Las “ruedas medicina” representan un concepto, como
tantos entendimientos surgidos en comunidades que históricamente han
prescindido de los alfabetos y las escrituras, se trata de grandes círculos de
piedras, cruzados por ejes dirigidos a los puntos cardinales que se encuentran
principalmente en Estados Unidos y sur de Canadá y son utilizados con fines
rituales, de sanación chamánica y también pedagógicos, en su simbolismo del
universo y su relación con el ser humano.
Un sentido cosmológico cuya construcción remite, desde
el punto de vista de una vivienda, a las malocas de los paisanos huitotos y
muimanes, duplicados del universo que comprenden la idea de totalidad, y en
cuyo interior se engendra la palabra a través de los mambeaderos, lugares de
reunión de los ancianos que van hilando a través de la oralidad verdaderos
canastos de conocimiento, tal como lo definió el investigador colombiano
Fernando Urbina, los mambeaderos representan simbólicamente el útero de la
madre maloca, un espacio donde es frecuente desovillar el frondoso tejido de la
interculturalidad, el total entendimiento de las cosas...
La mayoría de las culturas ha utilizado el círculo en
sus representaciones sagradas, desde la construcción de templos hasta los
cálculos calendáricos de los mayas, o instrumentos de meditación como los
mandalas de los hindúes. Los indígenas de América del norte, por su parte,
trazaron en su interior el mapa del universo con sus Cuatro Direcciones y la
ubicación del hombre en él, y no cuesta ver en este caso una analogía con las
casas comunales de los indígenas del amazonas, ya que su construcción no puede
ser arbitraria, si en dicho proceso al momento de colocar el primer soporte no
se respeta la ubicación de las estrellas, la casa de la cultura puede llegar a
“deteriorar el paisaje” y no ser representativa de la sabiduría de los
ancianos.
En este punto encontramos elementos para vincular la
arquitectura de los pueblos originarios en la tarea de construcción de una
biblioteca indígena, la noción de círculo se encuentra consustanciada con los elementos
simbólicos de las pinturas, guardas, tejidos e imágenes de la naturaleza que
los paisanos han venido realizando desde el fondo de los tiempos.
A modo de ejemplo, en el universo sioux lakota, se
aprecia el entendimiento del anciano Hehaka Sapa, Alce Negro, quien describía
la importancia del círculo diciendo: “Todo lo que hace el indio lo hace en
círculo /…porque el poder del mundo actúa en círculo…/ Todo lo que hace el
poder del mundo se hace en un círculo”, un círculo que, en el caso de la
Rueda Medicina, terminó asociándose a la rueda en su movimiento y retorno sin
fin, tan próximo, a la idea del devenir circular del tiempo entre los
originarios americanos.
Según la autora de este texto, más que una construcción,
la rueda medicina es un símbolo sagrado que representa el orden cósmico, el
eterno patrón de vida y muerte, el sendero del sol y la luna, el diseño del
tipi (vivienda circular) y la forma del tambor…donde la línea vertical indica
el sendero del hombre y la horizontal el sendero del sol. La sagrada
intersección de ambas representa el centro de la tierra, así como, entre los
sioux, la infaltable presencia de la pluma de águila evoca y activa al poder de
WakanTanka –el Gran Espíritu- sobre todo lo creado y la armoniosa interacción
entre los seres vivos y la Madre Tierra.
Desde el espacio de una biblioteca, es preciso entender
lo que implica la noción de círculo, la idea de una totalidad circular, analizar
los tejidos hilvanados a través del conocimiento, encontrar elementos para
aplicar en eventuales bibliotecas indígenas, acaso un espacio donde la palabra
debe ser perpetuada mientras su hilatura lo permita, voces que confronten
voces, conceptos que asocien cultura con identidad, consensos que representen
una historia y un devenir.
Desde el punto de vista chamánico, el término “medicina”
alude al poder y fuerza de la naturaleza, lo sagrado del universo que guía al
hombre en el campo de energías que lo rodean. Son las energías de las Cuatro
Direcciones básicas: norte, sur, este y oeste, que marcan las estaciones del
año y las etapas de la vida (nacimiento, infancia, adultez y ancianidad) en
relación con el centro, punto del cual todo emerge y al cual todo regresa.
