miércoles, 29 de abril de 2015
Moira Millán en El Orejiverde
Personalmente siempre me ha inquietado aquella instancia en donde una idea termina originando un movimiento colectivo, o tal vez no se trate de una idea, sino más bien de una necesidad, lo que termina provocando una representación genuina. Moira Millán, la líder mapuche entrevistada hace poco por Carlos Martínez Sarasola en El Orejiverde, lo simplifica de manera clara: “hacernos visibles” fue la consigna de la primer Marcha de Mujeres Originarias por el Buen Vivir, en donde Millán tuvo a su cargo el rol de coordinadora nacional, llevando al Congreso una serie de propuestas educativas, que incluyeron temas como desarrollo económico, política carcelaria y administración de la justicia entre otros aspectos.
La entrevista gira en torno a la vida de quien ha sido considerada una representante genuina de las culturas indígenas del sur argentino. Ha sido guionista de la película “Pupila de mujer, mirada de la tierra" que llevó al Estado Argentino ha incluir la categoría “guionista indígena” como reconocimiento a quienes aportan desde la cultura de los pueblos originarios al patrimonio cultural del país.
Moira Millán menciona sobre las mujeres originarias en la actualidad, consideradas como emergentes políticos y sociales, hay en su figura, según sus propias palabras, una conciencia no solo cultural sino también política y “militar” (en el sentido de usar las palabras como armas). Su compromiso torna visibles antiguas problemáticas (marchas que incluyen denuncias de las mujeres, donde se sumaron entre otros los qom de Rosario) mostrando las penurias de los jóvenes indígenas (bajo un frecuente racismo que se institucionaliza) y una sentencia: “los hombres blancos no nos ven”. De allí surgió la necesidad de hacer una marcha para que las mujeres se tornen “visibles” (por el tipo de propuesta –sin relación con lo que se entiende como protesta– se trata de un caso inédito en la historia argentina) y la consigna detrás del movimiento fue mostrar al resto de la sociedad el alcance del concepto “el buen vivir”, como un modo de mostrar aspectos positivos de las culturas de los pueblos originarios. Se trata de un concepto que año a año va cobrando mucha fuerza, siendo objeto de análisis en numerosos artículos de investigación, congresos y debates. Tiene relación con los consejos familiares compartidos de generación en generación, pero a la vez implica un profundo reconocimiento al contacto armónico con la naturaleza –los hermanos animales y plantas – el vivir una vida sana, espiritual y en comunión con los semejantes.
Con respecto a la película es interesante el enfoque, que parte de una realidad que es contada desde la participación comunitaria de las mujeres originarias, y no desde la visión europea u occidental, por ende la película le otorga una imagen pero sobre todo una voz a quienes nunca tuvieron la oportunidad de expresar sus propias carencias. Millán logra que la mujer indígena no sea una construcción folclórica ni una pieza de museo, frecuentemente estigmatizada como un ser harapiento, analfabeto y pobre. En el filme aparecen las “machi” de la cultura mapuche, ancianas que tienen la autoridad para ejecutar el kultrún en las rogativas, pero que sobre su conocimiento descansa buena parte del patrimonio cultural intangible de su comunidad.
Moira Millán tiene una vida de compromiso con su cultura, donde ha logrado ponerle el cuerpo a las ideas, luchando por el reconocimiento del cine indígena, que tantas muestras de talento ha generado en numerosos filmes y documentales. Estuvo en la marcha de las 36 Naciones Originarias de Argentina, y desde allí propició la presentación, ante el Congreso de la Nación, de una propuesta de ley que permita crear el Consejo de Mujeres del Buen Vivir. Se puede decir que la marcha ha sido la culminación de una serie de encuentros previos donde la representante mapuche tomó registro de los diagnósticos realizados por los paisanos en cada comunidad, mediante testimonios que incluían demandas y propuestas, entre ellas el derecho al acceso de una medicina intercultural como actualmente ocurre en la provincia de Misiones con los hermanos guaraníes. Allí, ante la consulta médica, el médico no solo debe ofrecer la medicina que elabora la farmacéutica, sino también la que hacen los chamanes guaraníes, que vienen en formato de comprimidos o de hierbas medicinales, dicha práctica cuenta con el permiso y la participación de las comunidades. Lo que esta mujer propone no es ni más ni menos que ver aplicada en la sociedad argentina una verdadera interculturalidad propiciada desde el Estado, y en ese sentido, la sabiduría del “Buen vivir” va camino ha convertirse en un puente donde poder compartir otras formas de conocimiento, porque como dice Moira “entendemos que el buen vivir es ante todo un derecho”.
