EI mito, ¿Cuándo aparta el velo?... ¿Cuándo vela la presencia misteriosa?
Fernando Urbina Rangel
“Todo antropólogo tiene un gran viaje”, dice Fernando Urbina
Rangel, quien tras varios años de investigación y trabajo de campo es hoy por
hoy uno de los expertos en mitología y arte rupestre de la Amazonía más
respetados en Colombia y en América Latina. Lo realizado implica un sentido de
experiencia que no todos atraviesan en sus vidas, la experiencia tal y como la
concibió Walter Benjamin, que no puede ser nunca llevada adelante por el sujeto
individual, si este no cuenta con los elementos de una cierta tradición que
dote su vivencia de sentido y la inscriba en un marco comunitario que la excede
a la vez que hace posible su elaboración (Staroselsky, 2015). En dicho
tránsito, el cruce de palabras como peligro, aventura, incertidumbre, otorgan
una comprensión que resignifica la posibilidad de lo que implica tomar una
decisión, el marco que ampara ese concepto subjetivo es algo que cambia para
siempre la percepción de quien lo origina, y por lo tanto produce una
modificación, teniendo por escenario una cultura ancestral y un horizonte por
delante.
Explorar un territorio, intercambiar conocimiento con un libro viviente, subirse a un barco sin saber que hay del otro lado de la línea del horizonte, son acciones que añaden complejos componentes al plano de la experiencia, y en este punto, algo de todo eso le ocurrió a Fernando Urbina Rangel, cuando presentó su libro ‘Boca de maguaré’, basado en un relato del abuelo José García, uno de los más grandes sabedores del pueblo indígena muinane. La historia en sí representa un mito clásico de esta cultura, sin embargo, para que fuera escrita, hubo otra historia que también resulta fascinante:
“Al abuelo Kima Baiji lo brujean y queda enfermo, con la barriga inflada. Aun así, emprende camino para llevar un encargo a la cauchería donde trabaja su tribu, en lo profundo de la selva amazónica. Allí se encuentra con Tizi, el Hombre-esqueleto, un temible y poderoso espíritu que, a cambio de un poco de mambe y ambil, lo cura y además le revela el secreto para una buena cacería. Entrando en sus sueños, Tizi le advierte que no debe cazar más de cinco perdices cada noche; de lo contrario, al abuelo podría ocurrirle una desgracia”.
Lo anterior es la sinopsis de ‘Boca de maguaré’, una crónica donde se narra la muerte del abuelo del narrador. “Es un episodio de la vida real, el narrador (el abuelo José García) era niño cuando presenció la muerte de su abuelo y participó en los acontecimientos que rodearon su muerte. Se llamaba Boca de maguaré”, expuso Urbina Rangel. Como todos los relatos indígenas, de crónicas y su vida, siempre se introducen elementos míticos. Estos elementos permiten que esas crónicas se conviertan en fuente de enseñanzas, de moralidad, expresa el autor.
Es decir, la crónica de la muerte del abuelo Boca de maguaré trae una serie de enseñanzas muy importantes en relación, sobre todo, a cómo debe ser el manejo del entorno natural cuando uno se vale de él para sobrevivir. Esa es la importancia de este relato: en primer lugar, muestra la sabiduría indígena y la finura de esa sabiduría. En segundo lugar, nos pone de presente que a través de esa sabiduría debemos tener muy en cuenta nuestro manejo del entorno natural para tratarlo equilibradamente y que de esa manera no resulte perjudicada la especie humana. Estas apreciaciones equilibran los entendimientos, bajo la urdimbre de un tejido labrado entre la cultura y el contexto que nos rodea.
Es de mucho valor concebir para el estudio qué saber encierra el mito, Fernando Urbina considera que lo que encierra en sí mismo el mito es El Saber, y esto nos lleva invariablemente a los orígenes “el inicio, cuando las realidades emergen, cuando fijan su ser que servirá de norma, de arquetipo a las futuras presencias”. En un prólogo de un artículo de este notable investigador se sintetiza el entendimiento del concepto, dice lo siguiente: “Hablar del mito ... sería preferible el silencio, aquel que nace del asombro, del sentimos inmersos en lo maravilloso, en lo eterno, en lo sagrado…De hecho la palabra mito tiene que ver con el silencio. La voz griega que le da origen tiene significación ambigua: de una parte, quiere decir oculto, cerrado, velado, por tanto: lo silente; de otra parte, significa lo que se muestra, lo que se dice, lo dicho con palabras que transparentan La Verdad y por tanto no necesitan justificación. Es lo cierto, la realidad misma en estado puro” (Safiama, Rangel, 1973).
Es interesante cuando el autor expresa que hay historias que para ser
contadas implican concebir otra historia detrás, una aventura, una travesía que
no necesariamente queda plasmada en el relato, pero sí en la memoria del autor.
Este fue el caso de ‘Boca de maguaré' y la fascinante experiencia que Fernando
Urbina Rangel define como su gran viaje. Esa hilatura que vincula a una
historia con un conjunto de historias, remiten en algún punto a la noción de
certidumbre sobre el alcance del propio conocimiento, pero también de inciertos
horizontes donde se desenvuelven esas historias. El relato acompaña lo que el
camino revela, y traza algún designio a pesar de la niebla.
