sábado, 26 de enero de 2013

El poder de la alfabetización



Sergipe, nordeste del Brasil: Paulo Freire inicia una nueva jornada de trabajo con un grupo de campesinos muy pobres, que se están alfabetizando.
—¿Cómo estás, João?
João calla. Estruja su sombrero. Largo silencio, y por fin dice:
—No pude dormir. Toda la noche sin pegar los ojos.
Más palabras no le salen de la boca, hasta que murmura:
—Ayer yo escribí mi nombre por primera vez.
                                                                   De “Los hijos de los días”, Eduardo Galeano.

“Nadie es, si se prohíbe que otros sean”, esto lo dijo alguna vez Paulo Freire (1921-1997)  uno de los más significativos pedagogos del siglo XX. Cultivó un principio del diálogo que influenció a profesores y alumnos de un modo inusitado. Lo llamaron el “pedagogo de los oprimidos”, abriendo las esperanzas de muchísimos analfabetos que vieron en su figura un sentido de emancipación y crecimiento espiritual. Por razones políticas fue exiliado de su patria (o matria como prefería decir Unamuno), calificado de “subversivo” y obligado a sembrar conciencias en otras tierras.
Doctorado en Letras, se graduó con la tesis, «Educación y actualidad brasileña», donde empezó a vislumbrar las bases de su método, considerando que todo proceso educativo debe partir de la realidad que rodea a cada individuo. Bastó que en 1963, como Director del Departamento de Extensión Cultural de la Universidad de Recife, pusiera en práctica su primera experiencia educativa de grupo (alfabetizando cerca de 300 trabajadores rurales en un mes y medio) para que fuera acusado por la oligarquía y por ciertos sectores de la Iglesia de agitador político.
Los caminos de la vida lo llevaron por diferentes rumbos académicos y sociales. No es intención de este espacio abundar en estudios biográficos, sino detenerse en el sentido de sus intervenciones, cuyas prácticas resultan de enorme valor para aquellos bibliotecarios que deseen brindar servicios en zonas socialmente vulnerables, con altos índices de analfabetismo y desigualdad social y económica.

El silencio suele ser la respuesta de los oprimidos ante las injusticias, intentar romper esa pasividad lleva mucho tiempo, no se trata de convencer, sino de alimentar la capacidad crítica de quienes conocen una realidad que a pocos importa. Una comunidad cambia cuando se es consciente de las carencias y de las fortalezas propias del conocimiento adquirido por educación familiar, actuando como colectivo desde un contexto social y político, para la cual es necesario dominar prácticas de lectura y escritura. Numerosas comunidades indígenas de Argentina hoy en día no tienen escritura materna como tampoco dominio de escritura en lengua franca, los procesos de lecto-escritura son aislados y por lo general no incluyen una relación permanente en el tiempo, se asemejan a cursos de libre acceso buscando cumplir con un programa establecido, donde es frecuente la ausencia de diálogo previo, de conocimiento real de quienes buscan mejorar sus relaciones con la sociedad que los rodea, y a la vez liberarse de sus históricas ataduras.

Decía Paulo Freire:
La pedagogía del oprimido, como pedagogía humanista y liberadora tendrá, pues, dos momentos distintos aunque interrelacionados. El primero, en el cual los oprimidos van desvelando el mundo de la opresión y se van comprometiendo, en la praxis, con su transformación, y, el segundo, en que, una vez transformada la realidad opresora, esta pedagogía deja de ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los hombres en proceso de permanente liberación”.

Dichos procesos no se cumplen de la noche a la mañana, se necesita una construcción colectiva y una mutua comprensión intercultural, donde ciertamente el conocimiento se pueda construir según los parámetros del mundo que habitamos, por ende no habrá una “transmisión” de conocimiento, sino más bien un fructífero entrecruzamientos de ideas y saberes.

En una escuela de Tilcara, provincia de Jujuy (norte argentino), se registró una representación sobre el valor del conocimiento local que sin embargo no era incluido en los contenidos escolares, el siguiente diálogo se desarrolla entre Doña Petronila Vale, una pastora que sólo concurrió a primer grado en una escuela rural, y su hijo, supuestamente cursando el secundario, al llegar a casa luego de una jornada educativa:

-¿Quí has aprendido hoy en la escuela hijito?
-Los afluentes del Mar Caspio, mamá.
-¿Quí es eso, pues?
-Los ríos que van a cargar sus aguas al Mar Caspio.
-¡Chiú, qué bueno! Como aquí todas las quebraditas que bajan al Río Grande. ¿Esas las sabís?
-No todas.
-Esas son pues las que hacen crecer el río que nos lleva los sembrados.

