Construir
socialmente un conocimiento suele representar un paradigma, como tantas
experiencias comunitarias lo han sido, una idea que puede sucumbir al menor
soplo, algo que necesita tener un sentido de representatividad, un valer la
pena.
Este sitio pretende
la construcción de “un nosotros”, respetando prácticas históricas de traspaso
de conocimiento. De algún modo, los archivos orales, para las comunidades
ágrafas, han significado una decodificación de dicho paradigma, una
construcción endógena y colectiva que permite integrar diferentes planos
interdisciplinarios en aras de poder representar, bajo un enfoque
intercultural, otras formas de entendimiento.
Toda biblioteca
tiene por objetivo un anhelo tal vez utópico: la búsqueda de representatividad
en los acervos bibliográficos. Cuando las culturas prescinden de la grafía para
compartir un saber, dicho tratamiento requiere una construcción circular y
horizontal desde la noción de “nosotros”, en tantos representantes de una
realidad compleja que busca respuestas desde la interdisciplinariedad y la
producción conjunta de conocimiento. El trabajo con archivos orales permite una
comprensión más profunda de la vida social de las familias, habilita el aporte
de métodos, conceptos y marcos teóricos que contrarrestarán las informaciones
tradicionales que sobre estos grupos existen.
Trabajar con la
oralidad implica una profunda complejidad de significado y de sentido, donde
toma valor la memoria y la subjetividad del libro viviente. Por medio de una
conversación, y con un conocimiento previo del tema a documentar, se comparte
entre las personas un proceso intelectual a partir del cual se produce
conocimiento, activado por los recuerdos del entrevistado. La interpretación de las narrativas orales
(costumbres, mitos, cuentos, anécdotas, chistes, canciones, saberes) permite la
recuperación de identidades y de una historia que no siempre figura en los
documentos oficiales sobre la cultura. Rescatar la memoria permite recrear escenarios
olvidados, indagar sobre sucesos tendenciosamente registrados, recuperar,
valorar y compartir biografías cuyos testimonios representan un modo de
entender el pasado de una cultura.
Como profesionales
de la información, tenemos la posibilidad de ser testigos de una incidencia
enorme en la construcción del patrimonio cultural intangible, que es cuando un
conocimiento se transforma en documento. Probablemente se trate de uno de los
momentos más significativos en la vida de un bibliotecario, el formar parte de
un trabajo de colaboración cuya construcción permite preservar conocimiento y
fortalecer la identidad de un grupo social en condición vulnerable.
Los descendientes de
las culturas originarias, incluyendo a los jóvenes que viven en comunidades
campesinas, como así también aquellas personas que viven en barrios marginales
o en zonas de frontera, no suelen contar con la posibilidad, en caso que lo
manifestaran, de consultar documentos locales que reflejen su propia realidad,
las bibliotecas que generan la creación del propio acervo están naturalmente
habilitadas para ofrecer respuestas a esas inquietudes, recurriendo a la
memoria y a las voces de quienes dominan conocimientos y recuerdos de la
historia local. Construir socialmente conocimiento solo es posible asumiendo un
compromiso crítico con los ciudadanos que integran el área de la biblioteca,
con un vínculo sincero y profundo que permita valorar lo que cada uno sabe y
conoce de su propia cultura.
Recoger historias de
vida forma parte de ese trabajo de construcción endógena, como si fueran
escrituras móviles a descifrar, verbalizadas en lengua materna, como cuando se
cierra la puerta de algo que se sabe desde el fondo de los tiempos, y el
bibliotecario estuviese destinado a abrir la puerta, a recoger el pasado, a
convertirlo en documento.
Yo creo que eso es
construir socialmente un conocimiento.
Este espacio
pretende compartir, desde una idea de convergencias, una triple arquitectura.
Por un lado volcar las reflexiones personales dispersas en diversos ámbitos
sobre bibliotecología comunitaria, incluyendo experiencias de bibliotecas
indígenas y rurales, por otro lado facilitar el acceso a micro- relatos,
editando archivos orales generados en la experiencia Qomllalaqpi, agregando
nuevas grabaciones con personas de otras culturas, y por último difundir las
entrevistas realizadas hasta el momento con aquellos bibliotecarios
comprometidos con el rol social de la profesión, trabajo que sigo realizando
con mucho placer en la revista Fuentes del Congreso de Bolivia, bajo la columna
periodística “palabra de bibliotecario”.
Un espacio para
registrar conocimiento, asumido desde un compromiso crítico con la profesión,
buscando ofrecer futuras construcciones.
De eso se trata este
proyecto.
Con sincero afecto.
Daniel Canosa
Bibliotecólogo.
Docente-investigador.
Felicitaciones a Daniel Canosa por el excelente trabajo realizado.
ResponderEliminarIleana Falconnat
Capacitadora de bibliotecarios escolares - CENDIE