Haber compartido recientemente el 33º aniversario
del Coloquio Internacional de Bibliotecarios, dentro de la Feria
Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), significó algo más que plantear
reflexiones en torno a los servicios de información para grupos vulnerables. En
la mochila llevaba algo que para El Orejiverde representaba muchas cosas, se
trataba de una edición de Nuestros paisanos los indios, de Carlos Martínez
Sarasola, junto con uno de sus últimos libros, La Argentina de los caciques, o
el país que no fue.
El libro de Carlos fue donado a la Biblioteca Pública del Estado
de Jalisco “Juan José Arreola”, que forma parte del proyecto del Centro
Cultural Universitario (CCU) de la Universidad de Guadalajara, un ejemplar que
ya se encuentra en el catálogo, permitiendo a sus lectores entender cómo es que
ha sido, desde la Revolución de Mayo en adelante –donde los indígenas
estuvieron momentáneamente integrados a una noción de país que no sobrevivió el
tiempo de vida de sus principales líderes– que los argentinos no supimos
integrar otras formas de conocimiento dentro del contexto político, social,
cultural y educativo que por entonces se estaba forjando. Por el contrario, tal
como lo afirmó Carlos, como ciudadanos fuimos enseñados en la negación de los pueblos
indígenas, negación que aún hoy, en diferentes estratos sociales, ha generado
importantes expresiones de discriminación, segregación y racismo.
Entender esa automutilación social, es comprender en parte lo
que somos como país, la lenta conformación de variadas matrices culturales que
plantearon el interrogante del ser argentino, en donde la ocupación, por parte
del Estado, de los denominados territorios libres indígenas, significaron no
solamente un despojo arbitrario sino esencialmente la destrucción de una forma
de vida, cuyo eje siempre fue la espiritualidad, deuda social que aún sigue
pendiente, y que la obra de Carlos Martínez Sarasola continúa interpelando.
Dejar ese libro en aquellos estantes es una forma de tributar la
memoria de nuestro querido Director, y es también, a nuestro modo, una forma de
completar el entendimiento cultural de la Historia Argentina.
Se trata de una verdad que tiene que ver con nuestra identidad,
bienvenida sea esa posibilidad en el concurrido espacio de una biblioteca.
Nota: la imagen corresponde al sitio Web del autor:
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