jueves, 3 de julio de 2025

La Biblioteca indígena de la cultura Sapmi, en Jokkmokk, Suecia

En Europa del norte, se encuentra la región geográfica del territorio Sápmi (conocido por el exónimo Laponia, considerado despectivo por los lugareños, derivado de ciertas descripciones que los clasificaban como paganos, primitivos e incivilizados por los círculos académicos de la sociedad hegemónica), cuyos territorios son habitados por la comunidad sami, también conocidos como pueblos lapones o saami, sabme o same, sus habitantes se refieren a sí mismos como Sámit (los samis), o Sápmelaš (de la familia Sami), se trata de un grupo étnico que habita el norte de Escandinavia, una región que se extiende por los países nórdicos de Noruega, Suecia, Finlandia y la península de Kola (al norte y noroeste de Rusia). Si bien no existen estadísticas oficiales de su población, se estima que aproximadamente son unas 82.000 personas, de los cuales el 60% viven en Noruega, 24% en Suecia, 12% en Finlandia y menos del 3% en Rusia. Son considerados una minoría nacional oficial en Suecia y una de las comunidades indígenas más antiguas del mundo. El nombre lapón no aparece hasta el siglo XIII, cuyo idioma pertenece a la familia de las lenguas finesas, formando parte del grupo ural, subgrupo ugro-finés, se tiene conocimiento de la publicación de gramáticas en "lengua lapona" en Stuttgart (1940), Cristianía (1850) y Estocolmo (1891), y se reconocen sobre estos pueblos la lectura de traducciones de obras religiosas y una literatura popular con poesías líricas y poemas míticos y heroicos.

Es para destacar que en los idiomas sami existen unas 400 palabras para representar el término “reno”, así como muchas descripciones para la palabra “nieve”, y a pesar de ser una lengua muy minoritaria, hay una palabra sami que se ha extendido por todo el mundo: "tundra" (propio del contexto, ese concepto representa el entendimiento de “llanura sin árboles”, derivado del ruso тундра, o “tierra infértil” del lapón tūndâr), un bioma caracterizado por su subsuelo helado y pantanoso, cubierto de musgos, líquenes y turberas. Parte de la cultura originaria de este pueblo se encuentra atravesada por las prácticas chamánicas, que encontraron un punto de quiebre con la progresiva intervención de la monarquía sueca, que al mismo tiempo dirigía la Iglesia Luterana, esta situación llevó a un lento proceso de conversión forzada al cristianismo, tomando como punto de convergencia lugares como Jokkmokk (en lengua sami de Lule significa curva del río), por el comercio de aquellas ciudades, cuyos mercados tienen aproximadamente unos 400 años de antigüedad, lo que facilitó la catequización y la alfabetización de los futuros misioneros de etnia sami.

Los inicios de la Biblioteca Sami

Este escenario presenta una experiencia singular, a partir de 1989, conocida en sus inicios como Ája, una Biblioteca Sami en Jokkmokk, ciudad del municipio homónimo en Norrbotten, provincia histórica de la Laponia sueca, concebida para representar la cultura sámi y al territorio Sápmi, lo que implica asociar a esta unidad de información como una biblioteca indígena. En aquel momento, el espacio incorporó una serie de documentos (textos, material fotográfico y grabaciones de audio) sobre la cultura sami, por intermediación de la propia comunidad indígena, quienes se unieron para financiar la creación de la biblioteca. Es aquí que entra en contexto un trabajo de campo llevado adelante por la bibliotecaria portuguesa Paula Sequeiros (*), desde donde intentó comprender la utilidad que los propios samis le otorgaban al uso de las colecciones. En su recorrido, recogió parte de la historia de Ája, con testimonios orales de quienes habían participado, ya sea con donación de documentos y algunas colaboraciones con el espacio público. Según la autora, una de las personas que promovió el proyecto fue Peter Sárri, experto de la cultura sami, quien era uno de los consultores del Parlamento Sami, y al que Sequeiros contactó en los inicios del proyecto.

