Recientemente se publicó en El Orejiverde ese tipo de
notas periodísticas que provocan una pausa en la lectura, producto de la
inevitable reflexión que sus construcciones van generando, por que suelen
representar un contexto en donde el entendimiento interdisciplinario habilita
una respuesta a las problemáticas sociales. Es el caso de María Eugenia Suárez,
investigadora del CONICET,quien luego de más de una década de trabajo, que
incluyó la convivencia con el pueblo Wichi, logró reunir y catalogar las
plantas medicinales utilizadas por este pueblo originario, y describir sus usos
terapéuticos y las formas de preparación y aplicación.
El gran obstáculo que en líneas generales padecen la
mayor parte de las comunidades indígenas, ha sido el desmonte creciente que
irremediablemente atenta contra la sustentabilidad de estos recursos. Como se
registra en la nota, el pueblo wichí reside en un área que abarca parte de las
provincias de Salta, Chaco y Formosa, y una pequeña franja de tierra del
sudeste boliviano. Un sitio que ofrece un singular atractivo para quienes se
dedican a la etnobiología, una disciplina que estudia los vínculos que los
grupos humanos establecen con el resto de los seres vivos y con el ambiente, en
un contexto cultural, espacial y temporal determinado.
Resulta importante la necesidad de incorporar
conocimientos, desde la bibliotecología, sobre la construcción de herbarios,
especialmente en bibliotecas indígenas que brinden servicios en áreas rurales,
donde las condiciones geográficas favorecen la recolección de plantas
curativas. Registrar la farmacopea tradicional es probablemente una de las mayores
fortalezas que hacen a la colección de este tipo de unidades de información, pero
dicho catálogo tendrá sentido si el bibliotecario facilita el contacto del libro
viviente con el usuario que consulta por una dolencia determinada, no nos olvidemos
que este tipo de biblioteca crea su propio acervo, y es un acervo de personas
que comparten lo que saben, de allí a incorporar colaboraciones con médicos y hospitales
públicos, resulta un paso que es necesario experimentar.
Quien suscribe recuerda el trabajo que la comunidad Qom
de Derqui, a través del proyecto Biblioteca Qomllalaqpi, llevó adelante
mediante registros propios de la farmacopea tradicional indígena, reconstruyendo
a través de la memoria y el conocimiento un listado de plantas medicinales que
los propios paisamos utilizaban, encargando a sus familias del Chaco el envío
de plantas que crecían en el monte, como el palo santo, quebracho blanco (utilizada
para la fiebre y los resfríos), el peiqo (resfríos, gripe, una de las pocas
especies que los paisanos pudieron encontrar en Derqui), la vainilla, salvia (para
la mujer con dolores en la menstruación), ajenjo, alcanfor, menta, margarita (que
algunas familias qom han utilizado como infusión para te o mate, sobre todo para
la presión alta), también se habló del pasto colorado (para fortalecimiento del
pelo en la mujer) y de las propiedadades del algarrobo, árbol identitario de la
cultura, conocimientos que en aquella oportunidad (noviembre de 2012), fueron
recopilados a través de la memoria de Roque López, Ana Medrano y Adelio
Medrano, quienes solían viajar a Chaco, donde vivían parte de sus familias,
trayendo semillas y plantas que por lo general no crecen en Buenos Aires, por
no reunir las condiciones climáticas apropiadas.
Por este y otros motivos es que la destinataria de este
artículo, docente de Ciencas Exactas en la UBA e investigadora del CONICET en
el Instituto de Micología y Botánica (INMIBO), merece apoyo y recursos por
parte del Estado, porque ha dedicado gran parte de su tiempo a estudiar la
etnobiología de los wichís, y solo por eso no nos podemos permitir el lujo de
desperdiciar una experiencia consustanciada con la investigación y el
aprendizaje de otras formas de conocimiento. Los paisanos wichi han compartido con
María Eugenia la explicación de una cantidad considerable de plantas que se
utilizan en el monte, no solo la clasificación sino el proceso de preparación,
lo cual ha generado un catálogo de enorme valor social.
Se recomienda la lectura completa del artículo periodístico,
porque nos acercaría no solo al acopio de un conjunto de plantas, que en estos
contextos son consideradas sagradas, sino también a la función crucial que
cumplen los chamanes con la manipulación de esas especies nativas, esto no deja
de representar un alerta, considerando que cada vez son menos los ancianos que
conservan estos saberes y que ejercen estas prácticas, se trata de una forma de
vida que corre riesgo de desaparición.
En tiempos en donde es visible el deterioro del tejido
social (producto de la ausencia en buena parte del capital social), resultan
determinantes estos aportes colaborativos que propician una reparación y sobre
todo una oportunidad para empezar a hacer las cosas bien. Si la investigadora
del CONICET contara con mayores recursos para hacer su tarea, las condiciones
sanitarias de las comunidades locales se verán sin dudas más favorecidas, es un
paso para equilibrar aquello que permanentemente se encuentra inclinado, el actual
contexto exige entre otras cosas sensibilidad, consideración y voluntad, y que
el trabajo de más de una década encuentre su aplicación sistemática en un
sistema de salud intercultural e interdisplinario, para mejorar las vidas de quienes
se encuentran en situación de vulnerabilidad social.
El trabajo está hecho, es tiempo de multiplicarlo.
Fuente consultada:
El Orejiverde
nexciencia.exactas.uba.ar
El vademécum wichí
https://nexciencia.exactas.uba.ar/plantas-medicinales-wichi-saberes-tradicionales-etnobiologia-maria-eugenia-suarez
https://nexciencia.exactas.uba.ar/plantas-medicinales-wichi-saberes-tradicionales-etnobiologia-maria-eugenia-suarez
Fotografías:
Pablo
Fernández Elisegui.
Nota relacionada:
Que Sabe Quien
Farmacopea tradicional qom
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