Espacio que pretende resguardar voces, experiencias y conocimientos desde el rol
social del bibliotecario. Documentación de archivos orales sobre el patrimonio cultural
intangible conservado en la memoria de los libros vivientes. Entrevistas, semblanzas,
historias de vida. Reflexiones en torno a la bibliotecología indígena y comunitaria.

domingo, 9 de julio de 2017

Interpelación crítica de la formación profesional en Bibliotecología: el contexto social desde la visión estudiantil


A modo de prólogo...

Junto con esta primera entrevista se inicia una propuesta que pretende habilitar un espacio crítico para los alumnos de Bibliotecología en Argentina, que estén cursando actualmente la carrera o finalizando sus estudios en sus respectivos espacios educativos.

El propósito es profundizar en algunos interrogantes que permitan evaluar la formación bibliotecaria sin dejar de lado cuestiones relativas al contexto social de la profesión.

El criterio de selección de los alumnos entrevistados se ha basado en recomendaciones subjetivas por parte de docentes de la carrera, pertenecientes a diversas instituciones académicas, en general alumnos destacados, quienes reflexionarán a través de las preguntas sobre temas relativos a la formación profesional, incluyendo aspectos éticos, políticos y legales del contexto social de la disciplina. Se busca determinar un espacio que favorezca incluso cuestionar el actual escenario educativo, para de este modo encontrar elementos que nos autoricen analizar, desde nuestras posibilidades, lo que día a día se genera en las aulas.

De alguna manera se trata de una construcción, una interpelación crítica de nuestro ámbito de formación profesional, que estimo será de mucha utilidad para los docentes.
Lo que se pretende es abrir espacios y plantear escenarios donde puedan articularse ideas que nos permitan la posibilidad de refutar o corroborar  nuestras certezas, enraizadas en buena parte dentro del actual cambio de paradigma de la información a la comunicación.

La propuesta es también una posibilidad de otorgar una voz a quienes se encuentran finalizando sus estudios, que puedan expresarse en el mismo espacio en que lo hace diariamente un colega titulado.

Por tal motivo considero que la docencia es un lugar privilegiado. Las puertas de las aulas están abiertas. Prestemos atención, de aquí en más, lo que los alumnos tienen para decirnos.

Daniel Canosa
Bibliotecólogo. Docente-Investigador

Nota:

Las entrevistas, aproximadamente 30 en total, serán publicadas a lo largo de 2017 en dos espacios alternativos: la Revista Fuentes, perteneciente a la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional de Bolivia y el blog Que sabe quien (http://librosvivientes.blogspot.com.ar/). Se prevé elaborar, para marzo de 2018, un informe final con un análisis de las entrevistas pautadas con los alumnos.

Los alumnos entrevistados cursan actualmente en los siguientes espacios educativos:

Instituto Superior de Formación Docente y Técnica N° 35 Vicente D’Abramo - Montegrande.
Instituto Superior Formación Docente y Técnica Nº 56 - González Catán
Instituto de Formación Técnica Superior N° 13 – Ciudad Autónoma Buenos Aires
Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) - Ciudad Autónoma Buenos Aires
Universidad Nacional de La Plata (UNLP) – Ciudad de La Plata
Biblioteca Nacional Mariano Moreno - Ciudad Autónoma Buenos Aires

Un especial agradecimiento a los docentes Mirta Pérez Díaz, Alejandro Parada, Marcela Fushimi, Ana Sanllorenti, Raúl Escándar y Maria Angela Silvetti por la información brindada.