Y entonces Doña Petronila se levantó y se puso a "dar clase" sobre el tema. Siendo su papá arriero, y habiéndolo acompañado por años, ella conocía muy bien todas esas quebradas.
Con esto se quiere significar cómo la escuela vuelve a los alumnos eruditos de lo ajeno e ignorantes de la propia cultura. Con lo cual dos tipos de educación pierden la posibilidad de complementarse, pudiendo fortalecer el aprendizaje del alumno con el conocimiento endógeno de los ancianos, muchos de ellos analfabetos. Creo que en este caso habría que resignificar el sentido del diálogo según el plano cultivado por Paulo Freire, las posibilidades que se abren serían infinitas, arborescentes, multidisciplinares…llevar esa posibilidad al aula, para potenciar el saber que el alumno ya trae desde la educación familiar. La conversación es un fenómeno humano que los antiguos griegos practicaron para entenderse amablemente con sus semejantes, acercarse a otras formas de conocimiento solo es posible a través del diálogo sincero, buscando entender cada sistema de pensamiento, y paralelamente comprender el contexto en el cual se desarrolla dicho sistema.

Históricamente se ha considerado la lecto-escritura como una tarea esencial en los llamados “servicios de extensión bibliotecarios”, es deseable una biblioteca con los libros estropeados pero leídos que una biblioteca inmaculada donde sus materiales no se consultan, las tareas de alfabetización requieren bibliotecarios comprometidos con su tiempo, donde el acceso al documento sea posible, pero también ofreciendo elementos para el cultivo de la lectura y la escritura, un trabajo de evolución dinámica basado en prácticas inclusivas, de complementación con el docente y con el pedagogo, ahí tenemos mucho que aprender y revisar de lo realizado por Paulo Freire, acompañar los procesos educativos según las potencialidades del contexto cultural de los usuarios, reflexionando sobre los alcances de las propuestas, propiciando un crecimiento y una intervención, para que sea genuina la idea de construcción social, política y cultural de un barrio, comunidad o pueblo.

Como dice el autor de esta nota: “El método de Freire es fundamentalmente un método de cultura popular, que, a su vez, se traduce en una política popular: no hay cultura del pueblo sin política del pueblo. Por este motivo, su labor apunta principalmente a concienciar y a politizar. Freire no confunde los planos político y pedagógico: ni se absorben, ni se contraponen. Lo que hace es distinguir su unidad bajo el argumento de que el hombre se hace historia y busca reencontrarse; es el movimiento en el que busca ser libre. Ésta es la educación que busca ser práctica de la libertad”.

Es deseable facilitar las diferentes fases del método de Paulo Freire para la alfabetización, donde según el autor es necesario seguir el método activo dialogal y crítico.

1º Fase: Levantamiento del universo “vocabular” (universo de las palabras habladas en el medio cultural del alfabetizando) de los grupos con los cuales se trabaja. Se extraen los vocablos de más ricas posibilidades fonéticas y de mayor carga semántica, con sentido existencial y emocional.
2º Fase: Elección de las palabras seleccionadas del universo “vocabular” investigado.
3º Fase: Creación de situaciones existenciales típicas del grupo con el que se va a trabajar.
Las palabras utilizadas reciben el nombre de generadoras, ya que a través de la combinación de sus elementos básicos propician la formación de otras. A partir de esas palabras se configuran las situaciones existenciales.
4º Fase: Elaboración de guías (Flexibles) que auxilien a los coordinadores de debate en su trabajo.
5º Fase: Descomposición de las familias fonéticas correspondientes a los vocablos generadores.
Se plasman las situaciones en láminas, diapositivas o proyecciones que, de la experiencia vivida por el alfabetizando, pasan al mundo de los objetos.
De uno en uno, los educandos van todos haciendo palabras nuevas con las posibles combinaciones a su disposición. Este proceso va creando conocimientos de palabras que enriquece la posibilidad de decirse diciendo su mundo.