Allí el representante sami narra sobre la propuesta consensuada con las autoridades, que consistía centrar la organización en tres espacios, ubicados en Kiruna, Jokkmokk y Östersund, donde las bibliotecas estuvieran vinculadas a instituciones sami específicas. La biblioteca de Jokkmokk fue destinada, en el año 2004, a formar parte de Ájtte (“almacén” en sami), un museo especializado en la naturaleza de montaña y un archivo sobre la cultura sami, además de desarrollar un servicio que tendría por tareas colaborar con las actividades de investigación sobre los samis y sus asuntos tanto en Suecia como en el extranjero. Algunos años más tarde el proyecto se reconfiguró y fue aprobado y también financiado por el estado sueco y el Parlamento. De esta manera, la documentación del Ája (que es anterior a la creación de Ájtte) se incorporó en el complejo cultural. Hoy en día se habla de Ájtte solamente, un centro cultural que asocia diferentes tareas y unidades de información con distintos gestores: biblioteca, archivo (especialmente sonoro) y museo.

La Biblioteca Sami proporciona a la comunidad una bibliografía en lenguas sami o sobre los samis, independientemente del idioma de publicación. La biblioteca alberga alrededor de 15.000 monografías y 550 publicaciones periódicas. Las colecciones bibliográficas de la Biblioteca Sami y del Centro Cultural de Ája comparten el mismo espacio físico y algunas estanterías. Sin embargo, ambos fondos tienen catálogos y procedimientos de préstamo diferentes. Los usuarios los utilizan comúnmente y los consideran una sola biblioteca. En virtud de la Ley de Bibliotecas de 2013, la Biblioteca Sami se integró en la red nacional de bibliotecas públicas. Como biblioteca especializada y singular, recibe la visita de investigadores de diversas nacionalidades y, además, ofrece acceso a información bibliográfica al público en general.

La biblioteca colabora con la Biblioteca Comunal, garantizándole la custodia y preservación de los archivos parroquiales, cruciales para la búsqueda de parientes e historias familiares en una región marcada históricamente por sucesivas migraciones. En los últimos años, la dotación de bibliotecarios disminuyó y los proyectos iniciales, innovadores, laboriosos y especializados, como el desarrollo y mantenimiento de una lista de Encabezamientos Temáticos Sami (una herramienta de indexación bibliográfica) o el registro analítico de artículos y fragmentos de libros, se suspendieron. Cabe destacar que los sucesivos modelos organizativos y denominaciones del patrimonio bibliográfico sami parecen reflejar las tensiones entre los propósitos institucionales y los diferentes intereses en cuanto a la relevancia de cada uno de sus componentes (Museo, Bibliotecas/Archivos, Centro Cultural), tanto en la sociedad local como en la nacional. Como una de las pocas instituciones donde se puede encontrar bibliografía sobre los samis en idiomas distintos del sueco, y como institución patrimonial, la Biblioteca Sami es considerada unánimemente como un "tesoro" por diferentes agentes culturales samis.

En este escenario se plantea una situación que vincula el acceso de información con criterios derivados de la preservación del contexto geográfico en el cual están insertos, ya que desde la biblioteca se recopila material bibliográfico sobre el conocimiento ancestral, pero en donde ciertos asuntos ligados a esos temas permanecen bajo la tutela de personas samis o no samis a quienes se les permitió el acceso —como por ejemplo destinar información sobre la ubicación de ciertos manantiales de agua pura— lo que representa un tema sensible que la comunidad resuelve según vayan surgiendo las consultas, dada la situación de una comunidad étnica que actúa en el contexto de la esfera pública. Es para resaltar que esta pequeña biblioteca de la comuna de Jokkmokk, con una población mayoritariamente sami y que vive en condiciones climáticas extremas, los visitantes se llevan a casa en préstamo numerosos libros y vídeos, sin embargo, la literatura en las lenguas sami originales, registra un uso mínimo, desconociéndose si la literatura publicada representa o no las características culturales del grupo étnico.

