sábado, 6 de julio de 2013

Los libros parlantes de la biblioteca viviente


En el año 2004, en el congreso de IFLA realizado en Buenos Aires, el escritor Tomás Eloy Martínez pronunció un discurso sobre “el libro en tiempos de globalización”. Hacía hincapié en la incidencia del conocimiento oral a lo largo de la historia, tomando como anclaje los relatos orales recogidos por Homero, y perpetuados a través del canto de los rapsodas, improvisando con sus voces en las plazas públicas, ferias y templos, mientras “los demás oían y modificaban lo que oían con los tañidos de su memoria…
De toda esa construcción colectiva derivaría la primera obra de la literatura occidental, la Ilíada

Imaginemos por un momento el ejercicio de prescindir de la escritura, y entonces vayamos, en pleno siglo XXI, a entender la irrupción de una biblioteca conformada por libros vivientes en Estrasburgo, organizada  por la Agencia para los Refugiados de la ONU (ACNUR) y el Consejo de Europa. Allí, alrededor de veinte refugiados, apátridas, demandantes de asilo, expertos que ayudan a los refugiados, trabajadores sociales y ayudantes de niños inmigrantes no acompañados, se convierten en "libros" parlantes desplegando un catálogo de historias en inglés, francés, árabe, ruso, farsi o kurdo, que los “lectores” consultan dentro de la biblioteca.

Decía Aristóteles, en su Lógica, que las palabras habladas son los símbolos de la experiencia mental, tal vez les quede a los lectores la compleja e irresuelta tarea de inmovilizar o fijar, mediante la escritura, la carga simbólica de aquellos testimonios.

Las historias que antiguamente se desplegaban en la esfera pública ahora tienen un espacio acaso más significativo: el ámbito de las bibliotecas. Un espacio dinámico, social, educativo, cultural, donde los recursos documentales deberían representar una utilidad para la comunidad de usuarios. Un espacio de difusión de ideas, de discusiones constructivas, de aceptación de otras formas de conocimiento. Un espacio que propende a la identidad, a la pluralidad, a la igualdad, y que toma el valor de la memoria para significar conocimiento, como ha sido desde el amanecer de la existencia humana. Es en esta biblioteca de libros parlantes donde la idea de documento tiene un carácter móvil, que se torna complejo en la incidencia emisor-receptor. Si históricamente la relación entre autor y lector sufrió un vuelco decisivo con la invención de la imprenta, lo sucedido en Estrasburgo agrega nuevas variables al complejo vehículo de entendimiento entre las partes (intervención del lector calificado, construcción crítica de los relatos, variación y complementación de los testimonios, investigaciones y entrecruzamientos de datos con otros documentos, etc.)

Frente al libro viviente, el tiempo deja de ser múltiple, pasa a ser único: el presente, al cual conferir todos nuestros sentidos, no hay allí dispersión global, existe un canal de comunicación en un espacio determinado, donde el usuario establece con el documento viviente una construcción social.

A modo de ejemplo: uno de los “libros” (el número 16) se titula "Un hombre negro de un país negro que brilla: el Congo". Se trata de un refugiado político, cuenta con la ayuda de la ACNUR, y deja un duro testimonio sobre los prejuicios culturales y el miedo ante la violencia de Estado de algunos países africanos. Reitera una y otra vez su historia, forma parte de un catálogo, es un militante defensor de los derechos humanos y sueña con volver a su país.
Los libros vivientes están a disposición de sus ocasiones “lectores”, por lo general pertenecientes a países africanos y en menor escala de Oriente Medio, las historias que se escuchan dejan al desnudo constantes violaciones a los derechos humanos básicos.

Otros de los testimonios corresponden a una refugiada libanesa, un refugiado de Chad, un demandante de asilo ruandés, una refugiada iraquí…libros parlantes de una biblioteca viviente.

Esta biblioteca de la memoria tiene como escenario el Palacio de Europa, sede del Consejo de Europa en Estrasburgo, y con ella se ha pretendido, según sus organizadores, que la gente tome conciencia de ese colectivo de usuarios, acercando sus problemas e intentando derribar los prejuicios que les acompañan.

Nota: son constantes los ejemplos con este tipo de experiencias, recientemente en Argentina, provincia de Mendoza, mediante una organización no gubernamental (Oajnu - Organización Argentina Jóvenes por las Naciones Unidas), un grupo de jóvenes replican estas iniciativas llevadas adelante en diversas partes del mundo, en este caso a través de la creación de una biblioteca sin libros, donde los llamados "libros vivientes" se sientan en las mesas a la espera de sus "lectores", logrando con el acto vencer prejuicios con respecto a testimonios pertenecientes a otras formas de conocimiento, y otorgar espacios de expresión y vías de comunicación para quienes viven en condiciones sociales vulnerables.

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