Espacio que pretende resguardar voces, experiencias y conocimientos desde el rol
social del bibliotecario. Documentación de archivos orales sobre el patrimonio cultural
intangible conservado en la memoria de los libros vivientes. Entrevistas, semblanzas,
historias de vida. Reflexiones en torno a la bibliotecología indígena y comunitaria.

jueves, 27 de diciembre de 2018

Tejiendo oralituras de norte a sur, por los caminos de Aminta Peláez Guariyu


Hay algo que descubre Aminta Peláez Guariyu, Etnoeducadora y escritora wayuu, ni más ni menos que la hilatura de un concepto que se ha tornado visible en distintas comunidades indígenas latinoamericanas, lo ha podido analizar en su reciente trabajo aún no publicado -producto de una residencia artística entre Colombia y Argentina, y que tituló “Tejiendo oralituras de norte a sur: Un cruce de caminos entre las narrativas de los pueblos originarios de Argentina y el pueblo Wayuu de Colombia”- una investigación que probablemente podamos consustanciar con la simbólica imagen de un tejido que se va hilando a sí mismo, acaso un modo de hilvanar el complejo proceso de la oralidad, que atraviesa el plano de los pueblos originarios, aquello que es preciso documentar para que los andares no se pierdan, más allá de las junturas trazadas con piedras en los caminos, más allá de esa memoria perpetua que nos une a pesar de las diferencias.

No ha sido fácil para Aminta desandar esos territorios, investigó lo más que pudo, encontrándose con silencios pero también con interpretaciones de interpretaciones, y corroboró con su inquietud que los proyectos son posibles y realizables cuando se cuenta con el apoyo de “conspiradores de sueños que se van tejiendo en el camino”, de ese sentido y esa construcción resulta su reciente aporte al necesario concepto de la oralitura.

En la investigación se desprenden diferentes abordajes, centrados en la tradición oral e iconografía, donde pone de manifiesto la necesidad de estudiar símbolos y significados a partir de la escritura, este abordaje la llevó a entender que cuando los individuos construyen el significado de las cosas, en algún punto tienen la necesidad de ponerle un nombre a algo que ya tiene existencia y significación, esta situación es propia de quienes investigan conceptos, la necesidad de nombrarlos confiere límites a un territorio en gestación, en donde las ideas se van entrelazando con el contexto, todo lo que allí ocurre precisará ser dirimido, en ese escenario Aminta consultó a diferentes autores para poder construir sus ideas, en relación a un entendimiento que fue generando un sentido de arborescencia entre la oralidad y la escritura.

La autora revisa términos relativamente recientes como el de las “textualidades oralitegráficas” trazados en su momento por el investigador colombiano Miguel Rocha, que vincula el amplio conjunto de símbolos existentes en el arte rupestre, visibles en los tejidos y en el maquillaje facial-corporal, y cuya comprensión atraviesa el campo de la semiología en su estudio del signo y su significado social.

Así también aborda el papel de los palabreros wayuu como sistema normativo dentro del contexto intercultural colombiano, y el valor que refiere al uso de la palabra entre estos intermediarios en situaciones de conflicto, un contexto que como lectores ajenos al territorio nos otorga elementos para vincular el entendimiento de la tradición oral en bibliotecas indígenas, la idea de  bibliotecario-puente que propicia diferentes construcciones sociales trabajando documentos en forma bilingüe, aprovechando el inmenso caudal que generan las prácticas de conocimiento desde la educación familiar indígena.


Otro de los aportes sustanciales del documento son los que refieren a la literatura indígena generada tanto en Argentina como en Colombia, en donde la investigadora ha recogido experiencias registradas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (desde la cátedra de Etnolingüística, donde se presentaron relatos narrados en lengua materna de diferentes pueblos indígenas), pasando por lo ocurrido en la Universidad Tres de Febrero (UNTREF), donde a instancias del antropólogo Carlos Martínez Sarasola se impulsó la Especialización en Estudios Indoamericanos, proponiendo una mirada endógena desde una perspectiva antropológica, etnohistórica y transcultural. Así también se recuperaron experiencias de escritores bilingües como los casos del docente colla Zixto Zuleta (Toqo), o el maestro wichí Laureano Segovia, o testimonios recuperados desde entrevistas realizadas por el Orejiverde, difundiendo expresiones artísticas, culturales y sociales de las distintas comunidades del país.