En resumen, la biblioteca cuenta con tres opciones para la comunidad: la Biblioteca de Ájtte, los Archivos de Ájtte y la Biblioteca Sami. La Biblioteca de Ájtte es una unidad de información centrada en la cultura sami, la naturaleza y la vida en las montañas y las zonas árticas. La colección incluye ficción, tesis, ensayos y monografías, incluyendo una colección única de literatura antigua. La biblioteca recopila principalmente literatura sobre la etnografía sami, la vida social y cultural, documentos sobre naturaleza e información sobre las montañas, así como también documentación sobre el Ártico. Por su parte, el Archivo de Ájtte – Ája permite la consulta sobre la cultura originaria a través de documentos, películas, fotografías (un archivo de imágenes con alrededor de 100.000 fotografías con motivos sami y lapones), objetos y grabaciones de audio, conservadas para resaltar la relación de la cultura sami con la región montañosa. El Archivo incluye documentos desde la época anterior a la formación de Ájtte, luego como Museo Jokkmokk y hasta la actualidad, como inventarios y estudios arqueológicos, conservación y restauración del entorno cultural, documentación etnológica, producciones expositivas e información sobre el Jardín de Montaña Ájtte. También es posible consultar archivos personales donados a la institución (fotografías familiares, escritos y cartas), destacándose el archivo de Lennart Wallmarks, quien fue director de la escuela secundaria popular Sami, y el archivo de Gun y Nils Hövenmark que incluye una gran colección de grabaciones de audio tanto de yoik (tipo de canto o expresión musical utilizado por el pueblo sami desde tiempos remotos), como de material hablado desde principios de la década de 1950 hasta la década de 1980. La colección de archivos individuales de Ájtte también incluye los archivos de la Escuela Secundaria Popular Sami.

Es interesante el aporte que realiza Sequeiros a través de métodos de observación etnográfica, al analizar la incidencia del concepto “biblioteca indígena”, en donde observa varios aspectos que reflejan en buena parte una realidad crítica presente en esta área específica de la bibliotecología social: la escasez de sus unidades de información, el no gozar de un amplio reconocimiento (incluso entre pares), la situación que implica que buena parte de los proyectos no perduran en el tiempo, e incluso que muchas de sus unidades no satisfacen las expectativas de los lectores originarios. En el carácter interrogatorio de su trabajo (planteando el paradigma de la oralidad y de la cultura impresa) surgen cuestiones que por mucho tiempo han significado problemáticas concretas vinculadas con procesos de planificación. Todo esto en un contexto educativo que habilita de alguna manera la intervención de la biblioteca en la comunidad, al advertir la existencia de escuelas sami en cinco localidades del norte, que atienden a estudiantes desde preescolar hasta el final de la educación obligatoria, en algunos casos con asignaturas optativas sobre la cultura sami y currículos opcionales con programas sami después del séptimo grado, independientemente del origen étnico. Cabe destacar que en Jokkmokk se encuentra la única escuela secundaria con un currículo integrado de Artes y Oficios Sami, lo que plantea una interesante discusión para el contexto de EIB presente en Argentina, en cuanto a relacionar actividades propias de la cultura en vinculación con los contenidos educativos.

La observación que Sequeiros hace sobre la comunicación intergeneracional en lengua materna reviste indicadores similares a los registrados en las culturas originarias de Argentina, en donde se percibe cómo, los niños educados en una lengua recreada, no son comprendidos por sus abuelos, que hablan la lengua vernácula, la cual rara vez se transmitió a los niños debido al miedo generado por décadas de estigmatización y exclusión, ese temor es común a buena parte de las culturas originarias consideradas como minorías étnicas en las distintas sociedades que integran, un conocimiento de las lenguas originarias que suele ser insuficiente para disfrutar de la literatura local, así sea en lengua sami, así sea en las lenguas indígenas sudamericanas. Por otra parte, se destaca otro aporte de la autora al recobrar desde los testimonios orales una historia olvidada por las actuales generaciones, como lo ha sido la creación de la primera biblioteca pública de Jokkmokk, por iniciativa de Eigil Högström, un sami que llegó a Jokkmokk a principios del siglo XX, quien era un maestro de escuela primaria que entre otras participaciones supo promover círculos de estudio y la práctica deportiva de esquí local.

