editor mexicano Joaquín Diez-Canedo, el primer título que edita Elena Jordana es precisamente “Vuelta”, de Octavio Paz, en 1971, cuyos “Interiores y tapas, dobladas simplemente a la mitad, se reúnen con un trozo de mecate teñido de color y anudado por el lomo, a media altura”. Las tapas estaban impresas solamente por la cara en tinta violeta, con tipografía de sellos de goma e iban acompañadas de los citados morrales. Esta estética de trabajo, afirma el autor, fue contemporánea de la reconocida Imprenta Rascuache, perteneciente al editor, tipógrafo e impresor Juan Pascoe, quien por entonces, y contando con una prensa manual del siglo XIX, puso en marcha un taller de libros hechos a mano que más tarde recibiría el nombre de Martín Pescador.
Asimismo la experiencia de Ediciones El Mendrugo, en este caso sin la utilización de cartones, encontró continuadores en los Cuadernos de Estraza, del poeta Antonio Castañeda (realizados con dicho material, formando  pequeños cuadernos atados en la parte central por un cordel), que aparecieron a fines de los setenta; en la serie Papeles de Envolver/Colección Luna Hiena que al cuidado del también poeta Ángel José Fernández publicó la editorial de la Universidad Veracruzana entre 1982 y 1990, en la colección La Hoja Murmurante, de la editorial La Tinta del Alcatraz (utilizando papel de estraza y kraft), y en la editorial Papeles Privados del poeta xalapeño Mario del Valle (cuyas ediciones incluían grabados, encuadernaciones en pasta dura, piel y rústica, con serigrafías y pinturas que se comercializaban envueltas en estuches, estuches-atriles y cajas), por citar algunos casos de “editoriales marginales” que desarrollaban con bajos recursos una estética tipográfica particular (por otra parte excede la intención de este texto incluir un resumen de las ediciones artesanales o “libros de artistas” que en su mayor parte llevaron adelante los poetas utilizando todo tipo de recursos).
Entre la lista de títulos publicados por El Mendrugo se destacan los siguientes:
Nicanor Parra (Chile) Los profesores
Varios (New York) El taller con Nicanor Parra
Elena Jordana (Argentina) S.O.S. aquí New York
Ernesto Sábato (Argentina) Carta a un joven escritor
Octavio Paz (México) Vuelta
Stella Calloni (Argentina) Los subverdes
Igor Delgado (Venezuela) Ephephetae
Leonel Góngora (Colombia) 4 poemas íngrimos en Hardley retread
Marco Antonio Montes de Oca (México) Astillas
Juan de la Cabada (México) Vieja muestra: una chamaca y dos gringuitas
Fayad Jamís (Cuba) Poemas del fin del mundo
Iris Zavala (Puerto Rico) Poemas prescindibles
Manuel Durán (España) Cámara oscura
Varios (Nicaragua) Premio de poesía Leonel Rugada
Elena Jordana (Argentina) Poemas no mandados, Cartas no mandadas, En un reino remoto

