lunes, 1 de octubre de 2012

La construcción social del conocimiento


Construir socialmente un conocimiento suele representar un paradigma, como tantas experiencias comunitarias lo han sido, una idea que puede sucumbir al menor soplo, algo que necesita tener un sentido de representatividad, un valer la pena.
Este sitio pretende la construcción de “un nosotros”, respetando prácticas históricas de traspaso de conocimiento. De algún modo, los archivos orales, para las comunidades ágrafas, han significado una decodificación de dicho paradigma, una construcción endógena y colectiva que permite integrar diferentes planos interdisciplinarios en aras de poder representar, bajo un enfoque intercultural, otras formas de entendimiento.

Toda biblioteca tiene por objetivo un anhelo tal vez utópico: la búsqueda de representatividad en los acervos bibliográficos. Cuando las culturas prescinden de la grafía para compartir un saber, dicho tratamiento requiere una construcción circular y horizontal desde la noción de “nosotros”, en tantos representantes de una realidad compleja que busca respuestas desde la interdisciplinariedad y la producción conjunta de conocimiento. El trabajo con archivos orales permite una comprensión más profunda de la vida social de las familias, habilita el aporte de métodos, conceptos y marcos teóricos que contrarrestarán las informaciones tradicionales que sobre estos grupos existen.

Trabajar con la oralidad implica una profunda complejidad de significado y de sentido, donde toma valor la memoria y la subjetividad del libro viviente. Por medio de una conversación, y con un conocimiento previo del tema a documentar, se comparte entre las personas un proceso intelectual a partir del cual se produce conocimiento, activado por los recuerdos del entrevistado.  La interpretación de las narrativas orales (costumbres, mitos, cuentos, anécdotas, chistes, canciones, saberes) permite la recuperación de identidades y de una historia que no siempre figura en los documentos oficiales sobre la cultura. Rescatar la memoria permite recrear escenarios olvidados, indagar sobre sucesos tendenciosamente registrados, recuperar, valorar y compartir biografías cuyos testimonios representan un modo de entender el pasado de una cultura.

Como profesionales de la información, tenemos la posibilidad de ser testigos de una incidencia enorme en la construcción del patrimonio cultural intangible, que es cuando un conocimiento se transforma en documento. Probablemente se trate de uno de los momentos más significativos en la vida de un bibliotecario, el formar parte de un trabajo de colaboración cuya construcción permite preservar conocimiento y fortalecer la identidad de un grupo social en condición vulnerable.
Los descendientes de las culturas originarias, incluyendo a los jóvenes que viven en comunidades campesinas, como así también aquellas personas que viven en barrios marginales o en zonas de frontera, no suelen contar con la posibilidad, en caso que lo manifestaran, de consultar documentos locales que reflejen su propia realidad, las bibliotecas que generan la creación del propio acervo están naturalmente habilitadas para ofrecer respuestas a esas inquietudes, recurriendo a la memoria y a las voces de quienes dominan conocimientos y recuerdos de la historia local. Construir socialmente conocimiento solo es posible asumiendo un compromiso crítico con los ciudadanos que integran el área de la biblioteca, con un vínculo sincero y profundo que permita valorar lo que cada uno sabe y conoce de su propia cultura.

Recoger historias de vida forma parte de ese trabajo de construcción endógena, como si fueran escrituras móviles a descifrar, verbalizadas en lengua materna, como cuando se cierra la puerta de algo que se sabe desde el fondo de los tiempos, y el bibliotecario estuviese destinado a abrir la puerta, a recoger el pasado, a convertirlo en documento.

Yo creo que eso es construir socialmente un conocimiento.

Este espacio pretende compartir, desde una idea de convergencias, una triple arquitectura. Por un lado volcar las reflexiones personales dispersas en diversos ámbitos sobre bibliotecología comunitaria, incluyendo experiencias de bibliotecas indígenas y rurales, por otro lado facilitar el acceso a micro- relatos, editando archivos orales generados en la experiencia Qomllalaqpi, agregando nuevas grabaciones con personas de otras culturas, y por último difundir las entrevistas realizadas hasta el momento con aquellos bibliotecarios comprometidos con el rol social de la profesión, trabajo que sigo realizando con mucho placer en la revista Fuentes del Congreso de Bolivia, bajo la columna periodística “palabra de bibliotecario”.

Un espacio para registrar conocimiento, asumido desde un compromiso crítico con la profesión, buscando ofrecer futuras construcciones.
De eso se trata este proyecto.
Con sincero afecto.

Daniel Canosa
Bibliotecólogo. Docente-investigador.

1 comentario:

  1. Felicitaciones a Daniel Canosa por el excelente trabajo realizado.
    Ileana Falconnat
    Capacitadora de bibliotecarios escolares - CENDIE

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