Hace un tiempo tuve ocasión de conocer en
una feria artesanal a algunos miembros de la Cooperativa Eloísa Cartonera,
quienes ya llevan más de 10 años trabajando, desde que un grupo de escritores y
editores se juntaran con cartoneros para elaborar en conjunto la publicación de
libros de poesía con materiales de cartón pintados a mano. El contexto social
de entonces (Buenos Aires, plenas
crisis 2001) en donde surgieron muchas
cooperativas, microemprendimientos, asambleas, agrupaciones barriales y
movimientos sociales,
motivó la inclusión de trabajadores en situación de calle, quienes
recogían cartones en sus recorridos habituales facilitando la materia prima de
la editorial, a su vez recibían un importe por cada libro vendido. Así, desde
la primavera de 2003, que es cuando empieza oficialmente la cooperativa, la
idea de cooperativismo y autogestión marcaron la identidad de esta agrupación,
entendiendo el trabajo como un bien común, con un carácter dinámico y
colaborativo.
Eloísa Cartonera (nombre que
refiere a una mujer descendiente de bolivianos que conquistó el corazón de uno
de los fundadores del grupo, Javier Barilaro) fue creciendo y adquiriendo
impacto. Inicialmente fueron 10 familias las que encuadernaban fotocopias,
cortaban cartón, pintaban las tapas y se encargaban de vender y distribuir los
libros, entre ellos el poeta Washington Cucurto (su verdadero nombre es
Santiago Vega), que logró entre otras
cosas la colaboración de destacados escritores, quienes cedían sus derechos
ofreciendo textos inéditos para la editorial.
Hay algo singular en este
narrador, inventor y cultor del llamado “realismo atolondrado” (según el
autor una mezcla de cosas malas y cosas buenas, habla oral, popular, mezcla
de registros, ‘cruza’ de lenguajes), alguna vez lo he visto en un encuentro
de poetas en la Boca, arengando al público para que consumiera poesía, en su
momento llegué a preguntarme si mucho de lo que hacía era literatura, sin embargo
creo que su prosa logra reflejar –como las
aguafuertes porteñas de Roberto Arlt– un contexto urbano con descripciones
asfálticas de una Buenos Aires que hierve en calles hediondas y personajes
marginales (muchos de ellos recorriendo las "bailantas" de Constitución,
inmigrantes paraguayos y bolivianos, historias de repositores en supermercados y verdulerías) un mundo que le pertenece y del
cual forma parte.
Desde el plano editorial, lo que
propone Washington Cucurto es recuperar el libro, hacer que el libro fuera
una “buena noticia” en la vida de las personas. Lejos de hacer una
estetización de la pobreza, lo que buscan como cooperativa es compartir la
alegría propia de un trabajo digno, hacer entender que lo que hacen es un
producto cultural, que no se trata únicamente de un recurso económico de gente
en situación de pobreza.
Vayamos a las ideas simples de
este emprendimiento que ya fue replicado en más de 20 países. Es una evidencia
que una de las fortalezas más significativas de toda biblioteca lo represente
la producción del propio acervo. Las bibliotecas deberían destinar un espacio
para la producción local de documentos, ya sea historias de vida, biografías,
historia local y/o costumbres entre otros. Un modo genuino es mediante la
realización de entrevistas sustentadas en trabajos previos de investigación
(una práctica frecuente en comunidades indígenas y rurales), constituyendo un archivo oral, y la
posibilidad de que el usuario pueda escuchar en un dispositivo el testimonio,
pero es cierto que mucha gente prefiere leer en papel, por lo cual este tipo de
producciones comunitarias (artesanales, de bajo costo, sumamente prácticas)
permite sumar ingenio, sentido estético e inclusión social, ofreciendo la
posibilidad de transcribir las grabaciones en objetos decorativos y
representativos del acervo local.
Documentar la memoria es un
trabajo que desde hace siglos vienen haciendo quienes incursionan en
bibliotecas, archivos, museos y centros de documentación, registrar aquello que
por diversos motivos no forma parte del circuito editorial y cultural implica
una tarea valiosa que requiere del trabajo interdisciplinario, permitiendo la
inclusión social de aquellas personas sin recursos. Seguramente los miembros de esta cooperativa aportan un buen ejemplo desde el plano literario, ya que
suelen ofrecer materiales que difícilmente puedan encontrarse en el circuito de
las librerías.
Sitio Web:
http://www.eloisacartonera.com.ar/
Uno de nuestros ejemplos locales en Lima, Peru es Sarita Cartonera
ResponderEliminaren Bolivia existe "Yerba Mala Cartonera" (por una cumbia de Rodrigo), el ejemplo peruano tengo entendido que es por un ídolo local, y en Chile se encuentran los "Animita Cartonera", también existen filiales en España, Francia y hasta en China, todo un fenómeno.
ResponderEliminaren este link hay algunos datos:
http://blog.buchplanet.ch/2014/02/26/eloisa-cartonera-in-buenos-aires/
Como reza al final el texto, ojalá que el camino de las cartoneras sea de lindos colores.
Saludos y gracias!