Elena Jordana falleció en diciembre de 2008, justo cuando se terminó de imprimir su último libro “Umbrales”. En vida publicó algunos poemarios, difíciles de conseguir en el circuito editorial, entre ellos S.O.S. aquí Nueva York, Cartas no mandadas, Poemas no mandados, Mujer al sol, Diré lo mío, De mares y nómadas navegantes. Reconocida en certámenes literarios (Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 1978 por Poemas no mandados. Premio Nacional de Teatro Ramón López Velarde 1982 por Mujer al sol. Su poemario Poemas no mandados se incluye en la compilación “Premio de Poesía Aguascalientes 30 años, 1968-1977”. Dejó una marca imborrable entre sus colegas y amigos.
Ojalá que su memoria sea, para siempre, de lindos colores.
Volviendo a Eloísa Cartonera, cuesta imaginar cómo una idea supo generar semejante movimiento. Los responsables de aquella aventura aún siguen cortando y pintando cartón en un galpón de la Boca, la cooperativa-editorial cartonera pudo haberse quedado detenida en una mera expresión de deseos, algo provocó que tuvieran la necesidad de articular acciones bajo contextos emergentes urdidos en escenarios desfavorables, bien valdría preguntarse porqué nacen las ideas, y cómo es  que cada tanto se origina una cultura de la resistencia que da sustento moral a una inmensa minoría excluida de sus derechos, para después ofrecer una respuesta a la sociedad desde sus propias intervenciones, sin recursos, integrando amplios y relegados sectores de la sociedad.
Cuesta entender las concatenaciones del proyecto original, cómo la idea –que tanto a Elena Jordana como a Washington Cucurto se les ocurrió con 30 años de diferencia– traspasando fronteras reales y culturales, caló hondo en otros contextos, inspiró respuestas, acciones, motivos para conseguir los elementos necesarios para de este modo empezar nuevas ilusiones históricamente postergadas: simples cartones, témperas, acuarelas,  tijeras, plasticolas, hilos de coser, grampas, papel…
Allí andan aquellos que nacieron bajo una crisis política y social, y desde entonces encarnan una poética de la resistencia.
Nota:
La fotografía que ilustra este texto pertenece a quien suscribe, se trata de un libro de Ediciones El Mendrugo adquirido recientemente, 22 hojas de papel de estraza con sus tapas de cartón corrugado, y en el medio un cordel de hilo sisal. La impresión parece propia de una máquina de escribir eléctrica, se trata de Carta a un joven escritor, de Ernesto Sábato (3° edición, Argentina, mayo 1975), con el copyright de la Editorial Sudamericana e impreso en los Talleres Gráficos Torres (Bartolomé Mitre 1370, Buenos Aires, Argentina), en su primera página posee un sello con dos fechas (8 y 27 de julio de 1975) y la firma de quien probablemente fuera la compradora, una tal Silvina Castro Olivera. En el extremo superior izquierdo aparece tipeado en tinta violeta el nombre de la editorial, Ediciones El Mendrugo…
Quisiera creer (y tengo motivos) que la propia Elena Jordana dobló por la mitad este cartón que tengo en mis manos, invariablemente imagino el contexto, la poeta que corta el cartón, que une las hojas y que las guarda en un morral, atadas con un hilo. Algo tan simple como eso, y que tiene la enorme posibilidad de favorecer el acceso a la lectura.
Algo que bien sabemos los bibliotecarios, provoca una enorme dicha promover.
PD: El artículo final sobre editoriales cartoneras incluirá, aparte de los textos difundidos, un análisis sobre las diferentes manifestaciones surgidas de los movimientos cartoneros, en especial el apoyo suscitado por gran parte de las editoriales cartoneras hacia los escritores locales, las diferentes técnicas aplicadas sobre los libros de cartón, los casos de trabajos colaborativos en red, la posibilidad de generar libros cartoneros en comunidades indígenas y por último las experiencias de editoriales cartoneras en contextos carcelarios.

Bibliografía consultada

El antecedente  mexicano [Página 12, martes 3 de junio de 2008] Consultar en:

David Siller (s/a). La poesía, tan antigua como el hombre, está en la calle, en todas partes : Elena Jordana [entrevista]. Consultar en: http://www.unla.edu.ar/greenstone/collect/archived/index/assoc/HASH8d85/e5f9acc2.dir/doc.pdf

Eve Gil (2009). Ese minuto de locura [Blog "La trenza de Sor Juana IV] Consultar en: http://trenzamocha.blogspot.com.ar/2009/11/ese-minuto-de-locura.html

Ksenija Bilbija (2010). Borrón y cuento nuevo: las editoriales cartoneras latinoamericanas.  Consultar en: http://nuso.org/articulo/borron-y-cuento-nuevo-las-editoriales-cartoneras-latinoamericanas/

Joaquín Díez-Canedo (2008). Técnicas artesanales en los libros mexicanos (II) Consultar en:

Andrea Montiel Rimoch (2013). Los vuelos de la hoja murmurante. Consultar en: http://www.uam.mx/difusion/casadeltiempo/69_70_vi_jul_ago_2013/casa_del_tiempo_eIV_num_69_70_83_86.pdf

Blog "Rompecabezas" (2011). Taller Martín Pescador. Consultar en: http://laculturaenelabismo.blogspot.com.ar/2011/01/taller-martin-pescador.html

Luis de la Peña Martínez (2001). Antonio Castañeda (1938-2000): poeta, editor y cronista de cine. Consultar en: http://www.uam.mx/difusion/revista/mar2001/pena.html

Mario del Valle. Ediciones Papeles Privados [sitio Web] Consultar en: http://papelesprivados.weebly.com/ediciones-papeles-privados.html

lunes, 9 de noviembre de 2015

José Juncosa, antropólogo y editor de la Editorial Abya-Yala: Un puente entre la oralidad y la escritura del patrimonio cultural indígena.


