sábado, 6 de mayo de 2017

Buscando reparar lo irreparable: materiales lingüísticos en comunidades indígenas


El ejemplo esta vez viene de México, pero podría extrapolarse a cualquier país latinoamericano. Se trata de una permanente disyuntiva, por un lado una iniciativa política, que cuenta con el apoyo del Sistema Educativo Estatal Mexicano (SEE), basada en la distribución de libros y materiales especializados dirigidos a maestros de educación indígena sobre la enseñanza oral de las lenguas yumanas, incluyendo vocabularios prácticos del kiliwa.

En este caso las ediciones pretenden focalizar en "La enseñanza oral del cochimí, kumiai, cucapá, pai-pai y kiliwa” y en el "El vocabulario de la lengua kiliwa”, así como la diagramación de carteles didácticos sobre costumbres y plantas medicinales de la comunidad indígena de Baja California. 

Lo valioso de este emprendimiento es que las colecciones están destinadas a formar parte del programa de educación primaria, buscando “impulsar la revitalización de las lenguas que aún se hablan en el Estado, para que las niñas y niños la aprendan como segunda lengua, con el fin de que desarrollen el bilingüismo y el plurilingüismo social”.

No deja de ser una buena iniciativa, que difícilmente garantice la supervivencia de las lenguas maternas en contextos de vulnerabilidad social.

La etnia yumana, de cuyo árbol genealógico descienden los kiliwas –"cazadores" o "los que se van"- habita en el municipio de Ensenada, en el estado de Baja California, abarcando la región costera que corre de la Bahía de San Felipe hasta la Bahía de Ometepec, cubriendo parte de las sierras Las Pintas, San Miguel, Salvatierra y San Pedro Mártir, así como los actuales valles de San Felipe, San Matías y parte del Valle de la Trinidad, municipio de Ensenada. Desde los últimos 35 años su lengua, considerada una de las más antiguas de Baja California, viene decreciendo en forma permanente, encontrándose actualmente en peligro de desaparecer.

Por otro lado probablemente convenga revisar lo que se ha realizado en años anteriores, como el caso del historiador Arnulfo Estrada Ramírez, quien en su libro titulado “Vocabulario práctico de la lengua kiliwa” (precisamente uno de los materiales que se utilizan en esta propuesta) daba cuenta del decrecimiento de los pobladores de esta etnia en Ensenada y de los esfuerzos de organismos públicos y privados por su prevalencia. En este texto, publicado en 2004, el autor ofrecía una breve explicación de sus principales reglas gramaticales, incluyendo un extenso vocabulario de más de dos mil términos en español y kiliwa, que corresponden al trabajo de campo de varios años.

La particularidad de esta obra es que la mayoría de los términos fueron proporcionados por el legendario y desaparecido jefe indígena Cruz Ochurte Espinoza y por Leonor Farldow Espinoza, ambos profundos conocedores de su cultura. Sin embargo, considerando el contexto social y cultural, Estrada Ramírez supo –tuvo que saber– que el ocaso de la antigua lengua Kiliwa era inminente. De todas las lenguas indígenas de Baja California la lengua kiliwa es la más amenazada, llegando incluso algunos lingüistas a considerarla como lengua muerta, debido a que ya no se enseña en el seno del núcleo familiar desde hace más de cuarenta años.

Ya lo saben los lingüistas, cuando muere una lengua muere consigo toda una cosmovisión, un modo de entender el mundo, acaso la facultad de nombrar las cosas desde un lugar, un espacio y un tiempo irrepetible. Muere la relación con la palabra de los ancestros, se extingue una memoria que no encuentra en contextos ajenos una traducción posible, los árboles y los ríos pierden su nombre y el paso de los años todo lo calla y todo lo olvida.

Ya en 2016 se registraron cinco hablantes activos de la lengua, considerados 5 monumentos vivientes portadores de los secretos de esa pequeña pero significativa cultura. Esas personas, que aún sostienen la raíz kiliwa, son Eusebio Alvarez Espinoza, de 46 años, Leandro Maytorell Espinoza, de 48; José Ochurte Espinoza, de 63; Leonor Farldow Espinoza, de 69, e Hipólita Higuera Espinoza, de 90 años.

