sábado, 1 de junio de 2013

Sobre la representatividad de las radios comunitarias


Alguna vez, hace años, conocí una pequeña radio ubicada en la provincia de Río Negro, la FM alas (89.1 del dial) ubicada en las cercanías de una comunidad Mapuche. Fui de visita y como ese día se ausentó el telefonista me ofrecieron atender el teléfono para anotar el pedido de los oyentes, dos horas después, no dejaba de asombrarme la cantidad de personas que querían salir al aire para comentar sobre las recetas tradicionales de las comunidades aledañas, tal había sido la consigna de aquel programa. Todos aportaban algo, entre todos hacían una recreación de las costumbres alimenticias de los lugareños, ofreciendo recetas del tiempo de los abuelos, contando como se preparaban los platos y agregando leyendas en torno a ciertos alimentos. Verdaderos documentos radiofónicos. Una inestimable construcción que posibilitó al oyente ejercer la libre participación y el derecho a la información, recuperando parte de la identidad cultural. El hecho demostró la incidencia que puede lograr la radio en el desarrollo de una comunidad.

Por otra parte difundían a músicos locales, facilitándoles la presentación en festivales y la grabación de discos (entre ellas la Agrupación de Músicos Populares).  Pero acaso el dato más significativo, que puso de manifiesto la estrecha relación entre la radio y la gente, aconteció cuando se registró un caso de hantavirus en la zona de El Bolsón. Fue en la puerta de la FM que los vecinos convocaron a organizaciones sociales y autoridades del hospital para tratar espacios de discusión e información y de este modo poder enfrentar el problema. Otra característica particular de esta radio era la de transmitir desde el lugar de los hechos (en general zonas de difícil acceso, llegando en ocasiones antes que los bomberos y Defensa Civil). Esto posibilitaba que según la urgencia, los pobladores pudieran acudir a la radio para juntar donaciones en casos de inundación o incendios.

Se trata de un medio de comunicación que posee las condiciones necesarias para aportar documentos a las bibliotecas locales, fortaleciendo la identidad colectiva, ya que suelen representar las reales necesidades de información de quienes conforman una comunidad.

Para aproximarnos a este concepto de representatividad, debemos remitirnos a las experiencias radiofónicas encomunidades indígenas y rurales de Latinoamérica. Cada una de estas experiencias, respetando el modo de comunicación de sus oyentes, enriquecen con sus leyendas y cuentos la cultura popular, aquella tan menospreciada por siglos, y que sin embargo conforma un mosaico multicultural invaluable.
En cada comunidad se registran modos de expresión que los diferencian de otras sociedades o pueblos, modos que responden al entorno y al contexto. Por lo general quienes conducen esas programaciones lo hacen respetando esos códigos.
Es verdaderamente importante que el bibliotecario pueda resguardar ese tipo de programaciones, se trata de un material que permitiría a sociólogos y lingüistas poder investigar características del lenguaje, conformando mapas lingüísticos de los diferentes barrios.

Desde hace un tiempo consideré que la vinculación de radios con bibliotecas genera una sistematización de experiencias cuya producción puede resultar de utilidad para el desarrollo de colecciones representativas de eventuales bibliotecas comunitarias.
Por lo general estas radios implican la posibilidad de democratizar la comunicación a escala comunitaria, son medios que favorecen la expresión y la participación y que valoran la cultura local, ya que comparten las mismas preocupaciones y problemas. Otorgan una voz a los que desde hace siglos viven condenados al silencio.

Por tal motivo me pareció valioso difundir las actividades de la organización FARCO (Foro Argentino de Radios Comunitarias) quienes conforman un grupo de emisoras que ejercen la radiodifusión como un servicio a la comunidad y la comunicación, como un derecho de todas las personas. Es una red de radios que busca construir un camino común para apoyarse y fortalecer la comunicación de cada comunidad. La misma se encuentra dividida en 5 zonas geográficas:
Patagonia, Centro, Cuyo, Noreste y Noroeste.

Quienes integran la red FARCO tienen por misión el promover la democratización de las comunicaciones como condición indispensable para la democratización de la sociedad. Fortalecer las radios comunitarias y que éstas favorezcan la participación. Impulsar la articulación de organizaciones populares y sociales que aporten a la construcción de una sociedad más justa y solidaria. Fortalecer la identidad y la cultura popular, como así también nuevas formas de construcción política y ciudadana. Luchar por el reconocimiento legal de las emisoras de las organizaciones sociales o entidades sin fines de lucro, sin limitación de potencia ni contenidos ni a su sostenibilidad económica.
Por tal motivo apoyan con convicción y coherencia el pleno funcionamiento de la Ley de Medios de Comunicación Audiovisual.

La red de radios comunitarias busca fortalecer la heterogeneidad, la diversidad cultural y la difusión de otras formas de conocimiento. La radio debe vencer el aislamiento, construir desde el respeto de la identidad, encarnar la resistencia de la cultura comunitaria. En los montes, en las villas, en los pueblos pequeños, en los cerros, existen radios que con mínimos recursos, apenas una consola, antena, micrófono, logran ofrecer posibilidades a una realidad carente de medios, informando y documentando porque son conscientes que si algo pasa les pasa a todos.

Se trata de un espacio de convocatoria, que representa para el oyente algo más que una compañía, donde cada conocimiento se transforma en documento, y es realmente alentador comprobar como la red de radios comunitarias va creciendo año a año. Quienes estamos ligados a la información y la comunicación debemos cuidar ese compromiso, porque sus locutores tornan visibles a los invisibles, porque les permiten multiplicar voces y defender derechos, porque acaso sin darse cuenta conforman día a día un patrimonio.

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