miércoles, 6 de diciembre de 2017

Bibliolanchas en red: la feliz parábola de los barcos llevando libros


He aquí un ejercicio simple que tiene por anclaje tanto un carácter semántico como arborescente, guarda relación con una noticia compartida en las listas de bibliotecología por la bibliotecaria Marisa Negri, que me retrotrajo a un tema que se vincula con otras experiencias profesionales que pueden tomarse como punto de referencia para replicar y/o complementar acciones representativas en contextos similares.

Se trata la de Biblioteca Popular Santa Genoveva, ubicada en el Arroyo Felicaria s/n en la 2da sección del delta de San Fernando, Buenos Aires, y cuyos responsables tuvieron la feliz idea de establecer un servicio denominado "Bibliolanchas en red", destinado a tres comunidades rurales, que de este modo pasan a estar unidas por un programa de cooperación internacional entre Argentina, Chile y Colombia para fortalecer el acceso a la información y a la literatura de niñ@s y jóvenes. 

La red surge en principio de la Misión de Cooperación Argentina - Colombia impulsada por la CONABIP y Cancillería Argentina en la que 4 representantes de bibliotecas populares participaron del proceso de creación y fortalecimiento de tres bibliotecas en Popayan, El Paraíso y Villa Victoria. La Biblioteca Pública Villa María del Corregimiento de Villa Victoria, a orillas del Río Guamés y cercana al Putumayo ha inaugurado su biblio-bote replicando la experiencia de la bibliolancha de la Biblioteca Popular Santa Genoveva del delta de San Fernando.

A estas dos iniciativas se ha sumado el barco Felipe Navegante que realiza una tarea similar en la Isla de Chiloé con la coordinación de la bibliotecaria Teolinda Higueras Vivar, con quien los bibliotecarios tienen pautada una reunión para avanzar sobre el primer proyecto conjunto; la recopilación de mitos y leyendas ilustrados por los chicos. Según ha comentado Marisa, las tres bibliolanchas están vinculadas a bibliotecas que tienen sede en las Islas del Delta bonaerense, posee una colección de aprox. 6000 volúmenes e intenta especializarse en literatura isleña.

Recientemente la Bibliolancha de la Biblioteca Popular Santa Genoveva cumplió 10 años de servicio recorriendo largas distancias de ríos del Delta del Paraná y del Río de La Plata, llevando entre otras cosas el programa “Poesía en la Escuela”, talleres de escritura y lectura,  obras de teatro,  kayakistas a competencia  y  también llevando libros a distintos eventos,  como el ocurrido este año en el “Encuentro de Kayakistas” que se realizó en la isla Martín García.

El antecedente venezolano

Cabe señalar otras experiencias, que podrían aportar elementos que se adapten al ejemplo argentino, en este caso existe un antecedente en Venezuela [Pérez Redondo, 2007], los servicios móviles bibliotecarios del Estado Amazonas, compuestos por el bibliobús, bibliomóvil, bibliolancha, bibliofalca y bibliobongo. Se tratan de transportes terrestres y fluviales que recorren los poblados y los ríos de Amazonas. Desde su implementación en 1968 (creado por el Banco del Libro), los bibliobuses tuvieron por función promover la lecto-escritura, incluyendo servicios de extensión como proyección de películas, obras de teatro, títeres, manualidades y ajedrez. En 1986 surge la bibliolancha, concebida como un modelo de extensión de la Red de Bibliotecas Públicas, atendiendo a las comunidades indígenas ribereñas del río Sipapo y del Orinoco. En 1992 surge el Bibliobongo, elaborado a partir de la corteza del árbol “Palo de Mure”, moldeado por los propios indígenas, logrando aumentar el número de comunidades atendidas (jivi, Piaroa, Kurripaco, Mixto y Piapoco) cuyo recorrido abarca desde el Puerto de Samariapo hasta San Carlos de Río Negro, transportando cajas viajeras (recipientes de plástico como también bolsos impermeables) que contienen libros y revistas para toda la familia, además de una pequeña ludoteca, películas y material deportivo. Una de sus fortalezas ha sido la recuperación de leyendas indígenas, contando con un bibliotecario de la etnia Piapoco, hablante del idioma jivi. Finalmente en 1997, con el objetivo de ampliar la cobertura del servicio bibliotecario público del Estado Amazonas a las poblaciones indígenas situadas al sur del Estado, surge la Bibliofalca, con apoyo de UNICEF, que incluye sala de lectura para actividades pedagógicas  y préstamos de material bibliográfico, promoviendo la producción audiovisual de materiales bilingües y ampliando la ruta desde Samariapo hasta macuruco, llegando a cubrir un área de 32 comunidades pertenecientes a los municipios de Autana y Atabapo, sumando la etnia Baniva entre los pueblos beneficiados con el servicio

En 2003 parte de estas experiencias fueron publicadas por la bibliotecaria Milagro Medina de Silva en el libro “Acceso a los servicios bibliotecarios y de información en los pueblos indígenas de América Latina” (memorias del seminario en Lima, Perú), cuyo artículo, presentado en el emblemático Encuentro Latinoamericano sobre la atención bibliotecaria a las comunidades indígenas (México), fue titulado “Participación comunitaria: Una realidad a través de la bibliofalca amazónica”, allí la autora ha enfocado su atención en la problemática de los grupos minoritarios que no cuentan con acceso a los servicios básicos de una biblioteca, en este caso mediante algún tipo de embarcación.