Entrevista a Eliana Noelí Macias, estudiante de Edición y Licenciada en Bibliotecología de la Universidad de Buenos Aires, Argentina


Noticia biográfica

Eliana Noelí Macias es Licenciada en Bibliotecología y Ciencia de la Información con orientación en Archivología (Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires). Actualmente estudiante de la carrera Edición de la misma facultad. En 2010, ayudante en el proyecto de catalogación de la biblioteca personal de Carlos M. Mayer (Biblioteca Max von Buch, Universidad de San Andrés). Bibliotecaria ad honorem, de 2010 a 2012, en la Biblioteca Su Alteza Imperial Príncipe Akishino (Instituto Privado Argentino Japonés Nichia Gakuin). Asistencia en recomendaciones archivísticas y de preservación documental en el Archivo de la Asociación Japonesa en la Argentina (AJA). Archivista en el Archivo General de la Armada, desde 2012 hasta la fecha.

Entrevistador: Daniel Canosa

- ¿Por qué la Bibliotecología? 

Opté por estudiar Bibliotecología por la mayor salida laboral que representaba. Siempre me gustó escribir ficción, y cuando estaba terminando la escuela secundaria pensaba estudiar Letras. Precisamente hablé con una Licenciada en Letras por la Universidad de Buenas Aires (UBA) y tras manifestarle mi inquietud resolví que, por un lado, escribir se aprende escribiendo y yendo a talleres y, por el otro, probar con Bibliotecología por la amplia salida laboral que ofrece sería la mejor opción. Cuando entré a la carrera ―2008, con el Ciclo Básico Común (CBC)―, no era una carrera muy conocida y éramos muy pocos. Más allá de eso, no me arrepiento de mi elección: descubrí mi vocación de servicio y el vínculo que puede crearse entre el profesional de la información y el usuario.

- Antes de descubrir la profesión ¿ha frecuentado la consulta en bibliotecas? ¿Ha manifestado afición por la lectura, por alguna expresión artística, literaria o cultural en particular?

Cuando estaba en la escuela primaria, un par de veces mi papá me acompañaba a la biblioteca del colegio fuera del horario de clase para retirar algún libro. Pero esa experiencia duró poco: en mi casa tenemos gran cantidad de libros de todo género y por eso nunca desarrollé el hábito de ir a una biblioteca. Para ser sincera, la primera vez que fui a una biblioteca por mi propia cuenta fue una vez iniciada la cursada de la carrera, para sacar mi carnet en la Biblioteca Central de la facultad.
Desde que tengo conciencia, leí siempre. Leía todo lo que me cayera en las manos y me interesara: revistas, libros, comics, manga. Mi incursión en la literatura comenzó teniendo yo doce años, escribiendo cuentos que sólo leía mi hermana menor. Participé por primera vez en un taller literario municipal el mismo año que cursé el CBC. Actualmente estoy trabajando mi primera novela en el Taller de Corte y Corrección, coordinado por Marcelo di Marco.

- Dos preguntas en una ¿Cuál fue el libro que más lo influenció? y ¿Qué está leyendo actualmente?

Es difícil decantarse por un solo libro. En ficción, La colina de Watership, de Richard Adams (una historia contada desde el punto de vista de los conejos); El misterio del cuarto amarillo, de Gastón Leroux (el inicio de mi fiebre por las novelas policíacas, que me convirtió en seguidora de Agatha Christie); la saga Camelot, de Terence Hanbury White, y mi consecuente enamoramiento de la leyenda artúrica. En cuanto a libros de no ficción, siempre me gustó la historia antigua ―Grecia, Roma―, lo cual me llevó a leer obras sobre el tema. Esto derivó en mi actual pasión por las novelas históricas (Valerio Massimo Manfredi, Ben Kane, Christian Cameron, Massimiliano Colombo, Santiago Posteguillo).
Ahora estoy leyendo dos libros: El corazón de piedra verde, de Salvador de Madariaga; y Las maravillas del mundo antiguo, de V.M. Manfredi. A veces tengo la necesidad de “evadirme” del caótico mundo actual disfrutando de otros mundos, caóticos a su manera. 

- ¿Cómo definiría a un bibliotecario?

