Espacio que pretende resguardar voces, experiencias y conocimientos desde el rol
social del bibliotecario. Documentación de archivos orales sobre el patrimonio cultural
intangible conservado en la memoria de los libros vivientes. Entrevistas, semblanzas,
historias de vida. Reflexiones en torno a la bibliotecología indígena y comunitaria.

miércoles, 12 de agosto de 2020

Despierta: decires y escritos de las Bibliotecas Rurales de Cajamarca

Una vez fui a la comunidad de Yunchaco, a unas 15 horas de viaje y casi 8 horas caminando. Casi al momento que llegué a la casa del Coordinador, apareció corriendo un niño que me preguntó: “¿Tú eres Alfredo, el que lee?”. “Sí”, le dije. Cinco minutos después estaban casi todos los niños de la comunidad, reunidos, para que les leyera. Es una fiesta. Libros nunca llegaron al campo. Hasta helicópteros han llegado: libros, jamás.


Alfredo Mires Ortiz, cofundador y Asesor Ejecutivo de la Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca.

Recientemente, desde esta red que pronto cumplirá ni más ni menos que 50 años de servicio en las comunidades andinas de Cajamarca, se publicó un nuevo número de la serie titulada “Decires y Escritos”, en este caso compartiendo una exposición virtual de Alfredo en el conversatorio organizado por Helen Heery y el Equipo de Sarah's Rural Library Fund, Inglaterra.

Dice este bibliotecario que cuando Helen le propuso hablar sobre la historia de la Red, pensó que efectivamente había una historia que contar: el recorrido de una marcha que comenzó en una comunidad campesina, a 6 horas de caminata de donde vivía el Padre Juan Medcalf, en la cordillera al norte de Cajamarca, una marcha que aún hoy va sumando nuevos andares entre los paisanos, quienes cultivan el entendimiento a través de las chacras, las lecturas y los libros que ellos mismos van construyendo: arado, siembra, alimento, identidad, cultura, naturaleza, conocimiento, los términos no se agotan, cobran otro sentido, inspiran un camino, salen al ruedo con una mochila al hombro, hilvanan junturas y abrigos.

Dijo Alfredo: Era la década posterior a los años 60, un tiempo lleno de cambios y conmociones sociales: como que los países y las ideas se estaban reconfigurando. Pero los que seguían sin ser protagonistas de estos cambios, eran los de siempre: las mayorías, los hambrientos, los ignorados por la historia, los pobres y explotados del mundo.
Se intentaron cambios: en el caso de Perú, hasta la primera mitad de la década de los 70, hubo una reforma agraria y una reforma educativa. Pero en un contexto de analfabetismo mayoritario, sin conexión de carreteras ni comunicaciones, nadie sabía realmente qué estaba pasando. Fue en esa situación que Juan empezó con el préstamo de libros en el campo, con lo que él llamó al inicio “Bibliotecas en casa”, y con la idea de posibilitar que –aquel que había aprendido a leer y escribir–, tuviera el material con qué practicar. Porque los libros en el campo no solo estuvieron siempre ausentes: también fueron siempre ajenos.

América Latina, con sus pueblos uniéndose y peleando por liberarse, pasó a llamarse en ese tiempo “El continente de la esperanza”. Pero quizá por eso se fueron instaurando entonces las dictaduras militares. En los años 80 se desató también en el Perú una de las más terribles violencias internas. Aquí en el Perú hay un dicho cargado de racismo: “El indio leído es indio peligroso”. Durante la guerra interna de los años 80, nosotros fuimos perseguidos, encarcelados, nuestros libros fueron quemados; el miedo se convirtió en una sombra y algunos de nuestros “amigos” nos abandonaron. Pero los que nos quedamos, a pesar de todo, seguimos andando.

Bibliotecas Rurales no nació como un proyecto preconcebido: hemos sido siempre como una semilla que germina y vuelve a germinar, regenerándose siempre. O mejor aún, como una chacra a la que siempre hay que cultivar, que es la misma, pero siempre es nueva. Y en este proceso, los más humildes nos dieron la pauta y el ejemplo: ellos han sido siempre los artífices de este camino que no acaba y siempre empieza.
Hoy, tenemos más de 400 bibliotecas rurales repartidas en toda la región Cajamarca, y seguimos siendo una organización autónoma y sin fines de lucro que trabaja sobre la base del voluntariado.

El Contexto
El contexto actual de Perú y Cajamarca es complicado. Somos en este momento el quinto país con mayor número de infectados en el mundo y algunos medios dicen que las cifras de muertes por COVID-19, podrían ser hasta cinco veces más altas que el número registrado por el Ministerio de Salud. Perú ya ha superado los 300 mil casos. Y van en aumento. Cajamarca registra hasta ahora 4500 contagios y 100 fallecidos. En una escala regional del 1 al 26, estamos en el número 17: no somos la zona en las peores condiciones. Pero el virus ha demostrado ser muy comercial: el número de casos se multiplica donde circula el dinero y la población se aglomera para comprar y vender.