Clasificación: Moira Millán / Cultura Mapuche / Espiritualidad / Documentos radiofónicos
Lugar / Fecha: Radio FM Mantra 91.9. Buenos Aires - 26/03/2015.
Número de programa: 43
Entrevista: Carlos Martínez Sarasola
Duración: 23’ 12’
sábado, 18 de abril de 2015
Traduciendo lenguas indígenas
A lo largo del tiempo la traducción de textos literarios de diversa
índole ha permitido que distintas culturas, alejadas geográfica y
temporalmente, puedan comunicarse y comprenderse mediante la posibilidad de la
lectura y el análisis consecuente, en la propia lengua, de antiguas o
contemporáneas manifestaciones artísticas, culturales y/o históricas, una tarea
que muchos traductores han considerado como utópica, en el sentido que es muy
difícil traducir de una lengua a otra un conjunto de escrituras concebidas bajo
un contexto social y cultural específico. Para el poeta y traductor Rodolfo
Alonso, la tarea requiere no solo un conocimiento profundo de la cultura que se
pretende abordar a través de una traducción, sino también frecuentar la
literatura desde la propia creación literaria, por ende no solo es deseable
tener conocimientos lingüísticos y gramaticales a la hora de abordar un libro
de poemas, sino también que es preciso ser poeta. No es ningún secreto que con
la muerte de Jorge Luis Borges desaparece uno de los más grandes traductores en
lengua inglesa, llegando incluso a incursionar en el inglés antiguo, pudiéndose
afirmar que el notable escritor argentino supo embellecer en lengua castellana
los textos que llegaron a sus manos en el idioma anglosajón.
La historia de la literatura china registra un caso excepcional, Arthur
Waley, orientalista y sinologista inglés, quien aprendió chino y japonés sin
profesores, en forma autodidacta, pero con tal conocimiento que al poco tiempo
los propios especialistas que visitaban la sección de manuscritos asiáticos del Museo
Británico (donde Waley trabajaba) le pedían
opiniones ante dudas relativas al campo lingüístico en textos hallados en
papiros y pergaminos sobre China y Japón. De el un azorado Ezra Pound llegó a
decir que Waley “había descubierto, en la estructura del ideograma chino, el
modelo para integrar elementos dispares en un solo objeto de arte”, y en
plena Primera Guerra publicó una docena de esos poemas en la Little Review.
Según referencia Juan Forn en su artículo sobre Waley, el traductor,
luego de los poetas chinos, tradujo las Analectas de Confucio, y después el Tao
Te King de Lao Tsé y los 33 capítulos de Chuang Tzu y devolvió a Meng Tzu su
nombre y sus ideas originales (cristianizadas por los jesuitas, que lo habían
rebautizado Mencio) y a continuación encaró las mil páginas en japonés del
Genji Monogatari, o Historia de Genji, el Libro de la Almohada de Sei Shonagon
y las fabulosas Vidas de Li Po y Po-chu-i, a esa tarea, la de traducir, Waley
las llamaba “transmisiones”.
Con el paso del tiempo, los estudiosos de la lengua china corroboraron
que Whaley no solo omitía algunos párrafos sino que incluso adicionaba textos,
con lo cual aquellas traducciones cobraban otra riqueza de significado, no solo
era el traspaso de un ideograma a una lengua con caracteres alfabéticos, sino
de un sentido de comprensión y entendimiento de una cultura a otra, ejercicio
válido que ha permitido que una buena parte de la literatura china se conociera
en el resto del mundo.
Si esta disyuntiva, atravesada precariamente en este blog, y con saltos
en el tiempo, ocurre con lenguas que poseen su propio sistema de escritura, y
con ramificaciones a diversos troncos lingüísticos, imaginemos lo que puede
suceder cuando la traducción se hace sobre lenguas orales indígenas.
Recientemente el bibliotecario José Bessa Freire ofreció un ejemplo singular, la
traducción al ticuna de un texto que versa sobre la vida de Pedro Inácio
Pinheiro, sabio de su aldea (Vendaval) perteneciente al municipio de São Paulo
de Olivença (Amazonas). El libro se titula Tchorü Duüügüca' Tchanu : Minha
Luta pelo meu povo – y fue editado por la Editora de la Universidad Federal
Fulmínense.