En lo que se refiere al concepto de oralitura es posible entender un vínculo con la memoria histórica de los pueblos, el “renacer de la palabra antigua”, allí muchos poetas y narradores indígenas se han nutrido de construcciones orales trazando un devenir hacia distintas formas de escritura, en donde no está ausente el carácter interrogativo con el cual se forjaron variadas adscripciones, propias de un patrimonio cultural en situación vulnerable. En este sentido Aminta ofrece un gran aporte en cuanto al entendimiento de la poesía entre ambos mundos, lo que para el paisano se puede comprender bajo el plano del conocimiento étnico, para la sociedad occidental no deja de ser la expresión de un género literario.

Para llegar a estos abordajes Aminta Pelaez centró su atención en las experiencias registradas en comunidades wayuu (ofreciendo muchos datos de autores originarios), así como el recorrido que realiza por nuestro país, donde pudo conversar con escritores y cantantes de diferentes culturas, estudiando la vinculación de la espiritualidad, la dualidad y la reciprocidad con la oralidad indígena, dentro de los escenarios musicales, artísticos y literarios. Finalmente se pregunta si es posible una educación intercultural en Abya Yala (Tierra en plena madurez, tierra de sangre vital. Continente americano en lengua Kuna), y las respuestas, arbóreas, múltiples, dinámicas, las encuentra en varios contextos, ya sea en los programas de la educación intercultural bilingüe, en la modificación de ciertas leyes que habilitan nuevos escenarios jurídicos, en la organización de becas para estudiantes indígenas o en las nuevas expresiones artísticas que cada vez son más frecuentes en el mundo aborigen, por citar solo algunas, todo esto la llevó a comprender que en Argentina la etnoliteratura es un espacio poco trabajado pero con posibilidades de crecimiento continuo, he allí el desafío, integrar diferentes construcciones Interculturales que contemplen los valores, creencias y conocimientos de los pueblos originarios, que el saber de los chamanes, ancianos y caciques se integre a la escuela pública, algo tan simple y a la vez necesario como eso, que permita recuperar parte de lo que como sociedad ya hemos perdido.

La diversidad cultural indígena que observa Aminta se advierte en ambos territorios, tal como lo señaló Carlos Martínez Sarasola la República Argentina no es solamente la confrontación de dos matrices culturales antagónicas como lo han sido los pueblos originarios y los conquistadores españoles, sino también se entremezclan complejos factores socioculturales como los inmigrantes europeos, la conformación de núcleos "cerrados" de colonias extranjeras en distintos puntos del país (los turcos en el noroeste, los galeses en el sur, los alemanes y polacos de Misiones, los ingleses de Santa Fe, los inmigrantes del sudeste asiático en Buenos Aires), a lo que hay que sumarle los permanentes procesos migratorios de los países limítrofes, toda una dinámica que hace a la conformación de un sentido de pertenencia, y lo que implica en dicho entendimiento la noción de identidad, en Colombia la investigadora nos recuerda que los grupos étnicos en La Guajira no se limitan a los indígenas wayuu, sino que también coexisten wiwas, koguis, afrodescendientes así como también colonias turco-libanesas, sociedades que conforman una rica heterogeneidad cultural, cuyo permanente entrelazamiento resulta, en palabras de Aminta Peláez “una invitación al diálogo intercultural e intergeneracional, a la revitalización de las lenguas originarias, a la creación y re-creación de nuevas narrativas”.

Alguna vez, el gran arqueólogo argentino Horacio Rex González, encontró en sus trabajos de campo una similitud entre unas vasijas descubiertas en el Noroeste argentino y unas de Belén (Palestina), cuyos orígenes se remontaban en algunos casos a dos mil años de diferencia, en ambos tipos de urnas el fondo del recipiente estaba salpicado en forma muy similar con pintura negra, para el arqueólogo esto era un misterio, porque si bien había 2000 años de distancia entre ambas culturas la probabilidad de un contacto era algo para lo cual solo cabe el asombro.


Aminta recuperó una situación similar entre los wayuu del norte y los pilagá del sur, que dado la gran distancia geográfica que separaban ambas culturas, resultaría complicado pensar en las posibilidades de una comunicación entre estos pueblos en tiempos ancestrales, sin embargo se encontraron similitudes entre algunos tambores del pueblo qom, utilizado a orillas del Río Pilcomayo, con la kaasha, instrumento musical wayuu que acompaña distintos acontecimientos comunitarios como la yonna (baile tradicional que a su vez representa un rito simbólico entre el cosmos y los seres humanos), tanto la forma como los materiales usados en su elaboración tienen un significado simbólico a partir de las narrativas ancestrales, hasta el momento no es posible aseverar una coincidencia basada en hechos comunicativos concretos, pero la sola advertencia plantea un ejercicio de apertura a seguir investigando en la profundidad de esas posibles relaciones.