Resulta también muy interesante la historia del primer libro escrito por un sami en lengua sami, Muitalus sámiid birra (Narración sobre los sami), la cual es singularmente significativa. Publicado en 1910 en danés y en sami del norte, profundiza en los relatos orales, manuscritos e ilustraciones de Johan Turi (1854-1936), cazador de lobos y guía autodidacta. Al escribir sobre los orígenes y las costumbres, la cosmovisión, las creencias y las curas tradicionales, Turi expresa su pesar por la opresión de los Estados Nórdicos y la consiguiente invisibilidad de su pueblo. La recepción pública del documento, que inicialmente fue positiva, lo impulsó a mencionar el chamanismo en una edición posterior. En Muitalus, los críticos destacan los entendimientos de la proximidad entre especies animales, humanas o no, y su transmutación recíproca para construir la metáfora sobre esos animales desconocidos que viven una vida difícil en su propia tierra, un acercamiento genuino a un ámbito poco frecuentado por el resto de la sociedad, que deja en evidencia las tensiones entre la discriminación y la curiosidad por el "Otro" en Suecia. Materiales de ese tipo refuerzan el entendimiento de colecciones pertinentes en bibliotecas indígenas, y una marca de identidad sobre el conocimiento de un pueblo originario.

A modo de conclusión

En una aparente paradoja, los espacios samis en las bibliotecas suecas no contribuyen a un reconocimiento respetuoso de su cultura, sino que hacen patentes las deficiencias y debilidades de estas áreas especiales. Se percibe un acercamiento folclórico desde el espacio del museo, que habilita de alguna manera las escasas investigaciones sobre su cultura, en donde sea posible, bajo una perspectiva endógena, dar a conocer los conocimientos, oficios y expresiones artísticas, desde la periferia de la transmisión oral en lengua materna. En un país conocido por sus altas tasas de alfabetización, la consideración de una cultura sin un sistema de escritura propio —aunque muchos samis sabían leer y escribir en sueco o en los calendarios rúnicos, por ejemplo— dan lugar a juicios estigmatizadores, propiciado desde el paradigma dominante basado en la impresión de materiales en soporte papel o electrónico sobre una cultura originaria.

Si bien las soluciones implementadas en Ájtte pueden no estar a la altura de lo esperado en el contexto del Estado sueco, la falta de visitantes —inherente a las colecciones especializadas, debido a la escasez de hablantes de sami y a la posterior y deficiente inversión en educación sami— puede erigirse como argumento para ocultar la responsabilidad de quienes custodian este patrimonio documental, cuya existencia genera discusiones en cuanto a la necesidad de abordar las prácticas culturales que permitan un discernimiento genuino en cuanto a la adquisición, producción y tratamiento de la bibliografía, situación que exige la participación activa de los profesionales y las organizaciones sami. En este contexto también se considera apropiado el entendimiento de la preservación de dicho patrimonio cultural en el territorio indígena y en la sociedad que lo creó, y que sigue siendo el sujeto privilegiado de la atribución de significado.

Hay una cuestión fundamental que logró desentrañar Sequeiros, que es la comprensión de los diferentes conceptos de cultura que se genera entre los líderes y agentes culturales sami y los funcionarios estatales. Varias personas samis con las que conversó la investigadora se refirieron a su cultura como un todo intersectorial, que realizan y recrean en sus diversas prácticas cotidianas —a menudo no profesionalizadas ni competitivas—, aprendidas en el círculo cultural sami. Estas prácticas pueden abarcar desde las artes tradicionales hasta el joik, desde la fotografía hasta el vídeo o la orientación y la supervivencia en entornos naturales, extendiéndose al teatro contemporáneo, el romance y la danza. Se trata de un entendimiento que no encuentra sincronía con las políticas neoliberales que apuestan por el concepto de eficiencia desde el punto de vista financiero, la devaluación de la(s) historia(s), la turistización y la mercantilización de la cultura como un objeto estático y folclórico (que no coincide con el espíritu nómada de estos pueblos que históricamente desarrollaron sus actividades en permanente movimiento).