Un bibliotecario debe ser un servidor de información, un guía para el usuario. Debería despegarse de la idea del “empleado remunerado” que trabaja en una unidad de información. Es esencial que tome conciencia de toda la cadena de trabajo: desde la adquisición de los materiales para la colección, hasta el trato directo con el usuario. Sólo deberían ser bibliotecarios quienes tengan vocación de servicio. Incluso permanecer horas en una oficina catalogando y clasificando, sin entrar en contacto con el público, tiene un objetivo que trasciende esa tarea: todo debe hacerse pensando en el usuario, en la persona o institución que se presentará en nuestra biblioteca con una necesidad de información y que deberemos resolver de la mejor manera posible.

- ¿Qué opina del rol social del bibliotecario?

Mi idea del bibliotecario como agente con vocación de servicio apunta a desempeñar ese rol social. Tomé conciencia de eso trabajando en un archivo de la administración pública, donde tenemos una pequeña colección de libros de acceso público pero que carece de instrumentos que faciliten al usuario su acercamiento. Esta situación, generada por gestiones previas que no tenían los recursos necesarios o desconocían la importancia de contar con un catálogo, me moviliza para actuar en consecuencia. Cualquier proyecto que se presente debe tener como eje a la sociedad y al perfil de usuario definido por la institución. En nuestro archivo de la Armada Argentina atendemos no sólo a personal de las Fuerzas Armadas, sino también a cualquier ciudadano que nos manifieste una inquietud. Y ambos perfiles de usuario son atendidos de igual manera y con la misma calidad.

- Con respecto al plan de estudios de la carrera ¿Considera que sus contenidos favorecen la adquisición de conocimientos y desarrollo de habilidades vinculados al rol social del bibliotecario?

El plan de estudio de Bibliotecología funciona como un empujón, el inicio para que el estudiante avance por su propia cuenta. La formación es completa en el sentido de que abarca múltiples ámbitos en los que se desempeña un bibliotecólogo / profesional de la información. Por el perfil con que se sale de la UBA, pienso que nuestro mejor aprovechamiento es en bibliotecas especializadas y de universidades. Es positivo que el eje de la formación en la carrera sea el usuario. Las prácticas profesionales son una oportunidad para estimular el rol social, aunque está en cada uno desarrollar el compromiso.


- Se habla frecuentemente de un cambio de paradigma dentro de la profesión (pasando del paradigma de la información al de la comunicación), según su enfoque particular, ¿Percibe ese cambio en el tratamiento docente de cada materia?

Los contenidos técnicos son transmitidos considerando el eje “usuario”. En materias de carácter más social, como Servicio de referencia e información, es sencillo detectar el contenido orientado a la comunicación. Pero en materias como Principios de catalogación y Clasificación del conocimiento, es importante que los docentes no pierdan de vista el “para qué” de la formación técnica: es decir, que rutinas técnicas ―procesamiento de la información― estén pensadas en el usuario. Esto se aplica también en las materias de preservación y conservación ―conservar para difundir―. Lo mismo debe suceder con materias del área de tecnología de la información. Cuando cursé la carrera, los docentes tenían en cuenta no perder de vista al usuario como guía para tareas como elaborar un catálogo y sus descripciones bibliográficas, o registros computarizados para un catálogo en línea. Registrar para controlar sólo tiene sentido si se puede comunicar esa información.

-En el caso que, promovido por el docente, haya realizado una práctica académica o pasantía en alguna unidad de información ¿Considera que los conocimientos adquiridos fueron suficientes para desempeñarse en tales prácticas? ¿Qué conocimientos tuvo que aplicar?