Dejo para el final mi agradecimiento a la autora por haber tenido la gentileza de mencionarme en su trabajo, hecho que me gratifica y que me hace dar cuenta de la empatía que se advierte en los caminos recorridos, la simple ofrenda de una pequeña piedra sobre una apacheta que sabe a memoria.

Fuente consultada:

Tejiendo oralituras de norte a sur: Un cruce de caminos entre las narrativas de los pueblos originarios de Argentina y el pueblo Wayuu de Colombia (Proyecto ganador de la convocatoria Residencias artísticas Colombia - Argentina).
Aminta Peláez Guariyu. Etnoeducadora y escritora wayuu. Residente artística Colombia – Argentina. Informe presentado a:  Programa Nacional de Estímulos. 
Ministerio de Cultura del gobierno de Colombia, Septiembre de 2018.

Versión para El Orejiverde:

A modo de epílogo:
Quería enviar un saludo para quienes han acompañado estos andares por los caminos de la bibliotecología, esperando que nuevas inquietudes pueblen sus anhelos, que lo compartido sirva para construir conocimiento, que las ideas nos complementen, y que aquello denominado pensamiento crítico sea algo más que una frase bien intencionada.

Feliz año amigos, y hasta la próxima.
Daniel Canosa

lunes, 24 de diciembre de 2018

Una vida ética que marchó en silencio



A vísperas de la noche buena, se fue a los 91 años el gran Osvaldo Bayer.

En momentos tan inciertos como este largo anochecer que como país estamos transitando, lo que menos necesitamos es que hombres como Osvaldo se vayan en silencio, bien sabemos que su obra hablará por el, pero nos hacía falta el historiador, nos hacía falta el investigador, nos hacía falta el periodista.

Pocas veces un andar tan respetable estuvo acompañando de una actitud recta, con principios éticos, diciendo con palabras medidas simplemente lo que como sociedad necesitábamos escuchar, así ha sido siempre con Osvaldo Bayer, el argumento incuestionable, consustanciado por la búsqueda de verdad, por el rigor periodístico, por el deseo de justicia.

Ese “rebelde esperanzado” como lo describieron sus contemporáneos, ya no estará para representar la lucha por los derechos humanos y la defensa de los pueblos originarios, con cariño se lo recuerda en este video, donde como un niño con razones de adulto, tuvo el gesto de cambiar el nombre a la calle Coronel Rauch por “Arbolito": https://www.youtube.com/watch?v=gtk74270s80

Acaso un rasgo de justicia poética, y bien sabemos que ese tipo de actitudes, en su larga trayectoria, no deja de ser una mínima anécdota, pero que nos hace dar cuenta, al menos por un momento –en este esfuerzo por intentar medir lo que construyó con su escritura– que algunos derrotados finalmente alcanzan la victoria.

Gracias maestro por tanta lucha, por no haber aflojado hasta el final, por darnos motivos para seguir resistiendo.





jueves, 20 de diciembre de 2018

Los andares solidarios de Olga Lubel


De tanto en tanto surgen acciones anónimas desarrolladas en contextos comunitarios, cuyas iniciativas logran mejorar la calidad de vida de quienes comparten un entorno atravesado por planos culturales, sociales y educativos, es un poco el caso de Olga Lubel, una lectora empedernida quien desde hace más de 20 años lleva adelante una serie de emprendimientos en el pueblo de Vaqueros, ubicado en la provincia de Salta, relacionado con el mundo de las bibliotecas populares, desde donde realizó una serie de actividades vinculadas con el acercamiento a los libros y el sostenimiento económico de las comunidades salteñas.

Sus proyectos se encuentran enmarcados bajo el entendimiento del cooperativismo y el desarrollo sustentable en comunidades, esta mujer ha sido artífice del Trueque comunitario en Vaqueros (año 1999), fundadora junto a un grupo de la Asociación Comunitaria y Biblioteca Popular El Molino, ha participado con temáticas de huertas comunitarias, servicios de extensión bibliotecarios, fundadora del reconocido Mercado Vaquereño así como colaboraciones académicas en problemáticas de soberanía alimentaria en la Universidad Nacional de Salta.

Pareciera que allí donde hay un evento solidario está Olga detrás.