Al intervenir este texto, he querido ver en las
distintas etapas referenciadas, el traspaso de conocimiento entre quienes
cultivan un saber ancestral, así como en nuestras bibliotecas otros jóvenes
toman el testimonio para continuar el camino de los docentes, así también se
construye identidad entre las paredes de una biblioteca indígena, desde los
abuelos hasta los nietos. No son habituales los ejemplos de este tipo de
construcciones, sin embargo basta conversar con los referentes de algunas
comunidades para encontrar en ellos similitudes en cuanto a la arquitectura que
se pretende representativa de un modo de comprensión que aún persiste, a pesar
de los permanentes obstáculos con los que los referentes de pueblos originarios
se enfrentan en las actuales sociedades occidentales. Personalmente he
presenciado, en comunidades qom de Derqui y Rosario (una experiencia que me ha
honrado formar parte), la recreación del círculo dentro del espacio de la
biblioteca, en especial cuando eran habituales la organización de asambleas o
conversatorios, en donde todos podían mirarse desde un mismo lugar, sin
jerarquías sociales de ningún tipo, contando con un tiempo libre de exposición,
para al final tratar de lograr consensos. Las decisiones más trascendentes
fueron tomadas en un círculo.
En las ruedas medicina cada dirección tiene su color, su
animal guía, sus características climáticas y espirituales, como también
espacio para los cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego en una imagen
integradora, de equilibrio, armonía sanadora y crecimiento personal, pues su
comprensión lleva implícita la adquisición de la mayor sabiduría.
Si bien los principios generales son comunes para todos,
cada pueblo otorga a las direcciones características su propia cosmovisión, sus
tradiciones, sus condiciones geográficas y circunstancias históricas, es decir
que coexisten a través de un entendimiento común, cuidando de no instalar
imposiciones en cuanto a lo que cada pueblo comprende, sobre estos postulados
se avanza hacia el fortalecimiento de las propias creencias, y en ocasiones se
generan nuevos planos de entendimiento, en especial en culturas plurilingües,
cuyas representaciones artísticas toman elementos de las culturas geográficamente
más cercanas.
Si acaso fuera posible, podríamos trazar un paralelo con
el arte collage cubista, en donde el concepto de
textura adquirió otra dimensión, allí se puede apreciar, en algunas pinturas, cómo
un recorte de diario o un pedazo de tela terminaba formando parte de un cuadro
abstracto, de algún modo ese accionar representaba sacar un elemento de
contexto para ponerlo en un nuevo contexto, pero el plano artístico seguía
teniendo referencias del cubismo, eran expresiones que en algún punto exhibían,
mediante dichas junturas, otros entendimientos sin perder representatividad.
El pueblo cherokee, cuya Rueda Medicina ilustra la nota
publicada en el Orejiverde, describe de la siguiente manera las Direcciones: “además
del norte, sur, este y oeste/ debemos recordar de dónde venimos, la Madre
Tierra, MakaIna o UnciMaka, la quinta dirección. Es nuestra conexión con la
vida, representada por el color verde. Luego está el Padre Cielo, azul, la sexta
dirección, representando el mundo presente y el mundo hacia el cual nos
dirigimos. Por último está la séptima dirección, TU, como ser material y
espiritual y centro de todo lo demás buscando la armonía y conexión entre
nuestros cuatro aspectos, físico, emocional, mental y espiritual pero
fundamentalmente entre lo que fue, lo que es y lo que será”.
Hacia estos pensamientos me llevan las actuales inquietudes
de quienes aún preservan sus costumbres y tradiciones, buscando recrear nuevos
planos en armonía con el contexto, sin embargo desde nuestro ámbito, especialmente
con profesionales de la información que se acercan desde una periferia sociocultural
a problemáticas que los exceden, sobrevuela la duda de la imposición de ideas
en relación a la representación documental de los espacios habitados por la
palabra, en donde se supone que es posible plantear una metodología con base en
la formación académica, sin previamente habilitar un mínimo esfuerzo en
escuchar e indagar lo que “el otro” sabe, comprende o necesita, en tal sentido es
preciso seguir desentrañando la diversidad de conjeturas que dicha complejidad
plantea, si pretendemos como bibliotecarios abrir una puerta cuyas
posibilidades sean realmente apreciadas por los paisanos de una comunidad
indígena.
Fuentes consultadas:
María Ester Nostro. La rueda medicina como círculo de
sabiduría
Martínez Sarasola, C. De manera sagrada y en celebración. Ed.Biblos/Desde América. 2010. Bs As.
Hehaka Sapa (Alce Negro) Les ritessecrets des indiens sioux. Edit Payot.1953, Paris
Fecha: 25/2/2019
Casas de las palabras
Josefina Ludmer. Clases 1985. Algunos problemas de
teoría literaria. Buenos Aires: Paidos, 2015.