Llegué
a Punta Querandí luego de un largo camino, me encontré a Pablo Badano, uno de
los miembros de la comunidad, trabajando cerca de la maloka, junto con un grupo de
entusiastas colaboradoras, quienes ayudaban con el adobe, el barro y la paja
para terminar unas junturas de la pared, al fondo de la vivienda colectiva, en
breve esta construcción será un punto de encuentro y de descanso de quienes visiten el lugar, verlo a Pablo un domingo a la tarde con la pala aplanando la
tierra da una idea de qué se trata la experiencia Punta Querandí, de pronto
aparece Reinaldo, un líder espiritual de ascendencia guaraní, que explica en
ambas lenguas el sentido de su nombre, el sentido de su cultura en este espacio
recuperado, ancestral, educativo y sagrado.
Tal como lo afirman sus responsables, Punta Querandí es una comunidad indígena pluriétnica enclavada entre barrios privados, en una zona ancestralmente habitada por querandíes, chanás y guaraníes, desde hace un tiempo corre peligro de desalojo por un juicio iniciado por Jorge O’Reilly, presidente de la desarrolladora inmobiliaria EIDICO. Esa amenaza jurídica implica la resignación de una inevitable destrucción del equilibrio ambiental de la región, especialmente en la Cuenca del Río Luján, ya que debido a la construcción de countries náuticos, se terminaron arrasando miles de hectáreas de humedales, lo que puntualmente derivó en el incremento de las inundaciones, el desplazamiento de pobladores históricos y la devastación de cementerios indígenas anteriores a la conquista europea.
Además de Reinaldo Roa, participan del proyecto Santiago Chara, referente de la Comunidad Cacique Ramón Chara de Benavidez (Tigre), ambos miembros del Consejo de Ancianos de Punta Querandí, Jesica Zalazar (de Raíces Guaraní) y Soledad ‘Jasuka’ Roa, las dos pertenecientes al Consejo de Mujeres, junto con la ayuda invalorable de Rosiene Bissoni y Pablo Badano (Consejo de Comunicación), cada uno con un rol determinado, pero colaborando con las tareas de fortalecimiento y preservación del territorio de la comunidad.
La biblioteca ubicada dentro del museo lleva adelante una función de apoyo al conocimiento registrado en diferentes soportes, las publicaciones refieren exclusivamente a documentos relativos a las culturas indígenas del país, historias de vida, valores, factores ligados a la identidad, a los derechos y a la educación de otras formas de conocimiento,
no cuenta hasta el momento con documentos orales sobre la cultura, los paisanos la consideran un espacio en crecimiento, abierto a las donaciones de materiales específicos sobre temáticas indígenas. Es posible afirmar que en cierto modo la biblioteca cumple, junto con el museo, una función pedagógica, ya que sus ilustraciones y textos enmarcados en las paredes de madera, cuentan sobre el pasado histórico y el futuro de la comunidad, no deja de ser una toma de conciencia y a la vez un recordatorio de lo realizado hasta el momento, en el museo coexisten instrumentos musicales autóctonos, artefactos de caza, restos de cerámicas, fotografías y mapas, junto con el acervo bibliográfico obtenido en donación, en la mayoría de los casos por los propios autores.
En el año 2004 se registró un hecho que marcaría una pauta en el accionar de Punta Querandí, quienes allí estaban habían encontrado fragmentos de cerámica y vasijas que fueron fundantes del proyecto del museo, al mismo tiempo y en forma paralela tomaron conocimiento de la existencia de un cementerio indígena destruido a fines de los 90, por los responsables del barrio privado Santa Catalina, a escasos metros de distancia de los nuevos hallazgos. Ambas situaciones terminaron por fortalecer la idea de resistencia entre los paisanos y criollos que colaboraban, ya que imaginaron que ese patrimonio correría idéntica suerte si la comunidad no intervenía, la toma de conciencia fue determinante, y punta de lanza de una serie de proyectos que terminaron vinculando diversos elementos identitarios de las culturas querandí, chana y guaraní.
Pero si algo hace especial la situación del reclamo por el territorio planteado por esta comunidad es precisamente su ubicación geográfica, rodeados virtualmente de barrios privados, pero izando sus símbolos más representativos, la whipala del museo-biblioteca, el monumento al Yaguareté, la Maloka, el Opy ceremonial, todos estos espacios de resistencia cultural están a la vista, representan una toma de posición pero también un legado, que viene desde el fondo de los tiempos, se puede decir que si bien la cadena oral de conocimiento se ha visto interrumpida en muchas culturas indígenas, quienes forman parte de Punta Querandí han discutido e interpelado estas tradiciones, buscando recrear las antiguas construcciones, incorporando nuevos elementos sin perder de vista el simbólico eje de la espiritualidad, desde allí avanzan, incluso hacia el pasado, y lo que encuentran a cada paso los van determinando.
Un gusto haber estado.
Gracias
Reinaldo, Pablo, Jesica, a seguir defendiendo lo que siempre fue de ustedes.