Si tan solo pudiéramos reducir su trabajo a lo realizado en el Mercado Vaquereño ya tendríamos bastante para analizar, en este espacio comunitario, propio de horticultores, artesanos, productores gastronómicos, luthiers, panaderos, botánicos, artistas y viveros, se ha incrementado con el paso del tiempo la cantidad de puestos habilitados para feriantes del pueblo y de localidades cercanas, allí todos tienen una oportunidad para sostener la economía familiar, propuesta que marcó una alternativa para que los productores regionales, no sólo de Vaqueros sino también de localidades y barrios cercanos como La Caldera, La Calderilla, Lesser, Ciudad del Milagro o Potrero de Castilla, puedan vender sus productos y socializar con los vecinos, mismo Olga cuenta con una pequeña productora en la Finca La Huella, donde elabora dulces orgánicos, conservas, quesos de cabra saborizados y productos de la huerta.

No hay límites para la oferta de mercaderías, y es en cierto modo una característica que diferencia al Mercado de Vaqueros de otros sitios similares, allí se realizan medicinas naturales, elaboradas con plantas de la zona, panes integrales, pastas, diseño textil, empanadas, plantines de especies aromáticas, papines andinos, instrumentos musicales, expresiones artísticas, artesanías y tejidos, los productores saben que siempre tendrán un espacio basado en las reglas no escritas del comercio justo y las actividades sustentables en el tiempo.


En este tipo de eventos propios de la sociedad salteña, buena parte de la gente se encuentra para expresarse, para compartir lo que cada uno sabe, para socializar conocimientos, un poco el sentido de las bibliotecas como lugares de encuentro y de construcción de saberes. Desde los inicios, la feria se hace el sábado posterior al Inti Raymi (ceremonia incaica y andina celebrada en honor de Inti, que se realiza cada solsticio de invierno) simbolizando el inicio de un ciclo, allí el pueblo se reúne sobre la ruta 9, en la Canchita de Pérez, Vaqueros, para sostener una tradición con su presencia.

Dicen los que estuvieron en esos senderos, que pasear entre los puestos remite al espíritu de las antiguas romerías de los pueblos del interior, experiencia que el paso del tiempo fue mutando en otro devenir, algo que parece estático, pero que sin embargo encierra una profunda complejidad.

Sobre el sentido de esta propuesta, Olga afirma lo siguiente: “Siempre quisimos que tuviera esa cosa de feria de pueblo que había antes. Donde aparte de lo comercial se iba en búsqueda de un encuentro. Y se podía disfrutar de espectáculos, de música”, un delicado equilibrio que se construye “en la horizontalidad de las decisiones” tomadas en asambleas bajo el entendimiento del bien común, como toda obra colectiva atravesada por un espíritu solidario.

Muchos de sus artesanos reproducen piezas escultóricas que remiten a las culturas originarias, tomando como referencia figuras inspiradas en el trabajo de los Yatiris, curanderos tradicionales de la cultura aymara, entre los que se destacan petroglifos americanos precolombinos. Muchos huerteros viajan desde comunidades lejanas para vender lo cosechado en su región, todo un contexto de agricultura familiar que subsiste sin ayuda del Estado.

Otro de sus proyectos ha sido “la Granjuela”, en su Finca La Huella, motivando otro tipo de entendimiento entre los niños, quienes asisten en visitas escolares a la granja educativa, logrando con los años que muchas escuelas hayan incluido esta experiencia como parte de una currícula desde donde se habilita una enseñanza integradora en relación al contacto con la naturaleza, es realmente importante que en esa etapa de la niñez se tome contacto con otras formas de comunicar conocimiento, en este caso el aporte de Olga es sumamente enriquecedor para forjar otro tipo de conciencia en directa vinculación con el aprendizaje y la creatividad.

Es posible afirmar que los andares de Olga Lubel dan optimismo porque habilitan respuestas a demandas genuinas de quienes viven en contextos vulnerables. Aquellos que trabajan la tierra y cultivan la memoria saben de qué estamos hablando.

Personalmente agradezco mucho a Marcela Álvarez por la gentileza en compartir información e imágenes sobre Olga Lubel, con sincero afecto.


Fuentes consultadas:

Mercado Vaquereño
Ruta 9, Canchita de Perez (1.295,19 km) Vaqueros, Salta, Argentina.

Biblioteca Popular El Molino

Entrevista a Olga Lubel

Hecho en Salta

El tribuno

Versión para El Orejiverde:
http://www.elorejiverde.com/buen-vivir/4701-los-andares-solidarios-de-olga-lubel