La primera práctica académica que hice fue en la biblioteca del Instituto de Investigaciones Gino Germani (Facultad de Ciencias Sociales, UBA), y la segunda ―para la licenciatura― en el Archivo General de la Nación. El impacto inicial es la “bajada a tierra” después de cursar años en la facultad, porque se nota el paso de la teoría a la práctica. Todo lo asimilado en la facultad constituye una base para despertar al “practicante” y desarrollar iniciativa y creatividad. A veces, tenía la sensación de que no estaba aplicando la totalidad de lo visto en las materias. Pero eso encuentra lugar con los años y en el campo laboral, lo cual demuestra que ningún conocimiento está de más.
En la biblioteca, tuve que inventariar, catalogar y clasificar libros y revistas científicas. También, atender usuarios y realizar búsquedas en el catálogo, y compartir recursos en redes de la región. Esto último me enseñó el alcance y el valor que tiene compartir recursos entre bibliotecas del mundo. En el archivo, había gran cantidad de documentos para describir y elaborar un catálogo para el público: cartas manuscritas, actas. En este caso, los conocimientos de Archivología son esenciales pues el trabajo con libros y documentos de archivo es diferente. Lo bueno de las prácticas es que ayudan a terminar de aprender ―“cerrar” lo asimilado teóricamente― y otorga una experiencia inicial para aplicar en un trabajo diario. La formación académica es sólo la punta del iceberg, un puntapié para que cada profesional continúe creciendo.

- ¿Considera que la bibliografía utilizada en materias relacionadas con tecnologías de comunicación e información se encuentra actualizada? ¿Considera válido el equilibrio entre teoría y práctica en relación a los conocimientos técnicos impartidos en la carrera?

Repasando la bibliografía de una de las materias del área de tecnología de la información, es curioso ―aunque no llama la atención― que aún siga vigente un texto de 2003 que plantea los problemas de la automatización en unidades de información de nuestro país. Hay muchas obras de los ’90 y posteriores que tratan cuestiones teóricas sobre el tema, textos atemporales ya que rondan el espíritu bibliotecológico. La actualización se manifiesta, en el caso de Automatización en unidades de información, en los sistemas automatizados de gestión bibliotecaria que se enseñan a los estudiantes. Es importante que se trabaje con tecnologías de uso actual en las bibliotecas del país y del mundo, sobre todo si se piensa en el intercambio de información a nivel internacional. Esa materia la cursé en 2010, y en su momento vimos varios sistemas de uso corriente. Pero cuando comencé a trabajar en una biblioteca cuya colección era 90 % de obras en japonés, se presentó el problema de los caracteres para lograr un registro bibliográfico adecuado a los usuarios. Ante esa situación, pensé en lo útil que sería que en la facultad se trabajara con software compatible con lenguajes no occidentales para migrar registros.
Recursos de información en redes globales es la segunda materia del área tecnológica ―tramo de formación profesional básica―, cuya bibliografía teórica tiene las mismas características que Automatización. La principal diferencia es la idea de “red”: una dimensión trabajada de manera que los estudiantes tengan un pantallazo de nivel teórico, pero que deja de lado algo clave hoy en día. Bibliotecas y archivos tienen un espacio en las redes sociales, en las que interactúan con los usuarios: este contenido no se ve reflejado en la bibliografía de la materia. Desconozco si en materias de la licenciatura se trabaja con esas herramientas, al alcance de toda unidad de información.
Entre la teoría impartida en las clases y la práctica que se encuentra en el puesto de trabajo, siempre hay una brecha, al principio abrumadora pero no imposible de enmendar. La situación presupuestaria y de gestión de bibliotecas y archivos hace más o menos notoria esa diferencia. Sigo sosteniendo que los conocimientos técnicos de la carrera funcionan como una base sobre la que el egresado debe construir su saber: capacitándose y actualizándose por fuera de la enseñanza formal o académica.

-¿Suele participar en listas bibliotecarias? ¿Considera interesante el nivel de los debates? ¿Cómo percibe en dicho espacio la recepción de temas políticos?

La única lista bibliotecaria en la que participo, por fuera de los grupos armados en la carrera, es la de ABGRA ―Asociación de Bibliotecarios Graduados de la República Argentina―. La uso para recibir novedades, no suelo participar activamente. Los debates no son de mi interés, pues soy consciente de la cantidad de “opinólogos” que abundan en la web, sobre todo en materia política. Valoro más la convocatoria a una charla que signifique un aporte a nuestra profesión, que un debate generado por un dicho o una acción política, nos afecte o no. Pienso que nuestro deber es actuar para cambiar la realidad. Es muy desagradable encontrarse en una lista de profesionales con discusiones más propias de un partido de fútbol. ¿Qué podemos hacer para cambiar para bien?: esa es la cuestión, no generar tensión entre los miembros de la lista. 