Los que se fueron terminaron atrapados en el alcohol o las drogas, y con ellos se degradó espiritualmente una parte sustancial de la cultura. Habría que contextualizar con datos estadísticos para tener una idea del dramático escenario lingüístico y cultural de la etnia Kiliwa.  Estrada Ramírez indica que la tendencia extintiva de la lengua kiliwa es fuertemente manifestada en publicaciones de principios de la década de 1980. Por ejemplo, en 1982 se reportaban 28 hablantes. Para 1989, que es cuando  inició su libro, la población hablante se había reducido a sólo 13 personas, lo cual representó una disminución de más del 50 por ciento en sólo siete años. Diez años después (en 1999), el panorama era desolador, pues la población hablante fue reducida a cinco individuos, todos adultos con edades que fluctuaban entre los cuarenta y ochenta años de edad.

Es decir, en sólo 20 años la población hablante quedó reducida a un 18 por ciento.

Es muy complejo poder explicar con precisión cuáles han sido las principales causas que mantienen al borde de la extinción al idioma kiliwa. Para el autor se trata de un largo proceso social en el que pueden combinarse varios factores a la vez, dependiendo de la época, la familia, o bien, de cada uno de los individuos que componen a la población. Sin entrar en detalles, menciona algunas de las más importantes: Pérdida de territorios antiguos. Emigración hacia otros poblados o centros urbanos. Venta o traspaso de tierras. También el matrimonio de indígena hablante con indígena no hablante o mestizo de otra comunidad. Además, lengua materna en desuso al interior de la etnia. Soltería de los indígenas hablantes. Lengua socialmente discriminada y sin pleno reconocimiento oficial, así como el fallecimiento de los hablantes.


Hace años unos investigadores grabaron a Teodoro Ochurte Espinoza, por entonces de casi cien años de edad y su hermano Trinidad de 72, hablaron frente a las cámaras sobre las dificultades que enfrentaron en su vida por no comprender el español, la lengua de la "gente de razón", misma que los despojó de sus tierras y arroyos, destruyó sus cerros sagrados y explotó su fuerza de trabajo, al grado de orillarlos a la extinción. Pocos años después fallecieron. Quienes los consultaron no lo supieron entonces pero Trinidad Ochurte fue considerado el último cantor tradicional Kiliwa. Actualmente, solo uno de sus parientes canta –Leandro Maytorell Espinoza, uno de los “cinco” –, todo lo demás es silencio.

 Por tal motivo siempre serán bienvenidos los esfuerzos gubernamentales para tratar de equilibrar un contexto deteriorado –un permanente escenario de ruptura– como en este caso de la SEE que busca fortalecer en los alumnos su pertenencia e identidad cultural y que se apropien de las prácticas culturales y sociales del lenguaje, pero sabemos que no es suficiente, sabemos que esta batalla cultural se perdió hace tiempo, y no hay modo de reparar lo que está roto.

Otro tema crucial son los frecuentes fenómenos migratorios que se viven en Baja California de manera intensa y que afecta particularmente a grupos de niños migrantes del campo. Organismos como el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) han elaborado directrices para fortalecer atención a niños y adolescentes jornaleros agrícolas, en donde aproximadamente el 90 por ciento son indígenas. En este contexto es necesario que el Estado Mexicano asista a las comunidades y apoye sus derechos fundamentales.

En Baja California existen 122 planteles de Educación Indígena donde se atienden 14.209 niñas, niños y jóvenes de grupos nativos indígenas pai-pai, cucapá, kumiai y cochimi y grupos indígenas inmigrantes mixteco, triqui, zapoteco, nahuatl, purépecha, cora, huichol, mayo, mixe y mazahua.
Según lo reseñan los responsables del proyecto, para la elaboración del libro y del vocabulario español-kiliwa participaron hablantes de la lengua; en los carteles didácticos participaron docentes de pre-escolar de las escuelas de educación indígena de Baja California. Una particularidad de la propuesta es la inclusión de libros artesanales-cartoneros elaborados por los propios maestros, sumando juegos didácticos y autóctonos. Para la ocasión las autoridades planean distribuir 1.300 libros para maestros, 3.000 carteles y 339 vocabularios prácticos.

Meras estadísticas en el triste escenario de una lengua socialmente moribunda.



Fuentes consultadas:

Benjamín Pacheco/EL VIGÍA Periodismo con la gente
http://www.elvigia.net/general/2017/4/13/distribuye-libros-educacion-indigena-268985.html

La Jornada
http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2016/08/06/lengua-mas-antigua-de-bc-cerca-de-la-extincion

Pregonero de Baja California
http://pregonerobaja.com.mx/2017/03/07/preescolares-y-primarias-de-educacion-indigena-reciben-material-didactico/

Argentina Indymedia
http://argentina.indymedia.org/news/2007/05/517013.php

Versión para El Orejiverde:
http://www.elorejiverde.com/el-don-de-la-palabra/2603-buscando-reparar-lo-irreparable-apoyos-lingueisticos-para-comunidades


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