Es cierto también que el virus “exhibe las debilidades de la historia de éxito de Perú”: la desigualdad y corrupción siguen frustrando las medidas que se toman para responder a la pandemia. Algunos dicen que “en vez de ser aplaudido como modelo, Perú se ha convertido en uno de los epicentros más críticos del coronavirus en el mundo”. Y en lugar de desatarse la solidaridad, se ha desatado, por ejemplo, la especulación: una bomba de oxígeno que normalmente costaba alrededor de 30 dólares, se encontraba hoy –con suerte– a 1,800 dólares.

En el revés, las Rondas Campesinas de Cajamarca han logrado detener la difusión del virus aplicando los sistemas propios de protección comunitaria. Hay que decir también que en los primeros 15 días del aislamiento, los vehículos –solo en Lima– habrían dejado de emitir unas 90 toneladas de gases tóxicos. En ese lapso se habría evitado también la muerte de unas 120 personas en los casi 4,000 accidentes de tránsito que “normalmente” se producen en el Perú.
A nivel educativo, nosotros pensamos que –en lugar de reinventarse y aprovechar esta crisis– las medidas que se toman son para salir del apuro. Entonces se ha adecuado la enseñanza a la tecnología disponible, aunque los más pobres no dispongan, por ejemplo, de conectividad a internet.

¿Para quiénes es Bibliotecas Rurales?
Debo decir primero que el Coronavirus no vino porque quería hacer turismo: está claro que la alteración o destrucción de los ecosistemas da lugar a la mutación y traslación de enfermedades causadas por diversos patógenos. Es decir, si ejercemos la insolente estupidez de escupir al cielo, deberíamos estar listos para sufrir las consecuencias.
Hoy por hoy, estamos en medio del colapso sanitario y ambiental más grande en toda la historia humana. Esta es una crisis que afecta profundamente nuestra comprensión de la vida, nuestra relación con el mundo, nuestros niveles de sensibilidad y nuestra capacidad para ser solidarios. Ahora es cuando puede medirse el equilibrio entre la codicia y la generosidad; entre el interés privado y el interés comunitario.

Al final esta es una lucha por restituir la esperanza, esa esperanza por la que siguen muriendo tantos. Esa esperanza que anida en la Tierra y en los niños. Como la tierra, los niños son vulnerables, pero son una promesa. Y como los niños, la Tierra es fecunda y anticipa la primavera. Este camino sin descanso es por los niños y la Tierra.

¿Cuál es el impacto de la Red?
Juan Medcalf decía algo muy preciso: “¿Para qué tanta escuela; para qué enseñar a leer si al final no hay nada para leer…?”. El Ministerio de Educación tiene en estos momentos unos 53,000 centros de Educación Inicial, Primaria y Secundaria: ¿cuántas bibliotecas tiene? Cajamarca tiene casi 10,000 instituciones educativas: ¿cuántas bibliotecas? Que yo sepa, ni una sola.

Pero no se trata solo de tener libros, sino de que estos sean apropiados a la vida campesina. Puedo decir con humilde orgullo que nosotros sí tenemos ese tipo de bibliotecas y ese tipo de propuesta. Y propugnamos una lectura y escritura que reivindique la creatividad y la justicia, la dignidad y la soberanía, el abrazo y la alegría.

Los caminos de la vocación
Suelo compartir los trabajos de Alfredo entre bibliotecarios y bibliotecarias que buscan un sentido a la profesión, que buscan un propósito mientras se abren camino con experiencias y proyectos.

Alguna vez, entre amigos, dije que si tuviera que elegir 10 profesionales de la información que hayan inspirado mi vocación por la disciplina, seguramente este bibliotecario peruano sería uno de ellos.

Habría que hacerse la simple pregunta de porque una persona, logró que su llegada a una comunidad sea recibida con alborozo por un grupo de niños, y la respuesta solo es posible admitiendo la vocación de servicio a lo largo del tiempo, permanentemente la profesión genera noticias, a veces relevantes, en ocasiones de carácter secundario, pero cada vez que leo lo que se hace en las bibliotecas rurales cajamarquinas, encuentro elementos propios de una bibliotecología crítica y profundamente humana, que permite vincular el contexto de una chacra con el quehacer bibliotecario, sentido que pervive en su rol social, acaso ejemplos vivos y endógenos que deberían ser material de lectura para los futuros estudiantes.

El recorrido de Alfredo Mires Ortiz deja huellas marcadas en la tierra, imposibles de borrar, por más viento que haya en Cajamarca.

Fuente: Comunicación correo electrónico con Alfredo Mires Ortiz.
Publicación: Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca. Serie Decires y Escritos Nº 9. Despierta: Caminos de la Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca. Versión bilingüe español – inglés. Primera edición: julio 2020. Exposición de Alfredo Mires Ortiz, Coordinador de la Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca, en el conversatorio virtual del 9 de julio 2020, organizado por Helen Heery y el Equipo de Sarah's Rural Library Fund, Inglaterra.

Versión para El Orejiverde:

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