Semblanza de José Enrique Juncosa, quien ha tenido una destacada participación en relación al espacio editorial sobre el mundo cultural indígena. A lo largo de su carrera profesional el autor ha realizado innumerables aportes sobre la revitalización de las lenguas originarias mediante programas editoriales. Como editor de la reconocida Editorial Abya Yala (significa “Tierra en plena madurez”, término sugerido por el líder aymará Takir Mamani para denominar al continente americano, proponiendo que todos los indígenas lo utilicen en sus documentos y declaraciones orales) ha colaborado en forma permanente para difundir al mundo occidental buena parte del conocimiento tradicional indígena.

Fecundo trabajo el de este antropólogo, ha sostenido que no basta con reconocer el carácter oral de una lengua, esta no sobrevive si no es estandarizada. Con el tiempo, Abya Yala se ha constituido en una plataforma editorial donde confluyen centros de investigación, universidades y movimientos sociales, ofreciendo la posibilidad concreta de publicar documentos de/sobre pueblos originarios.
Para José Juncosa, cada vez más, el bibliotecario es un investigador.

Palabras clave

ROL SOCIAL BIBLIOTECARIO; EDITORIAL ABYA YALA; PRODUCCIÓN DOCUMENTAL; BIBLIOTECAS INDÍGENAS

Noticia biográfica
José Enrique Juncosa (Salta, Argentina, 1956), Antropólogo. Director editorial de Abya Yala y Director de la Carrera de Antropología Aplicada de la Universidad Politécnica Salesiana de Ecuador. Es miembro del Grupo de Estudio sobre Pueblos indígenas, Interculturalidad y Estado, de la misma universidad. Ha publicado artículos sobre aspectos relacionados con Bibliotecas Indígenas, estudios sobre pueblos indígenas ecuatorianos, etnografías de comunicaciones verbales (especialmente la cultura Shuar), medio ambiente, chamanismo, medicina tradicional indígena, educación, religiosidad, historia, identidad cultural, filosofía andina, el concepto "buen vivir", así como diversas participaciones en congresos, seminarios y encuentros con especialistas de estudios indígenas de América Latina.

Entrevista  

Los inicios de la Editorial Abya Yala datan desde 1975 cuando se crea la Colección Mundo Shuar, considerando el actual escenario –donde coexisten múltiples publicaciones impresas y digitales– resulta necesario saber como ha sido posible sustentar semejante proyecto editorial a través de los años, sin perder calidad ni compromiso ético con el mundo cultural indígena.

Abya Yala ha podido sostener su propuesta no sin dificultades en base a la fidelidad a su principal intuición: difundir la temática indígena desde una perspectiva que ratifique el derecho de los pueblos indígenas a una existencia diferenciada. El ir asumiendo y superponiendo con el tiempo otros temas (desarrollo, economía solidaria, ecología, género...) no implicó abandonar aquel primer compromiso y más bien lo ha ratificado, enriquecido y diversificado pues los nuevos temas ponen en escena el mismo derecho a la diferencia pero desde otras perspectivas y desde otros actores sociales. Por lo tanto, de a poco, Abya Yala incluyó, junto a las demandas de los pueblos indígenas la de otros movimientos sociales. En los años '80 y '90 esas publicaciones y en general aquellas relacionadas con otros pueblos contribuyeron grandemente a modelar una opinión favorable respecto a sus demandas, sus derechos a las relaciones de inequidad y contribuyó, sin sustituir las actorías indígenas, a una mayor toma de conciencia sobre su situación y valoración como pueblos complejos, con poderosas tradiciones de pensamiento y enormes posibilidades de acción política.

Se sabe que el vínculo propiciado desde la editorial con el pueblo Shuar a logrado que su cultura tenga el mayor número de publicaciones existentes en el continente ¿Cómo percibe la comunidad el impacto suscitado en las diferentes publicaciones?.

