sábado, 20 de abril de 2013

Sobre la representatividad de los acervos y la construcción de significado


La tradición africana, especialmente en países como Ghana o Costa de Marfil, simboliza, a través de una imagen, la unificación de la diversidad de sus diferentes pueblos. Se trata de un pájaro que mira hacia atrás portando un huevo en el pico. No es otra cosa que la representación del pasado y del futuro y que recibe el nombre de sankofa.

Muchos de los símbolos, con características propias de pictogramas e ideogramas, son conocidos bajo la denominación de Adinkra, remiten a la representación de conceptos o aforismos, y se utilizan particularmente entre los grupos Akan de Ghana (África Occidental) como ornamento en ropas, tejidos, telares, paredes, cerámica o logotipos entre otros. Cada uno de esos símbolos lleva asociado varios significados (trazando una distancia geográfico-temporal podríamos encontrar un paralelo en las molas de los Kuna panameños o los Quipus incaicos). Se trata de soportes que comunican información y condensan significación. Quienes portan estos símbolos adscriben a una idea de pertenencia, es como si dijeran, sin necesidad de utilizar palabras, “nosotros somos esto” “nosotros pertenecemos a esto” “esta es nuestra cultura”.


Quien ha investigado sobre estos temas es Jaime Arocha Rodríguez, profesor asociado del Departamento de Antropología e Investigador del Centro de Estudios Sociales de la Facultad de Ciencias Humanas (Universidad Nacional de Colombia), cuyas líneas de investigación han abarcado tópicos relacionados con los  afrocolombianos de Bogotá, estudios sobre convivencia interétnica en Colombia, sustentabilidad ambiental y Afrocolombia en general. El autor ha participado en numerosos espacios de colaboración, publicó libros y artículos desde enfoques antropológicos y etnográficos con una genuina toma de conciencia social y ecológíca. Ha desarrollado importantes trabajos sobre Africanías en riesgo dentro del caribe y el pacífico colombianos, variados enfoques sobre culturas caribeñas, territorialidad y antropología, inserción urbana de afrocolombianos, o temas de memorias locales e identidades vulnerables llevan su nombre. Abordó en sus trabajos de campo los modos de comunicación entre los pueblos africanos, tratando entre otros aspectos las prácticas sociales de grupos migratorios en tierras colombianas.

Un caso particular –que merecería un tratamiento especial en otra oportunidad– ha sido el estudio sobre los griots africanos, recreadores de la tradición oral africana, por lo general nómades que van de pueblo en pueblo acompañados de algún músico, cantando gestas de su comunidad. Se trata de verdaderas bibliotecas vivientes, herederos y guardianes de las historias locales conservadas desde la oralidad en la memoria de los ancianos (linaje, mitos, cuentos, batallas históricas, músicas tradicionales y canciones ceremoniales). Se trata de personas con autoridad moral para recrear acontecimientos históricos, cuyas canciones resultaron sustancialmente una parte integrante de la vida política.

Según AmadouHampaté Ba 
[Los archivos orales de la historia. En: El Correo de la UNESCO, Mayo-Junio 1986. p. 52-53] los griot de Mali consideraban a la palabra, Kuma, como una fuerza fundamental que emana del mismo ser supremo, Maa Ngala, creador de todas las cosas. La sustancia misma de la historia africana descansa en las llamadas “escuelas de iniciación” u “órdenes”, herederas de aquel legado ancestral, y continuadores del patrimonio cultural de sus pueblos (podemos encontrar una relación con algunos consejos de ancianos de pueblos originarios de América Latina). En ellos han sobrevivido las historias de sus ancestros, la riqueza de sus lenguas y dialectos, y la conciencia de su identidad.

Es interesante revisar las reflexiones de Jaime Arocha sobre la ignorancia educativa, por parte de la sociedad, del componente africano que ha migrado a Colombia, en muchos casos escapando de la esclavitud y conservando sus tradiciones y creencias, configurando un mosaico multicultural con múltiples connotaciones (islamismo, sincretismo, cosmovisiones originarias, expresiones musicales y artísticas, costumbres y plurilinguismo entre otros).