-Como estudiante ¿Presenció en el aula un debate / clase/ conversación /comentario / reflexión y/o contenido sobre la necesidad o no de contar con sindicatos / gremios / asociaciones en temas relativos a derechos laborales? En caso que la respuesta resulte negativa ¿Considera de utilidad profesional que el docente favorezca espacios de discusión y debate sobre estas temáticas?

No recuerdo haber presenciado en las clases debates sobre cuestiones sindicales vinculadas a nuestra profesión. Quizás algún comentario cuando nos recomendaron suscribirnos a la lista de correo de ABGRA. Pero no me parece oportuno que los docentes incluyan en el espacio de enseñanza temas de otra área: nuestros derechos laborales tienen su propia arena, y la formación del profesional de la información trasciende esas cuestiones. Un salario no debería condicionar el rol social de ningún profesional, ambas cuestiones van por carriles diferentes. De lo contrario, sería una falta de respeto hacia quienes nos comprometemos a servir.


-El concepto de neutralidad en la profesión ha dividido las aguas ante las problemáticas sociales y políticas que inciden en alguna medida en el contexto bibliotecario, según lo vivenciado como alumna de la carrera ¿desde el aula, recuerda si algún docente ha interpelado y/o analizado esta cuestión?

La supuesta neutralidad de nuestra profesión, claro está, es inexistente en un mundo en el que la información es un recurso estratégico para toda clase de organización social y política. Los profesores de la carrera ―por lo menos en los años que yo cursé― han puesto el acento en la delicada posición en la que se encuentra un profesional de la información. Pero mayor es la tensión en el caso de los archivos, donde cuestiones políticas o vinculadas al poder son elementos de   análisis para la licenciatura: entender los engranajes de la burocracia, el funcionamiento de las relaciones de poder y su cristalización ―o no― en documentos que son objetos estudiados desde la Archivología y la Diplomática. En mi opinión, trabajar en un archivo lo expone más a uno a los avatares socio-políticos que en una biblioteca. Sin embargo, una vez escuché una excelente definición sobre el día a día de un bibliotecario: a veces, es una lucha por el dinero y el poder (presupuesto y que alguien se interese por que la biblioteca cumpla su función). En las clases, los profesores sí han expuesto la importancia de una buena gestión bibliotecaria en todos los niveles, atendiendo al contexto de la unidad de información. Esto vinculado a la brecha digital, por ejemplo, cuestión pendiente de resolver y a la que los bibliotecarios no son ajenos. Algo que no recuerdo haber escuchado en las clases, por lo menos no con suficiente fuerza, es la necesidad de que los bibliotecarios acuerden planes o estrategias de algún tipo junto con maestros para que, desde los niveles iniciales en las escuelas, se valore a la biblioteca ―”sin muros”― como uno de los espacios de difusión del   conocimiento.   A veces, suele banalizarse la importancia de nuestra   profesión reduciéndola a una mera actividad remunerada, actitud que deja vulnerable a la sociedad en su conjunto ―ciudadanos con derecho a acceder a la información―. Grave sería si los actuales planteamientos del sector docente en nuestro país se extrapolaran a la actividad bibliotecaria.

-¿Como percibe a la bibliotecología en contextos interdisciplinarios? ¿Resulta visible? ¿Siente que la carrera le otorga elementos para dar respuestas a problemáticas sociales que otras disciplinas sí ofrecen? (ejemplo inclusión social, problemáticas de minorías sociales, desastres ambientales, conflictos bélicos, problemáticas jurídicas, etc.)

