Espacio que pretende resguardar voces, experiencias y conocimientos desde el rol
social del bibliotecario. Documentación de archivos orales sobre el patrimonio cultural
intangible conservado en la memoria de los libros vivientes. Entrevistas, semblanzas,
historias de vida. Reflexiones en torno a la bibliotecología indígena y comunitaria.

sábado, 19 de febrero de 2022

Casa de la Poesía Evaristo Carriego, 10 años después

Hace poco, se conoció la feliz noticia de la reapertura de la Casa de Poesía Evaristo Carriego, una  experiencia que podría situarse tanto en el plano de la bibliotecología como de la literatura, simbólico espacio donde supieron cruzarse, desde principios de los años 90, un número indefinido de poetas que una década más tarde estarían etiquetados bajo un rótulo generacional, en ese contexto eran comunes las ferias de poesía en donde los escritores podían vender sus libros, recitar sus versos, compartir eventos con artistas, filósofos, músicos y pintores, discutir tendencias, conceptos, métodos, a la vuelta de todo eso, la Biblioteca Evaristo Carriego era un punto de encuentro, allí se desarrollaban infinidad de talleres, recitales, presentaciones de libros, los que íbamos en aquella época (me incluyo tardíamente) entrábamos y salíamos en diferentes momentos, la colección de libros era el resultado de un movimiento literario con fuerte impronta en el rol social de la escritura.

Se trata de un espacio que contó con su propia revista, titulada “Casi Libros”, bajo la dirección de Santiago Vega (cuando aún no era Washington Cucurto) y la producción de Guadalupe Salomón, quien tanto tuvo que ver en la organización de la biblioteca, aquella publicación tuvo por colaboradores a Daniel García Helder -poeta de poetas, inmenso crítico literario- y Josefina Darriba, quien fue parte del imprescindible “Diario de Poesía”. Los textos se editaban en distintos formatos impresos, en algunos casos se publicaban poemas ilustrados en posters y en formato fanzine con números especiales dedicados a un poeta y un ilustrador, el movimiento fue permanente.

En tal sentido, abordar la ciclópea tarea de recopilar los eventos, talleres y encuentros generados por Casa de la Poesía en aquellos años sería inabarcable, allí era posible asistir a una serie de propuestas que en muchos casos se articulaban en forma semanal, por ejemplo “Gente de Lunes”, un club de lectores que tenían un ciclo de lecturas y producción grupal de textos, el Club de lectores Juvenil, coordinado por César Rojas, que incluía recital abierto de los miembros del club y fiesta de cierre, la “Poesía de paso”, con recitales de escritores, en donde solía participar Arturo Carrera, un inquieto personaje que dejó su huella en múltiples escenarios culturales, los días sábados incluso se realizaban fiestas con “música de salón” y lecturas poéticas, coordinadas por Laura Lobov  y Nicolás Pinkus. No estaban ausentes los debates entre escritores y los recitados con textos teatralizados. Los fines de año eran frecuentes las reuniones de poetas con músicos invitados organizada por los ciclos Flora y Fauna y Poéticas en la revuelta, de las coordinadoras Mónica Sifrim y SilviaManzini.

Pero también había actividades por fuera de la Casa de la Poesía, uno de los eventos más particulares fue el de Poesía al Borda, donde se realizaban lecturas en el Hospital José T. Borda, un ciclo que fue coordinado por Damián Ríos, Martín de Souza y César Rojas. Otro caso emblemático que cruzaba la poesía social hacia nuevas posibilidades de escritura fue el Ciclo de análisis y producción de textos en la Cárcel de Mujeres de Ezeiza, coordinado por María Medrano. También se destacó una clínica de traducción de poesía titulada “Los Traidores”, a cargo de Mirta Rosenberg, que incluía en ocasiones visitas de escritores/as extranjeros.

Muchos poetas de entonces, que participaban directa o indirectamente de la Casa de la Poesía, expresaron sus ideas y conectaron experiencias con espacios públicos en diferentes circunstancias, por esos pasillos han estado entre otros, Fernando Noy, Arnaldo Calveyra, Alberto Laiseca, Dolores Etchecopar, María del Carmen Colombo, Selva Dipasquale, Concha García, Diana Bellesi, Gabriela Bejerman, Romina Freschi, Vivian Lofiego, Lola Arias, Santiago Pintabona, Walter Cassara, Luis Bacigalupo, Liliana Heer, Máximo Simpson, Paulina Vinderman, Fabián Casas, Griselda García y tantos otros.

En ocasiones, en el Parque Lezama se organizaban encuentros, la vez que estuve, los organizadores de Casa de la Poesía ataron cuerdas entre árboles para que los poetas colgaran con broches sus poemas, los escritores se sentaban en el pasto y miraban si los lectores retiraban los papeles abrochados, la fecha es imprecisa, también la ubicación real de aquella experiencia. Mucha gente circulaba por allí, colectivos heterogéneos con propuestas dispares compartían sus inquietudes literarias y proyectos editoriales.

En este paseo por la memoria, aparece en forma difusa un encuentro realizado en el barrio de la Boca, se trató de la organización de una feria de poesía en un recinto cerrado, con mesas en filas largas y un pequeño escenario donde cada uno podía recitar si quería, no existía orden ni criterio alguno de lectura, había un micrófono y cada uno podía hacer lo que quisiera, cada tanto pasaba Santiago Vega (aún no existía Eloísa Cartonera) que a modo de improvisado animador invitaba a la lectura y consumo de poesía, entre vasos de plástico, empanadas y cumbia, todo un universo fluctuante en el cual era posible encontrar nuevas escrituras, extraños artefactos que dejaban en evidencia un ejercicio distinto con los versos, una serie de construcciones acaso fractales que se correspondía con el contexto social de aquellos años.

Pienso que esa generación supo articular un modo de representar dicha realidad, y que en tal sentido, la ubicación de una biblioteca especializada en el género "que menos vende" tenía que tener un rol concreto, un espacio donde debatir cuestiones estéticas, bajo miradas críticas, en el que se desprendan los componentes sociales, culturales y políticos que en esos recovecos se estaban gestando, hoy diría que sería bueno que aquellos que estuvieron vuelvan a formar parte, que 30 años después nos digan como se modificaron esas lecturas, qué pudieron analizar de los azarosos vaivenes de un país como Argentina, donde todo cambia en pocos ciclos, bajo el cual la literatura supo permear las disyuntivas y entelequias mediante un trabajo permanente con las palabras.

La noticia dice que Juan Desiderio, poeta y bibliotecario, se encuentra a cargo de esta nueva etapa de la casa Evaristo Carriego, enhorabuena. Por el potencial que tiene este espacio, es realmente inimaginable la cantidad de proyectos que pueden llegar a desarrollarse, ojalá pueda enriquecer nuevos rumbos, que pueda lograr que muchos vuelvan, que otras cosas puedan decirse.

Fuentes consultadas:

La Biblioteca Evaristo Carriego vuelve a abrir sus puertas.

https://www.buenosaires.gob.ar/cultura/bibliotecas/noticias/la-biblioteca-evaristo-carriego-vuelve-abrir-sus-puertas

Reabrió la Biblioteca Evaristo Carriego como refugio de la poesía

https://www.clarin.com/cultura/reabren-biblioteca-evaristo-carriego-solo-libros-poesia_0_Q6xrnrOQ6V.html

Casa de la Poesía Evaristo Carriego
Honduras 3784 Ciudad Autónoma de Buenos Aires / teléfono 4963-2194