Para que tal artefacto fuera concebido fue necesario grabar narrativas
en lengua ticuna y trabajar manuscritos por parte de investigadores y
lingüistas del Museo Nacional de la UFRJ (Universidad Federal de Rio de
Janeiro). Se sabe que esta cultura indígena, de la cual es origen una de las
primeras bibliotecas indígenas de América Latina (Maguta), ocupa territorios
tanto en Brasil como en Colombia y Perú. Tal como explica Bessa Freire, esta
narrativa hace parte del linaje de autobiografías producidas en toda América
Latina, que tienen como sujeto histórico un indio, cuya biografía desempeña un
papel importante en la historia de su grupo y de la etnología.
El autor Pedro Inácio, del clan del jaguar, cuyo nombre en ticuna
Ngematücü significa "aquél que no tiene rayas", tenía 38 años cuando
narró su historia. Fue transcrita en la lengua ticuna por otro hablante nativo,
Reinaldo Otaviano do Carmo, del clan del mutum (ave gallinácea) - Mepawecü -
"aquél que tiene pico bonito" - que en 1983, a los 28 años, era uno
de los pocos que dominaban la escritura. Hizo la transliteración en su casa en
la aldea Vendaval, con la participación ocasional de otros Ticuna que paraban
para oír la grabación y conversar.
En el curso del proyecto, los textos fueron analizados por los
Profesores Indígenas del Alto Solimões de la Universidad del Estado de Amazonas
(UEA), agregando notas explicativas en ticuna y portugués. Es que la lengua
ticuna, aparte de haber sido históricamente ágrafa, presenta otra complejidad:
es tonal, es decir que la altura del tono - alto o bajo - es pertinente para el
significado de lo que un ticuna quiere expresar. Con lo cual la publicación ha
sido realmente un aporte significativo para tratar de entender un mundo tan
fascinante, y compartirlo bajo el simbólico puente de la traducción.
Hay algo clave que rescata Bessa Freire, al traducir la lengua de un
orador como Pedro Inácio, es práctica frecuente entre algunos traductores
sacrificar parte de la lengua oral indígena para ajustarla a la estructura
sintáctica del portugués, con lo cual se pierde parte del entendimiento
concebido en la lengua materna tonal de los ticuna. Para remarcar esta
comprensión de la dificultad el autor recupera una reflexión pertinente del
filósofo, traductor, ensayista y crítico literario Walter
Benjamín, sobre el contacto entre las lenguas en esta situación y la
cualidad de la traducción:
Las traducciones, incluso las mejores de otras lenguas al alemán se
basan en una premisa falsa: hacer que cualquier lengua que se traduce se
subordine a nuestra lengua, en vez de buscar que el alemán se ajuste a otras
lenguas. Nuestros traductores tienen más reverencia por las normas de uso de su
propio idioma que por el sentido esencial ("the spirit") de las obras
extranjeras.
Por múltiples motivos, se comparte la idea de que este libro bilingüe
sea celebrado con júbilo, de aquí en más solo necesita lectores que se dejen
llevar por el misterio de los personajes mitológicos que pueblan estos relatos,
porque es cierto que aquí caben muchos mundos que hacen a la historia y a la
identidad de un país.
Blog personal de José Ribamar Bessa Freire
Taqui pra ti
http://www.taquiprati.com.br/sábado, 11 de abril de 2015
El libro árbol
Cada
tanto ocurren ciertos gestos que implican un valer la pena, provocando la
necesidad de conservar la información en algún lugar de nuestro espacio de
trabajo, es lo que me ha ocurrido con el “Libro árbol”, probablemente uno de
los mejores emprendimientos que de alguna manera recupera el sentido de las
narrativas orales indígenas y/o campesinas, solo que en este caso con el objeto
libro como intermediario, se trata de un material de lectura que una vez
compartido en forma grupal se debe "plantar" en la tierra esperando
que las semillas de jacarandá, incrustadas en la pulpa del papel, fecunden con
el tiempo. Es un hecho simple, simbólico, con profundas enseñanzas, que vale la
pena replicar.
Como
bien se puede leer en el sitio Web de la Editorial “Pequeño editor”, el
emprendimiento se trata de una edición muy limitada (solamente 40 ejemplares
únicos) de “Mi papá estuvo en la selva” libro escrito por Gusti y Anne
Decis. Estos materiales han sido confeccionados con papel reciclado y tintas
biodegradables.
La
intención por parte de los autores fue animar a la lectura colectiva y al
cuidado del medio ambiente (leer libros y plantar árboles). Se espera que
cuando los niños y adultos miren el árbol recordarán esta historia que les
llegó por medio de la lectura, y valorarán esta acción en la que libros y
árboles se unieron en una causa común.
Bellísimo
gesto que ha sido reconocido a nivel internacional.