El autor propone la recomendación de novelas para nutrir el acervo de eventuales bibliotecas interculturales que permitan abrir un espacio de reflexión e interpretación histórica a partir de ciertas lecturas y/o temáticas, entre ellas:

- Los períodos de la trata desde el 1600 en adelante, que lleva a analizar el conflicto étnico que acompañó a los musulmanes que llegaron a estas tierras, provocando rebeliones en los cautivos de Bahía (retorno a Africa en calidad de tratantes).
- “Sego” de Guadalupe Maris Conti (que trata la adopción al Islam de la gente mambará).
- Una novela que trata sobre el inicio de la colonización en el Congo por parte de los belgas, centrándose en el héroe MandalaMankukú.
- Un relato de un griot explicando como se hace una narración en África (AhmadouKourouma).

En todos estos casos se plantea la apertura de un diálogo intercultural desde lo ocurrido en África mediante diferentes formas de narración. Elementos que probablemente hagan a la implementación de bibliotecas interculturales. En este sentido su trabajo nos permite reflexionar sobre la representatividad de las colecciones y la construcción de significado. La biblioteca puede resultar un espacio idóneo donde decodificar, desde el letramiento, las prácticas sociales que circulan en la oralidad. Se trata de articular ideas que nos permitan una representación del saber comunitario, un modo de facilitar la comprensión a todo tipo de usuarios. Por ende el bibliotecario deberá interpelar estas escrituras dentro de la comunidad, generar pensamiento crítico, literatura propia, consideración de los diferentes tipos de soportes, etc.

Dada la importancia del caso, y del enfoque circular de quien suscribe, se considera muy valioso abordar esta línea de pensamiento del autor. No son frecuentes, en las diversas experiencias sobre bibliotecas indígenas latinoamericanas, el abordaje de obras escritas para intentar desentrañar un modo de pensamiento que involucre la realidad de las comunidades.
Vayamos a un ejemplo concreto: la Constitución Argentina. Estos textos, o parte de ellos (en este caso el artículo 75 inciso 17), fueron analizados en su momento por artesanos y lingüistas qom pertenecientes al Centro Comunitario Daviaxaiqui de Derqui [Lo’anatacpi na qom Derquil’cpi: materiales del taller de Lengua y Cultura Toba, 2005] allí los qompi encontraron diferencias en la comprensión de ciertos conceptos jurídicos, como por ejemplo los términos “reconocer” o “garantizar”, estas palabras no tienen el mismo significado para los paisanos que para los constitucionalistas, mismo desde la relación con la tierra, donde no trazan un sentido de apropiación, sino de pertenencia espiritual. La interpretación global del texto implicó abordajes sobre diversas variables, entre ellas las problemáticas sobre personería jurídica y la propiedad comunitaria de quienes tuvieron que migrar hacia otros horizontes.
Abordar los fundamentos de dicho libro implica establecer un espacio de debate, recoger los testimonios, construir (y difundir) textos propios.

La producción documental tomaría en este caso dos vías de enfoque; por un lado la discusión de textos (novelas, historiografías, biografías históricas, crónicas) donde poder socializar e interpelar sus contenidos (la biblioteca como espacio de socialización),  en este caso se trata de materiales que habilitarán eventuales documentos secundarios, ya sea por el producto de una mirada sesgada o como testimonio de un hecho puntual que los ancianos recuerden particularmente, incluso como para ser utilizado en charlas y debates por parte del bibliotecario, junto con los paisanos de la comunidad y los usuarios que visiten la biblioteca (confrontar el documento escrito y el documento viviente).
Por otro lado elaborar los propios contenidos sobre conocimientos específicos, como por ejemplo la medicina tradicional (recolectando y registrando muestras y datos), construcción de artesanías, tradiciones o relatos que puedan complementar investigaciones foráneas, lo que a su vez implica la necesidad de tender puentes hacia otras formas de entendimiento, a fin de obtener beneficios directos de las propias investigaciones.

Es probable que estemos ante la idea de una biblioteca intercultural, parecería un enfoque básico, sin embargo el acercamiento a diversas narrativas mediante la lectura crítica y la discusión grupal bien puede significar una herramienta de aproximación para entender las distintas miradas que se suscitan en torno a una misma problemática. El abordaje de los acervos para intentar reconocer(nos) en el otro que somos, no deja de ser un valioso modo para desentrañar complejidades tan profundas como la identidad y el valor de la memoria.

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