En efecto, hoy el pueblo shuar cuenta con la mayor cantidad de publicaciones producidas por ellos mismos y por otros y, sobre todo, con el mayor número de publicaciones en su propio idioma, lo cual ha contribuido enormemente a la estandarización de la lengua shuar, el shuar chicham. La escritura, asimismo, ha conservado en el tiempo relatos, narrativas y saberes que hoy, seguramente, no circulan con la misma intensidad entre los jóvenes y están disponibles a su memoria. No sé qué piensan los Shuar sobre lo publicado sobre ellos, especialmente en relación con las investigaciones académicas, que conforman un conjunto muy compacto. Deberían decirlo ellos y seguramente nos encontraremos con opiniones heterogéneas. Siempre está el peligro de que lo que se dice sobre otros implique el riesgo de cosificarlos, de sobredeterminarlos innecesariamente, de oscurecer la realidad de los pueblos indígenas como pueblos que se transforman y deliberan continuamente sobre su futuro. También hay que reconocer que muchas publicaciones no tienen un impacto directo en su vida cotidiana, tal como ocurre en nuestro contexto académico, pero nunca se sabe lo que un escrito puede incidir a lo largo del tiempo. Los impactos de un libro son insospechados. Algunos lingüísticas nos cuentan que, en Estados Unidos, muchos jóvenes indígenas sometidos a un proceso de pérdida de su memoria colectiva empiezan a demandar a los centros de investigación  sobre su pueblo, su historia, sus lenguas... Pero lo que puedo decir es que su impacto hay que medirlo también en relación a la sociedad no shuar, a los lectores no indígenas.

Cuando el proyecto no era más que una idea ¿recuerda el momento en que surgió la necesidad de llevar adelante una editorial sobre temas indígenas?

El momento en el que se dio el salto entre una editorial circunscrita al pueblo shuar fue en los años '80, donde tuvo lugar un impulso muy fuerte del movimiento indígena continental alimentado por la emergencia de los pueblos amazónicos como nuevos actores. Esa emergencia fue clave y generó un clima social favorable que demandaba información y comunicación. También, la emergencia de la educación indígena intercultural potenció mucho una producción abierta a la realidad de todos los pueblos indígenas, sobre sus lenguas, su tradición oral, saberes, etc.

¿Cómo es el proceso de selección de los libros publicados?

El proceso de selección es muy simple, y ese es una clave importante de acción. Los libros llegan, no los buscamos y llegan todos los días y a cada momento. Si se trata de aportes académicos, miramos los marcos institucionales que respaldan un cierto nivel académico de la producción. Si se trata de libros que nos llegan desde los movimientos sociales, examinamos la vigencia de las redes que lo respaldan... en ambos casos nos preguntamos siempre quiénes están detrás además del autor, a cuáles redes de acción y conocimiento responde cada uno, qué propuesta alimenta... También, no pocos autores prestigiosos se constituyen en una suerte de consejo editorial permanente pues nos presentan nuevas propuestas de otros autores, sugieren búsquedas y proveen contactos, de tal manera que continuamente se evalúan propuestas y se toman decisiones al respecto. 
Hoy damos prioridad a los libros escritos por los mismos indígenas, por los mismos afroamericanos... de contribuir, con nuestras publicaciones a la visibilización de su pensamiento... salvo pocos casos, la decisión no demora más de una semana. Lo más difícil es cómo resolver los costos de producción para subsidiar su distribución porque en ningún caso un proyecto editorial como el nuestro es económicamente sostenible, pero es necesario sostener un proyecto así.

¿Tiene registro de que se hayan elaborado alfabetos en las culturas ágrafas vinculadas con la editorial?

No tenemos registro que se hayan elaborado alfabetos a partir de nuestras publicaciones pero muchas de ellas dan cuenta de esos procesos.

En el artículo Revitalización de las lenguas indígenas a través de programas editoriales usted ha dicho que “no basta con reconocer el carácter oral de una lengua, esta no sobrevive si no es estandarizada” ¿se sabe que lenguas indígenas han logrado estandarizarse desde la intervención de Abya-Yala? ¿hubo participación de bibliotecarios en este proceso?