Considerando el contexto geográfico (comunidades venezolanas cuya proximidad al límite territorial con Colombia ha generado convenios de cooperación entre ambos países para alentar el desarrollo cultural de las poblaciones), el trayecto fluvial recorrido por la inicial Bibliofalca Amazónica de Venezuela les permitió a las diversas poblaciones asentadas en los márgenes de los ríos tener acceso a la lectura y a múltiples servicios de extensión bibliotecaria, de algún modo se ha tratado de adecuar convenientemente la formación del personal a cargo y los servicios en este tipo de embarcaciones para garantizar respuestas a la demanda de información. La experiencia venezolana ha permitido corroborar que, una vez iniciados estos servicios -básicamente acercando materiales a las comunidades- generaron por parte de las poblaciones aledañas, la solicitud de los mismos. Lo que habla de sectores desatendidos por carecer de bibliotecas estables en escuelas cercanas. Estos servicios móviles suplen con actividades de extensión bibliotecaria necesidades concretas de información.

El paradigma de la literatura isleña


Los ríos del Delta guardan un embrujo particular, parte de todo ese misterio fue captado por la cámara del cineasta Gustavo Fontán en películas como “el limonero real” (versión cinematográfica de la novela homónima de Juan José Saer), y muy especialmente El rostro, que refleja la historia de un hombre que llega en un bote a una isla sobre el río Paraná, reencontrándose con sus muertos y con sus pájaros, con la música del río y con sus dolores, también con sus silencios (se recomienda especialmente la lectura de textos del cineasta en su blog, donde reflexiona profundamente sobre lo que genera dicho entorno). Es posible percibir en la proximidad de esos ríos la necesidad de una escritura que intente tornar visible el paso de los botes en la penumbra, la caída del sol, el rumor de las aguas cuando llegan a una orilla de piedras y ramas, la sensación de que alguien esta por venir o aparecer, una noción de entropía en un contexto que parece ausente, en tal sentido resulta inevitable  recoger historias sobre personas que viven en las aguas del Delta, tarea por demás fascinante para una biblioteca (de hecho Marisa Negri comentó que la biblioteca intenta especializarse en literatura isleña), esto me hizo acordar un caso muy particular, precisamente la de un escritor que vivió en el Delta, y que fuera entrevistado por la periodista Laura Ramos, quien publicó su historia bajo el título “el escritor linyera”, se trata de un tal Osvaldo Baigorria “el trashumante”, escritor, periodista y docente argentino, quien tuvo una vida muy intensa como viajero, llegando a residir en Perú, Costa Rica, México, Estados Unidos, España, Italia y Canadá (donde desarrolló proyectos de investigación sobre narrativas aborígenes, minorías y medios de comunicación). En un momento del relato, Baigorria comentó lo siguiente sobre el Delta:

“Hay que cuidarse de no caer en el agujero negro. La isla te aferra y sumerge en su interior, los pies se hunden, el piso te chupa como arena movediza. Es un agua oscura la que te tironea y te fija en el barro. Y el Delta es opaco, reserva su energía, jamás muestra su fondo”.

Dice el autor que el viajero que se interna en el Delta no sabe cuándo va a poder regresar. Como se verá, se trata de un mundo oculto, en el que la no presencia y la lejanía nos hacen balbucear ideas desde una periferia.

Entre pantanos, ríos e islas los botes de la Genoveva van llevando libros, hay que imaginarse al isleño esperando en la orilla, a que esas lecturas lo acompañen cuando el apacible brillo del sol se hunda en el río al final de la jornada, feliz parábola.

Datos de contacto de la Biblioteca:
Mail de la biblioteca: bibliogenoveva@gmail.com 

Como llegar: Embarcación Estación Fluvial de Tigre con la Empresa Interisleña, se calcula aproximado dos horas de navegación.

Mapa:

Blog de Marisa Negri:
Bibliografía consultada:
Acceso a los servicios bibliotecarios y de información en los pueblos indígenas de América
Latina. Memorias del Seminario en Lima, Perú (2003). Lima, Perú, IFLA/ALP

Encuentro Latinoamericano sobre la atención bibliotecaria a las
comunidades indígenas – México, D.F., 2000

Gustavo Fontán (blog)

Medina de Silva, Milagro. Participación comunitaria: Una realidad a
través de la bibliofalca amazónica. En: Encuentro Latinoamericano sobre la
atención bibliotecaria a las comunidades indígenas – México, D.F., 2000.
p. 113-122.

Pérez Redondo, Oskar Pablo (2007). Bibliofalca, innovadora experiencia bibliotecaria en las comunidades indígenas del Orinoco medio. Caracas: UNICEF

Laura Ramos. El escritor linyera (2013). Disponible en:

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