Fue en 1971 cuando Fernando tuvo conocimiento de José Octavio García, cuyo nombre en huitoto es Jitoma Safiama. En ese entonces, recibió sus cuadernos para estudiar sus manuscritos. Pero Fernando vio la necesidad de ir al territorio para compenetrarse con la cultura y hacer, como él mismo dice, “un trabajo juicioso”. Después de todo, es en terreno donde se logra una mejor sinergia con la historia. Y eso fue justo lo que hizo, viajó a Leguízamo, donde vivía José Octavio, y experimentó durante un mes la cultura muinane y huitoto. Es primordial esta mirada, si lo que se pretende es contar la historia en forma endógena, cultivando un saber oral y ancestral.
“José Octavio era hijo del abuelo José, que era muinane, y de Miguelina, quien era huitoto”, anotó Fernando en diálogo con esta revista. Para 1974, la relación con José Octavio (Jitoma Safiama) continuaba. Ese año, el abuelo José vino a Bogotá en condición de informante para los investigadores -así les decían a los sabedores que compartían sus relatos con la academia-. En esa oportunidad, el propósito era ayudarlos en una investigación sobre el castellano que se habla en Leticia.José Octavia llamó a Fernando y le dijo que su papá estaba en Bogotá. Era una oportunidad perfecta para conocerlo. “Empatamos de una. No obstante, mostré mucho interés de estar con él, pero me hizo esperar dos años antes de sentarme en su maloca. Es una prueba para ver si la gente tiene interés y no es un calor del momento”, recordó. En este punto, es realmente interesante el dato que aporta el destacado antropólogo, el tiempo es medida para corroborar si efectivamente hay interés por cultivar los conocimientos de una cultura oral, y a su vez, se circunscribe con la percepción que tienen los miembros de culturas indígenas cuando registran la ausencia posterior del interesado, luego de obtener en una primera y única visita, los datos que necesitaba para su trabajo de campo o artículo de investigación. Suele ser común esa práctica, que no hace otra cosa que generar desconfianza en las comunidades cada vez que alguien ingresa por primera vez para solicitar una entrevista o realizar una observación de la comunidad.
En 1976, Fernando se fue con su familia a Leticia y allí se quedó con el
abuelo José durante un mes, escuchando sus historias y paseando por la región.
Según destacó, son esos ambientes los que permiten que el intercambio de ideas
sea extraordinario. Se trata de otro entendimiento oportuno, adentrarse en la
propia comunidad, observar lo que el observador observa, escuchar atentamente,
propiciar el diálogo y no el monólogo, respetar los códigos de la comunicación,
los silencios, los entendimientos que vienen de otra cosmovisión, solo de ese
modo es posible generar un acercamiento a un conocimiento en riesgo de
desaparición, y también en cierto punto es para indagar si ese conocimiento,
ignorado por quienes no forman parte de la comunidad, no termina mutando en una
serie ilimitada de construcciones arbóreas propias de la oralidad, que les
permite a los originarios conservar en la memoria un saber necesario para la
identidad y la autopreservación.
Todo antropólogo tiene un gran viaje dice Fernando Urbina, ocurre invariablemente en algún momento de la enseñanza y el aprendizaje, mientras se transita a cielo abierto buscando respuestas a preguntas nunca realizadas, a interrogantes de los cuáles se desconoce la fuente donde abrevan las dudas y las inciertas certidumbres. Cuando algo de toda esa búsqueda ocurre, cuando se cruzan los caminos en medio de lo exuberante y bello, lo que queda por completar es un hermoso entendimiento de una verdad, que solo es posible si el encuentro es correspondido. Se podría decir que todo profesional, sea cual sea su disciplina, experimenta en algún momento ese gran viaje, Fernando Urbina Rangel lo supo entender como pocos.
Valdría la pregunta al lector/a, en una hora alejada del acontecer diario –ese tipo de interrogante, a decir de Deleuze-Guattari, planteado con moderada inquietud, a medianoche, cuando ya no queda nada por preguntar– para pensar cuál sería ese gran viaje, irremediablemente ligado con la vocación.
Fuentes consultadas
Deleuze, G., Guattari, F. (1991) ¿Qué es la Filosofía?. Anagrama. Colección Argumentos.
La asombrosa aventura de Fernando Urbina Rangel para escribir el libro ‘Boca de maguaré’: “fue mi gran viaje”. Revista Semana, enero 2023. Disponible en: https://www.semana.com/cultura/libros/articulo/la-asombrosa-aventura-de-fernando-urbina-rangel-para-escribir-el-libro-boca-de-maguare-fue-mi-gran-viaje/202343/
Safiama, J y Rangel, F. (1973). Un mito cosmogónico de los murui-muinane. Universidad Nacional de Colombia. Disponible en: https://repositorio.unal.edu.co/handle/unal/40232
Staroselsky, T. (2015). Consideraciones en torno al concepto de experiencia en Walter Benjamin. X Jornadas de Investigación en Filosofía, 19 al 21 de agosto de 2015, Ensenada, Argentina. En Memoria Académica. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.7648/ev.7648.pdf
Nota:
Para quienes deseen abordar las lecturas de
los artículos de Fernando Urbina Rangel, perteneciente a la Universidad
Nacional de Colombia. Facultad de Filosofía, se comparte acceso a varias de sus
publicaciones en el siguiente enlace: https://unal.academia.edu/FernandoUrbinaRangel