Tengo una imagen de Laureano Segovia, en un video que lo muestra caminando al costado del Río Pilcomayo, es recurrente, el paisano miraba la orilla, como buscando respuestas, sabía que, del otro lado del monte, existían ancianos y ancianas que juntaban memorias en medio del silencio. Es el único que ingresaba a ese lugar, y que llegó a rescatar para la historia local, cientos de testimonios sobre la propia cultura. Cuando Laureano Segovia volvía para su casa con un casete grabado en su morral, la vida detrás suyo no cambiaba, lo ocurrido era una simple conversación perdida en los recónditos del olvido, pero entre sus manos, de alguna manera estaba protegiendo, desde el conocimiento, una forma de entendimiento que lentamente, al paso de los años, va desapareciendo.
Su partida es de aquellas que provocan un profundo lamento, no hay forma de dimensionar esta ausencia, porque todo lo construido desde la cultura por este hombre puente, tuvo por interlocutores a quienes caminaron descalzos esos senderos, que acaso sin saberlo, tuvieron el registro de un tiempo presente en medio de un pasado cargado de resonancias.
Como bibliotecario
siempre lo sostuve, el modo en cómo contribuía Laureano Segovia al registro
documental de su cultura, es el que debería seguir cualquier biblioteca
indígena que se precie de tal, esa clase de documentos eran los pertinentes
para una colección representativa del saber familiar originario, eso que hizo
Laureano Segovia formaba parte de la identidad, un modo de comprensión orgánico
y a la vez dinámico, que se sustenta en quehaceres y aprendizajes, algo único,
que cruza desde la oralidad hacia el misterioso resguardo de una cinta magnética,
para luego ocupar un lugar en el patrimonio cultural de una comunidad.
Quiero creer que la palabra de este hombre sabio, historiador, escritor, cronista de su gente, que puso en un papel las raíces de sus antepasados, llegará lejos de cualquier noción de tiempo y espacio, allí donde las huellas permanecen. Anhelo que su colección forme parte de una casa de la memoria de quienes compartieron los montes y los ríos, los silencios, las carencias, los recuerdos, el fuego y la tierra, que todo eso lleve su nombre.
Fuente:
El
Orejiverde. Adios a Laureano Segovia
http://www.elorejiverde.com/toda-la-tierra-es-una-sola-alma/5918-adios-a-laureano-segovia
Laureano
Segovia, memoria escrita de los Wichi
http://www.elorejiverde.com/el-don-de-la-palabra/1211-laureano-segovia-memoria-escrita-de-los-wichi
Misión
La Paz. Documental de Gianfranco Quattrini y Sebastián Antico
https://www.gianfrancoquattrini.net/documental/mision-la-paz/
Versión para El Orejiverde:
http://www.elorejiverde.com/el-don-de-la-palabra/5934-adios-a-un-libro-viviente
Muy interesante el sitio y su perspectiva. Gran trabajo. Comparto a gente que conozco el artículo sobre la biblioteca de semillas. Saludos desde Neuquén.
ResponderEliminarAgradezco la gentileza del comentario, un cordial saludo!
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