Lo que me fascinó de la bibliotecología es que funciona como el “detrás de escena” de todas las demás disciplinas. Esto se ve en las bibliotecas especializadas, y en la posibilidad que tienen los profesionales de la información de insertarse en prácticamente cualquier proyecto, puesto que la información es un recurso estratégico para capturar, administrar y explotar. Cursando la carrera de Edición, descubrí que allí también hay espacio para la bibliotecología, ya que la edición de libros y revistas representa la elaboración de la materia prima de que hace uso la ciencia de la información.
Sin duda, la bibliotecología brinda herramientas y condiciona la perspectiva de tratamiento a la hora de encarar problemáticas sociales: pensar en el otro que necesita una respuesta o una guía para satisfacer una necesidad. En mi caso, se me ocurre el tema de las investigaciones en materia de derechos humanos, para lo cual el Archivo General de la Armada cuenta con documentación clave y requiere personal capacitado para atender los requerimientos de información.

-¿Recuerda en alguna clase que el docente haya abordado cuestiones vinculadas a bibliotecas en contextos sociales vulnerables? (comunitarias, rurales, campesinas, indígenas, carcelarias o de temas relativos a minorías, desplazados sociales, multiculturalidad, comunidades sexuales, bibliotecas humanas, etc.)

Bibliotecas ambulantes, en cárceles y ejemplos semejantes fueron tratados cuando analizamos la cuestión de la “biblioteca sin muros” y las modalidades que puede adoptar una unidad de información. Abordar ese tema resultó útil pues, cuando comencé a ayudar en la biblioteca de un colegio argentino-japonés, surgieron ideas con los compañeros de trabajo para ampliar la llegada de la colección. El desarrollo de ideas para aplicar en contextos sociales vulnerables sería un buen ejercicio para incorporar en alguna materia de la carrera, incluyendo el aprovechamiento de las redes sociales.

-Si le fuera dado proponer modificaciones en los planes de estudio de la carrera ¿En que aspectos técnicos y/o humanísticos focalizaría su atención? ¿Favorece la institución académica escenarios de discusión y debate que habiliten posteriormente la concreción de dichas propuestas por parte de los alumnos?

En cuanto a aspectos técnicos del plan de estudio de Bibliotecología, es básico la actualización de normas y estándares internacionales. No creo que haya problemas con eso, lo que sí debería hacerse es un censo de la situación de todas y cada una de las unidades de información del país. Con esos datos podría trabajarse en la carrera para pensar propuestas de mejora y diseñar proyectos. Esto debería articularse con el área tecnológica ―junto con otras áreas: administración, servicios―, la cual debe estar al día siguiendo ejemplos de regiones más avanzadas. Pienso en la Biblioteca “Su Alteza Imperial Príncipe Akishino”, del colegio Nichia Gakuin, cuya atención estaba a cargo de una sola persona y que no atendía todos los días. Con un grupo de estudiantes de la carrera iniciamos tareas de voluntariado hasta lograr que la biblioteca abriera casi todos los días de la semana, aunque en horario acotado. Allí volcamos todo lo aprendido en la carrera y sacamos ideas de aquí y de allá. Casos como este podrían replicarse en otras bibliotecas y archivos con recursos limitados, cuyo destino podría estar en manos de futuros egresados de nuestra carrera.
Las listas de correo de la carrera y el Departamento de Bibliotecología son canales abiertos a las propuestas de los alumnos. Las asambleas también, como espacio de debate. Mucho más no puedo agregar ya que no participo en las asambleas.

-Se habla frecuentemente de la lenta desaparición del libro impreso, incluso en foros de bibliotecología, en su caso como estudiante ligado permanentemente a la utilización de dispositivos físicos, digitales y/o virtuales ¿Qué le provoca esta situación?

