jueves, 10 de noviembre de 2016

Derechos humanos y Sociedad de la Información


Finalmente, tal como se había prometido, Pedro López López estuvo disertando en el ISFD 35 de Montegrande y en la Biblioteca Popular Florentino Ameghino en Luis Guillón, compartiendo conceptos nuevos, analizando problemáticas de carácter político, cultural y educativo, habilitando la visibilidad de la Bibliotecología en contextos interdisciplinarios, motivando nuevos horizontes de lecturas críticas bajo el entendimiento de la responsabilidad social del bibliotecario.

Supe de este colega en tiempos de “Educación y Biblioteca” la emblemática publicación sobre temas relativos al rol social bibliotecario, muy apreciada por toda la comunidad profesional de bibliotecarios, archiveros, documentalistas y docentes, en donde Pedro colaboró a lo largo de los 23 años de vida de la revista, que por su calidad editorial y de contenido tanto me recuerda al actual Fuentes de Bolivia del entrañable Luis Oporto, y ya por entonces Pedro marcaba un camino que muchos intentamos replicar. En aquel momento (años 2007-2008) ciertos debates políticos surgidos en listas bibliotecarias contaron con sus oportunas intervenciones, lo cual nos permitió abrir los ojos en más de una oportunidad, sabiendo que más allá de las posiciones compartidas teníamos que defender el derecho a la libre expresión, un criterio básicamente ético, que a pesar de su valor generó algunas resistencias entre colegas, cuestionaría en este caso sepultar dicha anécdota con un verbo en tiempo pasado, y si se cree que no es acertado pensarlo de este modo, preguntémonos porque aún hoy tratar temas políticos en ciertas listas bibliotecarias genera actitudes disruptivas entre los profesionales de la información, y sobretodo, preguntémonos porqué aún hoy esos temas no se discuten ni se habilitan en las aulas.

Pedro López López es ciertamente un referente ético de la disciplina, cada intervención suya permitió zanjar diferencias, mediante un entendimiento sensato que buscó por sobre todo ejercer críticamente la profesión. Bienvenidos sean los bibliotecarios como el, porque no solo son necesarios, sino esencialmente son imprescindibles. El sábado 5 de noviembre ocurrió un evento que el paso del tiempo no borrará de la memoria, me preocupé en comentarles a los alumnos presentes que intenten hacer una construcción con las palabras de Pedro, que valiera la pena su gentileza de compartir semejante experiencia, que trabajáramos más adelante con estos conceptos teóricos, plagados de problemáticas políticas y culturales, bajo el sentido amplio de la responsabilidad social profesional.

Vale hacer un pequeño resumen de algunas ideas esbozadas luego de una hora y media de alocución ininterrumpida, permitiendo un tiempo para las preguntas del público, agradecidos de escucharlo luego de comprobar que aquello fue lisa y llanamente una conferencia magistral.

En primer lugar, a las 15 hs, Pedro disertó en el ISFD 35 de Montegrande sobre Derechos humanos y bibliotecas.

En algún punto resaltó el concepto crítico de la democracia:

Una democracia formada por una masa amorfa de consumidores compulsivos que aceptan acríticamente un modelo comunicativo (especialmente en lo que se refiere a la televisión) y de consumo absolutamente alienantes, que no participan en la colectividad, que son indiferentes a la injusticia social, es solamente la cáscara de una democracia. La democracia se protege fortaleciendo la ciudadanía, y esto sólo – o principalmente- puede hacerse a través de la educación. Pero no sirve cualquier tipo de educación. Conseguir un alto nivel cultural no protege contra la barbarie, como demostró la Alemania de los años treinta y cuarenta, el país más adelantado de su época, tanto cultural como científica y tecnológicamente. El nazismo, barbarie en estado puro, tuvo dirigentes con exquisito nivel cultural. Podemos decir, con Voltaire, que la civilización no suprime la barbarie, sino que la perfecciona. Como decía Soledad Gallego-Díaz en una columna publicada en el diario El País “Desde entonces, como escribió George Steiner, ‘sabemos que los hombres pueden leer a Goethe o a Rilke por la tarde, interpretar a Bach y a Schubert por la noche, e ir a la mañana siguiente a su trabajo diario en un campo de concentración’. La cultura, toda la cultura europea, no fue capaz de protegernos de la barbarie y desde entonces todos sabemos también que, como escribió otro sabio alemán, T.W. Adorno, la única cultura verdadera es la que alienta la crítica, la que alimenta la ciudadanía, la capacidad de resistencia frente a la inhumanidad y sus dogmas... Desde Auschwitz todos deberíamos saber que lo que importa es mantener engrasados los mecanismos que permiten el libre conocimiento de los hechos frente a la propaganda... El conocimiento de los hechos y la capacidad crítica son los diques de la barbarie”.

También Pedro ha dejado en evidencia que el retroceso de los derechos humanos en los últimos años está siendo palpable, tanto en los derechos civiles y políticos, con un modelo de lucha contra el terrorismo que en realidad lo está alimentando, y que justifica el recorte de estos derechos para todos, como en los derechos sociales, con un modelo de globalización sustentado por una ideología antisocial que justifica su desaparición.

En la presentación el autor remarcaba algunas frases con las cuales construía un discurso sólido, sustentado en fuentes bien documentadas, enlazando pensamientos críticos y trasladando contextos con reflexiones concisas, que habilitaban el interrogante y la arborescencia, una verdadera construcción de sentido. El aplauso cerrado que lo recibió dejó a las claras lo mucho que necesitábamos de su palabra, fue también el aplauso del reconocimiento de su extensa carrera, de su inquebrantable compromiso con la ética, de su criterio en relación al rol social de la profesión.

El concepto de derecho humano fue analizado desmenuzando sus características principales, apoyándose conceptualmente en diversos autores, recuperando experiencias, como si se tratara de un artefacto al que conviene desarmar para que entendamos de que componentes está constituido, que plano habita, que interrogantes depara, nos recordó que ciertos documentos (como el Manifiesto IFLA/UNESO, incluyendo declaraciones a favor de las Bibliotecas Públicas por parte de organismos e instituciones), proclaman que “la libertad, la prosperidad y el desarrollo de la sociedad y de la persona son valores fundamentales que sólo podrán alcanzarse si ciudadanos bien informados pueden ejercer sus derechos democráticos y desempeñar un papel activo dentro de la sociedad…”.

Y es que precisamente (siguiendo a Susan George) una de las razones por las que elegimos una profesión es la ambición por cambiar la realidad social, y nada de esto tendría sentido si no esbozáramos una crítica constructiva al discurso de la Sociedad de la Información. Allí Pedro observó otras variables, alertándonos del discurso tecnológico que enmascara un discurso ideológico destinado a desactivar la crítica política, lo cual nos llevaría invariablemente en el futuro a ser testigos del pronunciamiento de comunidades tecnocientíficas sin ningún tipo de ideología.

En este escenario el intento por formular políticas públicas quedaría deslegitimado, primando la doctrina de gestión empresarial (cuanto de nuestro actual contexto como país se ajusta a esta comprensión) un enfoque que se presenta como técnico, neutral, aséptico, no ideológico, pero impulsa nuevos valores cargados de ideología: desregulación, privatización, mercantilización de toda actividad humana y todo recurso natural antes considerado bien común, lo cual afirma Pedro, no deja de ser un discurso tecnocrático, optimista, futurista de la Sociedad de la Información, que oculta una operación ideológica para la gestión neoliberal de la globalización. Diría el refrán “más claro echarle agua”.

Por otra parte me pareció sumamente interesante la relación establecida entre los llamados “señores del aire” (dueños de las redes, por intermedio de unas pocas empresas) con el concepto Neofeudalismo, destacando que los siervos en la edad media pertenecían a la tierra, que a su vez pertenecía a los señores. Los “señores del aire” tratan de generar en los usuarios una relación de pertenencia, identificación y fidelidad a sus dominios informacionales, y resulta revelador incluir en este punto la analogía entre el súbdito feudal y el “telesúbdito”, según Pedro:

1) El telepolita depende de su señor del aire (proveedor de servicios) para existir y actuar a través de tecnologías que el proveedor diseña y controla. La imagen y la identidad la proporciona el proveedor.
2) Todos nuestros pasos son controlados y archivados. Además, pueden ser objeto de transacción comercial para el cruce de datos. Dinero electrónico, televisión, teléfono, internet, aportan datos sobre nosotros que escapan a nuestro control.
3) Cuando un “señor del aire” adquiere o conquista su teledominio a otro (OPAS, alianzas estratégicas, compra, intercambio de acciones, etc.), los usuarios de un señor pasan a depender del comprador.

En este contexto queda claro que los “señores del aire” se arrogan un auténtico derecho de “pernada digital” (vale el término) imponiendo contratos abusivos y exigiendo datos personales e íntimos. Siguiendo esta lógica los “señores del aire” ofrecen seguridad, protección, cortafuegos, sistemas criptográficos… Son estrategias típicamente medievales, salvando el contexto tecnológico.
Mientras tanto persiste el hambre en millones de personas, la falta de medicamentos, la falta de condiciones para una vida digna…Las instituciones democráticas y los ciudadanos cuentan cada vez menos en graves decisiones que les afectan, incluyendo en toda esta complejidad las trabas a la libre circulación de la información.

Conclusión: la tecnología no está resolviendo los problemas ni haciendo la sociedad más democrática.

Ya en un artículo de 2010 Pedro se preguntaba si era posible el reconocimiento social sin compromiso social, aquel interrogante lo ha trasladado a este contexto, me permito acercarlo por la coherencia con que se relaciona en el tiempo con su actual presentación, en aquel texto Pedro decía lo siguiente:

Una de las quejas más extendidas en las profesiones del ámbito de Biblioteconomía y Documentación es, sin duda, aquella que se refiere a su escaso reconocimiento social. Desde mi punto de vista, nos encontramos ante una queja que tiene su razón de ser, pero que a menudo es formulada por aquellos que muy frecuentemente dan la espalda a problemas sociales que requieren compromiso social. En mi opinión, sin compromiso social no puede exigirse reconocimiento por parte de la sociedad”.

Y aquí debemos resaltar la crítica hacia quienes se consideran “neutrales”, ya que como lo remarcó Pedro, el concepto de neutralidad no corresponde para una profesión como la nuestra.

Un sector de nuestros profesionales considera de muy mal gusto pronunciarse sobre problemas sociales y cuestiones políticas….Intervenir como profesionales en un debate como el de la llamada recuperación de la memoria histórica ya cae a años luz de sus planteamientos pretendidamente asépticos. Reivindicar la República Española y condenar el golpe de estado de 1936 y la posterior dictadura criminal que dejó ciento y pico mil muertos en las cunetas y miles de niños robados, según está ya sobradamente documentado (algunas estadísticas mencionan la terrible cifra de 300.000 robos de bebés) y todo esto es una cuestión más actual de lo que parece a primera vista)… eso ya debería ser motivo para retirar el título a cualquier profesional, según los que creen ser neutrales.
Pero, entonces, si cuestiones de esta relevancia política y social, nos son ajenas, ¿qué reconocimiento puede pedirse a la sociedad? Si no hay compromiso con la democracia y los derechos humanos, ¿qué fuerza moral hay para pedir reconocimiento social?

Como se puede observar, entre estas escrituras y su presentación en Buenos Aires hay un hilo que une muchos tejidos.
A modo de conclusión Pedro López López sostuvo lo siguiente:

Los derechos humanos están retrocediendo. Principales amenazas: gestión neoliberal de la globalización, gestión de la lucha contra el terrorismo.
La sociedad de la información debería facilitar el disfrute de derechos gracias a las nuevas tecnologías, pero en los últimos años contemplamos recortes en los derechos humanos.
Solo una ciudadanía activa que exija sus derechos puede revertir estos procesos.

No todos los días nos pasan estas cosas, cuánto queda por discutir de todo lo compartido por Pedro, cuantas construcciones por realizar, y es entonces que debemos aportar nuestro propio enfoque crítico, y preguntarnos si después de aplaudir estas palabras no debamos cuestionarnos –especialmente para aquellos docentes que musitan un total desinterés por asuntos sociales y políticos– la absoluta necesidad de introducir conceptos relativos a la responsabilidad social, a la promoción de los derechos humanos, a las críticas de los valores democráticos, éticos y políticos, para que se integren en la formación académica de los futuros profesionales ¿cuándo podremos hablar de gremios en alguna materia? (tal como lo pronunció en su momento Robert Endean Gamboa desde México), ya que no todo lo que se pretende brillar en nuestra disciplina es el componente técnico, hay también un componente humanístico que habilita muchísimos cuestionamientos que solo cobran vida en algunos foros virtuales (y por cierto muy resistidos por algunos colegas), la conferencia de Pedro no solo es útil para estar alertas y discutir conceptos, es sobre todo necesaria para poder abrir espacios de resistencia que nos brinden elementos que permitan justificar nuestro reconocimiento social en contextos interdisciplinarios, si realmente queremos llegar a ese lugar (y en consecuencia tornarnos “visibles”) antes debemos exigirnos estos compromisos genuinos y estas construcciones acaso filosóficas.

Por todo esto lo de Pedro López López ha sido tan necesario y tan valioso.
Vaya la gratitud hacia su persona de todos los alumnos y docentes que lo escucharon.

PD: por cuestiones de espacio compartiré en otro texto la disertación que Pedro López López ofreció horas después en la Biblioteca Popular Florentino Ameghino.

Referencias consultadas:

Homenaje a la desaparecida revista Educación y biblioteca:
http://www.elprofesionaldelainformacion.com/notas/homenaje-a-la-desaparecida-revista-educacion-y-biblioteca/"

¿Reconocimiento social sin compromiso social? / Pedro López López. Artículo publicado en Educación y Biblioteca, nº 176, marzo/abril 2010.

Nota: la imagen fue cedida gentilmente por el fotógrafo Hernán Esteban Martínez.

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