La estandarización es un proceso muy complejo, que conlleva pérdidas, no solo ganancias pues debe escoger de entre las posibilidades solo aquellas que pueden ser reflejadas en la escritura. Pero es necesaria. Sin estandarización no habrá periódicos indígenas, no se podrán transcribir procesos legales en el marco de la justicia indígena... no habrá educación indígena de desarrollo lingüístico, no es un asunto de bibliotecarios, solamente, sino de las organizaciones indígenas, de las políticas públicas y de los académicos. 

¿Qué opina del rol social del bibliotecario?

Yo creo que de cara a los pueblos indígenas, el rol social de los bibliotecarios es contribuir a recoger, sistematizar, visibilizar, publicar aportes que puedan contribuir no solo a la recuperación cultural y lingüistica de los pueblos indígenas sino también a proporcionar documentación que contribuya a sostener la demanda por sus tierras, buscando documentos históricos, por ejemplo. Hoy día son muy útiles las referencias históricas, testimonios de viajeros, que atestiguan la presencia indígena en ciertos territorios disputados con empresas o el Estado... buscarlos, ordenarlos y ponerlos a disposición es una tarea enorme. Cada vez más, el bibliotecario es un investigador. 

Siendo que ustedes trabajan con libros ¿Qué siente cuando se habla de la inevitable desaparición del libro?

El libro no desaparecerá, encontrará otras formas de llegar al lector. Si no es impreso, podremos acceder a él en formato digital. Nosotros ya lo hacemos: estamos pasando del formato papel al formato digital. El libro no desaparece, se transforma. 

¿Es posible mencionar un libro del catálogo que por diversos motivos le tenga mucho aprecio? (ya sea por el contenido, por lo que significó publicarlo, por lo que generó entre los lectores)

Nuestro catálogo se acerca ya a los 2800 títulos, pero si debo escoger uno por su significado se trata de uno muy reciente: “Disciplinar a los salvajes, violentar las disciplinas” de Martin Nakata. Tiene un valor muy especial porque su autor es un indígena polinesio que relata el impacto sobre su pueblo de las misiones religiosas y científicas. Se trata de su tesis doctoral.

Siendo que la editorial participó de una iniciativa de capacitación para profesores bilingües ¿existe un vínculo intercultural entre la educación escolar tradicional y la educación familiar indígena? ¿existe mutuo interés entre ambos espacios? 

En el marco de la educación indígena, el vínculo entre familia, comunidad y escuela ha sido siempre muy rico. La escuela, de alguna manera, es muy cercana a la comunidad y a la familia quienes ejercen una especie de veeduría permanente sobre ella. Con la creciente ingerencia del Estado en la educación indígena, necesaria por cierto porque constituye su responsabilidad, se corre el riesgo de dejar todo a la administración y supervisión central, debilitando cuando no ignorando los vínculos y relaciones con la familia y la comunidad que le dieron sentido. No hay que ver la educación indígena como reservorio del pasado. Es un espacio de memoria, sí, pero también de evaluación de los cambios y transformaciones, de asumir aquellos nuevos saberes necesarios e indispensables para persistir y sobrevivir en medio de los cambios. 

Con el tiempo Abya Yala a publicado materiales con otros editores (Universidad Andina Simón Bolivar, FLACSO, Instituto Francés de Estudios Andinos) ¿cómo se generó el interés por las coediciones?

Abya Yala siempre ha publicado en coedición, que ha sido la clave de su éxito. No podemos hacer las cosas solos y compartir aportes (costos de traducción, de edición, de impresión) es necesario para sostener la producción y difusión de los textos. Abya Yala se ha constituido, por así decirlo en la plataforma editorial de centros de investigación, universidades y movimientos sociales... más que proponentes son nuestros socios en una empresa común y compromisos compartidos. 

¿Cómo definiría a un bibliotecario?

La definición de bibliotecario que sugerimos es la siguiente: es aquel que pone a disposición de los pueblos indígenas y comunidades información relevante para su futuro, para ejercer sus derechos, para recuperar su memoria histórica...
Nota: la entrevista fue publicada en Fuentes, revista de la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional de Bolivia, en octubre de 2015, vol.9, no.39, ISSN 1997-4485