sábado, 4 de junio de 2016

El ejemplo jujeño de las radios y bibliotecas indígenas


Un ejemplo de la problemática existente entre los medios de comunicación ubicados en comunidades indígenas lo podemos encontrar en territorio jujeño. Allí, los paisanos que están al frente de la Biblioteca Sisa Jan Inak´tiri “Flor inquieta”, afirman que el espacio bibliotecario es un gran complemento de las radios que forman parte del proyecto comunitario (Libertad 104.1 y Luna Azul 97.7),  donde suelen ofrecer a los visitantes y oyentes parte del conocimiento de sus abuelos. En la Pequeña Biblioteca “Flor Inquieta” los usuarios pueden encontrar libros de autores bolivianos, argentinos, y de otros países latinoamericanos, el servicio cuenta también  con una videoteca y un archivo sonoro de charlas y discursos referentes al mundo andino.

Pero lo que resulta clave es el porqué de esta iniciativa, y para ello es preciso remontarse a las fuentes. En Jujuy, como en buena parte del noroeste argentino, la lucha de las comunidades originarias por la recuperación de sus territorios se hizo sobre la base de la preexistencia de los pueblos originarios (esto implica afirmar que los pueblos indígenas ya estaban cuando se empezó a conformar lo que hoy es el Estado Argentino), en tal sentido los pueblos originarios figuraban como dueños protectores de la tierra que actualmente reclaman, sin embargo los procesos históricos que se fueron desarrollando desplazaron paulatinamente a las comunidades de sus derechos legítimos, potenciándose la problemática al no poder contar con los instrumentos legales, políticos y sociales necesarios, incluyendo la ausencia absoluta de los medios de comunicación indígena.

Es allí que, conforme el paso del tiempo, las problemáticas empezaron a visibilizarse en los distintos poblados andinos, pero no encontraron eco en los medios de comunicación, teniendo que soportar la distorsión informativa en relación a conflictos internos, como por ejemplo la noticia del Segundo Malón de la Paz en el año 2006, y el corte de ruta en Purmamarca, en donde los paisanos fueron caracterizados como victimarios, no teniendo el derecho a réplica desde el único canal local (que respondía a los intereses del gobierno de turno)  que a su vez contaba con una red de medios radiofónicos, con lo cual el arco informativo desprotegía a las comunidades negando sus reclamos y en mayor medida obstaculizando sus derechos.

Ese silencio y esa presencia invisible terminan generando una construcción de sentido, en donde lo único que cuenta, como modo de evaluación, es la tendencia informativa que en muchos casos se limita a difundir opiniones en modo potencial, no pudiendo probar en el contenido de la nota lo que en primeria instancia se difunde como verdad objetiva.

Otro punto a destacar –y es una problemática frecuente en el resto del país–  es el contenido de la programación de las radios y canales de televisión que no incluyen la temática originaria, ofreciendo en muchos casos informes que nada tienen que ver con la cultura y la identidad de las audiencias que forman parte de la amplitud de las frecuencias comunicacionales. En el caso de Humahuaca, la mayoría de las radios que permanecen suelen tener por criterio una gran inclinación hacia una comunicación débil en contenidos culturales autóctonos, éstos son superficiales y algunos responden a intereses propios de los gobiernos ocasionales.

De este modo, programaciones con tendencia hacia el entretenimiento, a la música comercial y de moda, permiten esta forma de aculturación por no tener en muchos pueblos la posibilidad de otras opciones informativas locales y propias. En ese contexto muchas radios FM solo se limitan a replicar los contenidos de las radios comerciales ubicadas en las grandes ciudades, buscando parecerse y negando con tal acto los valores y conocimientos de sus propios ancestros.

Por tal motivo, las radios indígenas representan un espacio de resistencia, concepto que no se reduce a la difusión cultural en lengua materna sino también, y sobre todo, a la defensa del espacio que muchas veces sufre persecución y violencia por parte de organismos del Estado, cuyos funcionarios, bajo el pretexto de requerimientos jurídicos y legales, lo que en realidad buscan es silenciar otro tipo de voces, defender intereses políticos, debilitar un patrimonio cultural basado en los valores de la espiritualidad, y en consecuencia dominar el espacio informativo para inocular los diversos matices de un único relato.

De este modo, los oyentes están condenados a consumir aquello que no les representa.

Lo grave es que en los pueblos indígenas no solo no faltan ideas creativas, sino también hay voluntad de expresar las mismas desde los propios códigos lingüísticos y culturales. Cuando un paisano escucha como única opción una cumbia comercial en vez de bagualas y coplas ejecutadas por los propios comuneros, lo que termina recibiendo es una imposición, basada en preceptos comerciales, cuya inevitable contribución es la aculturación producto de no querer representar las verdaderas necesidades de información de quienes viven en la periferia de las grandes ciudades. Así, un entretenimiento oculta una carencia, que no encuentra modo de tornar visible y audible la urgencia de un reclamo, que si se mantiene erguido es por el doliente recurso de la paciencia y la perseverancia.

Estos verdaderos hijos de la Pachamama encuentran refugio en muy pocos medios, donde es posible corroborar el sentido de pertenencia que los identifica con la audiencia, entre ellos el programa Kussi Killa, donde los locutores difunden el aprendizaje de la lengua quechua, tomando como base el entendimiento de la gramática del Runa Simi. Asimismo el espacio radial permite compartir aspectos de la lengua materna centrados en los cuentos, historias, recetas de comidas regionales y cuestiones lingüísticas.

Otro programa representativo, “Relatos Bajo Poncho”, invita a compartir aquellos cuentos que los paisanos solían escuchar de sus abuelos, de este modo es posible compartir historias, relatos, mitos y leyendas de la cultura originaria, acompañados de la clásica música andina.


Ejemplos sencillos pero necesarios, verdaderos centros de aprendizaje de las culturas originarias cuyos contenidos radiales enriquecen los materiales de las escuelas y las bibliotecas, brindando apoyo y asesoramiento, logrando que las comunidades tomen conciencia de la importancia de una biblioteca indígena y del servicio que presta, de la enorme incidencia de los medios de comunicación en los poblados que dependen de tareas agrícolas para la subsistencia diaria. Es necesario que los conceptos sean compartidos en las propias lenguas y dialectos, que el habla cotidiana refuerce la práctica de la lengua materna, que quienes tienen la posibilidad de transmitir desde un micrófono cuenten historias que fortalezcan el sentido de la identidad.

Se trata de una función social básica, que el Estado debe garantizar sin diferencias de ningún tipo, permitir que los medios de comunicación sean lugares de encuentro y de intercambios de ideas, proyectos y experiencias. Lugares donde se pueda investigar respetando la cultura propia, si el Estado efectivamente se limitara a cumplir su función, los paisanos no necesitarán que nadie les diga como hacer las cosas, hace tiempo que ellos saben que hacer con sus ideas y pensamientos, no necesitan ninguna ayuda, solo necesitan que les saquen las manos de encima.

Bibliografía

Pequeña Biblioteca Indígena Sisa Jan Inak´tiri (Flor inquieta)

Radio Libertad 104.1 Humahuaca

Luna Azul 97.7 Humahuaca

Nota: las imagenes pertenecen a estos sitios:

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