El tema de la desaparición del libro impreso es más desarrollado ―y desmitificado― en Edición. Tengo el privilegio de contar con las dos perspectivas: la bibliotecológica y la editorial. En mi opinión, los libros impresos forman parte de un “nicho” ―de mercado y como formato contenedor de información―, así como está el nicho de los e-books, por ejemplo. Con los periódicos en papel es más evidente la disminución de ventas, y el paralelo crecimiento de lectores que siguen las noticias en las redes sociales o en formato electrónico.
El caso del libro es especial. Lo que pudo haber disminuido es la tirada por título. Si se compara, el porcentaje de ventas de obras en formato electrónico continúa siendo reducido. En la práctica se ve: los “blockbuster” han desaparecido, no así las librerías “de papel” ―es más, ahora venden productos no editoriales para ampliar el ingreso por ventas―. Con información efímera, como la publicada en revistas y periódicos, puede darse el caso de que desaparezca el soporte papel. Con los libros, en mi opinión, podría suceder si se llegara al extremo del colapso del espacio físico en las diversas unidades de información. Los archivos son las primeras instituciones que están sufriendo ese problema, de ahí la necesidad y las propuestas en desarrollo que alientan la digitalización y la gestión de documentos nativos digitalmente ―con ingredientes como la firma electrónica, por ejemplo―.
Estamos en un momento “bisagra”, en el cual todavía no podemos augurar el destino certero de las publicaciones impresas. Como bibliotecóloga y empleada de un archivo, opino que los profesionales de la información deben centrarse en la adaptación de sus prácticas y de su compromiso con los usuarios en función de los cambios que vayan dándose en el mundo editorial y tecnológico. Recomiendo la lectura del artículo de Alejandro Katz, “Falsos dilemas”, publicado en Libros de México (92, febrero-abril 2009, pp. 26-29). Allí se presenta el panorama de los temores en torno al porvenir del libro y la relación con el rol del editor. Agrego que el bibliotecario / archivista también es parte de la cadena de información en la que se mueven los objetos editoriales, somos agentes transformadores. ¿Cuál es el camino que tomarán las unidades de información ante el desarrollo de las tecnologías para la información y las nuevas prácticas que desarrollarán los usuarios?

Muchas gracias Eliana.
Daniel Canosa.

2 comentarios:

  1. Buenas tardes, quisiera hacer una pregunta, por qué si dicen que es una encuesta para los alumnos de Bibliotecología de Argentina, solamente eligen alumnos de la carrera que se cursa en la provincia de Buenos Aires? Soy alumna de la carrera en la Facultad de Ciencias de la Gestión, dependiente de la Universidad Autónoma de Entre Ríos y ya me queda poco para recibirme. Y veo que no se tiene en cuenta la carrera en otras provincias en las cuales existe.
    Gracias desde ya.
    María José Leyes, alumna de 3° año de la carrera Técnico Bibliotecario Documentalista, de Paraná (Entre Ríos)

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  2. Estimada María José
    Es muy buena tu observación, si bien para este año solo pauté esta propuesta con estudiantes de la provincia de Buenos Aires, inicialmente el proyecto fue concebido para incluir el resto de las provincias, el error que ahora descubro en la redacción de la propuesta fue no haber aclarado que en esta primera instancia la muestra no iba a ser representativa a nivel país, reducida en este caso a instituciones de Buenos Aires.
    Vale aclarar que cuando incluya al resto de las provincias las preguntas serán analizadas tanto desde lo cualitativo como cuantitativo. Es un proyecto amplio que espero genere cambios en los contenidos docentes.
    Aprovecho para decirte, en caso que te interese, que será un placer incluirte para esa instancia, por cuestiones de tiempo y espacio no pude empezar la propuesta como hubiese querido, pero estas entrevistas me servirán para tomar notas, analizar errores, realizar informes y de allí con el resto de las observaciones y correcciones, concebir un esquema mucho más representativo, que básicamente fue como se pensó este proyecto.
    Esta intervención tuya motivará una aclaración en la próxima entrevista publicada. Sinceramente un gusto compartir estas reflexiones y mucha suerte con tus exámenes finales.
    Cordiales saludos
    Daniel

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