El contexto presenta un debate sobre los conceptos de autodeterminación intelectual y soberanía intelectual que puede aportar contribuciones sustanciales desde el espacio de la biblioteca. Para Sequeiros, una biblioteca sami, que se encuentra precisamente al norte del norte sueco, debería ser principalmente para el pueblo sami. Un lugar donde se pueda debatir sobre el derecho a la lectura, resignificado por las culturas originarias, para repensar los enfrentamientos y el silenciamiento a los que estuvieron expuestos los samis, asumir el derecho a una “lectura pública” como un componente de los derechos culturales colectivos, estrechamente vinculado a los derechos lingüísticos, que representan en sí mismos una demanda actual de las minorías culturales y los pueblos originarios. Se trata de una reivindicación sobre los entendimientos comunitarios del buen vivir, en su dimensión placentera y fructífera, sin que necesariamente tenga que ser de carácter productivista.

Por último, una problemática afín a muchas comunidades originarias: los trabajos de traducciones de conocimientos empíricos de los pueblos indígenas, la posibilidad de que una eventual biblioteca sami integre una red de conocimiento cultural. En tal sentido, la historia del libro “Muitalus” puede significar una metáfora inspiradora, dada la comprensión de la transmutación de “seres desconocidos” en un pueblo reconocido que tendrá muchas historias que leer y contar, como sujetos de esas historias. La condición lingüística resulta clave para la revitalización de las lenguas originarias, un campo de acción donde se puedan analizar las narrativas en pugna, los mapas discursivos y los intercambios culturales con otras formas de conocimiento. Como lo expresa la autora, un tesoro puesto a disposición del público, que pueda ser “desencantado” por un uso emancipador.

(*). Paula Sequeiros es Licenciada en Historia por la Universidad de Oporto, posee un Posgrado en Biblioteconomía y Ciencias de la Información, Máster en Sociedad de la Información y del Conocimiento, por Universitat Oberta de Catalunya, Doctorado en Sociología. Su tesis ha sido sobre los usos y representaciones de la biblioteca pública y las interacciones inscritas de los lectores, el espacio e Internet. Impartió docencia en cursos de posgrado de Ciencias de la Información y la Documentación, y fue bibliotecaria especializada en empresas y directora de bibliotecas universitarias. Se puede consultar su trayectoria académica en el siguiente enlace: https://www.cienciavitae.pt/portal/C014-613D-4CF6


Fuentes consultadas:

El planeta viajero (2010). La tundra ártica de Laponia. Disponible en: https://elplanetaviajero.blogspot.com/2010/05/la-tundra-artica-de-laponia.html

Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo Americana. Espasa Calpe, Madrid, Barcelona. Tomo 29, p. 782-785.

Johan Turi. Biografía disponible en: https://en.wikipedia.org/wiki/Johan_Turi

Sarri, Peter (2002). Creating a Library Plan for the Sámi in Sweden. World Libraries. Vol.12, No. 1. Disponible en: http://www.chrisdaydesign.com/worldlib/vol12no1/sarri_v12n1.shtml

Sequeiros, Paula, 2017. The Sámi Library, North of the North: colonialism, resistance and reading in a public library. Sociologia: revista da Faculdade de Letras da Universidade do Porto [em linha]. 2017. no. 34, p. 115–134. DOI 10.21747/08723419/soc34a6. http://eprints.rclis.org/32178/

Espacios consultados:

Centro de Investigación Sami (CeSam) de la Universidad de Umeå. Página Web: https://www.umu.se/en/vardduo-centre-for-sami-research/

Museo Etnográfico de Ájtte. Página Web: https://www.ajtte.com/

Laponia: cultura Sami. Disponible en: https://laponiaviajes.com/descubre-laponia/conoce-la-cultura-sami

Nota: las imágenes fueron extraídas de los siguientes sitios:  

https://www.umu.se/en/vardduo-centre-for-sami-research/

https://commons.wikimedia.org/wiki/File:I_Lappmarken_%2831689850094%29.jpg

Versión para El Orejiverde

https://www.elorejiverde.com/toda-la-tierra-es-una-sola-alma/7001-la-biblioteca-indigena-de-la-cultura-sapmi-en-jokkmokk-suecia