A continuación se comparte las llamadas “20 máximas de Paulo Freire”, releerlas implica una idea de reencuentro entre semejantes, de escuchar al otro, de promover un acercamiento y una construcción de un “nosotros” en tanto comunidad, pueblo, cultura.

1. Es necesario desarrollar una pedagogía de la pregunta. Siempre estamos escuchando una pedagogía de la respuesta. Los profesores contestan a preguntas que los alumnos no han hecho (habría que reiterarlo constantemente, gran verdad)

2. Una visión de la alfabetización que va más allá del ba, be, bi, bo, bu. Porque implica una comprensión crítica de la realidad social, política y económica en la que está el alfabetizado.

3. Enseñar exige respeto a los saberes de los educandos (evidente sobretodo en comunidades indígenas y rurales)

4. Enseñar exige la corporización de las palabras por el ejemplo. (práctica habitual en numerosas comunidades, donde se utilizan los consejos como modo de educación)

5. Enseñar exige respeto a la autonomía del ser del educando.

6. Enseñar exige seguridad, capacidad profesional y generosidad.

7. Enseñar exige saber escuchar.

8. Nadie es, si se prohíbe que otros sean.

9. La Pedagogía del oprimido, deja de ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los hombres en proceso de permanente liberación.

10. No hay palabra verdadera que no sea unión inquebrantable entre acción y reflexión.

11. Decir la palabra verdadera es transformar al mundo.

12. Decir que los hombres son personas y como personas son libres y no hacer nada para lograr concretamente que esta afirmación sea objetiva, es una farsa.

13. El hombre es hombre, y el mundo es mundo. En la medida en que ambos se encuentran en una relación permanente, el hombre transformando al mundo sufre los efectos de su propia transformación.

14. El estudio no se mide por el número de páginas leídas en una noche, ni por la cantidad de libros leídos en un semestre. Estudiar no es un acto de consumir ideas, sino de crearlas y recrearlas (pensar por sí mismos, desde el entendimiento del propio contexto cultural)

15. Solo educadores autoritarios niegan la solidaridad entre el acto de educar y el acto de ser educados por los educandos.

16. Todos nosotros sabemos algo. Todos nosotros ignoramos algo. Por eso, aprendemos siempre (gran verdad)

17. La cultura no es atributo exclusivo de la burguesía. Los llamados "ignorantes" son hombres y mujeres cultos a los que se les ha negado el derecho de expresarse y por ello son sometidos a vivir en una "cultura del silencio" (decía Oscar Wilde en “De profundis” que  “solo en el alma de un ignorante puede haber espacio para una gran idea).

18. Alfabetizarse no es aprender a repetir palabras, sino a decir su palabra.

19. Defendemos el proceso revolucionario como una acción cultural dialogada conjuntamente con el acceso al poder en el esfuerzo serio y profundo de concientización.

20. La ciencia y la tecnología, en la sociedad revolucionaria, deben estar al servicio de la liberación permanente de la HUMANIZACION del hombre. No siempre es fácil sepultar a nuestros muertos... la presencia de la ausencia nos va volviendo más capaces... Nadie que sufra una pérdida sustancial continúa siendo el mismo de antes. La reivindicación es una exigencia de la vida. (de que sirve una herramienta si no sabemos en qué situación la vamos a aplicar, preguntarse el que y para que de cada herramienta)

Vaya un pequeño relato de Eduardo Galeano para despedirnos momentáneamente de este gran docente brasileño:

En el año 2009, el gobierno de Brasil pidió disculpas a Paulo Freire. Él no pudo agradecer el gesto, porque llevaba doce años de muerto.
Paulo había sido el profeta de una educación solidaria.
En sus comienzos, daba clases bajo un árbol. Había alfabetizado a miles y miles de obreros del azúcar, en Pernambuco, para que fueran capaces de leer el mundo y ayudaran a cambiarlo.
La dictadura militar lo metió preso, lo echó del país y le prohibió el regreso.
En el exilio, Paulo anduvo mucho mundo. Cuanto más enseñaba, más aprendía.
Hoy, trescientas cuarenta escuelas brasileñas llevan su nombre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario