sábado, 1 de agosto de 2020

Pachamama



Los tiempos se cumplen, amparados en los ciclos que la naturaleza ofrece, como un manto que todo lo cubre, cada vez que llega el primer día de agosto, las comunidades indígenas se preparan para agradecer por lo recibido.

Para los paisanos, Pacha es un término quechua y aymara que significa: cosmos, tiempo, espacio, mundo, universo. Tal como lo refiere Amalia Vargas, perteneciente a la Comunidad Lajas Salitre Quechua, de la Nación Chicha, “habitualmente se relaciona la palabra compuesta Pachamama como "Madre tierra" desde el español, pero tiene un sentido más amplio y complejo, abarca la totalidad del tiempo y del espacio universal. Ella es la Gran Madre originaria de la Tierra, que controla las potencias de la naturaleza. Es la esencia femenina dadora de vida”.

Como madre de esos tiempos y de esos espacios, la Pachamama representa de algún modo una entidad orgánica, que equilibra los permanentes desbalanceos que la sociedad provoca, estableciendo un vínculo basado en la reciprocidad, la fecundidad y la fertilidad, un ritual que nos recuerda lo efímeros que somos y lo perdurable que es la naturaleza en todo su contexto.

Las prácticas y las ceremonias fueron manteniendo un espíritu común a todas las culturas originarias, existen diversas costumbres en este sentido, siempre bajo un sentimiento de sacralidad, que es acompañado con agradecimientos e invocaciones a la Madre Tierra.

En este escenario surge un concepto que las culturas andinas conocen como ayni, para la corresponsal del Orejiverde, tiene relación con lo que se da y lo que se recibe, donde cada acto condiciona la interacción de esas fuerzas que generan vida, es por eso que las abuelas y abuelos valoran el agradecer, por todo lo que es ofrecido bajo nuestros pies, porque saber agradecer es también saber recibir, es también poder dar, se trata de un entendimiento que es posible advertir en las semillas que se arrojan a los sembradíos, en los ríos donde todo fluye en armonía, en la energía del sol y la divinidad femenina de la luna.

Es para evaluar, en tiempos de pandemia, todo lo que puede enseñarnos este modo de comprensión, se trata de una ceremonia que, por algún motivo, ha podido perpetuarse en la memoria de los pueblos, cultivada desde los antiguos, el simple acto de dar y recoger un alimento, no cometamos el error de perder ese legado.

Fuente: Amalia N Vargas, PukioSonqo - El Orejiverde

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